No se hasta que punto sea crisis, a mi si me tranquiliza que bote a los que no quieren conciliar, ergo, Una persona que no hace trabajo en equipo, sinceramente NO sirve pues antepone lo politico a lo tecnico. Incluso me tranquiliza que Ollanta se este tomando este trabajo poner mano dura a los conflictos. No se puede ser victima del chantaje, pero tampoco hacerse de la vista gorda con problemas ambientales. Esas protestas tienen en sus dirigentes la perversion de hacerlos conocidos. Violentando muchas veces los verdaderos deseos de la mayoria. Lo peor del antiguo gabinete era la falta de sincronizacion a la hora de decir las cosas, Uno hablaba una cosa venia el otro ministro y decia otra.
No creo que Lerner se aleje de Ollanta, SE NECESITAN, aparte Lerner es empresario, quiza ahora hara de las suyas. Por el lado de Toledo a mi me tranquiliza que Toledo deje ese protagonismo, calculador y engolado, no sirve ese Toledo y espero esta sea su acta de defuncion politica.
No creo en lo que dice Claudia ni Hildebrandt que ahora todo se ha derechizado, pero las causales si que las han explicado bien.
Que Aldo Mariategui coincida con Alvarez Rodrich si q me da que pensar, Este Ollanta cada vez me sorprende, creo que fuera del bullicio de los medios, esta tomando las decisiones correctas.
CIao.
Ramon.
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Aldo Mariátegui:
"Ollanta, el utilitarista"
LIMA - La verdad, qué breve ha sido este gabinete Lerner, de apenas cuatro meses. Revisando experiencias de gobiernos anteriores, me esperaba una definición de este estilo en febrero y no apenas comenzado diciembre.
De todas formas, crisis tan serias y recurrentes -Chehade, Conga y los líos menores de algunos congresistas o ministros- le habían minado. Sin embargo, este gabinete Lerner cae básicamente por las provocaciones y las torpezas de la izquierda, que a pulso se ha ganado esta aparente patada en el poto (para mi deleite).
Claro, como los rojos y caviares siempre se victimizan, ahora andan soltando los cuentos de que Lerner se va por una "militarización" en el sentido de una entrega de Ollanta al viejo "Partido Militar" tras su discurso de Ayacucho (que lo escuché y no me pareció nada atemorizante; es el típico discurso patriotero de exaltación de valores castrenses; protagonismos históricos, guerra contra la pobreza, etc..., dado por un militar ante un auditorio castrense, con ciertos tonos modernos como esa mención a las misiones de Paz de la ONU. Discrepo con quitarle el voto a los militares y nadie me ha convencido de por qué es necesario el regreso del Servicio Militar Obligatorio, pero Humala tiene todo el derecho de expresar sus opiniones respecto a estos temas y proponer cambios) o porque "Siomi" no habría aceptado participar en un inminente indulto a Fujimori (hecho que tampoco me parece tan terrible si se otorga. Ya se le juzgó y bajó el moño, ya tiene como 6 años adentro, hay que poner en la balanza todo lo positivo que aportó al país dentro de esta decisión política y al final ya no es más que un inocuo viejo afectado con cáncer), pero en realidad esta probable purga (al momento de escribir estas líneas aún se ignora la composición del nuevo gabinete) de zurdos ha sido originada por la crisis de confianza que estos aliados han despertado en Humala. Desde esta irracional ofensiva de la izquierda radical por Conga (que le llama "diálogo" a que simplemente acaten sus deseos sin chistar) hasta las filtraciones, intrigas, pequeñas traiciones, clamorosas ineptitudes administrativas, apetitos baratos, presiones y chismes palaciegos a los que ha estado incesantemente sujeto el régimen por obra y gracia de la caviarada y el rojerío. Como bien advirtió semanas atrás el mismo historiador rojo Tony Zapata, esa vocación hegemonista de "ganar todo y no ceder nada" de nuestra izquierda (aparte de su secular incapacidad administrativa -vean a Villarán- y de su tendencia a la discordia) la estaba arrinconando como ese personaje de dibujos animados que pinta el suelo y al final queda atrapado en una esquina. Demostraron lo poco que valen a la hora de gobernar y por eso terminaron afuera. Y más que un reposicionamiento hacia la derecha, esta designación de Valdés marca más bien una apuesta de Humala por rodearse de gente que le suscita la más absoluta confianza y por no dejar que el orden se le vaya de las manos (la confianza en subordinados y la manía por el orden son dos elementales calores "verdes" y Ollanta es finalmente un militar).
No me creo eso de que Humala se "ha derechizado" o que se ha vuelto un "neoliberal" (¡ojalá!); intuyo que su ideología es un pragmatismo en la acción, marcado por su visión de "sensibilidad social" y su formación profesional. Hará políticas económicas de derecha en la medida que le sirvan, tal como obrará igual con políticas sociales de campaña y tras la primera vuelta se volvió un centrista casi belaundista). No es un converso reformador liberal, como van a cacarear los rojos, como tampoco por lo visto jamás fue un revolucionario chavista. Ollanta es un "utilitarista" ("la búsqueda del máximo bienestar para el mayor número posible"), típico de esa decimonónica influyente corriente filosófica-económica inglesa, no un liberal o un socialista. Ollanta no sigue a Adam Smith o a Marx, sino a Jeremy Bentham y a John Stuart Mill (y no sé si los conocerá).
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12 de diciembre de 2011
Borrón ... ¿y cuento nuevo?
Por: Augusto Álvarez Rodrich
Lo que sé que viene ahora con el gabinete Valdés.
La renovación amplia del gabinete que se concretó anoche mediante el reemplazo de Salomón Lerner por Óscar Valdés al frente del Consejo de Ministros constituye una expresión del fracaso del modelo ‘plural’ con el que empezó el gobierno, y aspira a alcanzar cohesión y coherencia interna para dejar de parecer, como ahora, tan despelotado y hasta paralizado.
La decisión obedece a la acumulación de desencuentros entre el presidente Ollanta Humala y Lerner que explotaron con la crisis de Conga.
El motivo fueron las diferentes visiones que, casi desde el inicio del gobierno, se hicieron evidentes entre el esquema económico decidido por el presidente Humala y la reacción crecientemente adversa de varios ministros y asesores, la cual se reflejaba no solo en discusiones internas, sino en declaraciones públicas que mostraban a un gobierno caótico, y en filtraciones a la prensa y lobbies en el Congreso contrarios a lo decidido.
Lerner no pudo articular este gobierno ‘plural’ o, no lo hizo, al menos, a la velocidad que le pedía Humala, a cuyo gobierno se le podía perdonar el desorden inicial a cambio de la intención de ‘hacer las cosas bien’.
Eso estuvo bien hasta el balance de los primeros cien días, pero al acercarse al quinto mes, el gobierno parecía despelotado, con ministros y asesores que se contradecían en público en asuntos medulares y que, por lo bajo, jugaban sucio unos contra otros. Y, por eso mismo, paralizado.
El problema que le costó el puesto a Lerner es que los ministros y asesores discrepantes de las posiciones que hoy defiende el presidente Humala son los que él llevó al gobierno y que, además, él no fuera capaz de articularlos y de persuadirlos para actuar con una estrategia común
Así, el cambio de gabinete buscaría un ‘borrón y cuento nuevo’ con un equipo mejor organizado alrededor de un guión común y donde nadie juegue su propio partido. En este sentido, el cambio de tripulación buscaría ordenar la toma de decisiones alrededor del esquema económico que sustenta el ministro de Economía, Miguel Castilla, quien sigue en el cargo.
El cambio encierra, también, el riesgo observado por algunos de que el gobierno endurezca, a partir de ahora, su mano, algo que debe ser vigilado y, en todo caso, desmentido por el propio régimen en los hechos.
El cambio también va a significar un distanciamiento creciente del gobierno frente a los grupos de izquierda con los que llegó al poder y que, en teoría, le permitían un mejor acercamiento con los sectores sociales que apoyaron a Humala en la elección y que hoy están calentando las plazas regionales con sus reclamos y protestas. Pero es obvio que, con la opción económica que ya ha tomado el presidente –y ahora el gabinete–, esa relación ya estaba debilitada, ¿o no?
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Las minas del rey Salomón
Por: Augusto Álvarez Rodrich Imprimir
Crónica de una muerte anunciada (del gabinete).
Los gobiernos que, por las circunstancias en que ganan la elección, arrancan con improvisación, deben recomponer, poco tiempo después, su elenco inicial con el fin de lograr cohesión y coherencia en su desempeño. Eso es lo que ha tenido que hacer Ollanta Humala a los 136 días de iniciada su presidencia.
La crisis de Minas Conga fue el factor que convenció a todos de que la orquesta gubernamental sonaba muy desafinada y de que, por tanto, se requerían cambios. Entonces fue evidente que en el gobierno coexistían visiones muy distintas, lo cual elevaba el costo del proceso de decisiones.
Fue claro que el presidente Humala ya había tomado una decisión importante con respecto a temas vinculados a la inversión privada y, en general, al manejo económico que no eran compartidas por algunos ministros y asesores de Palacio.
Entonces, tanto el presidente Humala como la primera dama, Nadine Heredia, dieron señales de que se debían realizar los cambios, una decisión sobre la cual había consenso, dentro y fuera del gobierno, de que no debía pasar de fin de año.
Pues el Presidente habría dicho ‘al mal paso, dale prisa’, canceló su viaje a Argentina para la transmisión de mando, y aceleró el relevo para ayer.
La pregunta relevante, sin embargo, es por qué el sacudón incluyó al premier. La respuesta que me dio ayer una fuente cercana a Palacio, que me parece creíble, es que varios ministros y asesores que debían dejar el gobierno con el fin de que este gane coherencia alrededor de los planteamientos decididos por el presidente Humala, habían sido traídos por Salomón Lerner, quien entendió que su apartamiento facilitaría la poda en marcha, la cual será significativa.
La misma fuente que consulté descartó que la salida de Lerner sea señal de que el gobierno profundizará una ‘mano dura’ que había empezado con el estado de emergencia en Cajamarca y la detención irregular del dirigente Wilfredo Saavedra. Veremos, pues, pero no hay que dejar de estar atentos y alertas a este riesgo.
Así, por ello, el hasta ayer ministro del Interior Óscar Valdés será hoy el nuevo premier, y le dejara su cargo al hasta hoy viceministro Luis Alberto Otárola. El ministro de Economía, Miguel Castilla, seguirá en el cargo, lo cual es una señal de que el cambio de gabinete no implicará –como algunos especulaban– una vuelta al plan estatista de ‘La Gran Transformación’.
Lerner, por su parte, tras una partida del gobierno que no ha implicado un distanciamiento personal del presidente Humala, seguirá siendo un buen amigo del régimen y, por lo pronto, esta tarde, podrá ir a su palco en Matute con menos responsabilidades y la única preocupación de ver campeonar al Alianza Lima, expectativa que, sin duda, yo comparto
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¿Por qué salió Lerner?
Por: Mirko Lauer Imprimir
Parafraseando al poeta W. B. Yeats, el centro no se pudo sostener. La cuerda tensa entre dos maneras de ver la tarea de gobierno terminó por romperse. Salomón Lerner encarnaba ese centro político surgido de la urgencia electoral, y que luego demostró tener problemas operativos. Afuera en la realidad, los electorados de Ollanta Humala tampoco se pudieron poner de acuerdo.
¿Significa esto que la izquierda sale del gobierno? No necesariamente, o al menos no toda. Pero la que se quede estará haciéndolo bajo nuevo contrato, en una suerte de inquilinato precario. Es notorio que una parte de los conflictos que debilitaron aceleradamente al gabinete Lerner tuvieron que ver con lealtades ideológicas, pero también hubo temas paralelos de eficiencia sobre el terreno.
Humala demoró cuatro meses en comprender que a su gobierno le ha tocado un problema de autoridad. Las vacilaciones y ambivalencias frente al paro de Cajamarca volvieron a esa protesta intransigente. Además abrieron la posibilidad de que ese modelo de confrontación asimétrica se repita en otros lugares. Humala debe haber sentido que la primera línea de protesta está entre sus ministros.
¿Cómo llamar a la situación resultante con el nombramiento de Óscar Valdés? Alejandro Toledo (que ha puesto a otro militar retirado en el gabinete) la ha llamado un avance del militarismo. Algunos analistas la ven como antesala de un giro hacia la derecha. Sin duda ambas cosas están presentes, pero hasta el momento ninguna de las dos define realmente la situación.
Quizás más definidor hacia adelante es el obvio paso que ha dado Humala hacia una voluntad de presidencia ejecutiva. Es muy poco probable que, a pesar de su pasado castrense y su buena performance ministerial, Valdés de premier tenga la autonomía que tuvo Lerner. Todo sugiere que Humala ha decidido aumentar su capacidad de decisión en el Ejecutivo, con un premier sin otro socio político que Humala mismo.
Lo que se acaba de hacer, pues, es blindar la hoja de ruta, en el sentido de protegerla de las presiones que vienen desde la izquierda. En lo personal Lerner era salomónico: no formaba parte de esas presiones, pero sí era un garante de su legitimidad dentro del gobierno. Pero ahora lo que va a empezar a entrar en el debate no es tanto el papel de la izquierda, sino el del liberalismo político, léase la institucionalidad democrática.
Una primera lección de todo esto es que los líderes de la protesta no lograron empujar al gobierno hacia la izquierda (un propósito que les atribuyeron informes de inteligencia), sino más bien depurarlo de buena parte de sus figuras de izquierda. Todavía lo pueden empujar más hacia la derecha. En este contexto sería lamentable que Toledo rompa su acuerdo con el gobierno, como amenaza hacerlo, un día sí y otro también.
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AVLL afirmó que Toledo quitó apoyo al gobierno por ministerios
El dirigente de Perú Posible Juan Sheput negó esta versión y señaló que fueron integrantes de Gana Perú los que quisieron que la chacana participe en el Gabinete Valdés
Domingo 11 de diciembre de 2011
El escritor y periodista Álvaro Vargas Llosa opinó la noche del domingo que el nuevo Gabinete que encabeza Óscar Valdés Dancuart dará al gobierno humalista mayor orden, coherencia técnica e independencia respecto a grupos ajenos a la labor ejecutiva.
“Creo que básicamente lo que vamos a tener ahora (con el nuevo gabinete) es un mayor orden. El compromiso del presidente (Ollanta) Humala es preservar la democracia, una economía responsable, dentro del mercado y un programa de inclusión social que se ha visto reflejado en el presupuesto con un incremento del gasto social en más del 30%”, sostuvo en declaraciones a “Panorama”.
En ese sentido, señaló que todo aquello que el mandatario prometió en campaña lo está tratando de reflejar en los hechos. “Lo que necesitaba (el gobierno) era un Gabinete que le pudiera dar a todo eso: mayor coherencia técnica, mayor coherencia desde la imagen pública y mayor independencia con respecto a grupos ajenos al gobierno actual”, agregó.
“PERÚ POSIBLE PIDIÓ CUOTA MINISTERIAL”
De otro lado, el escritor indicó que en las últimas 24 horas ha tenido comunicación con el gobierno, por lo que sabe, por fuentes confiables del Ejecutivo, que el ex presidente y líder de Perú Posible, Alejandro Toledo, pidió una cuota en el nuevo Consejo de Ministros.
“El ex presidente Toledo pidió una cuota ministerial, pidió tener una representación en este Gabinete a través de representantes políticos y eso iba en contra del espíritu de este nuevo Consejo de Ministros que quiere o pretende ser mucho más técnico que político”, manifestó.
Además, Vargas Llosa señaló que el Ejecutivo le propuso a Toledo Manrique que le alcance una lista el nombre de los dirigentes de la chacana que podrían ser compatibles “con lo que era la idea básica de este Consejo de Ministros más técnico que político”, pero que el ex mandatario no aceptó, “porque quería tener un papel político”.
Para concluir, consideró que es poco probable que el líder de Perú Posible se convierta en la cabeza de la oposición, “primero porque es un demócrata que no irá en contra de los intereses del país y segundo porque no lo veo haciendo causa común con el fujimontesinismo en el Parlamento ni en la vida política nacional”.
LA RESPUESTA DE PERÚ POSIBLE
En respuesta a las declaraciones de Vargas Llosa, el dirigente de Perú Posible Juan Sheput aseguró que Toledo Manrique no pidió en ningún momento tener ministerios en el nuevo Gabinete y que fueron integrantes de Gana Perú los que insistieron en que participen de esta segunda etapa del gobierno humalista.
“En primer lugar, Álvaro Vargas Llosa indica que está en contacto directo con el gobierno y que Alejandro (Toledo) solicitó una cuota, es natural que él crea en cuentos (…) Es cierto que (el ex mandatario) se reunió con Humala el domingo, pero hay más de un testigo que hasta el último momento Gana Perú ha intentado lograr que Perú Posible participe en este Gabinete, hay 21 testigos de eso (…) Nosotros le dijimos que no”, indicó en “Sin medias tintas”.
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Domingo 11 de diciembre del 2011 -
Hildebrandt: Indulto a Fujimori es probable y casi inminente
El periodista comentó que, con la toma de distancia de Perú Posible del gobierno, es probable que el partido oficialista busque el apoyo de los fujimoristas
Lima. El periodista César Hildebrandt comentó que, con la toma de distancia del partido Perú Posible, liderado por Alejandro Toledo, del gobierno, es probable que el grupo oficialista busque el apoyo de los fujimoristas.
“Con el retiro de Toledo, que es cualitativamente muy importante, el camino de Ollanta Humala probablemente se cruce con el del fujimorismo. Va a necesitar parlamentariamente al fujimorismo”, manifestó a Panorama.
En ese sentido, enfatizó que el indulto al expresidente Alberto Fujimori, preso en la DIROES por delitos de lesa humanidad, es “casi inminente”.
“El indulto a Fujimori es altísimamente probable. Creo que es casi inminente y me parece lógico, porque la deserción virtual de Alejandro Toledo convierte en una necesidad perentoria recomponer esa mayoría congresal”, indicó.
Asimismo, al comentar la designación de los nuevos integrantes del Consejo de Ministros, presidido por Óscar Valdés, expresó su preocupación: “No huelo a democracia, sino a endurecimiento”.
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¿Estado de emergencia o Estado en emergencia?
El presidente es un hombre de tan pocos principios como de palabras.”
The Economist, 8 de diciembre 2011
Cuando el 16 de noviembre el presidente Ollanta Humala dijo “Conga va”, pocos imaginaron que ese grito de guerra terminaría siendo el inicio del fin del gabinete Lerner. Lo más sorprendente, para mí, ha sido comprobar el grado de improvisación en el manejo del Estado y de los conflictos.
Uno pensaría que si el Humala presidente había decidido liquidar al Humala candidato, por lo menos tendría un plan para mitigar los efectos previsiblemente caóticos e indignados de su nueva postura. Uno imaginaría que, por lo menos, tendría que haber sopesado cómo ese mensaje sería recibido por quienes votaron por el Humala de polo rojo. No se necesitaba mucho conocimiento político para saber que sería tomado como una traición.
Humala hizo lo que siempre hacen los políticos: mentir. Y les mintió en su propia casa cuando necesitaba de ellos. Ciertamente hay que reconocer el intento de diálogo propiciado por el salomónico Lerner, bisagra entre las promesas del candidato y las acciones del presidente, y bisagra entre las aspiraciones y exigencias de la izquierda -por primera vez en años empelotada - y la derecha prometiéndole su bendición si se alineaba.
Y es que Humala parece haber tenido desde el comienzo “un sueño” -a lo Martin Luther King (ironía)- de lograr la convivencia armónica del polo rojo y el blanco, del oro y el agua, de la derecha y la izquierda. Recordemos cuando en campaña no le alcanzaban los votos de la “gran transformación”, sacó la Hoja de Ruta del sombrero, “mostró” a garantes y aliados el polo blanco, sin abjurar nunca claramente de la Gran Transformación. Y así pasaron los días en aparente armonía de tendencias extremas en un partido joven e inexperto que ha ido pagando noviciado y con él, todos nosotros.
Pero Conga nos volvió a la cruda realidad. Sin una estrategia que se adelantara a los conflictos, ese estado de convivencia ideal estaba destinado al fracaso. Es imperdonable que un gobierno que se marqueteó como nacionalista no haya tenido muñeca e inteligencia para anticipar el embate y hacer frente a los carroñeros atizadores de descontentos, que no haya priorizado establecer una verdadera comunicación de confianza con esa porción del pueblo que de manera auténtica tiene miedo de perder sus recursos y formas de supervivencia que se han procurado ante un Estado invisible para servirlos; un pueblo que tiene el temor histórico de ser pisoteado una vez más por intereses de los poderosos y de ser otra vez traicionado.
Su pésimo manejo no solo tendrá, me temo, un impacto en Cajamarca, sino que puede ser motivo de afianzamiento de los radicalismos. Si cree que declarando el estado de emergencia los acallará, quiere decir que no ha entendido nada o no le importa nada. Y no porque el caos y la obstrucción del diálogo por parte de los azuzadores tengan justificación, no la tienen, aun cuando sus temores y demandas son absolutamente atendibles, sino porque hay que conocer cómo funcionan esas dinámicas para saber que esto no ha terminado. Y que si bien el Estado debe ejercer su autoridad, tiene que saber hacerlo de tal modo que sus decisiones no enciendan más la pradera.
Conga va, Lerner se ha ido y lo que queda es una gran incógnita que tiene por lo menos dos interpretaciones: o Humala no sabe lo que quiere ni cómo lo quiere, o nos está engañando a todos, derecha, izquierda, centro. Esa incógnita que ha sido su bandera. Recordemos cómo en segunda vuelta la derecha temía lo peor y la izquierda celebraba, mientras en el centro el signo de interrogación se vestía de antiFujimorismo o de antichavismo.
Cuando muchos, como yo misma, nos obligamos a votar en contra de un proyecto político conocido y condenado por corrupción, violación a derechos, robo, asesinatos, etc., y los otros que estaban Seguros que Humala era el delfín de Chávez estaban dispuestos a transar con el nuevo-viejo-Fujimorismo.
Un dato certero que me confirmaba la participación de la gente de Lula con Ollanta, temprano en la campaña, me dejó claro que Ollanta nunca fue chavista, que en el 2006 Chávez era un referente regional sólido que se alzaba como una fuerza continental y que le era útil. Y que cinco años después, un Chávez cada vez más desdibujado y debilitado ya no servía a sus propósitos, más si tenía la fuerza carioca detrás para lograrlo sin ser lulista.
Con el paso de los días, la incógnita empezó a disiparse para la derecha que cada vez se ha visto más complacida, sus miedos aplacados, por la política económica del gobierno. Algo que para la derecha suele justificar cualquier exceso o torpeza. Como por ejemplo la detención de un intransigente actor político como Saavedra o el bloqueo de las cuentas del Gobierno Regional de Cajamarca cuando Lerner se aprestaba a seguir dialogando.
Por favor no olvidemos, señores en el poder, la gran lección del gobierno de Alberto Fujimori: el fin no justifica los medios, es imprescindible actuar dentro de la democracia y respetando procesos y derechos, especialmente desde el Estado y aunque la oposición no lo haga. Porque esa es su responsabilidad principal. De lo contrario todo terminará teniendo una justificación y acabaremos como hace 11 años. Porque la autocracia es igual de mala si es de derecha que si es de izquierda o militar.
Quizás, como dice el psicoanalista Jorge Bruce, el Estado de Emergencia declarado más bien era una declaración de la emergencia que se vive dentro del partido de gobierno, desarticulado, sin estrategia ni homogeneidad en los objetivos. Signo de un confuso liderazgo. Ojalá y este segundo tiempo no solo oxigene la dirección ejecutiva del gobierno sino que defina su línea política.
Que si este gabinete es evidencia de que se ha derechizado o si se está militarizando con un Valdés y Villafuerte tomando posiciones preponderantes en las decisiones de gobierno, estará por verse y de todas formas hay que estar muy alertas. Así como estar alertas a contubernios políticos inaceptables como el que se vocea con el Fujimorismo.
Fujimori delinquió, fue procesado y condenado y debe terminar de cumplir su sentencia. Excepto enfermedad terminal, que no tiene. Ni siquiera tiene Cáncer como les gusta repetir a sus defensores. Así como la amnistía a Artemio y quienes con él se equivocaron en los medios (violentos) para lograr su fin (un Estado más justo), sería una traición a la patria y a la democracia, la excarcelación de Fujimori sin real justificación sería un asesinato a la justicia y al ejemplo de lo que en un país no debe aceptarse jamás.
Lerner menciona en su carta de despedida una nueva etapa de trabajo gubernamental. Ahora será importante que el Presidente dé la cara para explicar qué podemos esperar. Si cada uno de los 250 conflictos sociales nos van a costar un cambio de gabinete, esto no tiene futuro. ¿A dónde vamos, Sr. Presidente? ¿Cómo hará para cohesionar nuevamente al país, para que convivan agua y oro sin sangre en el ojo? Sea claro por una vez para que cesen miedos y especulaciones que solo generan ruido político, incertidumbre y caldo de cultivo para la violencia y el radicalismo. Ojalá The Economist se haya equivocado y tenga luego que pedir perdón por excederse en sus palabras
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¿Por qué se fue Lerner del gabinete de Humala?
Domingo 11 de diciembre del 2011 | 07:01
La desunión entre los ministros era evidente y su salida precipita cambios. Pero existe otro factor: la pugna en el Gobierno entre militares y civiles
La sorpresiva renuncia del presidente del Consejo de Ministros, Salomón Lerner, y su reemplazo por el titular del Interior Óscar Valdés –militar en retiro y exinstructor del presidente Ollanta Humala– solo reveló la amplia desunión en el Gabinete y las graves fracturas entre sus miembros.
Pero las razones de la renuncia de Lerner serían otras. En el Gobierno habría una pugna entre militares y civiles. Los primeros, representados por el asesor Adrián Villafuerte –un coronel en retiro muy cercano al presidente Humala desde 2006– y los civiles, representados por el premier. Incluso se comenta que Villafuerte y Valdés despachaban en paralelo con el mandatario, que terminaban dejándolo sin piso.
En esa lucha, Lerner se vio sobrepasado. Tan es así que, el mensaje a la Nación que el jefe de Estado dio el domingo pasado anunciando la declaración del estado de emergencia en Cajamarca no se lo habían consultado. Como tampoco le informaron sobre la detención del dirigente cajamarquino Wilfredo Saavedra.
Pero eso no fue todo. El jueves, durante la celebración por el Día del Ejército –donde, dicho sea de paso, también estaba Villafuerte– Humala planteó la revisión del voto de los militares, lo cual había sido apoyado por Lerner cuando era presidente de la Asociación Transparencia.
Su desazón se la había confiado a Alejandro Toledo, hace unos días, en una reunión que tuvo en el restaurante miraflorino La Gloria.
LOS CAMBIOS
La renovación del gabinete ministerial, al margen de la salida de Lerner, se veía venir desde hacía semanas. Los posibles desembarcados serían los ministros de Energía y Minas, Carlos Herrera Descalzi, y del Ambiente, Ricardo Giesecke, por sus desatinos en el manejo del conflicto generado en torno al proyecto Minas Conga.
Otros que se irían son Francisco Eguiguren (Justicia), Miguel Caillaux (Agricultura), Susana Baca (Cultura), Kurt Burneo (Producción) y Aída García Naranjo (de la Mujer).
Al viceministro del Interior, Alberto Otárola, se le vocea como posible ministro de Defensa. En Interior asumiría Daniel Lozada, jefe del Gabinete de Asesores de esa cartera. Asimismo, trascendió que Luis Peirano sería el nuevo titular de Cultura.
SIGUE HOJA DE RUTA
Por la noche, luego de conversar con el presidente Humala, el nuevo presidente del Consejo de Ministros, Óscar Valdés, aseguró que no hay ninguna crisis, que el mandatario tiene la facultad de hacer reajustes en el gabinete y que “la hoja de ruta continuará”.
Aseguró que el ministro de Economía, Miguel Castilla, y la ministra de Inclusión, Carolina Trivelli, se quedarán
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