miércoles, 9 de junio de 2010

Atlantida...

Este mito, y la destruccion de la biblioteca de Alejandria a fines de la edad antigua, me parecen dos grandes enigmas de la historia.

les comparto lo sgte:

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Atlántida
09 de Junio del 2010

El mayor mito mundial que hay sobre una civilización extinguida es el de la Atlántida, isla que contenía, según el griego Platón, una avanzada civilización. Miles de libros o de expediciones se han hecho para buscar dar con ella.

Diversas teorías se han generado para promover fines ideológicos. Para los nazis, la Atlántida es la cuna de una raza superior y para Von Daniken una muestra más de que los humanos descendemos de extraterrestres. Otras tesis sostienen que la Atlántida estaba en el actual Titicaca y que Tiawanaco es un heredero o muestra suya, o que incluso estaba en la Antártida.

Sin embargo, las modernas excavaciones creen haber demostrado dónde estuvo la Atlántida. Esta fue una civilización real, pero no lejos de la Atenas de Platón.

Los geólogos han confirmado que hace 3,630 años se produjo en el mar griego la peor explosión volcánica que cualquier civilización haya padecido. Esta catástrofe hundió parcialmente el centro de la actual isla de Santorini y generó una estela de ceniza 10 veces más que la que sepultó a Pompeya y 100 veces más que la de la mayor erupción de nuestra generación (la de St. Helens en EE.UU.).

Ese volcán no sólo sepultó con una capa de decenas de metros de alto a las ciudades de la entonces llamada Thera, sino que generó el peor tsunami de la edad antigua, el mismo que con olas de 20 metros de alto arrasó también a Creta, la cual era, junto a Thera, el centro de la principal civilización del mar mediterráneo: la minoica.

16 siglos antes de Cristo los minoicos crearon una sociedad centrada en el medio geográfico y comercial entre los 3 continentes del Viejo Mundo (Europa, Asia y África). Su esplendor rivalizaba al de Egipto o Mesopotamia, aunque poseyeron una sociedad donde se notaba una mayor libertad artística y un mayor rol de la mujer.

Muchas de las descripciones de las construcciones o formas de vida que hizo Platón de los "atlantes" se compaginan con los de lo que las excavaciones muestran de los minoicos. Tanto por ello, como por la cercanía a Atenas y por la forma en la cual un cataclismo natural y marino les sepultó, hace que vaya creciendo un consenso dentro de los historiadores que la Atlántida destruida fue, en verdad, la gloriosa civilización minoica arrasada por un volcán y tsunamis.

Las lecciones de esa tragedia nos deben servir para hoy en día. Hace pocas semanas todos los vuelos en Europa estuvieron paralizados por una nube de cenizas producida por un relativamente pequeño volcán en Islandia. La ciencia estima que hay volcanes por explotar mucho más letales, como el de las islas canarias, cuyo tsunami podría arrasar la costa este de EE.UU.

Desgraciadamente, la inmensa mayoría del presupuesto de seguridad del mundo se destina a armas destructivas, mientras poco se hace para ver cómo hacer frente al "terrorismo telúrico".

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Atlántida (en griego antiguo Ατλαντίς νησος, Atlantis nesos, ‘isla de Atlantis’ ) es el nombre de una isla legendaria desaparecida en el mar, mencionada y descrita por primera vez en los diálogos Timeo y el Critias, textos del filósofo griego Platón.

La precisa descripción de los textos de Platón y el hecho que en ellos se afirme reiteradamente que se trata de una historia verdadera, ha llevado a que, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, durante el Romanticismo, se propongan numerosas teorías sobre su ubicación. En la actualidad se piensa que el relato de la Atlántida, según la interpretación literal de las traducciones ortodoxas de los textos de Platón, presenta anacronismos y datos imposibles. Una opinión muy extendida es que la Atlántida descrita por Platón nunca existió, y que sólo es un mero vehículo literario o un mito inventado por él. Por otro lado, como ya se ha dicho, Platón describió el relato como historia verdadera y no como mito. Se ha apuntado que la leyenda pueda haber sido inspirada en un lejano fondo de realidad histórica, vinculado a alguna catástrofe natural pretérita como pudiera ser un diluvio, una gran inundación o un terremoto.

La Atlántida ha servido de inspiración para numerosas obras literarias y cinematográficas, especialmente historias de fantasía y ciencia-ficción.

El relato de Platón
El Timeo y el Critias
Las primeras referencias a la Atlántida aparecen en el Timeo y el Critias, textos en diálogos del filósofo griego Platón. En ellos, Critias, discípulo de Sócrates, cuenta una historia que de niño escuchó de su abuelo y que este, a su vez, supo de Solón, el venerado legislador ateniense, a quien se la habían contado sacerdotes egipcios en Sais, ciudad del delta del Nilo. La historia, que Critias narra como verdadera,[1] se remonta en el tiempo a nueve mil años antes de la época de Solón,[2] para narrar cómo los atenienses detuvieron el avance del imperio de los atlantes, belicosos habitantes de una gran isla llamada Atlántida, situada frente a las Columnas de Heracles y que, al poco tiempo de la victoria ateniense, desapareció en el mar a causa de un terremoto y de una gran inundación.

En el Timeo, Critias habla de la Atlántida en el contexto de un debate acerca de la sociedad ideal; cuenta cómo llegó a enterarse de la historia y cómo fue que Solón la escuchó de los sacerdotes egipcios; refiere la ubicación de la isla y la extensión de sus dominios en el mar Mediterráneo; la heroica victoria de los atenienses y, finalmente, cómo fue que el país de los atlantes se perdió en el mar. En el Critias, el relato se centra en la historia, geografía, organización y gobierno de la Atlántida, para luego comenzar a narrar cómo fue que los dioses decidieron castigar a los atlantes por su soberbia. Relato que se interrumpe abruptamente, quedando inconclusa la historia

Descripción de la isla
Los textos de Platón sitúan la Atlántida frente a las Columnas de Heracles (lugar tradicionalmente entendido como el estrecho de Gibraltar) y la describen como una isla más grande que Libia y Asia juntas.[3] Se señala su geografía como escarpada, a excepción de una gran llanura de forma oblonga de 3000 por 2000 estadios, rodeada de montañas hasta el mar.[4] A mitad de la longitud de la llanura, el relato ubica una montaña baja de todas partes, distante 50 estadios del mar, destacando que fue el hogar de uno de los primeros habitantes de la isla, Evenor, nacido del suelo.[5]

Según el Critias, Evenor tuvo una hija llamada Clito. Cuenta este escrito que Poseidón era el amo y señor de las tierras atlantes, puesto que, cuando los dioses se habían repartido el mundo, la suerte había querido que a Poseidón le correspondiera, entre otros lugares, la Atlántida. He aquí la razón de su gran influencia en esta isla. Este dios se enamoró de Clito y para protegerla, o mantenerla cautiva, creó tres anillos de agua en torno de la montaña que habitaba su amada.[6] La pareja tuvo diez hijos, para los cuales el dios dividió la isla en respectivos diez reinos. Al hijo mayor, Atlas o Atlante, le entregó el reino que comprendía la montaña rodeada de círculos de agua, dándole, además, autoridad sobre sus hermanos. En honor a Atlas, la isla entera fue llamada Atlántida y el mar que la circundaba, Atlántico.[7] Un segundo hijo se llamaba Eumelo en griego, siendo su nombre original Gadiro, Gadeiron o Gadeirus, y gobernaba el extremo de la isla que se extiende desde las Columnas de Heracles hasta la región que, posiblemente por derivación de su nombre, se denominaba Gadírica, Gadeirikês o Gadeira en tiempos de Platón.[8]

Favorecida por Poseidón, la tierra insular de Atlántida era abundante en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco, traducible como cobre de montaña, más valioso que el oro para los atlantes y con usos religiosos (actualmente se piensa que debía ser una aleación natural del cobre); grandes bosques que proporcionaban ilimitada madera; numerosos animales, domésticos y salvajes, especialmente elefantes; copiosos y variados alimentos provenientes de la tierra.[9] Tal prosperidad dio a los atlantes el impulso para construir grandes obras. Edificaron, sobre la montaña rodeada de círculos de agua, una espléndida acrópolis[10] plena de notables edificios, entre los que destacaban el Palacio Real y el templo de Poseidón.[11] Construyeron un gran canal, de 50 estadios de longitud, para comunicar la costa con el anillo de agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar el anillo exterior con la ciudadela.[12] Cada viaje hacia la ciudad era vigilado desde puertas y torres, y cada anillo estaba rodeado por un muro. Los muros estaban hechos de roca roja, blanca y negra sacada de los fosos, y recubiertos de latón, estaño y oricalco. Finalmente, cavaron, alrededor de la llanura oblonga, una gigantesca fosa a partir de la cual crearon una red de canales rectos, que irrigaron todo el territorio de la planicie.[13]

La caída del imperio atlante
Los reinos de la Atlántida formaban una confederación gobernada a través de leyes, las cuales se encontraban escritas en una columna de oricalco, en el Templo de Poseidón.[14] Las principales leyes eran aquellas que disponían que los distintos reyes debían ayudarse mutuamente, no atacarse unos a otros y tomar las decisiones concernientes a la guerra, y otras actividades comunes, por consenso y bajo la dirección de la estirpe de Atlas.[15] Alternadamente, cada cinco y seis años, los reyes se reunían para tomar acuerdos y para juzgar y sancionar a quienes de entre ellos habían incumplido las normas que los vinculaban.[14]

La justicia y la virtud eran propios del gobierno de la Atlántida, pero cuando la naturaleza divina de los reyes descendientes de Poseidón se vio disminuida, la soberbia y las ansias de dominación se volvieron características de los atlantes.[16] Según el Timeo, comenzaron una política de expansión que los llevó a controlar los pueblos de Libia (entendida tradicionalmente como el norte de África) hasta Egipto y de Europa, hasta Tirrenia (entendida tradicionalmente como Italia). Cuando trataron de someter a Grecia y Egipto, fueron derrotados por los atenienses.[17]

El Critias señala que los dioses decidieron castigar a los atlantes por su soberbia, pero el relato se interrumpe en el momento en que Zeus y los demás dioses se reúnen para determinar la sanción.[18] Sin embargo, habitualmente se suele asumir que el castigo fue un gran terremoto y una subsiguiente inundación que hizo desaparecer en el mar la isla donde se encontraba el reino o ciudad principal, "en un día y una noche terribles", según señala el Timeo.[19]

Recepción del relato de Platón hasta nuestros días [editar] En la Antigüedad [editar]Se conservan no pocos párrafos de escritores antiguos que aluden a los escritos de Platón sobre la Atlántida; ciertamente se han perdido muchos otros. Estrabón, en el siglo I a. C., parece compartir la opinión de Posidonio (c. 135-51 a. C.) acerca de que el relato de Platón no era una ficción.[20] Un siglo más tarde, Plinio el Viejo nos señala en su Historia Natural que, de dar crédito a Platón, deberíamos asumir que el océano Atlántico se llevó en el pasado extensas tierras.[21] Por su parte, Plutarco, en el siglo II, nos informa de los nombres de los sacerdotes egipcios que habrían relatado a Solón la historia de la Atlántida: Sonkhis de Sais y Psenophis de Heliópolis.[22] Finalmente, en el siglo V, comentando el Timeo, Proclo refiere que Crantor (aprox. 340-290 a. C.), filósofo de la Academia platónica, viajó a Egipto y pudo ver las estelas en que se hallaba escrito el relato que escuchó Solón.[23] Otros autores antiguos y bizantinos como Teopompo,[24] Plinio,[25] Diodoro Sículo,[26] Claudio Eliano[27] y Eustacio,[28] entre otros, también hablan sobre la Atlántida, o los atlantes, o sobre una ignota civilización atlántica.

En el Renacimiento [editar]Si bien conocida, durante la Edad Media la historia de la Atlántida no llamó mayormente la atención. En el Renacimiento, la leyenda fue recuperada por los humanistas, quienes la asumirán unas veces como vestigio de una sabiduría geográfica olvidada y otras, como símbolo de un porvenir utópico. El escritor mexicano Alfonso Reyes afirma que la Atlántida, así resucitada por los humanistas, trabajó por el descubrimiento de América.[29] Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias, de 1552, afirma que Colón pudo haber estado influido por la leyenda atlántida y ve en voz náhuatl atl (agua) un indicio de vínculo entre aztecas y atlantes.[30] Durante los siglos XVI y XVII, varias islas (Azores, Canarias, Antillas, etc.) figuraron en los mapas como restos del continente perdido. En 1626, el filósofo inglés Francis Bacon publica La Nueva Atlántida (The New Atlantis), delirante utopía en pro de un mundo basado en los principios de la razón y el progreso científico y técnico. En España, en 1673, el cronista José Pellicer de Ossau identifica la Atlántida con la península Ibérica, asociando a los atlantes con los misteriosos tartessios.[31]


Mapa del imperio atlante. De Atlantis: The Antediluvian World, de Ignatius Donnelly, 1882. La obra de Ignatius Donnelly [editar]No será hasta la segunda mitad del siglo XIX, que la historia de la Atlántida adquiera la fascinación que provoca hasta hoy en día. En 1869, Julio Verne escribe Veinte mil leguas de viaje submarino, novela que en su capítulo IX describe un alucinante encuentro de los protagonistas con los restos de una sumergida Atlántida. Tiempo después, en 1883, Ignatius Donnelly, congresista norteamericano, publica Atlántida: El Mundo Antediluviano (Atlantis: The Antediluvian World). En dicha obra, Donnelly, a partir de las semejanzas que aprecia entre las culturas egipcia y mesoamericana, hace converger, de modo muchas veces caprichoso, una serie de antecedentes y observaciones que lo llevan a concluir que hubo una región, desaparecida, que fue el origen de toda civilización humana (véase difusionismo) y cuyo eco habría perdurado en la leyenda de la Atlántida. El libro de Donnelly tuvo gran acogida de público (fue reeditado hasta 1976), en una época en que el avance de la ciencia permitía a su hipótesis aparecer seductoramente verosímil. Tanto fue así, que el gobierno británico organizó una expedición a las islas Azores, lugar donde el escritor situaba la Atlántida.[32]

La Atlántida después de Donnelly, hipótesis sobre la Atlántida en actualidad [editar]Artículo principal: Hipótesis sobre la Atlántida
La mayoría de las conjeturas que postulaban la existencia de la Atlántida como el "continente perdido", como la de Donnelly, fueron invalidadas por la comprobación del fenómeno de la deriva continental durante los años 1950. Por ello, algunas de las hipótesis modernas proponen que algunos de los elementos de la historia de Platón se derivan de mitos anteriores, o se refieren a lugares ya conocidos.

El éxito de Donnelly motivó a los autores más diversos a plantear sus propias teorías. En 1888, la ocultista Madame Blavatsky publica La Doctrina Secreta, texto basado, supuestamente, en un documento escrito en la Atlántida, El Libro de Dzian. Según Blavatsky, los atlantes habrían sido una raza de humanos anterior a la nuestra, cuya civilización habría alcanzado un notable desarrollo científico y espiritual. En 1938, el jerarca nazi Heinrich Himmler organiza, en el contexto del misticismo nacionalsocialista, una serie de expediciones a distintos lugares del mundo en busca de los antepasados atlantes de la raza aria. En 1940, el medium norteamericano Edgar Cayce predice que en 1968 la Atlántida volverá a la superficie frente a las costas de Florida. Sorprendentemente, en 1969, en las aguas de la isla de Bimini, frente a la península de Florida, será descubierta una formación rocosa a la que se dio el nombre de Carretera de Bimini, y respecto de la cual aún se discute si se trata o no de una construcción humana.

Al margen de lo esotérico, el impulso generado por la obra de Donnelly motivará también a numerosos historiadores y arqueólogos, tanto profesionales como aficionados, quienes durante el siglo XX desarrollarán teorías que ubicarán la Atlántida en los más distantes lugares, asociando a los atlantes con diferentes culturas de la Antigüedad. Es así como en 1913, el británico K. T. Frost sugiere, con poco éxito, que el imperio cretense, conocido de los egipcios, poderoso y posiblemente opresor de la Grecia primitiva, habría sido el antecedente fáctico de la leyenda atlántida.[33] La tesis de Frost, en un principio menospreciada, acabó convertirtiéndose en una teoría bastante aceptada y difundida. En 1938, el arqueólogo griego Spyridon Marinatos plantea el fin de la civilización cretense a causa de la erupción del volcán de Santorini, podría ser el fondo histórico de la leyenda. La idea de Marinatos será trabajada por el sismólogo Angelos Galanopoulos, quien en 1960 publicará un artículo en donde sugerentemente relacionará la tesis cretense con los textos de Platón.[34] Si bien el propio Marinatos sostuvo siempre que se trataba de una simple especulación, la tesis de la Atlántida cretense ha tenido amplia aceptación y captado muchos seguidores, entre los que se contaba el ya fallecido oceanógrafo francés Jacques Cousteau.[35]

Por su parte, en 1922, el arqueólogo alemán Adolf Schulten retoma y populariza la idea de que Tartessos fue la Atlántida.[36] Tesis que cuenta con varios seguidores hasta el día de hoy. Otras hipótesis sobre la Atlántida la sitúan en la isla de Malta, el mar de Azov, los Andes en Sudamérica, el Próximo Oriente, el norte de África, Irlanda, Indonesia, el Sur de España y en la Antártida.

Sin embargo, ante la cantidad de sitios propuestos como el emplazamiento de la isla, algunos escépticos como Michael Shermer, fundador de la Skeptics Society,[37] y dueño de la revista Skeptic, sostiene que las hipótesis de la ubicación de la isla Atlántida tienen defectos de fondo y de forma. Tal y como es la tendencia más ampliamente aceptada desde las esferas científicas y académicas, Shermer propone que Platón realmente elabora un relato mítico con base en hechos y locaciones reales de la época.[38] Según Shermer, la historia de la Atlantida presenta un mensaje moral alrededor de una sociedad que al hacerse rica se torna belicosa y corrupta, y por ello es destruída por un castigo divino. Shermer rechaza en general todas las distintas teorías, y en particular el supuesto descubrimiento de la ubicación de la Atlántida en el sur de España por el investigador alemán Rainer Kühne;[39] y señala que el mito de la Atlántida propuesto por Platón recoje su percepción acerca del costo de la guerra en lo económico y social, derivado de su observación del conflicto armado entre los siracusanos y los cartagineses.

En 2001, el investigador Jim Allen aseguró encontrar pruebas de que la ciudad perdida estaba situada en la cordillera de los Andes, en una llanura conocida como Altiplano. El propio investigador dirigió un documental para Discovery Channel titulado La Atlántida en los Andes.

La teoría más verosimil respecto del continente sumergido es la que sostiene que las islas Azores son los picos más altos de la Atlántida y que la gran civilización se habría desarrollado en torno a sus pies. Incluso el investigador Charles Berlitz ha publicado en su libro referente al tema, interesantes fotografías de cimientos sumergidos en las proximidades del Golfo de México y las Antillas.

Como dato curioso vale recordar que en Jamaica yace sumergida la ciudad de Port Royal, antiguo refugio de piratas y bucaneros, que quedó cubierta por las aguas tras un violento terremoto-maremoto que arrasó la isla.

Falsa ubicación de la Atlántida en Google Maps [editar]En febrero de 2009, «el periódico Telegraph, del Reino Unido, publicó un artículo insinuando que usando Google Ocean (una extensión de Google Earth) se podía ver un misterioso rectángulo cerca de las Islas Canarias, bajo el mar en las coordenadas 35°15′15″N 24°15′30.53″O / 35.25417, -24.2584806. Inmediatamente, expertos y fanáticos de la Atlántida comenzaron a especular, asegurando que la imagen correspondía a la ciudad hundida. Google afirmó que la imagen corresponde a un típico error de procesamiento de imágen al momento que se recolectaron los datos de Batimetría de varios sonares de botes en la zona».[40]

Congresos sobre la Atlántida [editar]En julio de 2005 se celebró en la isla griega de Milos el primer congreso de las hipótesis sobre la Atlántida,[41] donde los participantes expusieron sus tesis sobre la base histórico-geográfica del relato de la Atlántida reflejado en los diálogos de Platón. Como resultado del congreso, se elaboró una lista de 24 criterios para la localización de la Atlántida. Se convocó un segundo encuentro en Atenas en noviembre de 2008.[42] También se convocó un tercer congreso en Santorini para el año 2010.

El objetivo del congreso no es "establecer si la Atlántida existió o no, ni de localizarla de una vez por todas, lo que sería presuntuoso para una historia vieja de más de 2.500 años", sino más bien "pasar revista a las hipótesis y censar los eventuales índices confiables", explicó a la AFP Pavilidis, al inaugurarse el evento el lunes. —El Tiempo.com, Atenas/AFP[43]


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Mu (continente perdido)

Mu es el nombre de un mítico continente o isla que se dice habría existido y desaparecido en el Océano Pacífico, relacionado y a menudo confundido con la Atlantida o Lemuria.

Contenido [ocultar]
1 Posicionamientos
1.1 Defensores
1.2 Detractores
2 Historia
3 Apariciones en otros medios
4 Referencias
5 Véase también
6 Enlaces externos

Posicionamientos [editar] Defensores [editar]
Estructuras subterráneas, polémicamente identificadas como restos de Mu, cerca de Yonaguni, Japón.Según hwee-Yong Jang en su libro "El Proyecto Gaia", cuenta que Mu, la primera conciencia del universo, une a la sociedad llamada Lemuria, una sociedad etérea más que material, en la cual la comunicación se realizaba vía telepática.

Según los partidarios de la existencia de Mu, las referencias supuestamente encontradas por Churchward sobre una tierra más allá del gran mar oriental, el Océano Pacífico, patria de una gran civilización solar, cuna de la antigua cultura del valle del Indo, se convirtió en un importante descubrimiento para Mu sumado al de Le Plongeon; y la hipótesis de Churchward estaría confirmada ya que los jeroglíficos de la cultura del Indo eran sorprendentemente parecidos a los de la isla de Pascua, cercana a la ubicación más conocida de Mu.[cita requerida].

Igualmente se dice que se habrían hallado una gran cantidad de textos budistas que mencionan una tierra que según parece se encontraba en el océano Pacífico.[cita requerida].

Se alude a su vez sobre la existencia de una prueba bastante contundente. Parece ser la serie de indicios de una supuesta emigración masiva ocurrida hace miles de años desde la zona este del Pacífico, cerca de la costa sudamericana.[cita requerida].

Estos indicios (que constituían hechos aislados), sugerirían que varias civilizaciones antiguas tendrían un origen común en Mu. Estas son el antiguo Egipto, Asiria, la civilización del valle del Indo, el Perú preincaico, la isla de Pascua, y en menor medida, las culturas pre-mayas. Compartirían similitudes artísticas, arquitectónicas y lingüísticas (todas ellas utilizaban un sistema de escritura jeroglífica), creencias comunes (de tipo solar), y Egipto, Asiria y los nativos pascuenses conservarían una leyenda bastante similar: en Egipto y Asiria se trataba del mito originario de La Atlántida, y en Pascua existe la memoria de una antigua patria llamada Hiva, que se hundió por un cataclismo, y que produjo una emigración a la isla de Pascua.[cita requerida].

El testimonio de los aymaras de Perú y Bolivia constituye otra evidencia de esta memoria común, ya que también hacen referencia a esta tierra perdida y en la misma ubicación, aunque en este caso la isla-continente se llama Atl-Antis (tierra antigua), de cuyo nombre no puede negarse el enorme parecido con Atlántida.[1] Lo cual no tiene sentido, ya que Mu y la Atlántida son dos continentes distintos.

Los defensores de esta teoría también afirman que más al sur del continente americano, las leyendas sobre la desaparecida tierra ancestral se realzan en la mitología del pueblo indígena Mapuche, del sur de Chile y la Patagonia Argentina, quienes incluso mencionarían ser descendientes de una raza venida de una tierra tragada por las aguas, la cual justamente según su historia llevaría el nombre de Mu; además esta tradición se podría apreciar en la leyenda de Tren Tren y Cai Cai, quienes luchan representando el bien y el mal por la existencia de la "gente de la tierra" (Mapuche).Según los mapuches hace mucho tiempo existieron dos serpientes, llamadas Trentren Vilu y Caicai Vilu, Ca Cai era la que dominaba las aguas y Tren Tren la que dominaba el fuego. Un día Cai Cai se enojó y con su cola (que era como la de un pez) comenzó a golpear las aguas, las cuales inundaron toda la región. Como la población y los animales estaban desesperados, pues ya casi no quedaba terreno sin agua y las aguas seguían subiendo, invocaron desesperados la ayuda de Tren Tren, quien vino en su ayuda y subió a todos (humanos y animales) sobre su lomo, salvándolos de morir ahogados. Bajaron las aguas y todos siguieron su vida tranquila. Hasta que fue esta vez Tren Tren quien se encolerizó y comenzaron a hacer erupción todos los volcanes y la población tuvo que mudarse a otros lugares más seguros. Sin embargo, dentro de las leyendas y mitos que conforman la Mitología mapuche no existe mención alguna a una tierra ancestral que haya sido tragada por las aguas ni mucho menos que su nombre haya sido Mu, ni que su pueblo haya provenido de tal tierra inexistente.

El hundimiento de estas tierras sin embargo parece haberse producido por la inminente colisión de esta isla con la placa sudamericana, que está deslizándose continuamente sobre el fondo del Océano Pacífico, dando lugar al hundimiento de Mu bajo la corteza y la formación del altiplano boliviano, de formación bastante reciente.[cita requerida]. No obstante, desde la aparición del Homo sapiens hace 200.000 años en África hasta la actualidad, la subplaca de Nazca se ha deslizado sólo 500 metros bajo el continente Americano (a razón de 2.5 cm anuales), lo que invalida esta teoría[cita requerida].

Michel Desmarquet en su libro Thiaoouba Prophecy (1993) informa que Mu (Lamar) fue colonizada hace 250,000 años por extraterrestres quienes serian ancestros de la actual raza polinesia, trajeron el perro, el armadillo y el puerco. Eran muy avanzados espiritual y tecnologicamente, fundaron 19 ciudades, 7 de ellas sagradas y en la capital Savanasa construyeron una piramide 3 veces mas grande que La Gran Piramide de Giza. Hace 200,000 años se expanieron por Nueva Guinea y el sud-este de Asia (el oeste de Mu), tambien en Centro America y Sudamerica no muy lejos del Lago Titicaca), En Tiahuanaco se construyo un enorme puerto, en ese entonces habia un mar interior (ahora Brasil) que conectaba con el océano atlántico. Llegaron a la Atlántida hace 30,000 años y a Europa hace 17,000. Influyeron en los griegos (el alfabeto griego es el mismo de Mu) en el norte de africa dieron conocimientos materiales y espirituales a los árabes (los numeros arabigos provienen de los mayas-atlantes de Mu) construyeron la Gran Piramide en Egipto (Cada vez que ellos consideraban que una nueva colonia tenia el potencial de ser grandiosa, tanto espiritual como materialmente hablando, construían una pirámide). Luego hace unos 14,500 años atras un cataclismo volcanico en el que se crean las montañas en toda America destruye el continente de Mu. Nunca mas se volvio a ver el esplendor de esta civilizacion.

Detractores [editar]Los escépticos indican que hay que tener en cuenta que la veracidad de todos estos documentos a favor de Mu no se ha confirmado; por lo que la información existente sobre Mu es dudosa.[cita requerida] Todas las similitudes de culturas y leyendas son además compatibles con la teoría de la Llegada del hombre a América, a través del Puente de Beringia durante una glaciación, cuya fusión da lugar a las leyendas del hundimiento continental en las culturas a ambos lados del Estrecho de Bering.

Historia [editar]El primero en proponer la existencia del continente Mu como una posibilidad fue el coronel James Churchward, oficial del ejército británico en la India. Todo empezó cuando se hizo amigo de un sumo sacerdote de un templo hindú que tenia en su poder unas tabletas de barro que habían sido guardadas y olvidadas a lo largo de los años por los sacerdotes hindúes. Con el paso del tiempo, Churchward y el sacerdote hindú fueron descifrando la existencia de una civilización madre que había crecido, florecido y repentinamente decaído. Churchward siguió recopilando datos de este enorme rompecabezas cuyo resultado fue una extensa imagen de Mu narrada en el libro Mu el continente perdido.

Sin embargo, otra versión de la historia, mucho más escéptica, dice lo siguiente: Que todo habría sido originado por un error de traducción.

En 1864, el abate Brasseur estaba intentando traducir un códice maya usando un “alfabeto” compilado por el conquistador Diego de Landa.

Ahora bien, la escritura maya era algo similar a la japonesa o la egipcia, ya que usaba ideogramas que también tenían valor fonético: por lo tanto carecía de alfabeto. Lo que el español había encontrado era un conjunto de símbolos que, leídos en voz alta, sonaban como las letras del alfabeto Español.

Brasseur entendió que el códice narraba una catástrofe volcánica que había destruido un continente entero. Su nombre se expresaba en dos símbolos que correspondían a las letras “M” y “U”. Nacía Mu. Apenas cuatro años después apareció en escena el coronel James Churchward. Churchward decía haber descubierto en las bóvedas de un templo hindú toda una biblioteca de tablillas escritas en una lengua desconocida. En ellas había logrado descifrar toda la historia, la ciencia y la filosofía de Mu.

Posteriormente Churchward escribiría una decena de libros sobre Mu. En ellos convertiría a Mu en la Atlántida del Pacífico, atribuyéndole una antigüedad que oscilaba entre los 25.000 y los 200.000 años. Mu desplazaba a la Atlántida como origen de todas las civilizaciones conocidas, desde la egipcia hasta la maya, incluyendo también a los atlantes. En la sabiduría de Mu se habían originado tanto la Biblia como los principios de la masonería. Sus habitantes habían ido tan lejos como para hacer revelaciones acerca de Jesucristo, que recién iba a nacer muchos milenios después. En la actualidad los libros de Churchward se siguen reeditando y ofreciendo en Internet. En algunas páginas de “turismo energético”, Lemuria y Mu aparecen encarnando “el espíritu de Hawái”.[2]

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Lemuria

Lemuria es el nombre de un supuesto continente, bautizado en el siglo XIX (1864), por científicos franceses, principalmente por el geólogo inglés Philip Sclater, para explicar el hecho de que hubiera lémures, o parientes cercanos, tanto en la India como en el sur de África. Formularon que, por los albores de la aparición del hombre, había un continente en el cual aparecieron y se expandieron los lémures, y que después el continente desapareció en el fondo del Océano Índico.

Origen [editar]
"Lemuria" descrito en los libros místicos tamiles de la India.Lemuria constituíria un gigantesco continente, anterior a África y a la Atlántida que habría sido destruido por efecto de terremotos y fuegos subterráneos, y sumergido en el fondo del océano hace algunas decenas de miles de años, dejando sólo como recuerdo suyo varios picos de sus más altas montañas, que ahora son otras tantas islas.

Este vastísimo continente, comprendería Sudáfrica, Madagascar, Ceilán, Sumatra, Océano Índico, Australia, Nueva Zelanda, extendiéndose hasta gran parte del sur del Océano Pacífico.

Estas hipótesis carecen de sentido después de los estudios que condujeron al desarrollo de las teorías de la tectónica de placas y la deriva continental, y han sido completamente abandonadas por los científicos.

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Kumari Kandam

Kumari Kandam o Kumarikhandam (en tamil: குமரிக்கண்டம், Kumarikkaṇṭam) nombres dados a una gran isla o continente legendario, sumergido, supuestamente, al sur de Kanyakumari, en la extremidad meridional de la India. Kumari Kandam ha sido modernamente asimilada a la también mítica Lemuria. En cualquier caso la leyenda supone que está hundida bajo el Océano Índico.

Según las tradiciones tamiles, los drávidas procederían de Kumarikhandam, una isla sumergida hace milenios al sur de la India. Las epopeyas como el Shilappadikaram y el Manimekhalai describen a la ciudad sumergida de Puhar. De acuerdo con la leyenda existían dos ríos principales en Kumari Kandam; el Pagliyaru y el Kumari, y también se encontraban montañas. El primer "Sangam" de los tamiles, Idai Sangam, se considera situado en Kumari Kandam.

En Mahabalipuram, cerca de Chennai, se han descubierto ruinas sumergidas que pueden haber sido uno de los factores para el origen del mito actual de Kumari Kandam.

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Continentes perdidos
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Entre muchos de los mitos creados por el hombre están los de los continentes perdidos. Estos se refieren a cataclismos espantosos y al aniquilamiento de razas completas, humanas o humanoides, que habían desarrollado civilizaciones avanzadas.

Contenido [ocultar]
1 Antes de la leyenda
2 Los nueve libros de la historia
2.1 ¿Qué dice la ciencia?
3 Teorías
3.1 Cataclismos arqueotípicos
3.2 Memoria raciomórfica
3.3 Supervivientes
4 Véase también
5 Referencias
6 Bibliografía

Antes de la leyenda [editar]Los habitantes de mundos habrían tenido entonces "alma humana", aunque sus apariencias quizás hayan sido sólo extraños remedos de la figura humana que conocemos. Para la Iglesia Católica, lo que hace humana a una criatura es su alma. Así lo estableció la encíclica Humani Generis del 12 de agosto de 1950, en que el Sumo Pontífice aceptó la teoría de la evolución y la posibilidad de que el cuerpo humano haya sido creado a partir de materia viva.

Los nueve libros de la historia [editar]Son unos documentos de la antigüedad conservados en bibliotecas modernas. Se refieren a trastornos cósmicos de gran fuerza, como el Papiro Mágico Harris, el Papiro Ipuwer y el Ermitage. Todos ellos contienen alusiones a legendarias convulsiones del planeta en las cuales la Tierra «se dio vuelta» y «el sur se hizo norte».

¿Qué dice la ciencia? [editar]La ciencia moderna no ha encontrado rastro alguno que pueda dar indicios sobre catástrofes tan enormes a partir de la llamada Era Cuaternaria, es decir, la edad geológica y paleológica en la que se desarrollaron los mamíferos y apareció el ser humano. Pero si se produjeron en el cuaternario, cómo es posible que esos cataclismos (si es que ocurrieron) se hayan preservado hasta nuestros días, si faltaban milenios para la llegada del hombre.

Teorías [editar]Hasta ahora sólo se perfilan tres posibilidades que expliquen estas historias.[cita requerida]

Cataclismos arqueotípicos [editar]Dice que tales leyendas carecen de fundamentos y son solo sueños de la psiquis atormentada de gente primitiva.

Memoria raciomórfica [editar]Sostiene que esos hechos tienen una base de verdad. Así los testigos de tales hechos no han sido de la especie Homo Sapiens sino de una especie anterior a partir de la cual evolucionamos y que, como fue un acontecimiento tan traumático y cargado de horror, llegó a imprimirse en la memoria raciomórfica de nuestros antepasados[1]

Supervivientes [editar]Sugiere que tales leyendas nos han llegado a través de "otros seres" que presenciaron las catástrofes y sobrevivieron a ellas. Estos se quedaron como náufragos en este mundo y sus últimos descendientes las relataron a nuestros antepasados.

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La búsqueda de la Atlántida ha constituido, y continúa siendo, un enorme desafío. Los supervivientes de este mítico continente han dejado huellas por todo el planeta. ¿Pero, qué sabemos con certeza sobre su historia y sociedad?. ¿Y sobre su arquitectura y ciencia?. ¿Es posible precisar dónde se encontraba, por qué desapareció y qué tipo de civilización poseía?

Cuando Platón describió la existencia de la Atlántida en sus diálogos Timeo y Critias, algunos autores clásicos, coetáneos de filósofo, comenzaron a interesarse por el mítico continente. Plutarco, Estrabón, Plinio el Viejo y Diodoro de Sicilia, entre otros, tratan este asunto en algunos de sus escritos.
Desde entonces, se han planteado infinidad de hipótesis para demostrar la existencia de un continente, que con el paso del tiempo, ha llegado a convertirse en arquetipo de una civilización ideal. La Atlántida siempre resuena en nuestros oídos como un viaje épico hacia el descubrimiento de nuestros orígenes. Su nombre continúa estimulando nuestra imaginación.



La Atlántida está a nuestro alrededor, como ha sugerido el escritor inglés John Michell. No se trata de un mero recurso retórico. La presencia de numerosos restos arqueológicos y megalíticos ciclópeos en muchas zonas de la Tierra, levantados con orientaciones astronómicas muy precisas, supuestamente anteriores a la Edad de Piedra, sugieren que una civilización de grandes astrónomos e ingenieros precedió a la prehistoria humana.



¿Fueron erigidos por quienes sobrevivieron a un gran cataclismo o por sus descendientes?



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A diferencia de otras civilizaciones extinguidas bien documentadas, como la Maya, la Micénica o la Babilónica, sobre las que se ha podido reconstruir un lenguaje común, precisar lugares geográficos y trazar contactos específicos con culturas contemporáneas, en el caso de la Atlántida esto no ha sido posible. Así y todo, hay innumerables hebras deshilachadas que parecen proceder de una misma madeja, por muy enmarañada que esté.

¿Qué pensar, por ejemplo, de los mitos universales que preservaron el remoto conocimiento de la precesión de los equinoccios, un fenómeno astronómico supuestamente descubierto por Hiparco en el 127 a.C.?.

El hecho de que este ciclo se complete cada 26.000 años sugiere que los humanos habrían estado observando el cielo sistemáticamente durante milenios, según expusieron con todo detalle Giorgio de Santillana y Hertha Von Dechend.
Los mapas preservados por marinos como Piri Reis (ver nuestra Sección "Los mapas de Piri Reis"), con la Antártica cartografiada sin hielo hace males de años, confirman también que un conocimiento semejante sólo podía haber sido acumulado por una civilización marítima anterior a los cambios de nivel sufridos por el mar a finales de la última edad glaciar, hace unos 11.500 años.



Muchos consideran que la Atlántida fue una fantasía elaborada por Platón, en sus diálogos Critias y Timeo, pero eso no ha impedido su búsqueda por parte de numerosos historiadores, eruditos, geólogos, submarinistas, paleontólogos y arqueólogos, sin olvidar a los visionarios ocultistas y dotados psíquicos.

La historia que estos últimos nos han contado es sin duda más fascinante que la ofrecida por arqueólogos y exploradores. Con fragmentos reunidos por unos y otros, la investigadora norteamericana Shirley Andrews, intentó esa reconstrucción en su obra "Atlantis, Insights from a Lost Civilization" (Llewellyn, 1997).



En esta visión, la Atlántida se despliega ante nuestros ojos como un mundo muy parecido al nuestro en algunos aspectos.



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Pese a sus errores, los psíquicos informan con frecuencia sobre sucesos a los que no tienen acceso los historiadores, ya que se apoyan en vías de información que no están limitadas por el tiempo ni por el espacio.
Por otra parte, el material Canalizado, encaja con algunas de las fuentes tradicionales relativas a la civilización Atlante. Aunque ellos lo nieguen.


¿Basaron sus relatos en las fuentes escritas conocidas? ¿Acaso se influyeron unos a otros a través de la percepción extrasensorial, como ha sugerido el investigador psíquico Alan Vaughan?

Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) sobre el mundo Atlante, supuestamente obtenidos a partir del estudio de las tradiciones ocultistas orientales y mediante comunicaciones con otros planos, influyeron poderosamente a toda la corte de videntes posteriores. Algunas de sus propuestas resultaban absurdas y descabelladas en su época, pero un siglo después han recobrado vigor. Por ejemplo, la de que seres inteligentes anteriores al hombre coexistieron con los dinosaurios parece cada vez más plausible a la vista de los inexplicables hallazgos de huellas y fósiles humanoides, correspondientes a aquella época, en diversas zonas del planeta.



Por ejemplo, el doctor C. N. Dougherty descubrió en 1971 en el Valle de los Gigantes (Texas) numerosas huellas de Saurios de diversas especies, junto a otras de pies humanos de gran tamaño, en el mismo estrato geológico. Éste y otros descubrimientos semejantes parecerían dar la razón a Blavatsky, a los Vedas y a otras muchas antiguas tradiciones.

El mapa de la antigüedad de la Tierra y el esquema de la evolución humana mediante diversas Razas Raíz, divididas en Subrazas, trazados por esta ocultista, resultan más que discutibles. Pero, a medida que van aflorando fósiles humanos, cada vez de mayor antigüedad, parecen ir confirmándose algunos de sus datos.
Es preciso señalar, no obstante, que las Razas Raíces de Blavatsky, no se corresponden con nuestro concepto habitual de raza, ni siquiera con el de humanidad, ya que la primera sólo habría existido en el plano astral.



La segunda o hiperbórea, se acercaba más a los hombres actuales, pero estaba muy vinculada con el plano etéreo; y habitaba el norte de Asia y parte del Ártico. En tercer lugar estaban los habitantes de Lemuria, desaparecida en el Pacífico. La humanidad actual sería la quinta raza, mientras que la cuarta correspondería a los Atlantes: eran bastante altos, estaban divididos en dos sexos y su avanzada civilización habría dado origen a las conocidas por nosotros. Sin embargo, al igual que Lemuria, su sociedad fue destruida por diversos cataclismos.



Según los teósofos, las razas sexta y séptima que nos seguirán serán de nuevo más etéreas.



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¿Cómo obtuvo Blavatsky esta información? Según ella, lo hacía accediendo a los registros Akásicos, mientras entraba en trance y consultaba antiguos manuscritos tibetanos, o bien recibía los dictados de sus guías espirituales, los Mahatmas. En su obra fundamental, "La Doctrina Secreta", recogía extractos de uno de esos manuscritos, Las Estancias de Dzyan (Ed. Sirio), que Blavatsky afirmaba haber visto en un monasterio de los Himalayas. Un discípulo suyo, W. Scott Elliot, también recopiló mucha información por esa vía.



En su libro, "Historia de la Atlántida" (1896), ofrecía fechas concretas de los diversos cataclismos que la destruyeron y aseguraba que había ocupado la mayor parte del actual océano Atlántico. Su cronología geológica resultaba ser absolutamente inviable, pero algunas de sus propuestas merecen consideración.

Según él, la Atlántida se extendía desde la actual Groenlandia hasta la mitad de la actual Sudamérica y durante su larga existencia estuvo habitada por Subrazas (Así llamadas para distinguirlas de las siete razas raíces, a su vez divididas en siete). Los Lemurianos habrían medido más de 3,5 metros de estatura y algunos de sus descendientes pervivirían en algunas zonas del planeta, como Africa y Australia.



Según esta fuente, los Atlantes evolucionaron a partir de los Lemurianos. Entre sus Subrazas se contaban los primeros Sernitas y mongoles, pero la principal Subraza regente de la Atlántida habría sido la Tolteca, que conquistó el continente. Antes de la destrucción final, un grupo de iniciados Toltecas emigró a América y Egipto.

John A. West demostró que la erosión sufrida por la Esfinge de Giza, no se debía al viento del desierto, sino a la acción de la lluvia. Tal hallazgo suponía datar la Esfinge en al menos 9.500 de antigüedad, en vez de 4.500 como se creía. Una obra de tal magnitud sólo pudo haberse construido con unos conocimientos arquitectónicos, astronómicos y matemáticos de una cultura muy anterior a la Egipcia. Algo semejante podría decirse de la arquitectura de Tiahuanaco, construida supuestamente por los toltecas que emigraron a América. Pero la cuestión de las razas Atlantes, propuestas por los Teósofos no termina aquí.

El ariosofista Jörg Lanz Von Liebenfels (1874-1954), uno de los que mayor influencia parece haber ejercido en la primitiva ideología del Nacional Socialismo Alemán, compartía las creencias de los Teósofos sobre Lemuria y la Atlántida, pero fue más allá que ellos en relación con las razas y Subrazas Atlantes.

Von Liebenfels comenzó comparando favorablemente la antropogénesis ocultista de Blavatsky, con los hallazgos de la paleontología contemporánea. No tardó en afirmar que había descubierto la fuente de todo el mal en el mundo y el significado auténtico de las Escrituras, incluidas las ocultistas, como Las Estancias de Dzyan. El resto vino por añadidura. Según él, la octava estancia se refería a cómo los primeros Lemurianos ANDRÓGINOS, se dividieron en dos sexos y atrajeron el castigo Divino al engendrar monstruos con otras especies, atractivas pero inferiores: Tomaron animales hembras muy bellos, pero descendientes de otros que no tenían ni alma ni inteligencia.


Engendraron monstruos, demonios malvados. Según Von Liebenfels, la cuarta raza raíz Atlante, se había dividido en diversas subespecies puras y bestiales, correspondiéndose éstas con los primeros antropoides y los monos antropomórficos: El error fatal de los descendientes de los antropoides (Hombres Dioses), la quinta raza raíz de los Arios Homosapiens, habría sido mezclarse repetidamente con los descendientes de los monos (Hombres Animales).


En relación con esto último, el investigador Nicholas Goodrick Clarke, señala en "Las raíces ocultas del Nazismo" que la consecuencia fue la creación de varias razas mixtas, que según el protonazi Liebenfels, amenazaban la autoridad sagrada de los Arios, en todo el mundo. Las raíces de la eugenesia Nazi, se encuentran aquí, e ideas similares han persistido entre aquellos visionarios de la Atlántida, que se han atrevido a hablar de sexo.



La canalizadora Ingrid Bennett, lo ha hecho. Gracias a la ayuda de sus guías y ayudantes espirituales, entre ellos Nube Blanca y Águila Blanca, esta Sanadora y Médium Holandesa, afincada en Nueva Zelanda, desde niña ha canalizado muchísima información sobre su pasada vida en la Atlántida como Guardiana del Cristal. En sus informes ofrece datos sobre la vida íntima de los Atlantes: Las relaciones sexuales eran muy activas y los mantenían sanos. El sexo era tan importante, como el comer y el dormir. Algunos tenían relaciones con animales o con seres mitad humanos mitad animales, como los centauros.

La perversión de las costumbres en la última etapa Atlante, no se limitó sólo a la práctica del bestialismo, sino también a la de la magia. Ésta terminó por minar su sociedad, según asegura, entre otros muchos, Daphine Vigers en "Atlantis Rising" (1952): hace unos 10.000 años, los egoístas dirigentes de la Atlántida perdieron interés en el progreso científico y su respeto por el antiguo conocimiento desapareció. A medida que éstos dedicaban sus energías a peligrosas prácticas ocultas, la magia negra reemplazó gradualmente a la Religión.


Diversos autores han afirmado que la causa del desastre final, se debió precisamente a la práctica de la magia, pero otros lo han atribuido a su avanzada tecnología, la cual les habría permitido manejar poderosas energías cosmotelúricas, que acabaron escapando a su control y provocaron un gran desequilibrio en la Naturaleza.



Según Scott Elliot, la tercera raza Atlante, los Toltecas, eran gigantes. Medían 2,5 metros y vivían en la fabulosa Ciudad de las Puertas Doradas, una gran urbe circular con canales, la misma que el sacerdote Egipcio Solón, describió a Platón. Era muy similar a la Khorsabad amurallada del Rey Sargón II, en Sumeria, que estaba enterrada bajo las arenas en tiempos del filósofo griego. También se parecía a la capital de los Aztecas en México y a la de los Incas en Perú, que Platón desconocía.



Era, según la descripción de este último, una ciudad circular con palacios, puertos y dársenas.


Los recintos de tierra estaban amurallados y recubiertos de metales: el primero de bronce a modo de barniz, el segundo de estaño y la acrópolis de Oricalco, un metal hoy desconocido que relumbraba como el fuego.
Esta ciudad tenía también numerosos templos dedicados a diversas deidades, muchos jardines, piscinas al aire libre, gimnasios, cuarteles y un hipódromo gigantesco cuyo circuito, de un estadio de largo, discurría en círculos concéntricos. La parte de la Atlántida que daba al mar se describe como llena de acantilados, pero en la ciudad central había una campiña rodeada de montañas.



Este edificio ha sido descrito con bastante detalle por el visionario F. S. Oliver, en su obra "Caminante entre dos mundos" (1952): tenía forma piramidal y en su interior había grandes cristales colgando del techo que creaban un efecto de luz especial. Una plataforma elevada de granito rojo ocupaba el centro del templo y poseía un gran bloque de cuarzo cuyos destellos no dañaban la vista, pero producían un fuego útil para las cremaciones y sacrificios.

Excepto por la citada ciudad, los Atlantes no solían construir grandes urbes debido a su impacto medioambiental. Según expone Murry Hope en su obra "Practical Atlantean Magic" (1991), sus comunidades eran pequeñas y las casas construidas hace unos 12.000 años eran circulares. El psíquico Dale Walker, por su parte, indica que construyeron grandes torres como faros cerca del mar... Templos de gran belleza llenaban la Tierra. En ellos, la combinación de luz, color, sonido, magnetismo y energías de pensamiento se canalizaban mediante cristales para hacer maravillas en el campo de la Sanación. Este no es el único dato que aporta Walker sobre la forma en que los Atlantes ejercían la medicina.



Sus informes van mucho más allá: cuando era preciso, los sacerdotes Sanadores conectaban con las mentes de los pacientes para conseguir que las células del cuerpo se separaran, dejando al descubierto el órgano enfermo. Las células a su alrededor se soltaban y forzaban al órgano hacia la superficie del cuerpo, donde el Sanador lo tomaba y lo introducía en una cámara de rejuvenecimiento. Las células rejuvenecían solas... No había dolor ni sangre ni traumas. Esta información no es la única capaz de despertar escepticismo respecto a lo que nos cuentan sobre la civilización Atlante.



Sin embargo, existen otras aportaciones mucho más interesantes, como la de Cayce, el vidente que nos ha dejado el mayor legado psíquico sobre la Atlántida.



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Edgar Cayce no sólo propuso una interesante cronología en relación con los cataclismos Atlantes, mucho más cercana a la posible realidad que la de Scott Elbot, sino que informó ampliamente sobre el avance técnico de nuestros ancestros. Nos habló, por ejemplo, del poder de los cristales y de rayos super cósmicos. ¿Tecnología avanzada como la nuestra?

Si las catástrofes geológicas a las que se refería Cayce, ya suponían un gran desafío para las nociones científicas de su época, mucho más lo era describir las fuentes energéticas que activaban los barcos, submarinos y aviones de la civilización Atlante. Sin embargo, no pareció equivocarse demasiado. Los hombres con características anatómicas modernas ya estaban dispersos por el planeta hace unos 50.000 años, fecha próxima a la que indicó Cayce para la primera destrucción de la Atlántida.

Las demás, en las que Cayce sitúa los cataclismos posteriores, concuerdan con las de los geólogos sobre las inversiones de los polos magnéticos, cambios climáticos, terremotos, períodos de actividad volcánica y extinciones, de forma que sus visiones que anticiparon muchos de éstos y de otros descubrimientos científicos, no parecen puramente imaginarias.
Sus relatos sobre la utilización de alta tecnología, especialmente referida a cristales, resultaban hace tiempo más difíciles de aceptar, sobre todo cuando se refiere a ellos como acumuladores de información y energía para su uso posterior, pero hoy ya no resultan tan absurdos.



En la misma línea de Cayce, el psíquico Dale Walker, ha indicado que los cristales se utilizaban para convertir la energía solar en electricidad... Su increíble poder y esplendor fue posible gracias a la ciencia de los cristales. El descubrimiento del uso de los cristales para controlar la increíble reacción energética entre materia y antimateria, dio lugar a los vuelos espaciales.

Más detallado aún es el relato ofrecido por el psíquico Michael Gary Smith, según el cual éstos disponían de pantallas mágicas, en las que podían ver cuanto sucedía en cualquier punto de la Tierra. Asimismo poseían bolas de luz que se encendían y apagaban con un simple movimiento de la mano. Otro de los maravillosos inventos de esta civilización era un carro sin caballos que lanzaba un rayo de fuego, blanco por delante y rojo por detrás. Esta civilización creció hasta tal punto que disponían de barcos para llegar a casi cualquier punto de la tierra. Tampoco hay que olvidar los mágicos pájaros de plata donde la gente viajaba a través del cielo, a velocidades altísimas. Y más aún, existen indicios de que en la Atlántida había naves espaciales capaces de abandonar la atmósfera terrestre y llegar a la Luna y a otros planetas. Otro campo de la ciencia de la antigua Atlántida, era la posibilidad de crear seres humanos iguales a nosotros y el uso de máquinas mentales subatómicas.


Una tecnología tan puntera tenía que ir inevitablemente acompañada de una medicina muy avanzada. Según él, tenían un pequeño instrumento que cabía en la palma de la mano del paciente y consistía en un cristal con una capucha de cobre en cada extremo: El médico podía leer el color del aura o del campo biomagnético del paciente mediante este cristal y diagnosticar la dolencia, explica Smith.


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En este sentido, los informes de J. Z. Knight, convertida en canal del espíritu Atlante Ramtha, son muy elocuentes:

Los Atlantes sabían como transformar la luz en energía pura mediante láser. Incluso tenían naves espaciales que funcionaban con luz, una ciencia que obtuvieron gracias a la intercomunicación con entidades de otros sistemas estelares... En sus experimentos con la luz, perforaron la capa de nubes que entonces rodeaba a vuestro planeta, como la que hoy circunda a Venus. Al perforarla, se produjeron grandes diluvios, quedando Lemuria y el norte de la Atlántida bajo un gran océano de hielo.

Nuestros científicos trabajan hoy con energía nuclear, con partículas subatómicas y rayos láser. Hemos desarrollado máquinas a imagen de nuestro cerebro, desvelado los secretos de la genética y viajado a otros planetas... pero estamos destruyendo nuestro hábitat natural. Quizá la intención, inconsciente o no, de quienes nos hablan sobre la Atlántida y las causas que provocaron su destrucción, sea la de avisarnos del peligro de que a nuestra civilización le suceda lo mismo, por efecto del uso de la Ciencia sin el sentimiento del AMOR.

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