Y ahora la prensa madridista se razga las vestiduras, sennalando q el Real hace mal en obsesionarse, q esa comparacion es mala, yyyyyy... Pero si ellos fueron los q iniciaron ese camino pedregoso y arriesgao, Ellos fueron los q blindaron a Mou y luego pidieron q mejore los modales, Ellos son los q saltan cuando el Barza parece fallar, Ellos son los q justificaron la venida de Mou diciendo q era estado d guerra, ...
El Real asusta a la mayoria de equipos con su futbol fisico, haciendo pressing desde la salida y matando con esas contras donde sus jugadores parecen Ninjas atacando al oponente, ningun equipo en el mundo le hace resistencia, excepto uno, uno al cual ese juego le viene como anillo al dedo. Lo peor de todo para los blancos es q viene cuando el Real mejor jugaba... Y Viene cuando el Real adelanta tras fallo catalan...Ver esa recuperacion animica del rival y verlo q termina mandando en el campo rival es a nivel animico poco menos q destructivo.
Habia sennalado antes del partido q este Real sigue siendo un equipo en formacion, su grupo humano no es veterano de mil batalladas, son mas bien retazos de equipos con Charmed, desde la venida de Mou se han vuelto supercompetitivos, q es lo q habian perdido desde q se fue Delbosque, pero aun siguen en construccion, no saben lo q es afrontar crisis cuando el resultado no acompanna, solo han ganao y ganao, podran ahora con la presion de ver al rival ganando todo?
Gran encrucijada para Mou, xq sus hinchas quierer verlo elaborando y asi no juegan los equipos de Mou, son mas bien fisicos., o aplicados al despliegue tactico, pero no tiene gente como para hacer eso, o para dar el campo a lo dope a rope, como lo hizo en el Barza Inter, el Real x historia y x gente no esta habituado a eso.
Que le queda? Esperar, la liga se gana con paciencia y ganando la mayor cantidad de puntos posibles para no depender de los puntos frente al Barza, y en la Champions esperar a no enfrentarle.
Si la consigna es ganarle en el juego, no es posible, lo del Barza viene de annos y es la base del actual estilo de la seleccion espannola.
Si la consigna es el juego y la elaboracion, pues vean el modelo Barza y transiten x ese camino...y ahí no creo q Mou sea el adecuado. Quiza Bielsa es lo suficientemente tactico como para hacer del Real en el corto plazo una maquina AntiBarza... Pero pedira varias concesiones...Querra Fiore? Me queda claro que mientras siga con esas actitudes Mou habra llegado al maximo nivel de incompetencia frente al Real, me da incluso la impresion que no solo el Real le teme, tambien Mou.,y como que no, si despues de 15 minutos de embistes brutales, los del Barza recuperados de sus errores, siguieron con su elegante parsimonia, con su juego bien elaborado, ante eso Los Madridistas y Mou solo se agarran la cara de impotencia...Esto traera cola. Firmadito desde aqui.
Ciao
Ramon.
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Real Madrid 1 - Barcelona 3
El Barcelona se sobrepuso a un gol de Benzema en el primer minuto. Messi e Iniesta gobernaron el partido. Xavi marcó de rebote y Cesc sentenció de cabeza.
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Juanma Trueba | 11-12-2011 - 07:00
El Barcelona volvió a ganar en el Bernabéu. El Barça interrumpió el mejor momento que se le recuerda al Madrid, a cualquier Madrid. Ni con la carrerilla de un aeropuerto ni con los motores de un avión consigue saltar esta valla. El problema está muy cerca de trascender la pelota para acomodarse en el diván. Hay un complejo que devora al equipo y parte del entrenador. Ha sido él quien ha elegido las armas para combatir al Barcelona. Ha sido él, dueño de todo, quien ha apostado por la fuerza, la presión, por los cuerpos atléticos, polifuncionales e incansables. Pues no basta.
El temor es que una derrota digna nos devuelva otra vez a la edad de piedra y en el próximo duelo Pepe recupere lugar en el mediocampo; la pena será que el madridismo concluya que no existe otra alternativa contra el Barcelona, que se renuncie a la solución del fútbol antes de profundizar en ella, que se acepte la inferioridad.
A quien busque excusas se le ofrecen varias. La primera es que Messi hizo méritos para ser expulsado al final de la primera parte. Borbalán le había mostrado la amarilla por protestar y pudo repetir tarjeta después de una entrada a Xabi Alonso. El árbitro no se atrevió con tanto. El resto de las decisiones son opinables y favorecieron, por tramos, a unos y a otros. La suerte es la otra escapatoria, pero tampoco conduce a ninguna parte.
Origen.
Del primer minuto del partido hace ya un siglo. El gol del Madrid llegó antes de que los futbolistas hubieran terminado de persignarse o encomendarse a Alá. Víctor Valdés equivocó el pase (largo, arriesgadísimo, pecaminoso) y entregó el balón a Di María, que duerme con la bayoneta calada. Lo que sucedió después fue una sucesión rebotes, traspiés y nervios desatados. Despejó Busquets, mal, voleó Özil, peor, y por fin remató Benzema, con la tibia, pero mortalmente. Uno a cero.
El madridismo lo celebró como el guión soñado, casi como un augurio de felicidad. Sin embargo, pasado el primer sofocón, la alegría se moderó y se oyeron las tribulaciones de una afición a la que el Barça imparte lecciones de fatalismo. De la satisfacción del gol se pasó al temor a haberlo marcado demasiado pronto. Ya saben: un gol tan tempranero apenas tiene efecto en quien lo recibe, pues ni se asume la desgracia ni se padece tanto como otro más tardío, con menos tiempo para remontar. El Barça, en cambio, lo tenía todo.
Quizá por esa razón el equipo zarandeado no se sintió ante un drama, sino ante una habitación desordenada. Y Messi la arregló. A los seis minutos robó a Sergio Ramos y encaró a Casillas con aviesas intenciones. Su disparo, colocado como un dardo, lo sacó Iker con las yemas de los dedos.
Es difícil afirmar que fue esa jugada la que igualó el partido. De lo que no hay duda es de que igualó el miedo. A partir de ese momento, el Madrid dejó de disfrutar de las ventajas del anfitrión para encontrarse con los inconvenientes, el ansia, la inquietud. Cristiano las sufrió más que nadie.
Equilibradas las fuerzas, el encuentro nos mostró dos estilos opuestos, dos formas de ser. Si habláramos de maneras de hacer la guerra, nos valdría la comparación con aztecas y conquistadores. Mientras el objetivo de los indígenas no era dar muerte al enemigo, sino capturarlo, el de los españoles era rebajar las huestes rivales con arcabuces y espadazos. El prodigio del Barça es vencer jugando al rescate.
Por momentos, muchos, el plan resulta suicida, angustioso y provocador. El Barcelona se empeña en sacar la pelota jugada en todo momento, hasta cuando no lo recomienda el sentido común, ni los tratados del fútbol o la cardiología, y por ese contagio se explica el fallo de Valdés en el gol.
La hipnosis, sin embargo, surte efecto. Lo hemos visto mil veces. El equipo que observa se convierte en la serpiente que baila al son del faquir, demasiado concentrada e interesada como para atacar al flautista. Así se diluyó la ferocidad del Madrid. Cuando correr deja de ser rentable, se corre cada vez menos. Y se pierde el ritmo, y se extravía la fe.
Alexis empató. El gol fue una ocurrencia de Messi, que tomó el balón y se deshizo de Özil, Alonso y Lass. Surfeando sobre las piernas del francés asistió. Recibido el paquete, el chileno marcó con tino y valentía, perseguido por el aliento de dragón de Pepe.
El Barça sacaba partido de ese orden caótico que resulta indefendible para los soldados con armadura. No hay antídoto para semejante avispero de locos bajitos. Esos tipos no respetan las posiciones, ni las estaturas, ni guardan la mínima prudencia. Se incorporan al ataque cinco, seis, inconscientes, seguros de que no habrá repliegue porque habrá gol, seguros de que no habrá bronca porque hay Guardiola.
Rebote.
Xavi consiguió el segundo por pura fortuna. Chutó desde fuera y la pelota fue desviada letalmente por Marcelo. Casillas no tiene cintura para tanto porque tiene cintura humana y no es muñeco que se pueda colgar del retrovisor. El tercero lo marcó Cesc de cabeza, después de otro movimiento iniciado por Messi, gran asistencia de Alves al segundo palo, magnífica coreografía general.
Quedaban 25 minutos y fueron para pensar, cosa terrible. A los madridistas no les aflige tanto la derrota como los cien años que parece durar la guerra. El barcelonista sigue mecido en un sueño a prueba de cañonazos.
Entretanto, sobre el césped, el Barcelona se quedó conforme con el resultado y el Madrid dejó de jugar contra un equipo para medirse contra un trauma. En ese tramo la figura de Iniesta se engrandeció hasta el infinito. Cada balón que dominó cambio el tiempo del partido para transformarlo en el tiempo de Iniesta. Lento, si es necesario, veloz si toca, elegante siempre. Messi hace sentir al Barça la proximidad del gol, pero Iniesta le hace sentir seguro.
Los equipos se siguieron golpeando, no crean. En forma de ocasiones y en forma de arrimones. Cristiano tuvo el gol de la esperanza, pero cabeceó fuera, inexplicablemente, pues se encontraba solo. Su obsesión le puede. Su deseo de ser protagonista le convierte en secundario ansioso. La cercanía de Messi acentúa la comparación con Salieri.
Ni el mejor Madrid, ni un gran Benzema. Ni siquiera el Bernabéu. El Barcelona agranda su leyenda y alimenta un complejo.
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La distancia que marca Cruyff
Mientras Pep escuchaba al holandés, Mou ya empleaba términos bélicos para definir su concepto del fútbol
El partido ya ha empezado en la imaginación de Milla, que esta noche sería Busquets en el antiguo Barça de Cruyff. "Sí, eres como un guarda urbano", recuerda. "Tienes que pensar hasta sin balón para que nadie se salte los semáforos, pero ahora es más complicado, porque se juega a más velocidad". Por eso, Valdano, que ganó 5-0 al Barça en el Bernabéu, imagina un partido enorme, en el que sólo presenta una duda: "No sé si Guardiola será valiente o muy valiente". Ángel Cappa, sin embargo, no acepta ese debate. En su último libro, tiene una conversación con el técnico catalán en la que apuesta por "equipos anchos y profundos". Y, en su caso, el compromiso es como una religión. Por lo tanto, en el Bernabéu no cambiará. Y si la diferencia entre los estados de ánimo de Madrid y Barça se elige como termómetro, Cappa también la destierra. "Contra el Madrid, el estado de ánimo no se pierde", avisa.
Pero Helguera, que ganó dos Copas de Europa con el Madrid, obedece a una realidad más amable. "El equipo que está más presionado es el Barça". Y Juan José, que fue lateral derecho del Madrid en los ochenta, pide paso a su imaginación. Vuelve al Bernabéu desde su Cádiz natal, donde ya es pensionista con una chapa de titanio en la espalda, y se siente "reflejado en Sergio Ramos cuando juega de lateral". Nada más ver a Messi, recuerda el regate que le hizo Maradona, "que me vino francamente bien, porque a título póstumo siempre se me recordará". Pero se niega a establecer comparaciones entre ayer y hoy. "Antes, se jugaba con un 4-3-3 o un 4-4-2, algo que ahora no hace nadie".
Johan cree que el portugués "es un entrenador de títulos, no de fútbol"
Milla, que es entrenador, vuelve a pensar en Busquets y recuerda que en el Barça de Cruyff el 4' no tenía tanta protección. "Jugábamos con una defensa de tres". En cualquier caso, todo se compensa. "Buenos futbolistas ha habido siempre y los de mi época Bakero, Begiristain, Ferrer...claro que jugarían ahora, pero también es cierto que los jugadores cada vez están más preparados".
De alguna manera Guardiola fue el heredero de Milla en el Barça de Cruyff. "Los buenos entrenadores siempre marcan a los jugadores". Pero, si se habla de Guardiola, Alfonso es capaz de establecer un monólogo. A los 19 años, fue compañero suyo en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Guardiola tenía 21 y no sólo era campeón de Europa. "También era un futbolista especial. Muy meticuloso, sobre todo. Quería que le pasases el balón de una determinada forma". Tenía, en definitiva, esa madurez que disimulaba su edad. Y, seguramente, el Barça sea un reflejo de aquel joven que impresionó a Alfonso en aquella concentración de Cervera de Pisuerga. "Luego, volví a coincidir con él en la selección de Clemente y en el Barça de Cruyff y no había cambiado. En el césped era como en la calle. Un hombre que lo analizaba todo".
Celades, que tras 14 años se retiró del fútbol en Nueva York, habla de una manera de ser. "Tuve compañeros mejores que Guardiola, pero no encontré a nadie que entendiese el fútbol mejor que él". Y eso, no le cabe la menor duda, es la herencia de Cruyff, que jamás aceptaría a Mourinho como discípulo suyo. De hecho, lo ha definido, en sus artículos de prensa, como "entrenador de títulos, no de fútbol". Y ni siquiera lo imagina como "un técnico valiente. Al contrario, es un tipo miedoso, pero listo". Y por ahí radica otra de las incurables diferencias del partido de esta noche. En 1992, cuando Guardiola escuchaba a Cruyff, Mourinho entrenaba al Estrella de Amadora de Portugal y empleaba términos casi bélicos para definir su concepto del fútbol. "En un partido, yo no dudaría en dar una patada a mi padre". Guardiola, sin embargo, bajaba el balón al suelo y, si acaso, escuchaba a Stoichkov decir lo que Mourinho proclamaba a los cuatro vientos: "Soy el peor perdedor del mundo". Pero a nadie más.
"No sé si Guardiola será valiente o muy valiente", comenta Valdano
Fue otra educación. A los 34 años, cuando Mourinho llegó a Barcelona como ayudante traductor de Robson, Cruyff ya había dejado de entrenar. Y esa es la diferencia que plasma su formación y la de Guardiola. Y por eso Valdano sigue preguntándose si "Guardiola será valiente o muy valiente". Una pregunta que, sin embargo, no aceptaría a Mourinho como destinatario. A lo sumo, él habla de Robson que, naturalmente, era otra cosa.
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Real Madrid 1 – 3 Barcelona: Desde la inferioridad
Publicado por Ruben Sanchoel 11/12/2011en Deportes|Ningún comentario
Una vez más, Mourinho, como Cruyff en su época cuando jugaba ante el Madrid, sufrió un ataque de pánico previo al encuentro ante el Barcelona y se dejó llevar por su faceta más conservadora, aquella que le ordena nadar y guardar la ropa, en lugar de nadar en busca de la gloria, lo que lleva, en la mayoría de las ocasiones a morir ahogado con lo que la ropa que guardó ya para poco sirve.
El planteamiento del portugués estuvo en función del control del balón del Barcelona, apostando por las transiciones suicidas, perdón, rápidas, con el objetivo de morder en la yugular a los blaugranas, pero lo que Mourinho no parece comprender es que la velocidad está, en general, reñida con la precisión y la falta de precisión del rival es el principal alimento del Barcelona. Hasta que se demuestre lo contrario al fútbol se juega con balón y si se lo regalas al Barça estás perdido, durante 20 minutos el Madrid le discutió la posesión, no por voluntad propia, sino porque los jugadores blancos estaban precisos en el toque y agresivos en el corte, pero una vez que la efervescencia física empezó a desaparecer el fútbol tomó el mando, y allí el Barcelona fue dueño y señor, por méritos propios y por deméritos de Mourinho.
Se equivocó el portugués en colocar a Lass en el centro del campo y a Coentrao en el lateral. Con el francés junto a Xabi Alonso perdió control de balón y ganó en desorden, bajo la falacia de cubrir más campo, mientras que con Coentrao de lateral derecho condicionó el encuentro ya que Guardiola colocó a Alexis de delantero centro y toda la estrategia previa se vino al traste, el Madrid empezó a perder el balón, el Barcelona a apropiárselo, y el sino del encuentro estaba ya claramente marcado.
Porque, por mucho que nos empeñemos, o se empeñen algunos, no se puede jugar al fútbol a la misma velocidad a la que se roba, hay que saber entender que hay diferentes tempos para momentos distintos. Basta con observar como lo hace el Barcelona para comprender la esencia misma de las velocidades en el fútbol. Los jugadores blaugranas roban al sprint, elaboran a cocción lenta, y vuelven a matar al sprint. El Madrid, sin embargo, ayer se olvidó de la elaboración, eliminando de un plumazo la presencia de Xabi Alonso y Özil, y retroalimentando el sistema digestivo del Barça.
Visto, entonces, que Mourinho ya ha probado todos los sistemas posibles para derrotar al Barcelona desde la inferioridad, habrá que animarle a que el próximo día plantee un encuentro desde la igualdad. Y es que las matemáticas no mienten, si el Barcelona coloca 5 jugadores en el centro del campo (Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc y Alves), más el omnipresente y omnisciente Messi, y el Madrid sólo 2 (Xabi Alonso y Lass), más las apariciones de Di María y Özil, está claro que los culés tendrán el balón y que a los madridistas les costará más circularlo cuando lo tengan. Mourinho no parece querer apostar por esta opción, un centro del campo en rombo con el objetivo de discutirle la posesión del balón al Barcelona. Xabi Alonso, Özil y Sahin de interiores, y Kaká de media punta. ¿Quién tendría más posesión?
Dicho lo cuál, hay que reconocer que, a pesar de la superioridad futbolística del Barcelona, que ya nadie discute, el partido se decidió por pequeños detalles, esos que acaban por determinar los encuentros. Con el 1-0 en el marcador, Cristiano Ronaldo falló una ocasión clamorosa que pudo haber cambiado el sino del encuentro, pero el portugués, esta vez el jugador, vive en un estado de ansiedad permanente cuando se enfrenta a Messi porque sabe de su tremenda inferioridad ante el argentino, quiere revertir la situación, pero intuye que no hay forma. Después, en la segunda mitad, volvió a fallar otra ocasión más clara todavía y algún sector del Bernabeu empezó silbarle de manera injusta, el pobre chico no tiene culpa de no ser más que el segundo mejor jugador del mundo, ¿qué le vamos a hacer? Kaká también pudo haber acortado distancias, pero el balón, el mismo que se coló en la portería de Casillas tras el tiro de Xavi, se marchó, esta vez, fuera.
Y no cabe cargar las tintas contra Ronaldo, porque casi ningún jugador madridista se salvó de la quema. Sólo Ramos, imponente toda la noche, salvo el primer resbalón que le dejó el balón en bandeja a Messi, y Casillas, con alguna parada de calidad, estuvieron a la altura. El resto, superados por los acontecimientos y confundidos por el planteamiento sin balón de su entrenador, rayaron por debajo de sus posibilidades. Cómo muestra la melancolía de Özil, obligado a cerrar atrás y llegar arriba en décimas de segundo, algo que ni puede ni sabe, o la imprecisión de Xabi Alonso, que buscaba en corto hasta que recordaba la consigna del entrenador y golpeaba en largo sin convencimiento y, por tanto, sin precisión.
El Barcelona, por su parte, brilló a buena altura, Xavi e Iniesta estuvieron soberbios en el control del juego, dando una lección de como se puede llegar y cerrar sin exponer el físico al hacerlo con el balón en los pies, y Messi volvió a dar una clase magistral de la búsqueda de los caminos que llegan al gol. Si todos los caminos llevan a Roma, todas las conexiones nerviosas de este chico llevan al gol.
En definitiva, Mourinho volvió a demostrar que se siente inferior al Barcelona y planteó un encuentro desde la presión, muy arriba, eso sí, pero presión sin más, olvidándose del balón y apostando por la jugada mágica en transición, esa que aparece en relación inversa con el cansancio de los futbolistas, y cuando un equipo persigue sombras, como suele hacer el Madrid con el Barcelona, acaba demasiado cansado como para ser preciso.
Sin embargo, la Liga no se decide en estos encuentros, siempre que el Madrid sea capaz de reponerse, claro está, y todavía hay tres supuestos puntos de ventaja que pueden dejar al Madrid como líder y encarando la segunda mitad de la temporada con ventaja. Por lo visto, necesitará cuatro puntos antes de la próxima visita al Nou Camp, a no ser que Mourinho comprenda en la institución en la que se encuentra.
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Josep Guardiola, DT del Barcelona
10 de diciembre de 2011
.1. El manual de Pep
Nueva innovación de Pep Guardiola cuando llega el Clásico ante el Real Madrid. Su capacidad para cambiar un plan establecido le convierte en un privilegiado en el mundo de los banquillos. Innova siempre. Antes y durante el partido. Esta vez colocando a Alexis Sánchez, como falso nueve. Sus diagonales y sus rupturas hicieron mucho daño a la defensa del Real Madrid. Guardiola acertó de nuevo con la posición de Dani Alves, enorme en el juego ofensivo.
.2. Iniesta, diez puntos
No es noticia ya ver un gran partido a Andrés Iniesta. Es lo normal en su vida. Iniesta nunca defrauda y menos ante el Real Madrid. Xavi e Iniesta tuvieron el balón. Y sin mantener ni mucho menos la velocidad de circulación de antaño, aún es explosiva la salida de sus futbolistas. Iniesta es diferente. Acelera y da pausa. En el uno contra uno, cuando se le necesita, desatasca el juego y 'limpia' rivales con autoridad. Diez puntos.
.3. Cristiano Ronaldo, débil
No subió el nivel del equipo cuando más le necesitaba. No participó ni fue determinante. No tuvo gol a pesar de contar con dos ocasiones claras. Pero más allá de la eficacia, Cristiano pasó inadvertido en uno de sus peores actuaciones desde que es jugador del Real Madrid. Se empeñó en lanzar todas las faltas al borde del área, cuando el equipo dispone de otros especialistas como Xabi Alonso. Como es competitivo, en el Real Madrid, saben que se levantará seguro.
.4. Messi, grande
Más favorito que nunca a su nuevo Balón de Oro a final de año, Leo Messi leyó el partido con sobriedad. Encaró, dribló y buscó asociación con todos. Con Xavi, con Iniesta y especialmente con Alexis. Messi abrió la lata con un pase genial al chileno en el empate a uno. Messi fue más 'crack' que nunca.
.5. Fichajes
En la hora del análisis, el Clásico ilustra buena parte del trabajo de todo el año. Pep insistió este verano en los fichajes de Cesc Fábregas y Alexis. Un esfuerzo económico considerable, pero necesario según el rendimiento ofrecido por ambos, justo en el momento necesario. El Clásico sentencia. Alexis y Cesc no sólo vieron puerta, sino que fueron determinantes. En el Real Madrid, sus fichajes no lucieron. Coentrao aportó poco, Sahin sigue lejos de su mejor momento tras su lesión. Varane y Altintop no son futbolistas importantes hasta la fecha.
.6. Iker y Benzema, lo mejor
Karin Benzema le puso ardor guerrero. Tiene calidad el delantero francés que siempre dio la cara. Ha ido a más Benzema, que a pulso se ha ganado un sitio en los grandes momentos. Atento en el 1-0 inicial, presionó y trabajó. Entretanto, Iker Casillas paró lo que pudo. A los 7 minutos, sacó una mano prodigiosa a Messi. Siempre comprometido, Iker tirará del equipo para levantar la moral y seguir luchando por un título, que por números, sigue estando cerca.
.7. Alexis, sorpresa
Elías Figueroa, emblema del fútbol latino en los años 60 y 70, es posiblemente uno de los mejores jugadores de la historia en Chile. Este verano lo tenía claro. Veía triunfar a Alexis en el FC Barcelona. Por su calidad, pero sobre todo por saber leer el fútbol táctico de Pep Guardiola tras su paso por el Udinese en Italia. No todos los extranjeros pueden interpretar el lenguaje Barça. Y Alexis lo ha entendido rápido. Un paso por Italia influye seguro.
.8. Puyol, capitán
No había tenido Carles Puyol actuaciones interesantes este año asediado por las lesiones. Sin embargo, en los días señalados en rojo en el calendario, a Puyol aún le sobran argumentos para fortalecer el ánimo defensivo del FC Barcelona. Ejerció de gran capitán una vez más en el Bernabéu.
.9. La atmósfera Madrid-Barça
El aficionado del Real Madrid encara cada Clásico con el ímpetu y le necesidad de la reconquista. En el Bernabéu, en cambio, al FC Barcelona en los últimos años nunca le tiembla el pulso. El público del Real Madrid aguanta la posesión y el toque azulgrana con resignación, consciente de la enorme dificultad que supone derrotar al FC Barcelona.
10. Cesc Fábregas, bueno
El Bernabéu se le da bien. Dos visitas, dos victorias. Ganó con el Arsenal en su día en la Liga de Campeones con un recital de Thierry Henry. Y ayer, de nuevo, apareció una vez más de cabeza para completar la victoria del FC Barcelona. Cesc juega con amigos y se nota en el campo.
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Poco Xavi Alonso para tanto Barza
Luis Nieto | 11/12/2011
Desactivado Xabi Alonso, se de-sangró el Madrid, cuya cintura de avispa es mal endémico, sostenido en el tiempo sin inquietud por corregirlo. El Barça fue masticándole el terreno poco a poco desde el centro del campo, con futbolistas más creativos que llegadores, con los mejores del mundo en su puesto. Asomó un Iniesta en plenitud, acompañado por Xavi y con el auxilio de Messi y Cesc, y desconectó al Madrid de su entusiasmo inicial primero, del partido después y de su público en la recta final. Pasa desesperantemente a menudo.
Un equipo sin centrocampistas vocacionales ofrece una peligrosa tendencia a partirse en dos. El desfondamiento físico y el anímico acentúan los efectos devastadores. Anoche estuvo mal Xabi y no había ni dentro del campo ni en el banquillo un remedio. A Xabi no le está permitido el margen de error. Un mal día suyo es un derrumbe del Madrid, salvo que en algún momento Sahin diga lo contrario. Y ese momento aún parece lejano. Al lado de Xabi anduvo Lass, que no pasa de recuperador y con el que no tiene química en el juego. Y por delante se abre un frente de delanteros fantásticos, jugadores potentes y con pegada pero que a menudo se ahorran la elaboración. Producir goles ocupa casi todo su tiempo. Haría bien el Madrid en abordar el problema en verano, porque por esa gatera escapa siempre el Barça, incluso cuando se vio al borde del abismo a los 22 segundos.
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A CRISTIANO LE ATACA SU ANSIEDAD
Juan Carlos Rivero | 11/12/2011
Cristiano Ronaldo sintió que el Bernabéu le esperaba y fue víctima de su ansiedad. Interpretó el fútbol con mucha prisa, con poca pausa y menos engaño. Con lo que los defensas del Barcelona le ganaron siempre la partida. El Clásico desactivó al portugués y su equipo lo acabó pagando. Cristiano entró en el partido a ritmo de galope. El Bernabéu empezó jaleándole pero acabó entre murmullos, con los aficionados blancos recriminándole su falta de acierto y su escaso peso en el juego. Es verdad que no se le puede reprochar su entrega, sobre todo cuando tiene el balón, pero el aire individualista con el que se manejó durante todo el partido le alejó de cualquier posibilidad de ser decisivo.
Por no hablar de las faltas. Telemadrid emitió una estadística según la cual no ha marcado en los últimos 21 lanzamientos. No voy a negar que las saca muy bien, pero no es el único que sabe hacerlo en este Madrid. Por ejemplo, Xabi Alonso no tiene nada que envidiarle. Cabe pensar que Cristiano las tira porque el banquillo le bendice. Pero lanzar dos seguidas en menos de un minuto no parece lógico cuando el primer tiro lo has estrellado en la barrera. Y además, no es tu día. Cristiano entró al césped del Bernabéu pensando que sería el hombre del partido, pero lo abandonó cabizbajo y derrotado. A lo mejor era un gran día para poner sus condiciones al servicio del equipo. Sucede que los potentes focos que iluminan su ego no le dejaron.
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Mourinho Exigio Morder
Guillem Balagué | 11/12/2011
Mourinho exigió morder desde el principio porque sabe que al Barça le cuesta aterrizar en los partidos grandes: ocurrió en el 2-6 (marcó el Madrid primero) y también en las finales de la Champions, donde el Manchester United pudo marcar primero. El problema viene después. Con todo un mundo por delante, el Barcelona se fue encontrando. Pero no lo hizo en principio a partir de su juego posicional, sino de Messi. El argentino esperó a que sus compañeros se fueran imponiendo, pero como no ocurría, dijo: "Esto lo soluciono yo". Ante eso, se puede hacer poquito.
Al Barça le costó entrar en juego porque tiene un par de futbolistas que se han perdido las lecciones magistrales de Pep de los últimos años y les cuesta ver el cuadrado en el que deben estar. Y a partir de ahí, el Barcelona creó superioridad en casi todas partes, mientras el Madrid intentaba detener el avance con sólo dos pivotes y salir a la contra. Tener a tres ahí no es una táctica defensiva, es la única solución para igualar la esencia blaugrana. Al final, ¿no es lo mismo contraatacar con dos que con tres en el mediocentro?
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Barcelona 3 | El análisis
Iniesta y Cesc desactivaron al Madrid
Messi derribó el muro de Lass y Xabi cuando se lo propuso
Pedro P. San Martín | 11/12/2011
Messi recibió en su campo, encaró en eslalon dejando en el camino a Lass, Ramos y Xabi, para ceder el 1-1. Nadie pudo frenarlo.
La medular azulgrana fue creciendo apropiándose del partido. Lass sucumbió; Xabi no pudo con Iniesta, Cesc y Xavi.
Mourinho hizo un retoque a medias: Lass en la medular con Xabi Alonso, y Coentrao al lateral derecho. No apostó por el trivote puro, pensando que con Lass y dos buenos centrales podría desconectar el centro del campo del Barça dejando sin balones a Messi y Alexis No progresó la idea. Poco a poco, como se extiende una capa de aceite, Iniesta y Cesc sobre todo, más Xavi a ráfagas se fueron apropiando del partido. Empezaron a maquinar sobre el minuto 20 y alcanzaron su máximo rendimiento en el 1-3. El Madrid estaba para entonces desarbolado. Cesc dio sólo 8 pases malos de 55; Iniesta, 10 malos de 63, y ¡13 desbordes! Ni Lass (27 pases totales, 9 recuperaciones), ni Khedira, ni nadie podían con su fútbol trenzado, pausado y después eléctrico cuando caía el balón en pies de Messi y Alexis.
1-1: Previsible
Messi, otra vez, se movió con una soltura endiablada y fabricó el gol del empate derribando el muro blanco. Mourinho no ganó en la pizarra.
Batalla ganada
Mourinho felicitó a Tito Vilanova nada más acabar el partido. El técnico portugués tuvo un bonito detalle con el segundo entrenador del Barcelona
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Madrid 1 - Barcelona 3 | La contracrónica
Triunfo del rostro pálido
El Barça remontó y lo hizo con sus mejores armas. Fue tan fulminante su trabajo que parecía más una revindicación de Víctor Valdés, el héroe caído, que un triunfo en la Liga. El triunfador tiene el rostro pálido y es el primero de la clase.
Juan Cruz | 11/12/2011
El primero de la clase. Iniesta es el primero de la clase. Su partido de anoche es una excepcional muestra de lo que puede hacer la humildad en el cuerpo de un genio. Sus maniobras fueron exquisitas, siempre al borde de la genialidad útil; verle jugar es ver jugar a un maestro mayor de un deporte que vive, tan solo, para ayudar a los otros. Su juego fue veloz, algo que no parece ir con su manera de ser; pero la manera de ser de Iniesta ha terminado siendo gemela de la manera de ser del Barça.
Y Xavi, claro. Iniesta es el rostro pálido del Barça; de todos los futbolistas que aparecen en la tele, Iniesta es el primero que resalta, pues es tan blanco como las rayas del campo. ¿Y Xavi? Hay algo en Xavi que llama mucho la atención: ¿cómo mantiene el equilibrio?, ¿qué le hace sobreponerse al contrario, ignorándolo incluso, para convertirlo en seguida en su pasado? Xavi hace que el otro sea el pasado, lo sobrepasa en seguida, y mira hacia adelante. Tuvo la fortuna de un gol inesperado, pero es que él siempre está buscando, como Picasso. Las casualidades lo hallan trabajando. Y tiene al final la recompensa.
Valdés está reivindicado. El Barça ganó, me parece, porque cultiva un fútbol que nace de una convición, jugar al fútbol. La pasión maniática de Pep, que cree que los futbolistas, incluido el portero, tienen que sacar adelante la pelota jugada, es un contagio difícil de superar para cada uno de los jugadores del Barça, que comulgan de manera suicida con esa idea. Y ayer Valdés se pasó de listo; Benzema estaba allí, y hundió al portero azulgrana en una miseria contra la que empezaron a jugar, en seguida, sus compañeros. El triunfo del Barça es un brindis a Valdés. Él les suele sacar las castañas del fuego; en el fuego de ayer, él hizo lo posible por revindicarse. Esa parada, casi al final, fue su señal. Ganó el Barça, y ganó Valdés. Lo necesitaba ayer más que nunca.
Los otros. El Real Madrid tuvo una salida fulgurante; detrás, las estadísticas. Las estadísticas (lo decía Pep anteayer) sólo sirven de espejismo para los que creen que el fútbol se juega antes de salir al campo. Como para echar a Franco (algo que querían unos estudiantes de los años 60) había que seguir unos trámites (eso les dijo el rector a los alumnos), para decidir quién ha ganado hay que jugar el partido. Y el minuto uno no es el minuto 89; así que desde aquel gol fresco de Benzema hasta el final podían jugar más los futbolsitas (unos y otros) que las estadísticas. El mal resultado del Madrid es una lección para los que hacen que las estadísticas jueguen antes de tiempo. Es que no actúan, sencillamente.
El factor Mourinho. Era esperado tanto como el partido. ¿Qué hará Mourinho? Creo, y lo digo con esperanza, que ayer acabó una etapa de crispación que no le ha venido bien al fútbol. Su espera para saludar a Guardiola, el gesto que luego tuvo con Vilanova, cuando el encuentro estaba casi vencido, clausura un momento, demasiado largo, de crispación. Después del primer gesto, y hasta el último, jugaron los futbolistas. Déjenme decir, de nuevo, que quien habló mejor fue ese chico de rostro pálido que nació en Fuentalbilla y que es uno de los mejores tipos que han pisado un campo de fútbol.
El porvenir. El Madrid tiene ahora ante sí una disyuntiva: la solución a esa pregunta que le abre el partido de anoche es que deje de pensar en el Barça. El Barça es de otro mundo. Si el Madrid considera que ha de superarlo, tiene que empezar a jugar como si el Barça no existiera. Hasta que se lo encuentre de nuevo. Por mucho que haga el Madrid, en algún momento, en algún sitio, se encontrará con Iniesta. O con Xavi.
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Barcelona vence 3-1 al Real Madrid en el Bernabéu
Foto: AP
Reducir Normal Aumentar Imprimir El "atrevimiento" con el que el portugués Jose Mourinho, al margen del guión que hizo suyo el curso pasado, no fructificó las expectativas de su equipo en el clásico, del que volvió a salir reforzado el Barcelona y su técnico, Pep Guardiola.
Ni a pesar de contar con un gol de ventaja, envuelto en un error de Víctor Valdés en la primera jugada, fue capaz de alentar el panorama del Real Madrid en los partidos de peso que entabla contra su máximo adversario. Una situación que se le enquista a Mourinho, que optó por dejar al margen el conservardurismo que manejó el curso anterior.
Mourinho decidió salir con todo. Mantener la apuesta que le ha hecho intratable en lo que va de ejercicio. Especialmente en el Bernabeu. El 4-3-3 con el que amenazó Aitor Karanka en la previa fue ficticio.
Esa amenaza hizo especular con la suplencia del alemán Mesut Ozil, al final en el once inicial. Demostró su debilidad por el francés Lass Diarra, al que adentró en el centro del campo en lugar de Sami Khedira y por su compatriota Fabio Coentrao, al que, a pesar de su condición de zurdo, situó como lateral derecho, en detrimento de Álvaro Arbeloa, acomodado entre los suplentes.
No engañó a nadie con la puesta en escena del francés Karim Benzema como nueve. Gonzalo Higuaín quedó en la reserva.
Empezó fuerte el Madrid. Con una presión intensa que le propinó con el gol inicial y meter, al principio, en algunas dudas a los azulgrana. La intensidad se diluyó con el paso del tiempo. Entre el gasto y el orden azulgrana.
Guardiola fue fiel a su estilo. Renunció a la defensa de tres. Un riesgo excesivo en el Bernabeu. Pero tiró de él enseguida. Al minuto dos. En cuanto el Real Madrid se puso por delante en el marcador. Entonces adelantó a Dani Alves, convertido en un centrocampista más, y dejó a Puyol, Piqué y Abidal.
La sorpresa fue la suplencia de David Villa. Una declaración de intenciones respecto al asturiano. Al margen del protagonismo en el primer gran partido del curso. Guardiola volvió a apostar por el chileno Alexis Sánchez. En racha el sudamericano, que amplió en el recinto madridista.
Todo la inversión económica azulgrana estuvo puesto en el césped blanco. Cesc Fábregas y Alexis. Toda la apuesta. Pep Guardiola, que sumó su tercera victoria en el estadio Santiago Bernabeu en Liga, de cuatro visitas, reubicó la zaga en cuanto se puso por delante.
No le hizo falta mover excesivas fichas. Atrasó a Sergio Busquets y Puyol quedó como un lateral nato.
El sistema se le atasca al Real Madrid como condiciona al resto de equipos, incapaces de hacer frente a la puesta en escena azulgrana. El conjunto blanco acaba desquiciado ante su adversario. Por detrás del balón. Impotente al sometimiento barcelonista. La escasa renta que araña es sólo fruto del tesón.
Guardiola amplió su hegemonía en el Bernabeu, donde no conoce la derrota. Mourinho acentúa su resignación ante su colega, al que sólo ha superado en dos encuentros, uno con el Real Madrid, en la final de Copa. La otra, más lejana, fue en la semifinal de la Liga de Campeones con el Inter. Eran tiempos mejores para el portugués, que sigue sin dar con la tecla.
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