jueves, 11 de octubre de 2012

De que Murio Benitez???

Extraordinaria pregunta, que a mi me genera otra repregunta,
Que fue del Chorri despues de Mexico? Osea despues del 96, no vi jamas la mejor Chorri aunque si a un corajudo jugador de seleccion. De la Calidad del 93 al 96 CERO, que fue?
Que fue de Gerson Lente, Cesar Rosales, Peluquita Saavedra, porque bajaron tanto su level o se fueron al diablo???
Que fue?
Nunca lo sabremos
Copio un blog de Relaño en el Pais, de la muerte de un defenzor yourugua del Barza.
Ciao
Ramon


La misteriosa muerte de Benítez

Por:  07 de octubre de 2012
En la temporada 1959-1960, Saso, el entrenador del Valladolid, del que había sido portero y del que luego sería presidente, incorporó cinco fichajes sudamericanos en un golpe magistral. Se trataba de Benítez, Endériz, Aramendi, Solé y Bagnera. Uruguayos los dos primeros, argentinos los otros tres. Solo Bagnera no triunfó. Desapareció en la bruma del tiempo. Los otros cuatro cuajaron. El que más, Benítez. Al año estaba en el Zaragoza a cambio de tres millones de pesetas y uno más tarde en el Barça por el triple. Jugaba de lateral derecho, aunque su fútbol estaba muy por encima de lo que se pedía en esa posición, por lo que a veces se le podía ver de medio de ataque o de interior. Mulato, chueco, muy musculado, 1,78 metros de estatura. Un tipo fuerte y de gran personalidad.

Asensi, que asomó al fútbol como extremo izquierdo en el Elche antes de pasar a interior y fichar por el Barça, me relataba no hace mucho que debutó justamente ante Benítez: “¡Qué personalidad! Me decía: ‘Tú debutas hoy, ¿no? Tranquilo, chico; haz lo que yo te diga y te irá bien’. También: ‘Ahora devuelve hacia atrás y te desmarcas’. Yo le hacía caso, no sé bien por qué. Y luego: ‘Ahora vete, pero hacia fuera, no hacia dentro. Cuando llegues al fondo, centras’. Yo lo hacía y centraba y, claro, resulta que solo había defensas. ¡Qué personalidad! Al final, me decía: ‘Lo has hecho bien, chico’. ¡Qué personalidad! ¡Qué tío!”).

De Benítez destacó mucho su dominio sobre Gento, que llevaba diez años atormentando al Barça. Hace poco describía Juan Cruz en As el miedo que le producía la palabra Gento en la radio. Yo recuerdo las tardes de cine, sesión doble, a las que siempre iba con la esperanza de que el NO-DO ofreciera el resumen de algún partido, algo que pasaba cuando estaba reciente uno grande. En los Madrid-Barça se escuchaba en el cine un murmullo cuando el balón llegaba a Gento por la forma visible en que reculaban inmediatamente los dos medios y los tres defensas del Barça.

Aquello acabó con Benítez. El Bernabéu no lo podía creer. Se plantaba a su lado, medio de perfil, ofreciéndole la salida hacia la banda, con los brazos colgando, relajados, un aire un tanto burlón. Y Gento no arrancaba, cedía hacia atrás y la jugada iba por otro lado. Creo no mentir si digo que nunca vi a Gento hacer una sola jugada ante Benítez.

PeticionImagenCAUA8WQJPero vamos a la primera semana de abril de 1968. El debate había sido Eurovisión porque Serrat, en lo que fue el primer aldabonazo catalanista desde la guerra, se había negado a cantar la pieza elegida (La, la, lá, de Manolo de la Calva y Ramón Arcusa, el Dúo Dinámico) en castellano. Pretendió hacerlo en catalán. Se le sustituyó por la entonces semidesconocida asturiana Massiel, pero la polvareda fue tal que hasta borró del primer plano la inminencia del Barça-Madrid, a tres jornadas del final y con el Barça a tres puntos del Madrid. Decisivo para la Liga, vamos. Pero aquello de Serrat fue un trueno. Además, el domingo anterior no hubo Liga, suspendida la jornada por un Inglaterra-España clasificatorio para la Eurocopa.

Benítez aprovechó el día libre para viajar a Andorra junto a su esposa y un matrimonio amigo. De aquella excursión volvió enfermo.

Nada grave, en principio, se dijo. Una intoxicación de mejillones, una urticaria. A media semana se pensó que se repondría y jugaría. Pero no se reponía y el Barça se concentró en Castelldefels sin él. El viernes por la noche el Madrid llegó a Barcelona.

Benítez empeoró tanto que fue ingresado de urgencia, prácticamente en coma. Antes de las tres de la madrugada del sábado había fallecido. La noticia llegó a las dos concentraciones al mismo tiempo. El parte era ininteligible para el entendimiento común, lego en medicina: “Muerte por fibrilación ventricular consecutiva a una séptico-piohemia intensísima, cuya etiología, dada la rapidez del cuadro, no se ha podido establecer”. La pregunta en la calle era: ¿puede un hombre de 27 años, más fuerte que un toro, morir en pocos días por unos mejillones en mal estado?

El domingo los periódicos compartían la noticia de la victoria del La, la lá de Massiel (por un solo voto y en Londres sobre el británico Cliff Richard y su Congratulations) con la del fallecimiento de Benítez. El partido, que se iba jugar el domingo a las 20.00, televisado, fue aplazado hasta el martes con todas las partes de acuerdo. En el Camp Nou se instaló una capilla ardiente por la que pasaron 100.000 aficionados, además de los jugadores de ambos clubes y de muchos otros. Para cargar aún más la actualidad, ese domingo falleció Jim Clark en el Gran Premio de Alemania. El lunes fue el entierro de Benítez, al que acudieron por el Madrid el entrenador, Miguel Muñoz, y el capitán, Gento. El martes se jugó el partido. Torres, entonces un joven comodín de la defensa, ocupó el puesto de Benítez. El resultado final, 1-1, dejó al Madrid casi campeón, con tres puntos a tres jornadas del final. Curiosamente, Gento no terminó el partido: en el minuto 70, tras un golpe, se retiró con una pequeña conmoción. Se quedó a dormir en un hospital, en observación. No fue nada.

En los días siguientes, la pregunta en la calle siguió siendo: ¿de qué murió Benítez? Surgió la hipótesis de un neumococo, contraído por vía respiratoria. Se recordó que había pasado dos hepatitis, una en el Zaragoza y otra en el Barça. Y que no hacía vida ejemplar, que abusaba de su cuerpo. Todo era desconcierto.

El enigma rebrotó cuando en 1976 el Barça fichó a otro uruguayo, también lateral, Amarillo. Cuando este supo de su antecesor, tuvo curiosidad por el caso, preguntó y fue a llevarle flores a la tumba. Empezó a repetir las visitas, cada vez más intensamente, hasta hacerlo casi a diario. A algunos amigos les decía que le hablaba Benítez desde el más allá y que le decía que había muerto envenenado. En Don Balón (número 115) llegó a declarar que Benítez se reencarnaba en su mujer, que le hablaba con la voz de él y le daba consejos.

En 2006, Enric Bañeres entrevistó para La Vanguardia a la viuda de Benítez, en Zaragoza, cuando se cumplían 38 años de la muerte. “Julio murió de un envenenamiento”, era el titular. La viuda explicaba que en Andorra su marido comió carne y verduras, nada de marisco, ni en los días anteriores o posteriores. Que un médico le habló de envenenamiento. Que alguna vez se había planteado pedir una autopsia, pero que le faltaban medios.

Ahora aún sale a relucir en las conversaciones de viejos aficionados del Barça aquella pregunta: ¿de qué murió Benítez?

No hay comentarios: