lunes, 16 de noviembre de 2009

entrevista a Joe Frazier









A cabo de ver ALI del genial actor Will Smith, acabo de ver el documental Thriller en Manila, y los cortos de las 3 peleas entre Ali y Frazier y dejenme decirles que
la decision de no salir del entrenador de Joe Frazier fue la correcta, o Joe moria en el 15avo o hubiese sido noqueado, x la sensilla razon que NO VEIA!!!
Se dice mucho que ALi no queria salir, y puede que sea verdad, pero probablemente Angelo Dundee lo hubiese hecho salir, no era la 1era vez que pasaba eso, ya le habia sucedido frente a Sonny Liston, cuando le hacen arder la vista por medio de un unguento, y ALI se asusta.

Lo que si queda claro es que el viejo Joe esta medio resentido, quebrado, y ALI fue muy injusto y hasta traidor. Injusto porque puso a los medios y a la aficion en su contra los combates fueron una suerte de cristianos vs musulmanes, blancos vs negros, ricos vs pobres, y Joe siempre llevaba la peor parte pues su diccion no le alcanzaba para frenar a ALi, despues Joe apoyo mucho a Alí en la epoca en que no tenia licencia y hasta le presto money....Ali lo traiciona.

Luego vendria el 1er combate donde Frazier le gana muy bien, aunque No lo noquea. Para el anecdota Ali fue tirado a la lona muchas veces, ademas Ali habia hablado mucho de esta pelea, diciendo que mataria a Joe, y la verdad fue todo lo contrario, al final Joe le daria golpecitos en la cabeza a ALi, para mala suerte de Joe, Ali no solo no acepto su derrota sino que dijo que la puntuacion fue injusta con el.!!!!!

Luego vendria el segundo combate, donde Ali, va a las cuerdas y fue muy aburrido, gana discutidamente Ali por puntos.
Luego vendria lo mejor el de Manila. Donde Marcos y esposa los invitan y generan despues de Ali foreman en Zaire la segunda pelea mas esperada y aqui si tengo que decir algo a favor de Ali, este ya no tenia porque aceptar una tercera pelea, Frazier estaba acabado despues de su aplastante derrota frente a Foreman, y Ali sin embargo acepta y Frazier salio ganando mucho dinero.
En esta pelea los 5 primeros rounds Ali los gana ajustadamente, pero es del 5 al 11avo sobre todo en este ultimo donde Joe lo lastima mucho a ALi, casi lo tumba, ALi se recupera y del 11avo al 14avo vuelca la situacion adversa a favor.
Frazier ya no podia ver, y si no cae en el 14avo fue por mera voluntad, y falta de fisico de Ali, aunque este ultimo lo lastimo mucho. por eso digo que para el 15avo o Joe moria o Ali lo noqueaba, no habia otra, Joe no podia ver mas. El resto es cuento.

volviendo a Frazier este no tiene el reconocimiento en los anaqueles del boxeo de manera injusta, es un grande, uno de los mas grandes, y sus dos pesadillas fueron Ali y Foreman quien siempre le tomo la cuarda, le sabia como pelear.

Ali despues le pidio disculpas, despues de la pelea y x el año 2000. Despues de la pelea, lo hace frente a su hijo, pues Joe estaba en el topico de enfermeria y en el 2000 lo hace directamente, es verdad tambien lo que dice Joe, debio decirselo cara a cara, y es muy cierto lo de Ali, "Joe nos sacamos el clavo, nos hicimos lo que teniamos que decirnos, ya acabo todo man ya acabo todo."

Da que pensar ver a Frazier quebrado y viviendo en un cuartito en su gym.
Que pena no?
Chau.



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NUEVA YORK - viernes 10 de abril 2009 a las 20:14

Entrevista de AP: Joe Frazier recuerda sus peleas épicas con Ali

Muhamad Ali dijo una vez que su tercera y última pelea con Joe Frazier fue "la muerte, lo más cercano a la muerte que haya experimentado".

Frazier en cambio recuerda su enfrentamiento brutal en las afueras de Manila como algo mucho menos grandioso. "Sencillamente hicimos nuestro trabajo", sentenció.

Los dos grandes boxeadores de todos los pesos sostuvieron tres combates legendarios que culminaron con el de hace casi 35 años.

Ahora a los 65 años, ligeramente encorvado y movilizándose con ayuda de un bastón, Frazier recordó la pelea de 1975 en Quezón City durante una amplia entrevista con la Associated Press. También habló de su áspera relación Ali, que es el tema de un nuevo documental que HBO ofrecerá el sábado por la noche.

"No creo que la de Manila haya sido mi mejor pelea", afirmó.

Mencionó otras en vívido detalle, desde la competencia de los Guantes de Oro hasta la medalla de oro en las olimpíadas de Tokio pasando por la denominada "Pelea del siglo" cuando derrotó a Ali en el Madison Square Garden de Nueva York en 1971 para retener el título pesado.

"La pelea más grande fue la del 71 cuando estábamos invictos", afirmó. "Había más dinero, más gente. No sé por qué dicen que ésta (Manila) fue la mayor".

Como ser humano, Frazier lamenta el deterioro físico de Ali por la enfermedad de Parkinson. Pero como cristiano, dice que lo comprende.

"Siento que esté así, pero yo no tuve mucho que ver con eso. Fue el buen hombre allá arriba", comentó. "Quizás yo tuve un poquito que ver, pero Dios juzga. Nosotros no tenemos el poder para juzgar que El tiene allí arriba".

Frazier opina que la arrogancia de Ali era "una bofetada en el rostro del Señor" y que hizo lo mismo a su familia cuando se cambió el nombre de Cassius Clay para reflejar su creencia musulmana.

"Lo respeto como un individuo que hizo un gran trabajo en el deporte del boxeo", prosiguió Frazier. "No creo que realmente me quiera. A mí no me gustó nada de lo que el hizo".

Esa tensión prevaleciente puede rastrearse a su épica trilogía, que convirtió a los ex amigos en enemigos y que tuvo tintes políticos.

El presidente filipino Ferdinand Marcos trató de que la pelea de 1975 desviara la atención de la conmoción social que desgarraba su país y el promotor Don King _siempre dispuesto a montar un espectáculo_ aceptó presentar la pelea en el Coliseo Araneta.

Fue el corolario de la rivalidad entre dos legendarios pesados en declinación. Ali había vencido a Frazier en el desquite de 1974. Después de esa pelea, el siempre jactancioso Ali reconquistó el título venciendo a George Foreman en Zaire.

Frazier buscaba una oportunidad más de ganar la corona, además de desquitarse de Ali.

La animosidad creció antes de su tercera batalla.

El combate comenzó a las 10.45 de la mañana para comodidad de la televisión en Estados Unidos. El estadio desbordaba de público.

Durante 14 asaltos los dos titanes se dieron duro. Ali ganó los primeros asaltos y Frazier prevaleció al promediar la pelea.

Ali conmovió a Frazier en los rounds 12 y 13 y de un golpe limpio le hizo volar el protector bucal. El ojo izquierdo de Frazier estaba casi cerrado. Aunque las tarjetas estaban prácticamente empatadas, y contra las objeciones de Frazier, su entrenador Eddie Futch pidió parar la pelea.

Después de alzar los brazos en celebración, el exhausto Ali se dejó caer sobre la lona.

"No me importa que la gente piense que Muhamad era el más grande", dijo Frazier. "Todos quieren hacerlo grande debido a su boca grande. Era bueno, pero eso no significa que fuese grande. Yo lo demostré".

Ali quedó muy disminuido físicamente, y Frazier financieramente.

Perdió gran parte de su fortuna en malos acuerdos inmobiliarios y en regalos generosos. Sólo le queda un modesto departamento en Filadelfia.

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ENTREVISTA Joe Frazier
"Sigo pensando que yo nunca perdí con Ali"
En su gimnasio de North Broad Street, en Filadelfia, Pennsylvania, Joe Frazier, a los 62 años, sigue trabajando con jóvenes boxeadores, prepara exhibiciones... y evoca los recuerdos de sus grandes rivales: Ali y Foreman.

23/11/2006

Venimos desde España hasta Filadelfia, sólo para vernos con Joe Frazier. A estas alturas, más de 30 años después de sus grandes hazañas, ¿qué puede suponer esto para un hombre como usted?
Estoy absolutamente encantado de poder recibirles. Estuve en España, en Barcelona, hacia 1974 o 1975, no recuerdo bien. Aún recuerdo los paseos por Montjüic, el Tibidabo... es algo que nunca deja de sorprender: una ciudad con playa entre montañas. Estuvimos muy bien allí, aquellos días. ¿De qué quieren hablar...?

(Joe Frazier se presenta a la cita en su gimnasio de North Broad Street acompañado de Leslie R. Wolff, su mánager de los tres últimos años. Usualmente, Frazier, una absoluta celebridad en el barrio, pasa los días entre idas y venidas al gimnasio, donde dirige a jóvenes promesas del boxeo, junto a su hijo Marvis, el preparador Val Colbert y el mismo Wolff. Chandler Durham, hijo del fallecido Yancey Durham, antiguo hombre de confianza de Frazier, se ocupa de forjar a los jóvenes sobre el vetusto ring en intensos asaltos de preparación. Del cuello de Frazier cuelga un medallón con el apodo que él hizo famoso: Smoke: humo. Porque, cuando combatía, Frazier... echaba humo).

Querríamos escuchar, de sus labios, sus relatos de aquellos combates con Muhammad Ali, su rivalidad...
El primero, el de 1971 en Nueva York, fue el mejor de todos. Pero no solamente fue el mejor de los tres que disputamos nosotros: entonces pronostiqué que iba a ser una barbaridad de pelea y ahora, con el paso de los años, estoy seguro de que fue el mejor combate de todos los tiempos. Por tantas cosas...

Adelante, Smoke...
Fue la primera vez que alguien puso en la lona a Ali. Sabía cómo hacerlo, del modo en que él boxeaba, y también anticipé cómo lo haría. Sabía que iba a llegar un momento, cuando Muhammad tuviera el torso machacado por mis combinaciones, en el que antes o después iba a dejar la cabeza a mi alcance. Tuve que esperar, pero sabía que si insistía en mi táctica, él no aguantaría y quedaría a mi alcance. Así fue. Gané claramente. En realidad, aún sigo pensando hoy que tendría que haber sido el ganador de los tres combates con Ali. En mis recuerdos, yo no me veo perdedor de ninguno de esas peleas, aunque ya sabe que la Historia me cuenta dos derrotas.

Lo vamos a explicar, pero sigamos con aquella noche de 1971, en el Madison...
Fue el mejor combate de siempre, no sólo porque lo ganara yo y por cómo luchamos los dos, sino por las expectativas que desató, por la gente importante que congregó, por la crónica-reportaje de Norman Mailer, por las fotografías de Frank Sinatra, por la conmoción popular que despertó en Nueva York y en todos los EE UU... y porque pude darle a mis padres, que ya no están aquí con nosotros, la mayor satisfacción de todas sus vidas.

Sostiene que no se ve perdedor en ninguna de sus tres batallas con Ali. Admitiendo que se pueda contestar la decisión de los jueces en la segunda pelea, en 1974, como hicieron Red Smith y Dave Anderson en The New York Times usted no llega al final de la tercera, la célebre batalla de Manila, el Thrilla In Manila: la toalla voló desde su rincón, justo antes del último asalto...
Allí pasaron muchas cosas extrañas. Es cierto que yo, a esas alturas, apenas veía: estaba ciego del el ojo izquierdo.Y casi tampoco oía. Yo quería seguir adelante a toda costa, porque, aún como estaba, sabía que en el último asalto el combate podía ser mío con toda seguridad a los ojos de los árbitros. Sabía cómo sacar la ventaja final ante los árbitros y sabía que Muhammad, que ya no tenía más reservas ni trucos, no hubiera podido dar más en ese asalto número 15, pero...

Eddie Futch tiró la toalla...
-.. No me enteraba siquiera de lo que Eddie estaba diciendo ("Siéntate, Joe, es suficiente, nadie olvidará jamás lo que habéis hecho aquí hoy", le dijo Futch), pero yo nunca hubiera dejado de combatir. Durante un corto tiempo, ni siquiera supe lo que estaba pasando, hasta que vi cómo daban ganador a Muhammad. Después nos enteramos de que en el mismo momento en que Futch lanzó la toalla, Muhammad Ali estaba diciendo que no regresaba al ring... entonces no lo supimos, era imposible enterarse.

(El rincón de Frazier no escuchó las voces de Tommy, uno de los hermanos de Joe, que, apostado junto al rincón de Ali, gritaba: "Ali está pidiendo que le corten los guantes, no va a seguir". "Es la cosa más cercana a la muerte que he vivido", sentenció Muhammad. Y esa batalla espectral de Manila fue la última pelea en que Eddie Futch dirigió a Joe Frazier).

Como escribe el 'Pulitzer' David Halberstam, "Frazier y Ali, les guste o no, son cada uno de ellos prisionero del otro y de lo que pasó en cada una de esas tres noches". El resto de sus episodios con Ali, desde cuando él le llamaba "Gorila" o "Tío Tom", hasta cuando usted, Joe, dijo de Muhammad que "alguien podía haberle tirado a aquel fuego olímpico que encendió en Atlanta", han dado vida a una rivalidad épica. ¿Ha vuelto a hablar con él, con Muhammad...?
Hace cuatro o cinco años, no recuerdo bien, él rectificó públicamente en un periódico (The New York Times) por las cosas que me había llegado a decir. Me sentí agradecido, pero esperé a verle. Hace un par de años nos vimos en Nueva York. Hablamos un poco y quedamos en llamarnos y vernos cuando fuera posible. Pero no he vuelto a tener noticias. Espero que su vida y su salud vayan bien. Yo me siento bendecido por tener en perfecto estado, a día de hoy, toda mi salud: mis puños, mis piernas, mis ojos...

Dicho todo esto, ¿considera a Muhammad Ali 'El Más Grande' de todos los tiempos"?
(Piensa la respuesta) Humm... en términos de boxeo, lo que yo he estimado siempre antes que todo ha sido la capacidad de pegada. Y en ese sentido, nadie me ha pegado más fuerte que George Foreman. En mis primeros tiempos me pegaron fuerte otros como Eddie Machen o Doug Jones, pero no creo que haya existido nadie con la pegada de Big George. En el caso de Ali, a mí me pasa que yo siempre sabía cómo podía golpearle y dañarle. Y lo demostré.

(George Foreman batió a Frazier en las dos veces que se enfrentaron. En su primer duelo, en 1973, en Jamaica, Foreman derribó seis veces a Frazier en dos asaltos y le arrebató por K. O. T. el título mundial de los pesos pesados. Un año después, en 1974 Foreman perdería ese cetro a manos de Muhammad Ali en la célebre noche de Kinshasa: el 'Rumble in the Jungle', el Estruendo en la Jungla, con Ali en su mejor versión del 'Rope a Dope', el engaño en las cuerdas).

Entonces, ¿qué pasó esa noche de Kinshasa? Usted estuvo allí radiando la pelea, junto a Mailer y Jim Brown...
¿En Zaire, dice usted? Foreman estaba enfermo. O, como mínimo fuera de forma. Ya sabe que aquel combate se canceló en principio y estuvo a punto de suspenderse por una lesión que George tuvo en la cara. Foreman no debió de haber peleado aquella noche. De hecho, creo que él no quería porque sabía que no estaba en su mejor momento. Hasta el final, George exigió garantías sobre el dinero, pero ya no pudo negarse cuando se cercioró de que el dinero estaba OK. Con Foreman en buena forma, el Ali de entonces no hubiese ganado ese combate.

Han pasado muchos años de todo esto, Joe. ¿Cómo está usted ahora de verdad, cómo ve a su país, qué cosas han cambiado...?
Me mantengo en forma, aunque me he operado de la espalda hace poco por las secuelas de un pequeño accidente de coche que tuve aquí junto al gimnasio. No es nada: me entreno todos los días, apenas tengo libras de más y ya sabe que hago una exhibición el día 30 en Memphis, tres asaltos contra el alcalde de la ciudad (Willie Herenton, ex campeón amateur). Este hombre, Herenton, parece que quiere tomar riesgos. Tengo el dinero que necesito para vivir, aunque quizá tendría que haber salido más de este gimnasio para promocionar mi imagen. Y no dejar tanto esa misma imagen en manos de otros. También estamos negociando una película sobre mi vida. ¿El boxeo? Básicamente, el deporte sigue siendo el mismo, con más show. Pero tengo que insistir a mis chicos para que flexionen y coordinen las rodillas en el ataque. No quedan muchos de aquellos viejos preparadores que yo tuve.

América, la gente de su raza, los derechos civiles...
Tuvimos un gran hombre, un caballero llamado Martin Luther King, que logró cambiar muchas cosas en este país sin violencia, por la fuerza de la paz. No sabía que esto pudiera llegar a ocurrir. Aún hoy me intriga cómo los derechos civiles han podido ganar la partida a la chulería y la arrogancia que yo conocí en mi juventud. El Dr. King es nuestro héroe.

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En los últimos tiempos mucho se ha hablado de los llamados falsos documentales. El éxito de El proyecto de la bruja de Blair abrió el camino para películas como Monstruoso, Distrito 9 o la saga de [REC]. Todas ellas son películas de ficción que simulan los modos de un documento audiovisual verídico para provocar un determinado efecto sobre el espectador. Menos frecuente son los análisis en un sentido contrario. Es decir, desvelar cuáles pueden ser las técnicas dramáticas propias de una ficción tradicional utilizadas en los documentales auténticos. El extraordinario Thriller en Manila (Thriller in Manila, 2008), escrito y dirigido por John Dower es un ejemplo perfecto de esta estrategia narrativa.

Producido por el canal de TV británico Channel 4, emitido en Estados Unidos por HBO y presentado en el Festival de Sundance 2009, Thriller en Manila explica la legendaria rivalidad entre los boxeadores Muhammad Ali y Joe Frazier, que se desarrolló en la primera mitad de los años 70 y que tuvo su espectacular escenificación en tres célebres combates. El último de ellos, celebrado en Manila en 1975, es, sencillamente, historia viva del deporte. La grandeza de Dower, sin embargo, es trascender la cuestión puramente pugilística, más allá del interés y el conocimiento previo del espectador en torno al boxeo, para resaltar el conflicto humano que presenta la película. Un conflicto humano apasionante que bascula entre la belleza romántica de la épica y el honor y la amargura dolorosa del odio y el resentimiento.


En uno de sus anteriores documentales, el muy recomendable La extraordinaria historia del Cosmos NY (2006), Dower también utilizaba la trayectoria de un equipo de fútbol, el famoso Cosmos americano, para retratar el paisaje humano y social de diferentes personajes y ambientes de los años 70 en Estados Unidos. En Thriller en Manila también se ofrece un retrato social, focalizado en las cuestiones raciales que seguían agitando los Estados Unidos de finales de los 60 y principios de los 70. Sin embargo, la potencia del drama humano entre Ali y Frazier destaca sobre todo lo demás. Para exponerlo, Dower cuenta con dos tipos de imágenes. Por un lado, presenta un autentico torrente de material de archivo de la época (combates, entrenamientos, declaraciones…), que forman el grueso audiovisual del film. Y por el otro, los testimonios en presente de varias de las personas que vivieron los hechos muy de cerca. Entre ellos, destacan las declaraciones de Joe Frazier, quien al estilo de una película de ficción convencional, se erige en protagonista con un objetivo a cumplir y que vertebra toda la narración. Y, como en toda buena ficción, este protagonista tiene un antagonista a batir, Muhammad Ali. Establecidos los dos personajes del drama desde un buen principio, Dower alterna sabiamente los dos tipos de imágenes de las que hablábamos. Y para ello, sigue un guión estructurado según las reglas clásicas de la construcción drámatica de los tres actos, delimitados por los puntos de giro adecuados para que la acción progrese.

En un contundente arranque situado en la actualidad (y después de una secuencia de apertura con la lucha de unos gallos de pelea que evoca, en cierta manera, el comienzo de dos films de Sam Peckinpah, Grupo salvaje y Pat Garret y Billy The Kid), un Frazier envejecido, que, olvidado por todos, se gana la vida regentando un modesto gimnasio de un barrio humilde, proclama su odio irreconciliable hacia Ali: sin afirmarlo claramente, llega a sugerir que Ali se merece el Alzheimer que padece. A partir de aquí, como en una especie de flashback, la película de Dower retrocede hasta el pasado para entender los motivos de este odio tan cruel (y que llegará a resultar mucho más violento e incómodo para el espectador que los golpes en el ring).

El primer acto desvela entonces una desgarradora historia de traición y deslealtad (una temática, que, por cierto, hace pensar nuevamente en el cine de Peckinpah): Frazier ayudó a Ali cuando su carrera estaba en peligro después de su negativa a cumplir el servicio militar en Vietnam. Una vez superado este momento crítico, Ali olvidó el apoyo de Frazier y comenzó una campaña pública de agravios personales muy duros contra su antiguo amigo, enfocados a calentar el combate que los tenía que enfrentar por el título de campeón de los pesos pesados. En este sentido, Thriller en Manila destaca por una radical y valiente desmitificación del mito Ali (de hecho, el trabajo de Dower es el reverso de otro gran documental, Cuando éramos reyes, centrado en otro combate de leyenda, el Ali/Foreman de Kinsasha en 1974, y donde se juega a fondo la baza de la glorificación). Dower afronta esta demolición del mito sin importarle no contar con las declaraciones o las reflexiones del propio Ali (posiblemente por su delicado estado de salud). La ausencia de este contrapeso puede que sea el único elemento negativo que se le pueda achacar a la película (un reproche que, en cualquier caso, afectaría al contenido del film, no a su aspecto formal).

El segundo acto desarrolla la rivalidad de ambos púgiles en un crescendo narrativo irresistible. Dos combates en el ring, desprecios continuos por parte de Ali (encaminados sobre todo a presentar a Frazier como un estúpido ignorante al servicio del poder blanco), una esperpéntica trifulca frente a las cámaras de una cadena de televisión… Todo ello tiene como función dramática fundamental arrastrar al espectador al único desenlace posible: un último combate en Manila, cuyo ganador será considerado, definitivamente, el mejor boxeador de la historia del boxeo.

Este enfrentamiento constituye el tercer acto de la película y su clímax es uno de los más emocionantes y poderosos del cine reciente. En esta larga y admirable secuencia, la alternancia entre las imágenes de archivo de la pelea en Manila, absolutamente brutal, con los testimonios de los que estuvieron allí funciona a pleno rendimiento. En este punto, es importante destacar que desconocer el resultado del combate (es decir, ser un inculto total de historia del boxeo: mi caso) ayuda a experimentar y a vivir la película con el sentido del suspense con el que Dower concibe su portentoso montaje.

En los momentos finales del combate, la extraordinaria capacidad de resistencia y sacrificio de Frazier y Ali, junto con un orgullo personal mucho más allá de lo racional, logran que la palabra épica alcance su pleno significado. El espectador, además, es testigo de cómo el viejo Frazier, en la actualidad, ve la grabación de la pelea. Y cuando, tras el desenlace, regresamos definitivamente al presente, nos encontramos con un Frazier terrenal, marcado a fuego por la amargura de un sentimiento de odio incapaz de superar. Ésta es, en realidad, su auténtica tragedia. Especialmente en este último bloque es cuando el magnífico documental de Dower remite directamente a los grandes títulos del cine sobre boxeo, como por ejemplo Toro salvaje, Million dollar baby o Fat city . Títulos que, de hecho, no se recuerdan únicamente como películas sobre boxeo, sino como clásicos del cine. Así se debería considerar, en mi opinión, a Thriller en Manila.

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