El 74, los caga, porque? Pues porque la revolucion tactica que significa el futbol total, los deja atonitos, dejo boquiabierto a todos, Del futbol estatico del 70 a las coberturas a los achiques, a jugar sin posiciones, todo fue nuevo. Al Final claro, se imponen a Holanda , porque fueron duros en esperarlos y presionar a los Holandeses y porque Tenian en sus final gente muy especial, como Muller marcando el 2do gol. Existe la leyenda negra que los Holandeses fueron a la final como ganadores, aun sin haberla jugado, despues de los 1eros minutos iniciales donde fueron supériores, su nivel fisico decayo debido a que habian festejado a mas no poder dias anteriores. Lo cierto es que los Alemanes dieron un durisimo partido, marcaron a Cruyff a mas no poder y terminaron imponiendose, creo que fue lo que trata de hacer Italia en el 1er tiempo contra España en la final de la Euro2012, tratar de sacarlo, y "algo" logran, Claro, Los Españoles tambien estaban curtidos de finales y no terminan cayendo, mas bien terminan imponiendo su ritmo al partido y matando a Italia.
Alemania en el 74 no fue el mejor equipo, pero sigue la leyenda de su antecesor del 54, al Igual que la uruguay del 50 sigue la leyenda de su antecesor del 30. Por eso digo, Los grandes equipos y las grandes ligas trascienden las barreras generacionales. Por eso tambien comparto un gran partido de otra seleccion alemana, la del 82 ante Francia de Platini.
Ciao.
Ramon.
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La Alemania más bella y gloriosa
última Eurocopa ganada por España tampoco fue la de la confirmación de Alemania. Joachim Löw ha impuesto en la ‘Mannschaft’ un modelo en el que impera el fútbol alegre y ofensivo. Todavía muy lejos de aquel que maravilló al mundo en 1972. La mejor Alemania de todos los tiempos conquistó la Eurocopa, en lo que significó la culminación de su apuesta por el fútbol más vistoso del continente
Gerd Müller
El aficionado alemán rememora los viejos tiempos. Su selección lleva 16 años sin un título. Algo inusual en el carácter competitivo que ilustra ese escudo del águila cosido al pecho de una camiseta alemana. Al menos hay una base para
Löw ha dado con la tecla para dejar atrás el fútbol rocoso y rudo que hizo famosa a Alemania en las últimas décadas. Ahora sólo falta
Jugar como los ángeles y alzar trofeos al cielo lo hizo la selección alemana en 1972 y 1974. La Eurocopa del 72' fue el punto más álgido de una generación maravillosa de futbolistas. Helmut Schönllevaba la batuta de un equipo que alcanzó la perfección en la eliminatoria de cuartos de final. Por aquella época, sólo las semifinales y la final se celebraban a partido único. Alemania disputó los cuartos de final en Wembley contra Inglaterra como si no hubiese un partido de vuelta.
La base de la selección la formaban los jugadores del Bayern Múnich y del Borussia Mönchengladbach. La figura indiscustible era Franz Beckenbauer. El inventor de una nueva demarcación. Desde su posición de líbero construyó el juego que derribó el planteamiento de todos sus oponentes. Era otro fútbol. Muchos espacios y una total libertad de movimientos. No sólo brilló 'El Káiser'. También destacó Breitner. Un lateral que actuaba como desequilibrante extremo. El equilibrio lo otorgaba un efectivo mediocentro como Wimmer. Otra joya eraHoeness, un centrocampista al que se le truncó su carrera a los 27 años por una lesión. La máxima expresión ofensiva del equipo era Günter Netzer. Un mediapunta con una excelente visión de juego y con una técnica exquisita. En ataque despuntaba Heynckes aunque estaba eclipsado por el auténtico tanque ante la portería contraria: Gerd Müller. Una máquina de hacer goles.
Wembley asistió a un espectáculo único. La victoria 1-3 de Alemania fue uno de los mejores partidos que se recuerda, con un juego combinativo que puso en evidencia a los descubridores del balompié. Alemania también se deshizo de una potente selección belga en semifinales y acribilló a la URSS en la final con un contundente 3-0 con doblete de Torpedo Müller.
Gunter Netzer
El siguiente Mundial, el de 1974, lo organizó Alemania. El desenlace fue el mismo que en la Eurocopa anterior. Lo que cambió fue la manera de lograrlo. En el banquillo estaba el mismo inquilino, Helmut Schön. La columna vertebral del equipo era la misma que hace dos años. Pero el conjunto alemán estaba sometido a una enorme presión por jugar en casa. La irrupción de una Holandamágica eclipsó a una Alemania que no brilló pero fue tremendamente eficaz. La selección no vislumbró ni enamoró con su juego. Pero sacó toda su raza, un espíritu de lucha y entrega hasta el último segundo que añoraban muchas de las selecciones participantes en el torneo.
Su gen ganador se explicó tras caer en la primera ronda con su vecina la Alemania Democrática, única derrota en el torneo, o después de empezar perdiendo la final contra Holanda en el primer minuto con un gol de penalti de Neeskens. Alemania sacó toda su alma y empató con otra pena máxima transformada por Breitner.La enésima maniobra de Müller dentro del área volteó el marcador. Una remontada de campeón para doblegar a una selección como la holandesa del fútbol total.
El fin de esta Alemania campeona fue en la Eurocopa de 1976. La veteranía de los Maier, Vogts o Beckenbauer rozó una triple corona consecutiva que le arrebató una sorprendente Checoeslovaquia. Los checoslovacos se pusieron 2-0 en el marcador pero los alemanes volvieron a demostrar que se levantan del suelo un millón de veces y las que haga falta. Un tanto de cabeza de Holzenbein forzó la prórroga. Hoenessmandó por encima del larguero el último penalti alemán de la tanda. Panenka, con su célebre lanzamiento, noqueó a la mejor Alemania de todos los tiempos. Una leyenda lejos, muy lejos de la actual que está dispuesta a reescribir otra vez su historia.
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EL FÚTBOL TOTAL DE LA HOLANDA DE 1974
Reyes sin trono
"Teníamos varios sistemas y los aplicábamos según las necesidades", explica Cruyff
Se dice que la 'Naranja Mecánica' es el mejor equipo que nunca ganó un Mundial
40 segundos de partido. Cruyff inició la jugada desde el círculo central, adentrado unos cinco metros en el campo alemán. Era el último hombre de su equipo. Comenzó a correr hacia el área y a driblar defensas hasta que le hicieron penalti. Neeskens lo tiró y anotó el gol holandés en la final del Mundial de 1974. La ganó Alemania (2-1), pero la 'Naranja Mecánica' empezó el partido con una demostración clara de un estilo de juego que la hizo única. El portero titular lucía el dorsal de un mediapunta. Un delantero, el habitual de un guardameta. El 8 de Jan Jongbloed y el 1 de Rud Geels reflejaron a sus espaldas la idosincracia del fútbol total, ése en el que todos son especialistas en el ataque y en la defensa. Rinus Michels lo ideó. Johan Cruyff fue su ejecutor último. "Teníamos varios sistemas de juego y los aplicábamos según las necesidades del partido. Nos importaba saber cómo juega el adversario, sus puntos fuertes y sus flancos débiles. Pero sobre todo nos interesaba saber qué éramos capaces de hacer", explicó Cruyff de su selección. Deslumbró a todo el mundo, pero no conquistó título alguno. Una reina sin corona. De la Holanda del 74 se dice que es el mejor equipo que nunca ganó un Mundial. Lo mereció ese año después de llegar invicto a la final depués de seis partidos (14 goles a favor y uno en contra) y comenzar ganando el decisivo con ese gol de penalti al minuto de juego. Aquella derrota ante la Alemania de Beckenbauer fue la consagración de un estilo, el impuesto por Michels, un entrenador de época.
"Sabía exactamente cómo motivar a un grupo de jugadores: era un maestro para disipar tensiones en el vestuario", recordó Marco Van Basten sobre quien fuese su técnico en la Eurocopa de 1988. Sus palabras mitigan la fama autoritaria de Michels. Ofrecía libertad a sus jugadores mientras que recibiese algo acambio. Les permitió dormir con sus esposas o amigas durante los torneos, que dieran rienda suelta a sus egos, que fumaran en el vestuario... siempre obtuvo respuesta.
Bloque + imaginación = espectáculo. La fórmula matemática del fútbol de vanguardia de los 70. El bloque lo formaban un grupo de hombres capaces de adaptarse a cualquier posición. La imaginación la ponía un genio llamado Cruyff, una estrella ya consagrada en el Ajax y el Barcelona. "La Holanda del 74 jugaba el mejor fútbol del mundo. Perdimos la final pero dejamos mejor recuerdo que el campeón", asegura 'el Flaco' de aquel duelo con Alemania, otra selección de leyenda.
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Alemania 1972: “Ramba-Zamba-Fußball”
A finales de los sesenta y comienzos de los setenta artistas y estudiantes alemanes se vieron identificados por un modelo, una nueva corriente de expresión que encontró su fuente de inspiración en un personaje y un equipo de fútbol que perdura en la memoria. Un equipo al que quizás el transitar del tiempo haya cubierto injustamente con el halo del olvido. Y en la infinitud del silencio que marcan los recuerdos postergados, nos topamos con la identificación que sentían muchos jóvenes de entonces por un nuevo modelo, que abogando por la creatividad y el talento, se rebeló ante el modelo tradicional y las viejas estructuras ancladas en el poder. Aquel personaje de planta imponente y cabello largo dorado, era un futbolista nacido en Mönchengladbach, que se sirvió y sirvió al Borussia MG para erigirse en icono de una nueva cultura del fútbol.
Su nombre Günter Netzer y junto a Hennes Weisweiler, su entrenador, fue tótem de una generación promotora del talento y constante defensora del fútbol de ataque. Una nueva cultura futbolística que por un momento osó discutir el implacable reinado del Bayern Münich. La historia de un equipo que se alzó con los campeonatos en 1970 y 1971, pero que sobretodo contribuyó a cimentar la época más gloriosa del fútbol alemán. Una época en la que para una voz tan autorizada como la de Franz Beckenbauer: “El Bayern jugó de forma racional, y el Gladbach de manera hermosa”.
Y es que en cierta medida el Borussia fue la realización del espíritu de la época, la estelar aparición de este equipo junto a la imponente presencia del Bayern Münich redundó positivamente en la selección, en la que Helmut Schön, técnico más pragmático que Weisweiler, comprendió que no debía desaprovechar tal disyuntiva. Schön fue inteligente y supo amalgamar muy bien ambos bloques, dándole todas las libertades tácticas a Netzer: “Haz lo que quieras, no me importa” le dijo a un futbolista que calzaba un 47 de pie, pero atesoraba en su pierna izquierda la precisión y el misterio de la poesía. En la paradoja de su altura, en aquella apariencia de tanque alemán, residía la capacidad de un tipo capaz de dar pases a doscientos metros con una precisión de tiralíneas. Además su disparo era tremendamente notable, muy duro y envenenado. Si a ello sumamos que sus dotes de liderazgo eran muy destacadas, poco más queda por decir en referencia a la dimensión del futbolista del que hablamos. Dimensión que en el caso de Franz Beckenbauer no precisa de calificación ni descripción previa, pues el Kaiser era junto a Cruyff el futbolista más influyente de su generación. Se puede decir que en aquella selección del año 1972, Franz era la inteligencia y la elegancia, mientras Netzer aportaba la poesía, la creatividad.
Así con la presencia de futbolistas del Bayern como Maier, Breitner, Schwazenberk, Hoeness, la aportación del bloque Borussia MG, en el que destacaban Hacki Wimmer, Berti Vogts y Jupp Heynckes, más la del lateral del Werder Bremen, Hottges, y los extremos del Sttutgart y Kickers Offenbach Grabowski y Held, el seleccionador alemán construyó un equipo de ensueño. Un equipo que regaló a la historia del fútbol su primera exhibición un 29 de abril de 1972. Tarde en la que en el mítico estadio de Wembley los alemanes se sacaron la espina de la final perdida en idéntico escenario seis años atrás. Eran los cuartos de final del Campeonato de Europa y Alemania pasó por encima de una Inglaterra que aunque no contaba ya en sus filas con Bobby Charlton, si conservaba buena parte de la columna vertebral de los campeones del mundo más la aportación de una nueva ola representada en hombres como Martín Chivers, Colin Bell o Francis Lee.
Para la historia quedó aquel sábado de abril del año 72 en el que Netzer firmó su mejor actuación con la selección, una tarde primaveral en la que Alemania fue una apisonadora y venció por un incontestable 1-3. En el punto culminante de maduración de una idea Bild, acuñó el término “Ramba-Zamba-Fußball” para definir el maravilloso despliegue futbolístico de su selección. Beckenbauer se movía por todo el campo y Netzer, que era un interior constructor zurdo, se adueñó de la zona central. Ambos contaban con el respaldo, con la ayuda de Hacki Wimmer y Katsche Schwazenberk. Arropados por el trabajo sucio de estos dos futbolistas gozaron de libertad de acción, intercambiando constantemente posiciones. Aquel equipo se movía como un acordeón, picaba con una abeja con sus incisivos extremos y mataba a base de torpedos de Gerd Müller. Para Jupp Heynckes que vivió de primera mano aquel Campeonato de Europa “Los dos bloques se conjuntaron muy bien. Nuestro poder residió en la fusión de dos ideas, el cambio de ritmo del Borussia y la inteligencia de los bávaros.”
En el encuentro de vuelta Alemania mantuvo la ventaja, empató a cero, reservando su empuje definitivo para la fase final, celebrada en Bélgica. En primera instancia, en semifinales dieron buena cuenta de los anfitriones, los “Diablos Rojos” que habían eliminado a Italia, no pudieron con la sincronización perfecta de aquellos alemanes que se impusieron 2 a 1 con dos torpedos de Müller. Un futbolista que nos legó para la historia la mejor definición del remate, del gol: “Si lo piensas ya es demasiado tarde”.
Y en la final disputada en Bruselas un 18 de junio de 1972, el fútbol presenció la confrontación del equipo del pasado y el equipo del futuro, la vieja escuela soviética, fría, pragmática y conservadora, ante la explosión del “Ramba-Zamba-Fußball”, un equipo muy dinámico y tan creativo como demoledor. La interpretación fue quizás lo que más definió a aquel equipo, pues cada futbolista ofreció la mejor interpretación de su función, la de Beckenbauer como líbero inigualable, la de Wimmer, intachable como perro de presa en la medular, la de Netzer fantástica como creador, la de Müller demoledora como goleador…
La URSS no fue rival para una Alemania que les pasó por encima, Schön decidió cambiar los extremos con respecto a la exhibición de Wembley, dando la oportunidad a Jupp Heyckens, y a Erwin Kremers. Y la apuesta le salió bien, Netzer brilló como cerebro y el meta Rudakov tuvo que recoger hasta en tres ocasiones el balón de su portería. Gerd Muller anotó por partida doble y Wimmer firmó el tercer gol. Para muchos aquella fue la mejor versión de la historia de la selección alemana, un equipo que solo dos años después se consagró en la cima del mundo dejando en el camino a la inolvidable Naranja Mecánica. Pero la demoledora Alemania de 1974 era ya una versión diferente. Una versión en la que ya no había sitio para Netzer, pues Overath, que era un talento extraordinario dotado de motor, le había ganado el puesto por una nariz.
Netzer para el que el fútbol era pura creatividad, siempre fue reacio a correr, y para entonces ya había decidido que había dado lo mejor en aquel equipo de ensueño que nos mostró su “Ramba-Zamba-Fußball” en el año 1972. Un fútbol que se quedó en aquella final de Bruselas, en la que los Maier, Beckenbauer, Höttges, Schwarzenbeck, Breitner, Hoeness, Netzer, Wimmer, Heynckes, Müller, Kremers y compañía, alzaron con toda justicia la Eurocopa de Naciones.
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EL FRANCIA-ALEMANIA DEL MUNDIAL 82, UN PARTIDO LEGENDARIO
Treinta años de la 'Batalla del Pizjuán'
El Sánchez Pizjuán acogió el 8 de julio de 1982 uno de los partidos más intensos y dramáticos de la historia
La chispeante Francia de Platini rozó la final, pero se dejó remontar un 1-3 en la prórroga
Por primera vez, el pase a la final se decidió en la tanda de penaltis, donde brilló la figura de Schumacher, el extravagante portero alemán
"Aún estoy esperando jugar esa final". Michel Platini, tres veces Balón de Oro antes que presidente de la UEFA, se refiere a la del Mundial de España'82. Esa final, entre Italia y Alemania, quedó grabada en la memoria del fútbol por el sexto gol de Paolo Rossi, las celebraciones de Sandro Pertini en el palco del Bernabéu y el éxtasis de Marco Tardelli tras su gol, el 2-0.
Pero el Mundial de España dejó muchas más imágenes. El insólito gol anulado a Francia tras las protestas sobre el césped del hermano del emir de Kuwait, el tongo descarado del Alemania-Austria en Gijón, la humillante derrota de España ante los cerveceros de Irlanda del Norte o la magia del Brasil de Zico, Sócrates, Éder y Falcao, eliminado por Italia en un partido convertido de inmediato en todo un clásico de los Mundiales. Un duelo memorable, aunque superado en intensidad, belleza y emoción apenas unos días después, en el marco del mismo torneo.
El 8 de julio de 1982, 70.000 espectadores se reunieron en el Sánchez Pizjuán para ver la segunda semifinal del Mundial de España, que enfrentaba a las selecciones de Francia y Alemania. Unos 30 grados a las 21.00 horas, hora del inicio del choque, y ambiente claramente favorable a los franceses, admirados gracias a su espléndida línea de centrocampistas (Giresse, Genghini, Tigana y el citado Platini), sin olvidar la ascendencia española de varios de sus integrantes: Amorós, el lateral derecho de origen alicantino, la madre salmantina de Giresse y el apellido del seleccionador Michel Hidalgo. Alemania caía mal: no se olvidaba lo de El Molinón y su portero, Harald 'Toni' Schumacher, era lo que hoy se llamaría un 'broncas'.
Pese a su belleza y dramatismo, el partido suele quedar reducido a la brutal agresión de Schumacher a Battiston, que dejó al francés inconsciente y con tres costillas fracturadas
Además, Francia había descorchado en España el 'fútbol champán' que dos años más tarde la encumbraría como campeona de Europa. Un estilo que, como el de Brasil, sedujo en masa a los aficionados. Alemanía mostró sus armas de siempre: fortaleza física y mentalidad irreductible. Pero el apaño con Austria -un 'biscotto' en toda regla para dejar fuera de las eliminatorias a la exótica Argelia, la revelación del torneo- penalizó su imagen ante la hinchada local, resignada a la neutralidad tras la eliminación de una España sumida en la indigencia futbolística.
El partido fue una batalla de 120 minutos, en medio de un calor y una humedad asfixiantes, un drama deportivo y humano. En él se produjo la célebre agresión de Schumacher sobre Patrick Battiston, recién ingresado en el
" style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px none; color: rgb(37, 173, 218); font-family: inherit !important; font-weight: bold; cursor: pointer; ">terreno de juego, a los pocos minutos del segundo tiempo y ya con 1-1 en el marcador. Una salida a destiempo del meta alemán -"volvería a hacerlo, estaba convencido de que llegaba al balón"-, que estampó su cadera contra el pecho y la cara del atacante, que no lo vio llegar. Resultado: tres costillas rotas, dos dientes volando y una vértebra dañada.
Battiston abandonó el césped inconsciente. Platini le acompañó, cogiendo una mano que colgaba inerte de la camilla, y besándosela antes de que su compañero fuera llevado al hospital. Algo le dijo, al parecer. Jamás trascendió.
Hidalgo enloqueció tras el incidente. Estuvo tentado de retirar a su equipo, después de que el colegiado, el holandés Charles Corver, no señalara nada en la acción de Schumacher y Battiston. "No sabíamos nada, si Patrick estaba vivo o muerto. Pero había que jugar. Era una semifinal del Mundial. Había que seguir jugando", recordaba Giresse en un documental emitido por Canal + en el 25 aniversario del Mundial español.
Francia rozó la gloria con una línea de medios creativos, técnicos y de irrefrenable tendencia ofensiva; en el 84, en su Euro, el músculo de Luis Fernández la llevó al título
Francia siguió jugando, pero no pudo romper las tablas antes del tiempo extra. Sin embargo, en la prórroga pareció hallar consuelo.Tresor y Giresse hacían dos goles que hubieran tumbado a cualquiera, pero no a Alemania. No a aquella Alemania.
Jupp Derwall, el seleccionador, apostó todo lo que tenía. Un Karl-Heinz Rummenigge medio cojo por una lesión muscular salió del banquillo y embocó el primer remate de que dispuso, tan heterodoxo como efectivo. El gol del 'cojo', a dos minutos para el final del primer tiempo de la prórroga, dio aire a Alemania, y KlausFischer empató a tres, de chilena, en el 108'. Los doce minutos restantes fueron agónicos. Medias por los tobillos, con ambos equipos tratando de exprimir sus ya inexistentes fuerzas en cada ataque para evitar la lotería de los penaltis.
Porque fue la primera vez que el acceso a la final de un Mundial se decidía por penaltis. Y la tanda ofreció todo el dramatismo que se le suponía. El alemán Uli Stielike fue el primero en fallar, en el tercer disparo, y se derrumbó sobre el césped del Pizjuán, cargando con la culpa de todo un país. De camino a la portería, Schumacher, abucheado en cada acción tras el incidente con Battiston, se cruzó con él y le prometió que pararía el siguiente lanzamiento francés. Lo hizo, ante Six. Y repitió ante Bossis, un lateral que abrió la segunda rueda de lanzadores. Hrubesch, prototipo de delantero tanque, tenía la definición en sus pies. Convirtió con enorme frialdad. Pura eficacia germana.
Alemania, un equipo de transición entre la campeona del 74 y la que llegaría en el 90, acabó con el sueño de la mejor Francia hasta al aparición del emperador Zidane. "Perdimos aquel partido por seguir siendo nosotros mismos", dijo Giresse, aludiendo a la incapacidad de un centro del
" style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px none; color: rgb(37, 173, 218); font-family: inherit !important; font-weight: bold; cursor: pointer; ">campo pleno de talento, pero privado de agresividad e inteligencia táctica para gestionar un clarísimo marcador a favor. En la Eurocopa del 84, Luis Fernández, más sangre española, sacó de la medular la fina zurda de Genghini y Francia se coronó. Pero Platini jamás recuperó su final de la Copa del Mundo.
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