sábado, 14 de enero de 2012

Cruyff jodio en el 74 y el 78???

El titular vende y es hiperjodido, peeeero, no lo se, muchas estrellas no significan Ir al mundial, L0 demostro Peru cuando con sus estrellas no fue al mundial del 58 claro que La seleccion a eliminar fue Brazil de Pele y Garrincha, otra es la duda si las estrella Negro el Once, Benitez, Seminario Loayza, etc, etc que la rompian afuera llegaban a jugar la eliminatoria luego del 62 con Peru., como siempre es mejor quien no juega.

Lo mismo se puede decir de Pele en el 74, en el sentido que no quizo ir a jugar ese mundial estando en un esplendido nivel, o lo mismo se puede decir de Maradona, hecho a Fillol, el Pelao Diaz y a Passarella y probablemente le hubiesen hecho falta en el 90.

Estas cosas son super relativas, Peru tuvo en su momento a Farfan, Mendoza, Pizarro, Solano, Vargas, Chorri, y nada de nada eh! La convivencia es vital para hacer grupos fuertes. Pele tenia en su libro entre 10 a 14 jugadores de 1er nivel que nunca llegaban a Brazil, pues los que fueron eran irremplazables para el grupo, aceptando que algun crack se habria quedado fuera.

Otros dos ejemplos son Romario en el 98, donde Zagallo no lo espera. Quien sabe si era vital en esa final frente a Francia. Otro Crack que no estuvo, podria haber sido Kubala, En el 54, Walter Gomez en el 50, Y la misma generacion de la Maquina en el 50, con un Distefano jovencito y luego la generacion de los carasucias de Breña donde Sivori falta a la justa con Argentina en el 58.

Por eso digo que es bien relativo todo ese rollo, Siempre quedara en el tintero el que Cruyff que era una persona demasiado dificil con valores y pareceres demasiado arraigados, no era mala persona, pero si demasiado seguro de si mismo, por ello a veces su parecido con Mourinho en las formas mas que en el fondo. Su caracter de ideologo del nuevo paradigma del futbol es innegable, asi como Rinus fue su mentor El lo es del Pep.

Ciao

Ramon





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http://www.futbolwins.com/pudo-johan-cruyff-haberle-costado-a-holanda-dos-copas-del-mundo/

Pudo haberle costado dos copas del mundo a Holanda?

Holanda es bien conocida por su ofensivo y atractivo estilo de juego en los últimos 40 años. Una de las cabezas visibles de esta filosofía fue Johan Cruyff, el elegante extremo-cerebro-rematador del Ajax, quien además de todo esto, era un jugador con una capacidad de liderazgo indiscutible. Sin duda, tener a Cruyff en el equipo nacional fue una bendición para Rinus Michels.

¿O quizá no tanto? La presencia de Cruyff, y sobre todo el poder que amasaba en la sombra, le costaron caro a Holanda. Para ser más exactos, y desde un punto de vista estrictamente personal, ¡Dos Copas del Mundo! Se puede decir que, en el campo, Cruyff era una de las mejores cosas que le podían pasar a un entrenador, pero fuera de él, el Maestro Holandés era todo lo contrario.




Jan van Beveren, el genial portero del PSV, era un hombre al que la afición adoraba. Un auténtico mago, capaz de hacer auténticos trucos dignos de David Copperfield entre los palos. El mejor portero que ha tenido Holanda de largo, lo cual es una buena referencia cuando sacamos a colación los nombres de otros grandes como Hans Van Breukelen y Edwin Van der Sar.

Pero Cruyff y Van Beveren no se tragaban. Se odiaban, y esto trajo dramáticas consecuencias. Fueron enemigos desde el primer día. El alto y ágil Van Beveren se oponía radicalmente a todos los privilegios que tenía Cruyff dentro de la selección: desde llegar tarde a los entrenamientos hasta el poder renunciar a jugar por compromisos publicitarios, pasando por fumar en el vestuario.

El problema, como muy comúnmente ha ocurrido en el seno de la Oranje posteriormente, era el dinero. Van Beveren nunca se cortó de hacer frente a los ricos jugadores del Ajax. En cierto modo, el guardameta del PSV era la voz de los demás jugadores del vestuario holandés. Todos estaban en el mismo barco, cada uno tenía que hacer bien su trabajo para lograr el éxito colectivo, por lo que, obviamente, todos debían tener los mismos derechos y deberes. Todos debían ser iguales.

¿Todos? Obviamente no. Cruyff era igual a todos, pero siempre “un poquito más igual”. Ello, unido al apoyo que le daban los numerosos compañeros y amigos del Ajax (Rep, Keizer, Hulshoff, Suurbier, Krol, Muhren, etc…), le otorgaba una cuota de libertad y poder que no podía ser contrarrestada por ningún otro hombre.

Cuando Van Beveren se lesionó gravemente en 1973, Cruyff vio rápidamente la posibilidad de eliminar a ese otro polo de poder que amenazaba su liderazgo único. El Flaco, utilizó su enorme influencia para situar a su amigo, el veterano portero del DWS Amsterdam Jan Jongbloed como guardameta titular de cara a Alemania’74. Jongbloed era un mediocre. No hay otra palabra que lo defina mejor. Hasta el momento, solo había jugado una vez con la selección, en 1962 y entrando como suplente del guardameta del Feyenoord Pieters-Graafland. Se encontró con una oportunidad que jamás había soñado, y obviamente, aceptó de buen grado estar a la sombra de Cruyff. Una sombra de la que Van Beveren quería salir, ganando el título mundial, y mostrando al mundo lo grandísimo portero que era.

Con Cruyff y Van Beveren en el equipo, habría que ver quien sería considerado la mayor estrella del equipo. Obviamente, Cruyff llevaba todas las de ganar: era el mejor jugador del mundo en discusión con Beckenbauer, había ganado títulos europeos y era muy famoso fuera de Holanda. Aún así, Cruyff no podía aceptar a otro superman jugando a su lado, y de ahí su presión sobre Michels para que seleccionase a Jongbloed.

De todos modos, Van Beveren aún pudo llegar a jugar el mundial, ya que se recuperó de su lesión en mayo, un mes antes del comienzo del campeonato. Necesitaba una o dos semanas para recuperar la forma, pero Michels le obligó a jugar un amistoso intrascendente contra el Hamburgo, o en caso contrario, quedarse en casa. Otros jugadores, también dudosos por su estado físico, tuvieron la oportunidad de probarse una semana antes del Mundial. El guardameta del PSV no, a pesar de que habría estado en plena forma para el primer partido contra Uruguay. El resto, como comúnmente se dice, es historia. Holanda perdió el título, recibiendo dos goles cuanto menos evitables.

Entre 1974 y 1978, Cruyff consiguió mantener a su gran rival fuera del equipo. Enfadado tras lo ocurrido antes del Mundial, Van Beveren renunció a la selección en 1975, justo cuando estaba en su mejor forma, pero regresó poco después. Aún así, llegó a ir convocado, solo para ser suplente de tres porteros diferentes, todos netamente inferiores a él: el amigo de Cruyff, Jan Jongbloed, su portero en el Ajax, Henk Stuy y otro favorito de Cruyff, Pieter Schjrivers.

Cuando Van Beveren le preguntó a Jan Zwartkruijs (el entrenador de porteros de la selección), por qué lo llamaban si estaba claro que no iba a jugar, este le contestó:” Jan, no te enfades. Me manipulan. No tengo otra opción”. Cruyff había amenazado con no jugar con Holanda nunca más si Van Beveren estaba en el equipo. Y, obviamente, la afición no perdonaría al entrenador que dejase a Cruyff abandonar el equipo. Van Beveren, cansado del asunto, renunció a la selección con 32 partidos como internacional. Fue en 1977, y el mejor portero del mundo (en competencia con Zoff y Maier), tenía solo 29 años.

Jan van Beveren fue un enorme guardameta, pero jamás será reconocido como tal porque internacionalmente, no tuvo jamás una aparición en el Mundial o la Eurocopa. Y obviamente, no era miembro del clan del Ajax que tanta celebridad acumuló a inicios de los 70. Ni siquiera del Feyenoord, que contaba con grandes jugadores como Wim Van Hanegem, Rinus Israel, el veterano guardameta Pieters Graafland o el genial extremo Coen Moulijn, otro de los desplazados por Cruyff. Su mayor logro fue llevar al PSV a la final de la UEFA con una serie de grandes partidos. En el PSV solo tenía a los jóvenes gemelos Van der Kerkhof y el defensor Poortvliet, que asumirían su cuota de poder con la salida de Cruyff, siendo piezas clave en el equipo holandés que fue subcampeón en Argentina’78.

En ese equipo del PSV también estaba la otra pata del banco en toda esta historia. El cañonero Willy Van der Kuijlen, el mayor goleador de la historia del fútbol holandés. Aún hoy, el máximo realizador histórico de la Primera División de los Países Bajos, un jugador con un disparo de media y larga distancia tremebundo. EL (así en mayúsculas), delantero titular de Holanda. El hombre que debía haber sido la punta de lanza del Fútbol Total, pero que, como Van Beveren fue rechazado por su enemistad con Cruyff. Si el del PSV hubiese estado en la Copa del Mundo, Michels no tendría que romperse la cabeza poniendo a Cruyff de delantero centro, ni moviendo hacia el centro del área a los extremos Keizer, Rep y Rensenbrink, sino que estos cuatro fenómenos le servirían balones al artillero legítimo del equipo.


Por si esto fuera poco, también otro extremo genial, el veterano Coen Moulijn del Feyenoord perdió su puesto ante el empuje del 14 del Ajax. Hubiese sido sin duda un suplente de lujo, que completaría la mejor batería de jugadores de banda de todos los tiempos. Su ausencia del seleccionado fue otro de los motivos de la división interna del vestuario Oranje. Van Hanegem, la estrella del Feyenoord, tampoco soportaba seguir las órdenes de Cruyff, más cuando estas habían supuesto que su capitán, Moulijn no disputase el Mundial, o que el mejor líbero holandés, su compañero Israel, chupase banquillo a favor de jugadores del Ajax que ni siquiera jugaban en su posición.

El caso es que, analizando a los dos finalistas del Mundial, vemos lo grave de la conducta de Cruyff. Mientras Alemania contaba con uno de los mejores porteros del mundo, Maier, Holanda, que podría haberle contrapuesto a Van Beveren contaba con el mediocre Jongbloed.

Al líbero de clase mundial Beckenbauer, Holanda contraponía al lateral reconvertido Suurbier, cuando tenía en el banco a otro líbero de lujo, Israel, quien era considerado de los mejores del mundo, junto al propio Beckenbauer, el brasileño Luiz Pereira o el austríaco Krieger.

Mientras Alemania usaba como cerebro a Overath (con el lujo de Netzer en el banquillo, pudiendo rotar en cualquier momento), Holanda lo igualaba con Van Hanegem, pero también lo obligaba a trabajar en defensa, lo cual acababa por agotar al jugador del Feyenoord. Para estas labores, los alemanes usaban a Bonhof, mediocentro específico, y a dos jugadores con recorrido como Hoeness y Breitner, mientras los naranjas solo tenían a Neeskens.
Cruyff, que bien podría haber sido el segundo cerebro holandés prefería jugar en la banda (o donde fuese), mientras los alemanes utilizaban extremos clásicos que suministraban balones de gol a su gran goleador Müller, plaza que en Holanda debería haber ocupado Van der Kuijlen, pero que, como vimos, estaba vacante y en la que rotaban diferentes jugadores.

Y ahora hablemos de los goles. Dada la categoría de Van Beveren, sin duda hubiese parado ese flojo tiro de Müller que supuso el 2-1. O al menos habría estado muy cerca de ello. Y quizá hubiese tenido ocasión de parar el penalty de Breitner, ya que esta era su especialidad. Y obviamente, dudo que esos churros que fueron los goles de Kempes y Bertoni en 1978 hubiesen llegado a buen fin con él defendiendo el marco holandés.

Con Van Beveren y los demás excluidos, quizá Holanda fuese ahora mismo el campeón de 1974 y 1978 (al menos habría presentado mejores credenciales aún). Cruyff también quiso ser campeón del mundo, pero sólo si era la única estrella. Y el tiempo demostró que eso no era suficiente.

Escrito por der kaiser

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Oro PAra unos Eternidad para otros
El 7 de Julio del 74’ sirve como referencia histórica para la mejor final de la historia de las copas mundiales de fútbol. Alemania y Holanda, el anfitrión y la selección que tenía como base al club dominador de Europa en aquel momento, fueron, por lejos, quizá sólo acompañados por Polonia, que sería tercera, los mejores equipos del campeonato. Además, contaban en sus filas con los que, a la postre, son considerados como los dos mejores futbolistas de su generación: Johan Cruyff y Franz Beckenbauer.

Holanda salió, como en todo el campeonato, con su 4-3-3, y es un decir porque luego se organizaban como querían alrededor de Cruyff y el balón, conformado por Suurbier, Haan, Rijsbergen y Krol en la zaga, Van Hanegem, Jansen y Neskeens en el medio, y Rensenbrik, Rep y Cruyff arriba. Por su lado, Alemania, que sí tuvo cambios a lo largo del torneo, como ya se ha expuesto en artículos anteriores, presentó su falso 4-3-3 con Beckenbauer, Schwarzenbeck, Vogts y Breitner en el fondo, Bonhof, Overath y Hoeness en el mediocampo, Grabowski y Hoelzenbein en las bandas, y Gerd Müller en punta. Dos constelaciones de estrellas enfrentadas en el partido más exigente.

Y exigente no sólo por el hecho de ser la final de la Copadel Mundo, con lo que eso implica a nivel psicológico y emocional, sino porque ambos equipos ofrecieron dosis de fútbol y de exigencia intelectual difíciles de hallar en contextos similares. No tardaron ni un minuto. Desde el pitido inicial, los agresivos tulipanes decidieron mostrar su cara más conservadora, en ambas transiciones, en parte por propia convicción, en parte por la propuesta alemana de negarles ventajas en la salida desde atrás, y, claro está, la presencia de Franz Beckenbauer en la transición ofensiva germana. Cuarenta segundos después del inicio del partido, Holanda ya se había encontrado con un problema que no estaban siendo capaces de solucionar: Alemania los defendía en todo el campo y no les daba pie a una salida limpia. La solución, como siempre, la propuso Johan Cruyff que abandonó su posición como referencia central del ataque para acudir a la base de la jugada, generando una ventaja posicional y numérica para su equipo, que les permitió dar un primer pase seguro e invadir territorio alemán con tranquilidad y asiduidad. La jugada se repetiría a lo largo de todo el primer tiempo y, en su primera aparición, fue la causa del primer gol del partido tras la estupenda y famosa cabalgada de Cruyff hasta el área que desembocó en el penalty que Neskeens se encargó de transformar en ventaja.

A pesar del 1-0 en el marcador, Alemania no se descontroló y siguió jugando como si nada hubiese pasado. El discurso fuerte del partido estaba en la base de la jugada de ambos equipos. Mientras Alemania defendía el primer pase holandés con fiereza, obligando siempre a Cruyff a salir de su posición de referencia para ir a sumar en la salida, y generar un primer pase limpio, Holanda tomó dos formas distintas de defender la salida alemana dependiendo de quien la ejecutase. Si los locales decidían salir por las bandas, indiferentemente de si era por izquierda o por derecha, Holanda iba y presionaba arriba, pero, si por el contrario, la salida Alemana era por el medio, y así fue la mayoría de las veces, los de Michels empezaban a defender, en el mejor de los casos, en la línea divisoria. El mecanismo de salida alemán daba pie a que su rival perdiera referencias posicionales, además del respeto que imponía Franz Beckenbauer, por lo que esa decisión era acertada. Alemania vaciaba el mediocentro -que teóricamente era Bonhof- todo el tiempo, y esa zona quedaba muerta. Overath, el interior derecho con alma de mediocentro, y Beckenbauer, se repartían el espacio a placer en la salida y, desde su excelente sentido del pase y la pausa, superaban constantemente la transición defensiva holandesa. Si los tulipanes iban a presionar, eran superados, y si esperaban, desde el “free running” alemán, Hoeness siempre encontraba espacio para recepcionar, girarse y pasar. El objetivo local de “saltarse” la transición defensiva holandesa, y lograr fases ofensivas largas, se cumplía y, aunque aún no pisaban área, exigían un esfuerzo intelectual, técnico y físico al que sus rivales no se habían enfrentado en todo el campeonato.

Por su parte, Holanda sólo encontraba ventajas en transición ofensiva desde el movimiento de Cruyff hacia la base y desde su conducción. Alemania defendía en todo el campo, cerraba líneas de pase sobre los interiores y no regalaba un espacio en banda. Los extremos abren el campo, sí, pero nunca reciben en posición ventajosa para el 1 vs 1, y, además, sufren la falta de una referencia en el medio pues los obliga a decidir si llenar el espacio o abrir el campo. Neskeens llena tímidamente el espacio del 9, pero el partido exige su presencia en la mitad. Sin 9, exigidos futbolísticamente a crear nuevas líneas de pase constantemente y con el problema de los extremos, Holanda poco a poco pierde dominio del partido. No logran ser profundos, y las pocas veces que logran llevar el balón al área, la técnica defensiva alemana se sobrepone. Los de Schön recuperan cada vez más fácil y su transición ofensiva desactiva la presión ‘Oranje’, provocando una fase defensiva constante, a la que no están acostumbrados, y en la que a medida que pasa el tiempo van cediendo en concentración e intensidad. Reflejo de ello es la jugada del penalty de Jansen -superadísimo por el partido-, en la que Overath desactiva la presión, manda un pase a Hoelzenbein, quién con todo el espacio del mundo para el 1 vs 1 se mete al área y derribado. Breitner, que también sería un generador constante de ventajas desde su centrocampismo, anotaría el gol del empate.

A partir de ahí, los alemanes pasarían a dominar el partido, siendo esos veinte minutos finales los únicos en los que ‘La naranja mecánica’ sería realmente superada durante el mundial. El empate transmitió confianza a los locales, que se agarraron con más fuerza de su discurso y empezaron a ser más agresivos aún en la transición ofensiva, a posicionarse en fase ofensiva con aún más claridad e instalaron la duda en los hombres de Michels, que no encontraban solución a todos los problemas que les planteaba su rival. Los espacios que, normalmente, son del mediocentro y del ‘10’, eran desocupados por los alemanes, pero activados todo el tiempo. La falta de referencia en esas zonas confundía todavía más a los visitantes, que no sabían a quién presionar y en qué zonas. El gol de Müller llegaría en una de esas acciones, en la única que tuvo ‘Der Bomber’ en todo el partido.

No obstante, el genio de Michels entraría a pesar en el partido. La entrada de Van Der Kerkhof en lugar del superado Rensenbrik tenía un objetivo: Lograr amplitud y profundidad. Para ello, además, Michels se la jugaría a despoblar el mediocampo, pasando del 4-3-3 inicial a una especie de 4-2-4. Van Der Kerkhof, quién no era un extremo natural, abriría, normalmente, por banda izquierda, bien pegado a la cal y en la línea de la zaga alemana. El jugador del PSV era un futbolista dotado de pausa, capaz de sumar en un contexto de fútbol asociativo, y bastante obediente a nivel táctico. Su inclusión como extremo permitía sumar una opción de pase más al sistema holandés, y abrir de manera mucho menos exigente el campo. Van Hanegem y uno de los dos interiores, en principio Jansen, por ser el menos dotado para el fútbol de posesión, y por su agresividad, llenarían de forma fija el espacio que dejaba Cruyff en el medio del frente ofensivo. Ese cambio táctico dotó a los visitantes de los dos factores que extrañaron en la primera mitad y, aunque la mitad era menos numerosa, su transición ofensiva comenzó a ser muchísimo más potente, comenzaron a tener más espacios en la mitad y, poco a poco, a meter a los alemanes dentro de su área, desactivando su transición ofensiva y consiguiendo el dominio posicional que habían exhibido durante toda la Copa.



Con ambas transiciones nuevamente funcionando con normalidad, Holanda dominó tal y como ya se había acostumbrado. Desde el dominio posicional en transición defensiva, producto de una transición ofensiva potente, amplia y profunda. Con el paso del tiempo los alemanes aculaban más y más, y sus opciones de contragolpear se limitaban a ninguna. El partido había desembocado en situaciones donde el último hombre holandés se posicionaba a ¡35! Metros de la portería local. Ni siquiera la lesión de Rijsbergen alimentó la confianza teutona que veía como minuto a minuto su rival se posicionaba en su área y creaba una ocasión de gol. La figura de Cruyff, tanto como 9 bajando balones como de lanzador en el mediocampo, se alzó sobre todos menos sobre la heroica y felina figura de Sepp Maier. El portero del Bayern Munich y la selección alemana se encargó, una y otra vez, de ahogar grito tras grito de gol holandés.

Artículo creado por @Kundera10, autor de Fútbol de Centrojás
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1974 (II): El apogeo del ‘totaalvoetbal’

Asumir esta condición del juego denominada como ‘totaalvoetbal’ por la ‘oranje’ en ese año de 1974, amor hacia la arquitectura global de un colectivo dónde no existen las referencias fijas sino que los conceptos de zona, flexibilidad o permutas coexisten con activos futbolísticos de alto orden mundial en lo táctico, técnico y físico. “El general” para imponer la rigidez de vestuario sobre un conjunto de individualidades que asumían la fluidez como método y formaban parte del legado más notable sobre la historia de este deporte por parte de Rinus Michels, quién difundió aquello de ‘Fútbol Total’.

“Siempre he dicho que lo más importante son los jugadores. En el 74 me rodee de buenos jugadores, de los que yo ya conocía a la mayoría por haber trabajado juntos en el Ajax. Tenía un plan, un esquema, e intente buscar los jugadores que se adaptaran mejor. Trabajé con ellos durante tres meses, traté de motivarlos e inculcarles la forma básica del funcionamiento de equipo, basada en el concepto de ocupar toda la cancha, ganándole la pelota al rival lo más cerca de su arco, y producir luego el ataque con los hombres necesarios sin distinción del número de camiseta, y lógicamente, haciendo los relevos correspondientes. Lo bueno fue que los jugadores lo entendieron, se convencieron, y se dieron los resultados. Ustedes, los periodistas, después lo definieron como “futbol total”.

Rinus Michels

El particular método sobre lo “desconocido” para el gran público y elegir el escenario alemán para dar eco a tan sofisticada flexibilidad táctica. La ‘oranje’ de Ajax y Feyernood de los año 70 se aunaban con un mismo símbolo, aquello de que no hay nada fijo y liderados por el genio y su mentor. Así se escriben unas páginas llenas de recuerdos románticos sobre uno de los mejores conjuntos de la historia que transgredió hacia los términos futbolísticos actuales, pero con la creencia de poder desencriptar el complejo código de aquel ‘totaalvoetbal’.


Rinus Michels
La flexibilidad táctica buscada
“Para la mayoría de los analistas, no quedan dudas de que la última revolución táctico-futbolística sucedió en los años 70 con el fútbol total holandés. Más allá del posicionamiento de los jugadores en el campo, la revolución apostaba por la dinámica de la táctica. En el césped, con el marcaje en zona, ninguno de los jugadores tenía posición fija. El secreto estaba en la circulación de la pelota, con constantes cambios de flanco, el célebre carrusel mágico, y en el aprovechamiento de los espacios vacíos.”

Lobo, L. F.

Sistemas diferentes, a mesma filosofía.

Cita “Defensa en zona en el fútbol de Nuno Amieiro”

Una definición más hacia la proclama general que redunda en este colectivo de Rinus Michels, fundamentar el fútbol sobre una “dinámica de la táctica”. Muchos son los que conciben a modelos de conjuntos con el mismo ideario basado en el juego de posición y asimilar el concepto zona con un teórico 4-3-3 de origen holandés. Nada más lejos de la realidad, sería negar esa característica de flexibilidad y llevar la teoría de lo reflejado en un campo de fútbol a una cuestión numérica que no convence a este método transgresor que representa Holanda en 1974.


Holanda 1974
En una composición establecida sobre un modelo dónde no hay nada fijo, solo podemos establecer dos excepciones a la norma, desde la verticalidad de dos volantes como Resenbrink y Rep hasta la teórica pareja de centrales formada por Haan y Rijsbergen, aunque todo con una base de explicación desde una forma de sentir el juego como una visión zonal y la creación de ventajas continua.

La misma excepcionalidad de ese eje central en línea defensiva, no llega a contener el porqué de que un lateral derecho como Suurbier sea la referencia en salida del balón en base de la jugada y plantado sobre el perfil izquierdo en su proyección en transición/fase ofensiva conjunto al desplazamiento de la pelota hacia la creación de puntos de ventaja sobre el rival. Opciones para alterar el ritmo normal atribuido y base de esta complejidad mentada.

Una polivalencia en el ‘jugar’ que ofrece dudas sobre aquellos que denominan a la selección de Holanda como la ‘Naranja mecánica’ y es que viendo a esta ‘oranje’ desde un prisma metodológico, no existe ninguna acción mecánica sino obtener esa fluidez o flexibilidad de movimientos que permita someter al contrario. La simple presencia del genio de Johan Cruyff en distintos momentos del juego se aplica a la falsa teoría de esos mecanismos, su visión más particular y el prisma de quién se considera el ‘todo’.

En las permutas posicionales
Una pieza básica en el rendimiento ofensivo que hemos ido reflejando, se ofrece desde el término permutas en la posición de los distintos jugadores. Un caso más del ‘nada fijo’ promulgado y por el cual se ha concluido en la inexistencia de la cuantificación numérica para dar argumento a una filosofía del juego.

Johan Neeskens es uno de los jugadores más destacados en aquella excelsa generación neerlandesa de los años 70. De estrecha relación más allá del césped con Cruyff, siempre mantuvo el aval de sentir el mismo juego que el ‘14’, demostrado en el plano futbolístico en la sinergia que existía entre ambos. Esas expresiones son observadas en como ambos entendían el fenómeno de la transición ofensiva como única en el colectivo, cuya capacidad de batir líneas es ilimitada además de conocer el camino hacia la permuta en el posicional de delantero, descifrando el movimiento de Cruyff, teórico “9” en aquella selección ‘oranje’. Cinco goles en toda la competición siendo el máximo goleador del conjunto de Holanda y tercero en el global de la competición, atestiguan el importante papel de Johan Neeskens desde su irreal “mediapunta”.


Johan Neeskens
Otras de las armas contenidas por Rinus Michels era la de contar con dos jugadores de distintas características pero una exhibición más de ese sentir una visión del juego desde la ‘filosofía zonal’ que encumbró al colectivo protagonista. Dos perfiles diferentes contenidas en el Feyernood como mediocentro y ‘10’ respectivamente, Wim Jansen y Van Hanegem, obtenían un plano mediático y de valor en sus proyecciones desde el teórico interior en las cuatro fases del juego. Aprovechar la creación de ventajas en ambos perfiles banda con la movilidad existente, más dos hombres fijos como Rep y Rensenbrink, para facilitar la llegada y conducción desde medios incluido laterales.

Distintas formas de darle sentido a esa fluidez única, no de nueva concepción pero sí de declarada acción difusora que llega hasta nuestros días. Un término repetido, transgresor, para dar validez al dato de ser uno de los mejores conjuntos de fútbol de la historia. ‘De generaal’ marcó… pero para siempre… ¡La que lió Rinus Michels!



“No había en Holanda una selección propia de este nombre. No se había trabajado para lograrlo, ni se había fraguado el indispensable espíritu de equipo, ni menos trazado las acciones colectivas indispensables. Pero teníamos al hombre capaz de transformar a 22 jugadores en un gran equipo. Este era Rinus Michel, nuestro seleccionador. Reunía capacidad, inteligencia, mentalidad, conocimiento del fútbol moderno y una habilidad singular para construir un conjunto [...]”

Johan Cruyff

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Holanda 1974 (I): Partir de un dominio posicional

La realidad de una tipología de juego, la realidad de un Mundial 1974 con una concepción hacia la provocación sobre aquellos, la totalidad de los conjuntos, que aún creían en el marcaje individual como principal arma en fundamentos basados en el ‘juego de pares’ con el objetivo de recuperar el esférico. De ahí nace la idea de innovación de esta ‘oranje’, el concepto de ‘pressing’ partiendo de un dominio posicional a la altura de los más grandes de la historia contemporánea porque ellos, ya se merecieron ese honor.

La ‘zona presionante’, argumento que tiende a ser devaluado por la percepción de sentir normalidad ante el hecho, una herramienta de la que se sirvió Rinus Michels para transgredir una realidad diferente al espacio natural de hoy en día. La definición de zona se plantea como esencial para obtener un fundamento ideal en que esta Holanda basaba sus dinámicas sobre el juego.



“Me parece claro que <> es un indicador de un Fútbol evolucionado. De difícil entendimiento, es extremadamente compleja su operatividad. (…) <> forma, sin duda, parte de una filosofía de respeto por la calidad del juego, dota al equipo de una fuerte personalidad –piensa más en sí que en el adversario-.”

Carlos Carvalhal

(Ex-entrenador Sporting CP)

Cita “Defensa en zona en el fútbol de Nuno Amieiro”



Un adjetivo como es “evolucionado” que evoca a este colectivo, saber colocar sus activos futbolísticos para que una pérdida de balón sea oxígeno para su argumento porque la complejidad de la que habla Carlos Carvalhal, Rinus Michels la alcanzó. Y ese fue el reto, promocionar en el mejor de los escenarios una compleja red de jugadores en torno a un balón, pieza básica de ese engranaje en el juego de posición suponiendo como “básico” aquello del hacer creer, material cognitivo, el sentir la polivalencia de tu posición hacia la de ocupar el espacio esencial en la recuperación.



“El fútbol de pressing es tal vez la manera más difícil de jugar, porque exige mucho de los jugadores: facultades físicas extraordinarias, técnica superior y un alto grado de inteligencia. Los jugadores tienen que cambiar de posición muy aprisa en el ataque, y cuando pierden el balón tienen que adoptar posiciones de pressing sobre contrincantes individuales.”

Rinus Michels

Un concepto de ‘pressing’ que no debe disfrazar aquellas virtudes de conocer el espacio, el número –crear ventajas- y el tiempo necesarios para obtener el rédito del esférico según este sea desplazado. Saber proyectar el objetivo de la manera más certera con un conjunto, comenzando por Cruyff, muy preparado en lo táctico-técnico en esa dosis de liderazgo en todos los sentidos del genio sobre el campo y su mentor sobre un banquillo, a la hora de hacer crecer en todos los condicionantes de un futbolista, al colectivo. Aprender una ‘filosofía zonal’ a través de una cultura comportamental específica y también psicológica.


Rinus Michels con Johan Cruyff en la época de ambos en Fútbol Club Barcelona
Una teoría del ‘pressing individual’, consecuencia de ese dominio posicional implantando que debe ser el mensaje de mayor fuerza y desde el cuál, se ha basado la siguiente expresión gráfica, síntesis de la ‘oranje’ de Rinus Michels, desde una realidad del juego de posición a la hora de obtener una pérdida de balón con una calidad absoluta para su posterior recuperación en tránsitos temporales relativamente cortos y evitando ser expuesta en fase defensiva.





“De acuerdo con Michels (1981), cuando su equipo perdiese la posesión de la pelota, cada jugador debería rápidamente aproximarse al adversario que estuviese más próximo de él para <>. Esto debería suceder con cada uno de los adversarios de modo que, cuando la pelota fuese dirigida para uno de ellos, un jugador suyo pudiese interceptar la bola y, de inmediato, reiniciar las acciones ofensivas.”

Nuno Amieiro

(Autor del libro “Defensa en zona en el fútbol”)

Suponiendo esa ‘filosofía zonal’ como gran virtud, exponer la base de Holanda en 1974 desde la idea del marcaje más próximo, deja esa sensación incierta hacia una idea que no deja de ser “equivocada” como se muestra en el vídeo anterior. Una predominancia hacia la colocación más inteligente en por de evitar la transición a propio campo. El objetivo es el balón y no el rival, concepción esgrimida más adelante por un alumno aventajado de todo lo expuesto hasta ahora.

“La presión debe ejercerse sobre la pelota, no sobre el jugador”

Cruyff (2002)

Dentro de ese dominio posicional en la declaración de un juego basado en la zona y la consecuencia posterior de tener que adelantar líneas hasta medios para la creación de ventajas sin balón, hacen que el argumento de evitar estar expuestos a la espalda del defensa deba ser uno de los fundamentos principales en la tendencia hacia un ‘pressing individual’ con el poseedor. Partir desde la negación del discurso pero admitir como recurso ese tipo de ‘zona presionante’, proyectan la ejemplarización de la técnica del fuera de juego como vital a la hora de proyectar una construcción defensiva sin precedentes al más alto nivel, hasta ese momento.

Transmitir seguridad en el espacio determinado como máxima, a través de una creación de ventajas abusiva y en el tiempo justo para evitar la clave del pase atrás del rival, como así ocurrió frente a Brasil aunque sin efectividad relativa.

Dentro de todo este entramado definido desde un punto de vista complejo y basado en dos fundamentos futbolísticos de suma importancia en las dinámicas colectivas, el dominio posicional más el concepto del fuera de juego, sobresale Wim Rijsbergen que se antoja como clave en la realización óptima del control de las transiciones, fundamento real en el que se basa toda esta ‘filosofía zonal’ que publicitó Rinus Michels.


Wim Rijsbergen con la presencia de Arie Haan al fondo
Dorsal ‘17’ y único de natural defensa central en el once ‘oranje’ de aquel Mundial de 1974. Procedente del Feyernood que venía de ser campeón de la UEFAy Eredivisietrasla predominancia de aquel Ajax de Johan Cruyff y creado por Rinus Michels, ya en Barcelona.“Wim” destacaba por sus cualidades en el posicionamiento, élite táctica conjunto a una técnica en la salida de balón y en el corte, que hacían de él un jugador más que notable en un colectivo de excelsa exigencia. No podríamos minusvalorar a otros en esa construcción defensiva rozando la perfección, pero Rijsbergen era llamativo y no solo por su melena rubia sino por unas condiciones con aroma a futbolista moderno, factor decisivo a la hora de predominar en una fase del juego expuesta como clave.



Un ejemplo palpable de lo que fue esa innovación evocada por Rinus Michels y que concibió su alumno aventajado Johan Cruyff hasta ser asimilado por un “desconocido” como Wim Rijsbergen en ese control de las transición dentro de un dominio posicional que se repite como principal argumentación. ‘Filosofía zonal’ que ahora es adaptada por muchos en la élite pero que parte del escenario complejo que una Holanda decidió llevar hasta el detalle más poético para ser analizado.

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