lunes, 7 de diciembre de 2009

La Liga, campeon de la libertadores y de la sudamericana

Se la gano al FLU el Año pasao y quien pega primero, pega dos veces, asi que,
este año no fue la excepcion de ida 5 a 1 y de vuelta, 3 a 0, pero amarrando macho...
la vuelta destiño harto el tinte de la ida, una supercena, pero con tintes de mesquindad.
Y grande el delantero Adriano quien vuelve a la palestra campeonando con el equipo con mas hinchas en el mundo, El Flamengo!!!
volviendo a la liga, cuidado,este equipo si tiene para rato, sus instalaciones, y sus politicas a largo plazo dan para un futuro largo de buen futbol, en cambio no es como Once Caldas 2004, Cienciano 2003, u Olimpia 2001, meros espejismos, estos llegaron no desarrollaron.
Sobre la base del 1er equipo se logra todo, con equipos equilibrados, y dts que conozcan el medio y que no se dejen desestabilizar todo se puede, x eso creo qeu Costas y Alianza tienen una oportunidad de oro para los prox 3 años, depende de la digencia, nada mas.!
Chau.

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LA LIGA MATÓ EN QUITO, PERO NO EN RÍO

Le faltó el adorno de la épica
Por: Jorge Barraza Periodista

Se agita el mar, bailan los morros, sones de batucada bajan de las favelas, los autos tocan bocina, lucen banderas negras y rojas, un clima festivo envuelve la avejentada Cidade Maravilhosa. ¿Cómo se llama el carnaval antes del carnaval…? Flamengo. Por estas horas, Río de Janeiro vibra exultante: el club de Zico y Junior gritó campeón brasileño después de larguísimos 17 años de espera. “O mais querido” lo tenía servido: llegó a la última fecha con dos puntos de ventaja sobre Internacional, San Pablo y Palmeiras y era local en Maracaná frente a un Gremio que ni fu ni fa. Encima, los torcedores gremistas habían hecho una campaña -lamentable, por cierto- para que su equipo le entregara el partido a Flamengo, así el Inter, su archirival, no podía coronarse.

Palmeiras lideraba con 9 puntos de ventaja y se mancó. Luego San Pablo, que tenía el título en bandeja, perdió dos partidos insólitos. Remando desde atrás, casi sin sospecharlo, Flamengo se encontró a las puertas de una consagración que ni soñaba. Y su pueblo, unos 40 millones de rubronegros, preparó una fiesta inolvidable. Desde el miércoles no quedaba un boleto para esta histórica jornada flamenguista. Miles durmieron en las veredas que circundan el mítico Maracaná esperando una boleta, que la reventa cotizó a precios indecentes.
El devaluadísimo fútbol carioca está convulsionado. Vasco da Gama acaba de ganar el título en la Serie “B” y vuelve a Primera; Botafogo se jugó la vida en esta última jornada ante Palmeiras, lo sacó de la Libertadores y zafó de la palabra más pavorosa del fútbol: descenso. A su vez Fluminense, que necesitaba imperiosamente un empate en Curitiba para eludir también la guadaña de la “B”, logró el punto y mandó al Coritiba a la segundona. Una tarde de infarto. Así, los cuatro grandes cariocas quedaron felices.

Pero antes de este epílogo del Brasileirao hubo un capítulo que merece ser contado. Liga de Quito, la institución modelo del Ecuador, conquistó la triple corona: ya había enhebrado Libertadores y Recopa, ahora engarzó la Sudamericana, un torneo en alza, cada vez más codiciado por los clubes. Hay que felicitar la decisión con que Liga encara los torneos. Entra en las copas para ganarlas, la mayoría va a ver qué pasa.

En tal contexto, vaya una congratulación calurosa para sus directivos, especialmente Rodrigo Paz, factótum de este fenomenal presente de Liga. Y aquí cabe una pregunta: ¿de quién es el mérito mayor de esta cadena de títulos nacionales e internacionales de Liga? ¿De sus técnicos, de sus jugadores…? ¿O del hombre que hace quince años trazó una estrategia de crecimiento, de quien hizo el magnífico estadio La Casa Blanca, el que contrató con ojo de águila a esos futbolistas y entrenadores, el dirigente que consiguió los recursos para pagarles y tenerlos siempre al día y a gusto, quien hizo una ciudad deportiva modelo y profesionalizó las estructuras y el funcionamiento de Liga de Quito…? ¿Quién es el padre de esta bella criatura…? ¿Los jugadores y los técnicos, que llegan y a los dos años están desesperados por irse, o el paciente planificador que lleva décadas pergeñando este maravilloso presente…? Todos se van a servir del éxito, se golpearán el pecho y dirán “yo llevé a Liga al título tal…”, pero este proceso triunfal tiene un solo nombre y un solo apellido: Rodrigo Paz. Los demás fueron adecuados vehículos, preciosas herramientas de su obra.

En la cancha fue menos idílico el tema. Tras ganar 5 a 1 de local, apabullando y con brillo, Liga perdió indecorosamente 3-0. Y casi fue peor la derrota. Cuando pudo haberle dado tintes épicos a su título tras una campaña magnífica, lo desmereció por decisión propia. No es que jugó mal, jugó feo. Pobre actitud, fútbol avaro, ultradefensivo, con el arquero Domínguez haciendo tiempo desde el primer minuto, con Bieler que, en lugar de pensar en el gol, se pasó la noche protegiendo la pelota contra la raya de espaldas a los zagueros para quemar segundos. En años pretéritos, cuando lo hacían equipos uruguayos o argentinos, lo criticábamos; ahora también.
Todo ante una joven formación de Fluminense (promedia los 23 años), inexperta en el fuero internacional y que esta tarde deberá dejar el alma en Curitiba para tratar de mantener la categoría. No era el Barcelona de Xavi, Iniesta y Messi.

Cuando hubo que aplaudir a Liga, derramamos baldes de tinta en su honor. Ahora no hay nada que derramar. Nos preguntamos: si un equipo que ganó 5 a 1 el primer chico no puede salir a hacer su fútbol normalmente en el segundo ¿qué necesita? ¿un 8 a 0…? Por propia responsabilidad, no caben palabras como gloria o hazaña, que hubiésemos querido utilizar. Hay que enaltecer la palabra campeón.

Fluminense merece un reconocimiento a su grandeza. El primer acto corresponde a su gente. Pese al 1-5 de la ida, creyó. Setenta mil tricolores dieron marco grande al Maracaná. El segundo estuvo a cargo del equipo, muy disminuido en relación al que jugó la final de la Libertadores. Hizo lo que todo hincha de fútbol reclama de su club: fue al frente. Le faltó un gol, le sobró entrega. Merecía alguna recompensa.
Analizando la campaña de Liga, no puede haber dudas: fue un sólido vencedor. Le faltó el adorno de la épica.

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