lunes, 9 de noviembre de 2009

Lucius Artorius Castus, El Rey Arturo.







Estuve leyendo Artorius de Cesar Vidal y la verdad de todas las posibles congruencias historias me parece la mas logica , no creo que haya sido Ambrocius Aurelianus, sino mas bien Lucius Artorius Castus, incluso los nombres de los antagonistas se repiten. ..



Veamos, quien hizo mundialmente famosa esta teoría fue Antoine Fuqua director de Rey Arturo Una historia jamás contada., donde se afirma que Lucius Artorius CAstus Romano, se convertiría en Rey, y vencería en la batalla de Badon., lo que no me queda claro es que Merlin haya sido un druida, ahí mas bien me parece lógica la historia de norma lorre goodrich donde Identifica a San Dubricius con el mago Merlin.
En este punto es por ello que la obra de Vidal estaba confinada al segundo plano, no plantea nada nuevo sino que se baso en postulados y teorías realizadas por otros autores, dejadas de lado, pero en la actualidad con mucho mas información disponible aceptadas como lógicas., en este punto Vidal se basa en Norma Goodrich y pues era lógico que un legionario de las ultimas huestes romanas en la Britania se haya dejado influenciar por un clérigo con conocimientos en física, lo cual a los ojos de los habitantes de la isla, Legionario y Ciencia les tienen que haber parecido grandes Caballeros y Magos.
En el caso de Lucius Artorius Castus Todo coincide desde el nombre de Modred hasta lo de su esposa quien lo traiciona con uno de su corte.
Norma Lorre Goodrich falleció en el 2006, sin embargo dejo 4 obras donde la historiadora explica mucho del ciclo artúrico: Rey Arturo, Guinivere, Santo Grial y Merlin . Que no daría por leerlos si estuviesen traducidos al español. Prefiero esta explicación a la que lo identifica con el profeta galés Myrddin Emrys según el libro de Geoffrey Ashe: Merlin la historia y la leyenda.
Otro libro aparte de Artorius del español Cesar Vidal, que debería llamarse Merlin pues mas se basa en este que en Arturo, es La ultima legion, de Valerio Massimo Manfredi, donde se aborda a Aurelianus Ambrosius y a Arturo como su descendiente, aunque de esta historia no me convence la teoría de MErlin, la explicación de Excalibur su famosa y mistica espada es también interesante: Es…Calib..u…r ESPADA CALIBIDENSE DE IULIUS CESAR. : "Excalibur",es la espada de Julio Cesar. Hecha con un meteorito de ferrita, osea caido del cielo. Y en su oja se puede leer "Cai. Jul. Cae. Ensis Caliburnus". O espada calibica de Cayo Julio Cesar. Calibia esta en lo q es hoy Argelia. Y dice q al estar a la intemperie la espada clavada en la roca solo de podia leer "E s Calibur"
Lo que me termina de convercer de Norma y Vidal, es que si miramos el contexto de la isla de Gran Bretaña, donde acaba de caer Roma y es tomada por los barbaros, donde los restos de las huestes legionarias quieren seguir usando su cultura LAtin y Cristianismo, después el afán de Arturo por crear su propio reino lo cual conduciría a su caída, Arturo al haber instaurado el orden y la paz, en su reino Camelot, reino protegido de Barbaros, y costumbres paganas, pero sobre todo un estado con derechos y justicia… En fin son muchos los elementos del ciclo artúrico, Excalibur, Merlin, Viviane, Ginebra, Lancelot, mesa redonda, el santo Griam etc, con elementos de justicia, adulterio, misticismo, cristianismo, etc.
Los dejo con mas fuentes.
Chau
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La falta de menciones del personaje en fuentes antiguas es la razón principal por la que muchos historiadores recientes han excluido a Arturo de sus libros sobre la Britania post-romana. En opinión del historiador Thomas Charles-Edwards, "en este estadio de la investigación, lo único que puede decirse es que pudo muy bien haber existido un Arturo histórico [pero...] el historiador no puede actualmente decir nada de interés sobre él".16 Estas confesiones de ignorancia son relativamente recientes: las generaciones anteriores de historiadores se han mostrado bastante menos escépticas: el historiador John Morris, por ejemplo, dio a su obra sobre la historia de Britania e Irlanda sub-romanas el título de "la época de Arturo" (The Age of Arthur; 1973). Con todo, fue poco lo que pudo decir acerca de un Arturo histórico.17
Nadie sabe exactamente si el rey Arturo, el literario, realmente existió, lo que sí se sabe es que nunca hubo un rey de Inglaterra que se llamara o tomara el nombre de Arturo: los textos más antiguos en que es mencionado no se refieren a él como «rey», sino como «dux bellorum» ('jefe militar'). Entre quienes creen que existe un personaje histórico que originó la leyenda de Arturo se han propuesto diferentes alternativas. Las teorías sobre el origen de Arturo son muy variadas: algunos autores opinan que el personaje literario tiene una base real; otros consideran que desde su origen fue un personaje ficticio, mítico, tal vez incluso una deidad céltica semiolvidada.
[editar] Artorio
Según la teoría inicialmente propuesta por Kemp Malone,18 el personaje real que originó la leyenda pudo haber sido un militar romano llamado Lucio Artorio Casto (Lucius Artorius Castus), que vivió en el siglo II de nuestra era y llegó a ser praefectus de la VI Legión Victrix y dux en una expedición a Armórica.19 Según Malone, el antropónimo "Artorius" pudo haber evolucionado hasta convertirse en "Arthur". En 1994, Littleton y Malcor añadieron un argumento para apoyar la identificación de Arturo con Artorio: según ellos, ciertos elementos de la leyenda artúrica (por ejemplo, la espada en la roca, el Santo Grial o el regreso de la espada de Arturo al lago) podrían tener un origen escita y estar relacionados con un personaje mítico llamado Batraz, y la única época en que se sabe con certeza que hubo escitas en Gran Bretaña fue precisamente el siglo II, cuando Artorio fue el comandante de un contingente de caballería sármata. Sin embargo, los elementos supuestamente escitas mencionados por Littleton y Malcor no aparecen en la leyenda artúrica hasta fecha muy tardía: no están presentes en la obra de Geoffrey de Monmouth, y alguno de ellos sólo se inserta en la leyenda en el siglo XV, en La muerte de Arturo, de Thomas Malory.2 Esta teoría, por lo tanto, no ha suscitado consenso entre los estudiosos.
En 2004, Jerry Bruckheimer produjo El Rey Arturo, una película que asociaba a Artorio Casto (Clive Owen) con el personaje legendario, y a su famosa cohorte de caballeros sármatas con los caballeros de la Mesa Redonda. También aparecía el personaje de Ginebra (Keira Knightley), esta vez como princesa picta que obliga a tomar partido a Artorius contra los sajones en la Batalla del Monte Badon. El filme fue lanzado con el subtítulo de La verdadera historia nunca antes contada que inspiró la leyenda.


Inglaterra en la época de Arturo
Se supone que el rey Arturo rigió de fines del siglo V a comienzos del VI, y se dan como fecha de su batalla final con Mordred los años 537 y 542. Pero, ¿cuál era la situación política del reino en ese entonces? ¿quién gobernaba? Un siglo antes, los romanos se retiraron gradualmente de la colonia inglesa que gobernaban desde que Julio César la conquistó en 54 a.C., al no poder resistir la invasion de las tribus bárbaras de los jutes, los anglos y los sajones provenientes de Europa, además de las presiones desde el norte por la tribu de los pictos. En los turbulentos tiempos subsiguientes, llegaron varios guerreros a pelear contra los invasores y entre sí. No se sabe de un reino unificado o un gobernante que tuviera algo más que poder local. El cristianismo no arraigó en Inglaterra hasta que en 597 llegó San Agustín con sus 40 monjes. Éste fue el hecho que marcó el inicio de la Edad Media para Inglaterra y casi toda Europa. Si se da crédito al monje galés Nennius, un guerrero llamado Arturo -"junto con el rey de los bretones"- dirigió la resistencia contra los invasores. Nennius escribió su Historia de los bretones en el año 826, donde registró 12 batallas en las que Arturo venció a los bárbaros. En su última victoria mató él solo a 960 enemigos. Unos 150 años después de Nennius, un galés anónimo compiló una cronología de la historia británica, los Anales cambrianos. En el año 537 dice: "Batalla de Camlann, en la que cayeron Arturo y Medraut." No es difícil leer Mordred en lugar de Medraut. Unos 150 años después, un historiador mencionó a Arturo, en lo que entonces fue una referencia seductora. En 1125 el rnonje William de Malmesbury menciona al guerrero Arturo, "elogiado por los británicos con palabras vacías, pero quien en realidad debería ser tema no de engañosas leyendas y sueños, sino de la verdadera Historia; pues hizo tambalear a su país y azuzó a los espíritus quebrantados de sus compatriotas a guerrear". Fue un contemporáneo de William quien convirtió al ya legendario Arturo en un soberano. En 1139, un diácono galés y luego obispo llamado Geoffrey de Monmouth completó su monumental Historia de los reyes de Inglaterra, una reseña de los monarcas ingleses desde la era de los romanos. Extrayendo elementos de la tradición local, de mitos escandinavos y celtas, e incluso de la Biblia, Geoffrey añadió coloridos detalles a la obra histórica anterior, como la de Nennius. Dos de los 12 tomos de Geoffrey están dedicados a Arturo y en ellos aparece por primera vez el mago Merlín y las leyendas del rapto de Guinevere y la traición de Mordred. Embelleciendo los escasos hechos históricos con eventos imaginarios, e introduciendo personajes de los que no se sabía nada, Geoffrey estableció un modelo que fue seguido después, convirtiendo así a un guerrero del siglo V en rey heroico.
Las olas se estrellan contra las rocas de Cornwall, en la punta suroeste de Inglaterra. En este lugar, según la tradíción literaria y la arqueología moderna, se inició la historia de Arturo, en el castíllo de Tintagel, donde fue engendrado por un ilícito encuentro concertado por Merlín.
La transformación de Arturo
En 1155, un clérigo anglonormando llamado Wace tradujo la obra de Geoffrey al francés, convirtiéndola en un romance en el que Arturo preside su corte como un heroe caballeresco. A fines del siglo, el monje anglosajón Layamon hizo del Arturo de Geoffrey un feroz guerrero y una severa figura paterna. Ambos escritores mencionan la mesa redonda. Pero tal vez fue el poeta francés Chrétien de Troyes quien, escribiendo entre 1160 y 1180, convirtió a Arturo en un ejemplo de cortesía y etiqueta, además de un ideal de hidalguía y amor cortesano. El mito fue tomando diversos perfiles y formas. Al siguiente siglo aparecieron dos épicas alemanas basadas en la leyenda de Arturo: Parzival, de Wolfram von Eschenbach, y Tristan de Gottfried von Strassburg. La obra póstuma de sir Thomas Malory, inglés del siglo XV, transformó a Arturo en figura literaria duradera. Malory adaptó y reordenó anteriores obras en una narrativa mas o menos coherente con los personajes y eventos principales que ahora se asocian a la leyenda de Arturo. Desde que se publicó en 1485 como La Morte d'Arthur ("La muerte de Arturo"), ha sido muy leída y en ella se basaron obras de poetas como Edmund Spenser, en su The Faerie Queen ("La reina hada", 1590- 1596), y Alfred Tennyson, en su Idylls of the King ("Idilios del rey", 1859-1885). Una versión contemporánea, The Once and Future King ("El rey del pasado y el futuro") de T.H. White, se Ilevó al teatro y al cine con el nombre de Camelot, y existen otras muchas versiones y tratamientos.
Para evitar que los caballeros pelearan por tener un lugar junto a la cabecera, Arturo inventó la mesa redonda. En el siglo XIII el rey Enrique III colocó esta réplica en el castillo de Winchester.
Desenterrando la corte de Arturo
Dada la persistencia de la leyenda de Arturo, fue inevitable que los científicos trataran de quitar los adornos literarios y diferenciar entre la verdad y la leyenda. En 1965 se formó el Comité Camelot de Investigaciones, cuyos miembros se irritaban por la mera sugerencia de que iban en busca de la mesa redonda o del Santo Grial. Sin embargo, tras cinco años de excavar en Sommerset, los arqueólogos del comité identificaron al castillo Cadbury como el legendario Camelot. El sitio, sobre una colina, es una fortificación de la era prerromana, sin duda elegido porque desde él se dominan las planicies que desembocan en el canal de Bristol. Los escombros que cubren un muro sobre el fuerte original muestran que el castillo Cadbury estuvo en uso durante la ocupación romana. Pero el hallazgo que más emocionó a los investigadores fue la alfarería, que sugería que el lugar fue ocupado por un cacique inglés alrededor del año 500, luego de la retirada romana y antes de la conquista sajona. Su salón principal medía 20 por 10 m, hecho de madera, cuyo techo era tal vez de paja. Si el cacique no era el heroico y legendario Arturo, al menos era un inglés que buscaba preservar la civilización romana ante los invasores bárbaros. Los hallazgos del Comité Camelot no fueron aceptados por la académica Norma Lorre Goodrich, de los EUA, quien afirmó que el rey Arturo no gobernó en Inglaterra sino en Escocia. Su exhaustiva investigación bibliográfica indicaba que era Stirling, al noroeste de Edinburgo, y no el castillo Cadbury, el lugar de Camelot. De cualquier modo, la mágica ciudad continuó perdida en el pasado. En lo que se refiere a la loada hidalguía de Arturo, éste gobernó en un tiempo de fieras batallas en defensa del territorio y la independencia política. Lo caballeresco ocurrió después, en tiempos más serenos, cuando historiadores como Geoffrey de Monmouth y sir Thomas Malory elogiaron sus propios tiempos e impusieron sus valores a un pasado imaginario. Seguramente el tiempo de aquel rey fue en mucho sórdido, pero la que perdura es la versión caballeresca de Arturo y no la de un oscuro guerrero en tiempos turbulentos. Su glorioso e inolvidable reino fue, según un comentarista, "un breve periodo de luz, como una estrella en medio de la era oscurantista".
La leyenda de Arturo inspiró a artistas como Gustave Doré, quien representó al rey mirando la grandiosidad de Camelot. Es una exageración, si se le compara con la primitiva fortaleza descripta por los arqueólogos
En busca del Santo Grial
En el núcleo de la leyenda del rey Arturo está la búsqueda del Santo Grial, la copa en que bebió Jesús en la última cena y que supuestamente poseía milagrosos poderes curativos y regenerativos. Junto con la lanza usada por un soldado romano para herir el costado de Jesús crucificado, la copa fue dada a José de Arimatea, cuyos descendientes la trajeron a Inglaterra. Según la leyenda, uno de estos guardianes de las santas reliquias olvidó su voto sagrado y miró lascivamente a una mujer peregrina, por lo que la lanza cayó sobre él, provocándole una herida que no sanaría. Fue entonces cuando desapareció el Grial. Merlín envió un mensaje a Camelot, instruyendo a Arturo para iniciar la búsqueda de la copa perdida. Insinuó que pronto aparecería el caballero destinado a hallarla, Arturo y sus caballeros se reunieron en la mesa redonda en vísperas de la vigilia de Pentecostés, cuando un rayo y relámpagos anunciaron una visión del Santo Grial: estaba cubierto por una rica tela blanca mientras flotaba por el salón. Poco después, un anciano propuso a un candidato para el único lugar que en ese rnornento se encontraba desocupado de la mesa redonda: sir Galahad, hijo de Lancelot. Durante la búsqueda del Grial, los caballeros de la mesa redonda pasaron por muchas aventuras y rnuchas veces se les desafió a sacrificarse de modos que excedian sus posibilidades. Pero Lancelot fue finalmente rechazado por no poder olvidar su pasión prohibida hacia la reina Guinevere. Tal y como lo predijo Merlín, fue sir Galahad quien tuvo la fortuna de descubrir el Grial y tomar de él los sacramentos. Arrodillándose ante él, el joven caballero supo que había concluido la misión de su vida. Su alma fue llevada al cielo y su cuerpo yació muerto ante el altar. Dos años después de partir, los caballeros regresaron a Camelot para referir al rey su búsqueda y las aventuras que ocurrieron. La magia y la fantasía llenan de un color inconfundible la belleza de las legendarias aventuras. En otra versión de la historia, es sir Percival quien cumple la misión. Encuentra el vaso sagrado en el castillo de Monsalvat, en los Pirineos españoles, vigilado por Amfortas, rey de los caballeros del Santo Grial. Pero un hechicero ha herido a Arnfortas con la lanza de la crucifixión y el rey yace moribundo, rechazando los sacramentos de la Eucaristia debido a que sus pecados no han sido perdonados. Sólo cuando Percival cura la herida tocándola con la lanza, el Santo Grial aparece en el altar.
Richard Wagner basó su monumental ópera Parsifal en Ia versión de Percival de la búsqueda del Santo Grial. Arriba, una escena de la producción de Bayreuth montada por el nieto del compositor, Wieland Wagner.
El mago Merlín
Tal vez el personaje más extraño y enigmático de la leyenda de Arturo es Merlín, hijo de una mujer piadosa y un íncubo, espiritu maligno etéreo del que se decía que atacaba a los inocentes por la noche. Al nacer, Merlin fue llevado a la pila de bautismo, por lo que no heredó la naturaleza maligna de su padre, aunque tuvo ciertos poderes sobrenaturales. Conocia el pasado y predecía el futuro, y podía transformarse a voluntad en la forma que deseara: en duende, en perro, en venado o en mujer. Pero cuando Merlin enseñó sus artes secretas a la bella Viviane, su amada, ella las usó en contra del mago, atándolo con el velo de su tocado y aprisionándolo en una torre donde solamente ella podía visitarlo. Antes de compilar su Historia de los reyes de Inglaterra, Geoffrey de Monmouth escribió un breve tratado en latín llamado EI pequeño libro de Merlín, que hizo pública la figura del mago. Los académicos han sugerido varios modelos para el personaje de Geoffrey, como un adivino galés llamado Myrrdhin y un visionario escocés conocido solamente como Lailoken.

ENIGMAS DE LA HISTORIA
¿Existió el rey Arturo?
Por César Vidal

Pocas veces ha tenido un personaje literario una resonancia tan universal como el rey Arturo. Desde Geoffrey de Monmouth al cine del siglo XX pasando por Wagner o Chretien de Troyes, los mitos artúricos han alimentado la imaginación humana de manera creciente y polimórfica. Pero ¿el rey Arturo fue una mera creación literaria o realmente existió?
Las discusiones sobre el origen de las distintas partes, personajes y episodios de los mitos artúricos y sobre la historicidad de sus protagonistas ha hecho correr ríos de tinta y en no pocas ocasiones se ha caracterizado mucho más por la imaginación que por el rigor histórico. Sin embargo, por encima de las especulaciones, hoy en día no puede discutirse el hecho de que Arturo fue un personaje histórico. Su verdadero nombre era Artorius y, a diferencia de lo establecido en el mito, no era celta sino romano. La familia de los Artorii ya tenía una dilatada tradición de permanencia en Bretaña cuando nació nuestro personaje. Su llegada a la isla tuvo lugar en torno al año 180 d. de C. En esa época, un tal Lucio Artorio Casto comenzó a desempeñar el cargo de praefectus castrorum (prefecto de campamento) de la Legión VI Victrix, con base en Ebocarum, York. Sus descendientes continuaron ejerciendo tareas relacionadas con la defensa del imperio romano frente a las incursiones bárbaras. Uno de esos descendientes, también llamado Lucio Artorio Casto, constituye la base histórica del mito del rey Arturo.

Artorio nació en Dumnonia, una población de Cornualles. Cuando tenía quince años de edad, Artorio entró en el ejército romano y en el 475 se convirtió en oficial de caballería a las órdenes de Catavia, el magister militum y jefe de la base militar romana en Cadbury. Artorio cumplió sus funciones castrenses con notable competencia y al cabo de tres años se convirtió en comandante de la base romana de Dunkery Beacon. Se trataba de un enclave pequeño pero dotado de una notable importancia estratégica en el dispositivo de defensa frente a los bárbaros. Nuevamente, Artorio volvió a desempeñar sus ocupaciones correctamente y en el 481 Aurelio lo nombró Procurator rei publicae, un empleo consistente en realizar las requisas para el ejército. Nuevo empleo y pronto nuevo ascenso. Artorio no tardó en ser ascendido a magister militum. En calidad de tal, Artorio libró con éxito una serie de campañas cuya finalidad fue quebrantar el creciente poder bárbaro en el sur de la isla. Nennio menciona una docena de esos choques armados que, no obstante, quedaron eclipsados por una hazaña de mayor envergadura consistente en repeler una gran invasión bárbara procedente de Irlanda. Las fuentes célticas mencionan repetidamente la manera en que Artorio logró expulsar a los irlandeses y es muy posible que de haber fracasado en su empeño Bretaña se hubiera visto anegada por los bárbaros y hubieran desaparecido conjuntamente el poder romano y la religión cristiana. A pesar de eso, todo indica que el número de bajas sufrido por las tropas de Artorio fue elevadísimo, en otras palabras, se trató de un choque a la desesperada cuyo desenlace, de haber sido distinto, hubiera cambiado la Historia.

La victoria de Artorio tuvo además consecuencias de enorme importancia para el imperio –cada vez más acosado por los bárbaros y viviendo sus días finales– y, sobre todo, para Arturo y la evolución de su mito. Aurelio lo designó para sucederle como Regissimus Britanniarum, adoptándolo además como hijo. La única condición era que el propio Artorius a su vez nombraría sucesor a un miembro de la familia de Aurelio. La posteridad confundiría ese cargo con el de rey de Bretaña lo que explica la evolución ulterior de la leyenda en la que Arturo ya no es un militar romano sino un monarca. No fue ése el único punto de contacto entre la historia del Arturo-Artorio histórico y del rey Arturo. Algo similar sucede con aspectos como la sede de su gobierno situada en Camelot, la rebelión de Mordred o el exilio en Avalon pero de todo ello nos ocuparemos en la segunda parte de este enigma
¿Existió el rey Arturo? (y II)
Por César Vidal
Segunda entrega del enigma de la historia de César Vidal dedicado a la existencia del rey Arturo. Los mitos artúricos han alimentado la imaginación humana de manera creciente y polimórfica. En esta ocasión, Vidal aborda tanto la vida privada de Artorius –incluido el supuesto adulterio de Ginebra–, como la leyenda de la ciudad de Camelot
Mientras Artorius combatía contra los invasores bárbaros procedentes de Irlanda –sin duda, un episodio que los nacionalistas irlandeses no desearían recordar– tuvo lugar la muerte de Aurelio, el Regissimus Britanniarum. Artorius era el sucesor designado pero para que la transición se llevara a cabo sin complicaciones estaba obligado a rendirle honores funerarios y, especialmente, a recorrer las distintas guarniciones militares para asegurarse su lealtad. De este período parten precisamente dos de los elementos más conocidos del ciclo artúrico: el establecimiento de su capital en Camelot y la creación de una orden de caballería. El invierno de 491 lo empleó Artorius en la visita a los distintos contingentes de tropas y, acto seguido, estableció la sede de su gobierno en Camulodunum, una base que estaba conectada con una red de calzadas romanas. Sería precisamente este enclave el que pasaría a la leyenda como Camelot aunque debe indicarse que Artorius lo cambiaría en el futuro.

Aún más interesante es el origen de la leyenda referente a una orden de caballería. La lucha contra los bárbaros irlandeses había ocasionado, como ya vimos, un número considerable de bajas a las fuerzas de Artorius y, al parecer, éstas fueron especialmente elevadas en lo que a las fuerzas de caballería romano-britana se refiere. Urgía, por lo tanto, renovar un cuerpo de jinetes que –resulta comprensible– los narradores posteriores convertirían ya en caballeros. No deja de ser significativo que incluso en algunos de los caballeros legendarios del rey Arturo pueda rastrearse a los hombres que sirvieron a las órdenes de Artorius. Por ejemplo, el famoso sir Kay quizá fuera Cayo, uno de los oficiales de Artorius; Bedwyr pudo ser el romano Betavir y Gawain seguramente fue Valvanio Vorangono, sobrino de Artorius.

Los contingentes de caballería resultaron eficaces porque en 493 Artorius logró un triunfo resonante contra los anglos en la batalla de la colina de Badon. Difícilmente puede infravalorarse esta victoria porque aseguró la paz con los anglos durante medio siglo. Los restos arqueológicos son bien reveladores al respecto pero apenas nos pueden transmitir el tremendo impacto emocional que causó esta batalla entre los contemporáneos de Artorius. Para ellos, seguramente fue un claro ejemplo de cómo la Luz vencía a las Tinieblas, la Civilización a la Barbarie y Cristo a los dioses paganos. Parece ser que Artorius chocó ocasionalmente con algunos monasterios pero su relación con la iglesia fue muy fecunda y él mismo era considerado –y se consideraba– un cristiano devoto. El período de paz que se produjo después de la batalla de Badon encaja, por lo tanto, en la época de esplendor y paz de las leyendas artúricas, esplendor y paz logrados –no lo olvidemos– por la acción de sus caballeros. No son estos los únicos paralelos bien significativos entre Artorius y Arturo. Pasemos a su vida privada.

El ciclo artúrico habla del matrimonio del monarca con Ginebra y del adulterio ulterior de ésta. La base real de la leyenda es obvia. En la realidad, Artorius se casó dos veces. Su primera esposa fue Leonor de Gwent. Que ese matrimonio no duró resulta indiscutible aunque no es fácil saber si Artorius se divorció de ella –la práctica del divorcio no planteó problemas canónicos hasta muy avanzada la Edad Media y aún entonces sólo en el cristianismo occidental– o si Leonor lo abandonó, lo que podría ser la base de la leyenda del adulterio regio. La segunda esposa de Artorius sí se llamó Ginebra. Al parecer, era de ascendencia romana y había sido criada en la casa de Cador, el magíster militum de Artorius. El matrimonio debió celebrarse en torno al 506.

El enlace con Ginebra fue muy cercano temporalmente –nueva coincidencia– a la proclamación de Artorius como imperator en una nueva capital situada ahora en Luguvalium. El título era honorífico y, generalmente, sólo implicaba la obtención de una gran victoria militar lo que, en realidad, había sido cierto. Sin embargo, no puede descartarse que Artorius intentara cimentar un nuevo orden político ahora que resultaba obvio que el imperio romano de occidente –desaparecido en el año 476– no iba a volver a existir. Que Artorius tenía razón al actuar así es obvio para nosotros que conocemos la Historia posterior pero, desde luego, distaba mucho de ser tan claro para sus contemporáneos. De hecho, fueron varios nobles romanos los que se opusieron directamente a las acciones de Artorius. Su peor adversario fue Medrautus Lancearius –el Mordred de la leyenda– que era hijo del rey norteño Dubnovalo Lotico y de Ana Ambrosia, la hija de Aurelio. Dado que Artorius había sido adoptado por Aurelio cuando era joven, Medrautus Lancearius era su sobrino y su madre, una hermana de Artorius... exactamente igual que en las leyendas artúricas. Medrautus contaba además con un enorme ejército al que había incorporado escoceses, irlandeses, anglosajones y otros enemigos de Artorius.

En el año 514, Artorius, con una parte de sus fuerzas, abandonó una campaña que mantenía contra los bárbaros y se dirigió hacia su capital. Medrautus lo esperaba para aniquilarlo. El primer choque tuvo lugar en Verterae y concluyó con una victoria de Artorius. Sin embargo, Medrautus logró romper el cerco y escapar. Perseguido por Artorius, se dirigió hacia el norte, hacia la fortaleza romana de Camboglanna –la Camlann de las leyendas– situada en el muro de Adriano. Allí –en un enclave conocido actualmente como Birdoswald– se produjo el enfrentamiento decisivo con Artorius.

El combate se mantuvo indeciso durante bastante tiempo pero, finalmente, Artorius lanzó una carga de caballería (los caballeros, otra vez) contra las fuerzas enemigas que se vieron aniquiladas resultando muerto Merdrautus. La victoria fue indudable pero el coste no resulto pequeño. La necedad de Merdrautus –que hubiera sido designado seguramente heredero por Artorius y que, por lo tanto, hubiera obtenido lo que deseaba evitando la guerra– ocasionó la muerte de Artorius herido en la batalla. Aún agonizante, Artorius fue llevado a Aballava, un fuerte romano situado en el Muro de Adriano. La leyenda posterior convertiría este enclave en la isla de Avalón, que es la actual Glastonbury. Era el año 514 y con el fallecimiento de Artorius, la lucha para defender Britania del paganismo y de la barbarie llegaba a su fin. Ni la civilización romana ni el cristianismo iban a contar ya con una defensa eficaz en mucho tiempo. Comenzaba la "Edad Oscura". Sin embargo, el esfuerzo de Artorius había sido tan titánico y sus metas – la defensa de la paz, el orden, el imperio de la ley y el cristianismo –habían rezumado tanta nobleza que la leyenda se apropiaría del personaje convirtiéndolo en un símbolo nacional. Según la leyenda, las hadas cuidan de él en la isla de las manzanas –Avalón– y de allí regresará, valiente y victorioso, si algún día Inglaterra ve cernirse sobre ella una amenaza similar a la de los bárbaros que antaño derrotó el inigualable caudillo



La última legión
Valerio Massimo Manfredi
Título original: L'ultima legione
Trad. José Ramón Monreal
Ediciones Grijalbo, 2002

Año 476. El Imperio Romano se desmorona y cada vez son más las incursiones bárbaras. Rómulo Augústulo (o Augusto), con trece años, es el nuevo emperador de Occidente. Tras ver con sus propios ojos cómo las tropas bárbaras aniquilaban a su familia, es apresado por Wulfila, un general germánico al servicio de Odoacro, y llevado a Capri junto con su preceptor, Meridio Ambrosino (o Myrdin Emreis, como le llaman en su tierra natal). Tres soldados de la destruida legión Nova Invicta: Aureliano Ambrosio, Rufio Vatreno y Cornelio Batiato; junto con Demetrio, Orosio y Livia Prisca, una joven que es la jefa de la expedición, intentarán rescatarles y ponerles a salvo en las lejanas y peligrosas tierras de Britania. Un recorrido a través de la Europa de finales del siglo V en el que continuamente son perseguidos por las tropas de Wulfila.
La elección del nombre de Livia ha sido, a mi parecer, de lo más acertada, ya que esconde tras de sí un fuerte carácter acompañado de una gran inteligencia y habilidad. ¿Cómo iba a llamarse esta mujer que lucha como un verdadero legionario romano, sino como la mayor emperatriz de la historia de Roma, madre del emperador Tiberio y timonel oculto del Imperio?
Batiato es el personaje más peculiar de toda la novela: un gigante etíope de más de seis pies de alto y dotado de una fuerza impresionante. En aquella época un hombre así sería considerado un monstruo colosal, que es lo que sería entre toda aquella gente.
Valerio Massimo Manfredi, arqueólogo de formación, se puso en la cabeza de las listas de ventas de nuestro país con Aléxandros, su trilogía sobre la figura histórica de Alejandro Magno. Después de otras novelas de igual éxito, ahora vuelve a la carga con La última legión, una novela ambientada en el final del Imperio Romano y en la que muestra, como arqueólogo y especialista en el mundo antiguo, su magnífico conocimiento de la época. El desenlace artúrico me ha parecido de lo más acertado, ya que arroja luz sobre el posible principio de este ciclo tan popular y conocido. Personalmente, conozco esa historia de memoria, pero nunca he conseguido saber con cierta claridad, aunque fuese ficticia, de dónde provenían Pendragón o el famoso mago Merlín; y menos aún la procedencia de Excalibur. La explicación del nombre de esta espada maravillosa es, según Manfredi, una inscripción latina en la hoja que decía: “la espada calíbica de Julio César”, y de la cual sólo son legibles las nueve letras que componen el nombre del arma.
El último capítulo es el que me ha parecido más emocionante, quitando las huidas de Rávena y Capri y el rescate de Vatreno, Batiato, Orosio y Demetrio; los demás creo que son pura rutina. Sinceramente, he de decir que yo me esperaba un poco más de acción pero, aun así, me ha parecido bastante buena. A mí, que soy muy exigente con todos los libros actuales que están relacionados con el Imperio Romano, sí que me ha gustado y me la leería de nuevo.

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