lunes, 24 de mayo de 2010

Algo mas sobre Mourinho
















Todo un personaje el portugues, Si Cruyff Capello y VanGaal fueron los tecnicos en europa en la decada del 90 al 99, pues con justa razon Guardiola y Mourinho son los tecnicos del siglo 21.

Mou es un provocador de estilo unico., muy tactico capaz el Dios para Reynoso,
manejador de grupos y defenzor del trabajo colectivo tactico.

Un grande!!! Oporto, Chelsea (donde convoco a Pizarro) e Inter, hoy por hoy se va al Real y espero no termine a las patadas con Florentino.

Ciao.




=====================

Campeonó el talento sudamericano
El Inter de Milán obtuvo el título de la Champions con siete jugadores sudamericanos (y ningún italiano) entre los once titulares que mandó José Mourinho a la cancha. El partido del sábado, además, confirmó el gran momento que experimenta un artillero de raza como Diego Milito, que ahora quiere gritar sus goles en Sudáfrica

Por: Jorge Barraza

¿Qué sentirá el “tifoso” del Inter por su equipo campeón de Europa sin jugadores italianos, sin técnico nacional? ¿Qué tipo de orgullo de hincha aflora cuando no hay un solo “ragazzo” de la cantera? ¿Se puede tildar al italiano como “el fútbol campeón de Europa”? Convengamos que suena raro.

Pero la alegría es genuina, merecida. Inter no será un campeón inolvidable, mucho menos brillante, sí un legítimo rey. No es el típico campeón al que se le dedica una oda, un canto, mas ha vencido con armas limpias, con méritos. Dentro del reglamento, todo es válido. Y a quien descalifica el sistema especulador de Mourinho, pues que demuestre que puede vencerlo. Será un rico desafío. Siempre repetimos una frase en estos casos: hay que saber ser campeón. Inter supo. Y ha ganado la triple corona; apenas un puñado de clubes ha conseguido tal hazaña en un siglo de fútbol.

Inter es campeón de Europa 45 años después de su última gran gloria, la conseguida bajo la mano de hierro de Helenio Herrera, un argentino que lo convirtió en amo de Europa con un sistema similar al del actual técnico portugués, al que dio en llamarse “el catenaccio” (el candado). No somos miembros del club de despotricadores del fútbol. Nos gusta. Aun este, ciertamente desabrido. Siempre hay tópicos interesantes para observar, moralejas que el juego deja. La final europea no fue “uuuuuuuuuuhhhhh”, pero ha sido bonita analíticamente.

El mundo aplaudió la astucia de José Mourinho cuando eliminó al Barcelona; sin embargo, fue una apuesta riesgosa: le cedió por completo la pelota a un equipo que la juega bien, que posee enormes recursos técnicos, talento conductivo y a Messi, por un abismo el mejor jugador del mundo, capaz de romper cualquier estrategia. Le salió al portugués. El Barza no pudo hallar nunca la luz, el orificio por donde colarse en esa fortaleza custodiada por 11 gendarmes.

Ahora fue distinto. Ante el Bayern la idea mouriñesca sí era la adecuada. Darle la bola al Bayern y que se arregle, que padezca, que se devane los sesos pensando qué hacer con ella. La nula creatividad del cuadro alemán es la mejor defensa para el rival. Si pusiéramos en una juguera a los 11 muchachos del cuadro bávaro y batiéramos una hora no obtendríamos una gota de ingenio. Ni una sola. El Bayern sí es la representación cabal del balompié de su país: formal, metálico, aburrido.

El fútbol, afortunadamente, es una ciencia inexacta, necesita de un mínimo de ingenio, de talento, de engaño, de picardía. No se circunscribe a un conjunto de nombres y flechitas sobre un pizarrón. Es tan indispensable la organización como el talento.

Manuel Pellegrini, magnífico entrenador, nos comentaba durante una entrevista: “Hay dos cosas que un delantero no puede dejar de tener: velocidad y valentía. Sin ellas jamás lograría desequilibrar”. El mismo razonamiento vale para un equipo: es imposible triunfar sin una dosis, aunque sea modesta, de clase. Cómo llegó el Bayern Múnich a una final de Champions League con una formación tan gris, tan escasamente virtuosa, es toda una definición del fútbol que estamos viendo: pobre.

Mourinho tal vez no sea mejor estratega que Louis van Gaal, sí se lo nota más pillo, sabe llegarle bien al jugador. Y además tiene un plus sobre el holandés: cuenta con una pila de sudamericanos. El mejor arquero del mundo (Julio César), el mejor zaguero (Lucio) y cuatro argentinos decisivos. Ellos desnivelaron la final. El triunfo no se debe a su mejor táctica, sí a que sus jugadores son superiores. Y que tienen esa cuota de talento vital para hacer la diferencia.

Con el título en la mano, se unieron en un abrazo. Zanetti, el capitán; Milito, el goleador; Cambiasso, el cerebro, y Samuel, el muro. Pilares fundamentales de las tres conquistas.

Milito venía de marcar el golazo a la Roma que valió la Copa Italia, el otro ante el Siena que le dio al Inter el Scudetto. Y estos dos. Jugó el partido perfecto. Tocó 6 pelotas y las jugó todas espléndidamente. Bajó de cabeza un saque de Julio César y lo puso en el pie de Sneijder, este le devolvió la gentileza colocándolo mano a mano con Butt y el pibe de Racing definió con calidad. El segundo fue espectacular, con amague incluido. Le sirvió otro a Sneijder, tocó todas bien.

Es un momento extraordinario del fútbol argentino. La ratificación de que sigue siendo la mejor cantera del mundo. Hay más de 1.300 futbolistas argentinos repartidos por el mundo. Y todos dejan bien sentado el prestigio del fútbol albiceleste. Decenas han sido campeones en estos últimos días, todos hacen goles (el jugador argentino tiene gol en su ADN). No hay partido de Champions sin cuatro o cinco argentinos en el campo.

Ojalá Maradona logre conciliar tanto caudal futbolístico en Sudáfrica. Entonces podremos soñar con más gloria sudamericana.

El dato
Sinisa Mihajlovic sería el sucesor de “Mou” en el Inter.

==========================


CHAMPIONS LEAGUE

Pepe, el 'winner'
De la mano de Mourinho, Inter derrotó por 2 a 0 al Bayern y volvió a ganar en la Champions tras 45 años. Técnico anunció que deja Italia y se irá al Real Madrid. “Ellos se acercaron a conversar y aceptaré”, dijo

Por: Jerónimo Pimentel

Pase lo que pase, Mourinho siempre consigue que todo trate de él.

La salida inicial del Inter, furiosa, fue una pista falsa de lo que el portugués había preparado. Ocurre que el Inter maneja dos modalidades: cuando sale a aplastar a equipos chicos del Calcio o cuando, frente a un rival de nivel, juega a esperar y contragolpear. Al Bayern le esperaba esto último.

Por eso el partido se volvió anticlimático, lleno de momentos muertos en que los dirigidos por Van Gaal, dueños absolutos del balón, sufrieron el veneno italiano: ese que vuelve estéril la posesión de la pelota (69%) y seca toda inventiva. Luego el encuentro se torna ajedrecístico e importan más los entrenadores que los futbolistas, pues los trazos sobre el campo son tan distinguibles, los movimientos tácticos están tan bien aplicados, que la estrella de este deporte, el jugador, pasa a calidad de peón (Cambiasso), alfil (Milito) o torre (Samuel), y uno se pregunta, como en el poema de Borges, “¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza?”.

La respuesta es Mourinho.

Hace que un equipo dinámico y en ascenso que venía de golear en sus últimos tres partidos, como el bávaro, por momentos parezca al Barza angustiado del Camp Nou, rotando el balón de flanco en flanco en busca de una inspiración que no aparece. Y por otro, a un club de segundo orden, previsible y acéfalo, apenas auxiliado por los desbordes de Robben que, por únicos, llaman la atención sobre una serie de recursos inexistentes: la imposibilidad de Altintop para pasar a Maicon por la izquierda; la falta de remates de fuera del área de dos especialistas, Van Bommel y Schweinsteiger; el “9” que no apareció ni Olic ni en Klose; en fin, un vasto plantel internacional reducido a la categoría de equipo con suerte, ese que se benefició del peor Lyon para llegar a una instancia que no le correspondía.

Lo del Inter es lo opuesto. El primer gol, a los 34 minutos, debió ser el segundo ataque serio después de un bombazo de tiro libre de Sneijder. La anotación fue un portento de verticalidad y simpleza, casi un tributo al fútbol inglés de hace 40 años: saca Julio César largo, pivotea Milito, amaga y asiste el holandés en un mismo movimiento, y define el argentino a la salida de Butt. Cuatro acciones secuenciadas en una ráfaga que, más allá del valor estético de tanto fútbol concentrado en tan poco juego, resulta en un golpe anímico terrible para el equipo del frente, ese que hace el desgaste y no consigue nada.

El descanso no cambia el esquema. Empieza el segundo tiempo y hay 10 minutos de ida y vuelta, como dos boxeadores bravucones que salen al intercambio para después estudiar. Ahí el Bayern pudo cambiar la historia, pero Julio César se encargó de dar lustre a su reinado bajo el arco: sacó un buen tiro cruzado de Müller con los pies para, minutos después, barajar un zurdazo colocado con exquisitez por Robben. Pero para ese momento Milito ya había demostrado que esta temporada es la más letal de todos: con un regate dejó en ridículo a Van Buyten, recordando de paso por qué Bélgica no va al Mundial, y definió a un lado, como si esta no fuera la final de la Champions sino uno de esos partidos con el Zaragoza o el Génova en los que pulió su fina puntería. Dos tiros y dos dianas para un ariete 100% efectivo que, actualmente, está por encima de Higuaín en Argentina.

La lección no acabó ahí, se volvió abatimiento. La tristeza de las tribunas, desmoralizadas, contagió a los alemanes, que veían cómo al Inter le recubría un aura de imbatibilidad cuando se replegaba. Aquí lo psicológico influye: si con uno menos aguantaron al Barza de Messi, ¿qué no podrán soportar los 11 en cancha neutral? Así se esfuma el sentido de la suerte y toda la recatafila de centros y rebotes se reduce a una labor ociosa, pues ni la casualidad ni la probabilística regalaron una sola bola suelta, como si Mourinho fuera también el dueño del azar.

Esta historia no iba a ser de épicas ni remontadas, pues a falta de 15 minutos era claro que el score se iba a quedar quieto como una piedra. A los germanos les queda un premio consuelo: han reencontrado en Butt un arquero solvente para Sudáfrica. Por lo demás, el Inter celebra su tercera Liga de Campeones después de 45 años con la clara sensación de que es la última con “Mou” en el banquillo. Real Madrid importará a Milito y Maicon para convencer al técnico luso a recalar en España y toda la discusión trata ahora de si su pragmatismo resultadista funcionará con los blancos.

Porque pase lo que pase, Mourinho siempre consigue que todo trate de él.


=========================


CABEZA FRÍA

Un campeón con estilo
El portugués Mourinho impuso su estrategia durante todo el campeonato

Por: Daniel Peredo

Los campeones no se discuten, se analizan. Inter es un indiscutido ganador de la Champions. Gran título para completar la triple corona. La disciplina táctica gobierna los campos de juego y los técnicos son igual de protagonistas que los futbolistas. Los focos del Bernabéu iluminan a Mourinho igual que a Milito, la figura de la noche.

Inter venció siguiendo su camino. Tiene identidad, ese es el primer mérito. No le interesa la tenencia del balón. Prioriza negarle espacios al contrario. Así duplica o triplica las dificultades de sus rivales. Es un equipo conservador que espera el error rival para salir con velocidad y precisión. Ejecuta su plan de juego con enorme talento. Bayern tuvo 69% de posesión, pero siempre gobernó Inter.

El fútbol es el único deporte en que le piden explicaciones al que sabe defenderse. Las buenas defensas no se abren con palabras. Se confirmó en este partido de fin de curso. Salvo Robben y sus intentos de profundizar, Bayern no tuvo ingenio y creatividad. Además, para los malos momentos, Inter tiene un salvavidas final: Julio César, a quien nadie discute como el mejor del mundo.

“Hay quienes dicen que los jugadores más creativos deben estar liberados de tareas defensivas. Yo creo que quien dice eso no sabe nada de fútbol. Los once jugadores deben conocer qué hacer en posesión de balón y cuando el adversario tiene la pelota”. La frase pertenece a Mourinho y sirve como explicación al funcionamiento del Inter. En cualquier momento y en cualquier situación de juego, su equipo, nos guste o no, sabe qué hacer y decide lo mejor para el colectivo.

Mourinho suma un nuevo título. Ganó en distintos países y con futbolistas de diversos tipos. A todos los convenció de su proyecto. Además no es tan defensivo como se concluyó después del planteamiento en Nou Camp. No juega al “catenaccio”. El Inter no “parla italiano”. Ayer alineó 11 extranjeros, 7 de ellos sudamericanos.

“La Champions es mejor que el Mundial. Las selecciones no pueden fichar jugadores”, sentenció en la previa. Ahora va de vacaciones y luego al Madrid. Con sus modos, sus provocaciones y sus enemigos. Florentino lo fichará porque es el mejor para potenciar a su equipo, o solo porque es el mejor para anular al Barza. Comienza otra historia.

===================

Mourinho: cuarta estación, Real Madrid

Cuando Mourinho dejó el Oporto, con el logro de una Champions que sorprendió a todo el mundo, comentó a alguien a quien conozco que tenía un plan de vida trazado, una ambiciosa hoja de ruta en el fútbol: tres años en la Premier, con dos ligas y una Champions, luego otros tres en el calcio, también dos ligas y una Champions, y después la liga española, siempre con el mismo objetivo: dos y una en tres años. Después su plan era regresar a Portugal envuelto en éxito y experiencia, con la ambición, muy legítima tras esos logros, de convertirse en seleccionador nacional y alcanzar Eurocopa y Mundial.

No me sonó a delirio de megalómano. Quizá porque la persona que le conocía me encareció mucho sus virtudes, quizá porque yo mismo empezaba a tenerle un respeto, visto cómo había hecho del Oporto un grande. El otro día decía Juan Cruz en estas páginas que la imagen que se tiene en España de Mourinho nace de la confusión de pensar que alguien por ser un intérprete es un inútil para cualquier otra cosa, razonamiento sin base. Conocer más de una lengua no es menoscabo, sino al revés, refleja mérito e inteligencia. Además, Mourinho no era sólo intérprete, sino un segundo que además traducía.

El caso es que más o menos los planes le han salido. Le faltó la Champions en el Chelsea, donde Abramovich le coló fichajes y le acabó echando, porque él no tragaba con ponerlos. (Aviso a navegantes). A cambio, en el Inter le ha sobrado un año, así que ya está listo para nuestra liga, a la que entra por la casa que más le necesita, el Madrid. A mí me admira de este hombre su determinación, reflejada en esa biografía calculada, compromiso consigo mismo que ha ido cumpliendo. Eso le va a venir bien al Madrid, supongo. Sólo me deja dudas su fútbol, que se parece poco al sueño de Florentino. Pero quizá, con estos jugadores...

No hay comentarios: