Respecto a la final solo dire algo: 1ero, el mejor jugador del mundial Puskas, estaba como MAradona en el 90, osea en un pie. 2do Hungria venia de dos partidos ante dos equipos quiza mejor que los mismos alemanes. 3ro La Lluvia influjo, ese campo fue un lodazal. 4to Los zapatos de Ady Dassler, fueron una solucion para correr mejor. 4to. Los Alemanes pese a la deprecion post guerra, tenian gente de un equipo bueno y competitivo que venia de jugar en los 40s. 5to La final en Berna tenia el estadio repleto de alemanes. 6to. Los Alemanes se impusieron a las circunstancias, Asi es el futbol, deberian quitarle esa leyenda negra del doping. Vean el partido, no corren anormalmente.
La figura de ese equipo era Puskas, el 1er principe o rey sin corona, quiza el mejor delantero de todos los tiempos, un Romario habilodoso y crack europeo de los 50s. No era enganche ni pasador, era un goleador, esta en mi lista junto con Zidane o Beckenbauer, como los reyes sin corona.
En el 54 pese a la inesperada derrota, no hubo el drama del 50, 1ero porque Los Hungaros son muy diferentes a los sudamericanos, y 2do porque el Estadio Era enteramente Aleman. Quedo para la posteridad como una manera de encarar partidos dificiles ante adversarios muy superiores. Quedo el 1er campeon moral de la historia. Y quedo confirmado que los Hungaros eran grandes jugadores, era su segunda final mundialista.
Esta gran generacion de futbolistas quedo grabada en la historia, el comunismo haria huir a sus principales figuras., Zolta Czibor, Ferenc Puskas y el centro delantero Kocsis terminarian jugando en España... solo el extraordinario Hidegkuti volante ofensivo, se quedaria en su pais.
Corro a ver dos peliculas al respecto: El Milagro de Berna y el documental: Puskas el /Hungaro.
Ciao.
Ramon.
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Hungría y el socialismo del fútbol
En la década de los años 50 surgió una selección que fue un ejemplo a seguir muchas otras. Su fútbol significó un cambio radical en la forma de entender este deporte. Fue la Hungría de Ferenc Puskas, un combinado que conquistó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952, una Copa Internacional en 1953 y pudo poner la guinda a un maravilloso pastel en el Mundial de 1954, pero perdieron la final ante Alemania Federal (el famoso milagro de Berna). Una oportunidad de oro para cerrar un ciclo glorioso.
Partido celebrado en Wembley entre Inglaterra y Hungría.
Eran tiempos muy complicados para el país magiar. Sufrió mucho durante la II Guerra Mundial y muchos se agarraron al fútbol para intentar evadirse de la miseria y pobreza que reinaban en aquella época. Gustav Sebes fue el entrenador de aquella poderosa selección. Una selección que era algo más que eso, ya que Sebes observaba el fútbol como ningún otro lo hacía. Socialista reconocido, Sebes quiso trasladas esas ideas políticas a la selección húngara. Su filosofía en todas las parcelas de la vida era clara: dar todo y esforzarse al máximo para un beneficio común. Y esta premisa la trasladó al fútbol.
El 'equipo de oro' o de 'los magiares mágicos' tenía en sus filas a futbolistas como Puskas, Kocsis, Czibor o Hidegkuti. Era una colección de jugadores con una
" style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px none; color: rgb(37, 173, 218); font-family: inherit !important; font-weight: bold; cursor: pointer; ">calidad exquisita. La unión de sus cualidades significó que Hungría pasara a la historia por ser una de las selecciones más potentes de aquella época. Su estilo era novedosamente ofensivo.
El propio Puskas llegó a afirmar que "cuando atacábamos, atacábamos todos. Cuando defendíamos, defendíamos todos". Bases socialistas en una Hungría que se convertiría en uno de los mejores equipos de la historia. Su sistema de juego dejaba desconcertado a los rivales. Gustav Sebes apostó por un novedoso 4-2-4 y creó la figura de mediapunta, al retrasar uno de sus delanteros para que la defensa rival no tuviera referencias. Todo esto se magnificó en uno de los partidos que ya forman parte de la historia del fútbol mundial.
El milagro de Berna
Esta selección siempre será recordada por una final que se disputó en 1954. Hungría se plantó en la final del Mundial y tuvo que verse las caras ante Alemania Federal. Los húngaros eran claros favoritos por la espectacular trayectoria que estaban llevando desde años atrás y por los jugadores que estaban en sus filas. No obstante, y pese a que Hungría se puso por delante en el marcador gracias a los goles de Puskas y Czibor, Alemania Federal dio la vuelta al luminoso con el tanto de Morlock y el doblete de Helmut Rahn. Había nacido el milagro de Berna, ciudad donde se disputó aquella final.
" style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px none; color: rgb(37, 173, 218); font-family: inherit !important; font-weight: bold; cursor: pointer; ">victoria alemana sirvió para dar una inyección de moral a la sociedad germana tras unos años sufriendo la cara más destructora de la Segunda Guerra Mundial.Esta selección siempre será recordada por una final que se disputó en 1954. Hungría se plantó en la final del Mundial y tuvo que verse las caras ante Alemania Federal. Los húngaros eran claros favoritos por la espectacular trayectoria que estaban llevando desde años atrás y por los jugadores que estaban en sus filas. No obstante, y pese a que Hungría se puso por delante en el marcador gracias a los goles de Puskas y Czibor, Alemania Federal dio la vuelta al luminoso con el tanto de Morlock y el doblete de Helmut Rahn. Había nacido el milagro de Berna, ciudad donde se disputó aquella final.
'El partido del Siglo'
El 25 de noviembre de 1953 algo cambió en el fútbol. La Hungría de Gustav Sebes se presentó en el mítico estadio de Wembley para disputar un partido ante Inglaterra. Fue etiquetado como 'el partido del Siglo' ya que la Hungría que meses antes se había proclamado campeona olímpica retaba a la selección que inventó este deporte.
El 25 de noviembre de 1953 algo cambió en el fútbol. La Hungría de Gustav Sebes se presentó en el mítico estadio de Wembley para disputar un partido ante Inglaterra. Fue etiquetado como 'el partido del Siglo' ya que la Hungría que meses antes se había proclamado campeona olímpica retaba a la selección que inventó este deporte.
Los húngaros saltaron al estadio de Wembley con este once: Groscis, Buzánszky, Lóránt, József Zakariás, Lantos, Kocsis, Tóth, Bozsik, Hidegkuti, Puskas y Czibor. El combinado de Sebes venció por un contundente 3-6 y desplegaron un sistema tanto ofensivo como defensivo que se llevó los halagos de todos los aficionados. Cerca de 110.000 almas vieron desde las gradas la primera derrota de Inglaterra ante un equipo que no pertenecía a las Islas Británicas. Meses más tarde, Inglaterra quiso la revancha en Budapest y volvió a salir muy mal parado (7-1).
Con la Revolución soviética finalizaba esta magnífica selección que no solo dio un recital de buen fútbol, sino que también dio clases a futuros equipos. Fue un punto de inflexión para Inglaterra, ya que aquel 'partido del Siglo' hizo que se cambiara la forma de plantear y entender el fútbol desde las islas británicas.
Poco a poco esta magnífica Hungría fue en decadencia y sus seguidores nunca pudieron disfrutar de una selección como la de aquellos años.
javier.estepa@marca.com
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Mundial 1954: El Milagro de Berna
Sepp Herberger se graduó como técnico con las mejores notas de su promoción y ya reflejó en el título de su tesis la síntesis de la que sería su filosofía como técnico: “Hacia el máximo rendimiento en el fútbol”. Y lo sucedido el domingo 4 de julio de 1954 en el Wankdorf Stadium de Berna, podría ser la máxima expresión de todo ello, lo que las crónicas históricas de la época bautizaron con el sobrenombre de“Das wunder von Bern” o “El Milagro de Berna” y representó para la por entonces joven República Federal Alemana un nuevo comienzo.
Algo que en buena medida deben a ‘Tio Sepp’ y a Fritz Walter, y que vivió una intensa intrahistoria hasta aquel lluvioso domingo de julio. La República Federal Alemana llegó a la crucial cita de 1954 sin ser para nada uno de los favoritos, pese a ello la victoria inicial (4-1) ante Turquía, les abrió un futuro esperanzador que no cegó a ‘Tio Sepp. El técnico germano llegó a la conclusión de que para tener una selección poderosa necesitaba en punta de ataque un elemento demoledor. Y aunque no mantenía una relación fluida con el delantero-taxista, pensó de inmediato en la figura de Helmut Rahn “el Jefe”, que por entonces se encontraba de gira con su equipo, el Rot Weiss en Uruguay. Herberger le mandó el siguiente telegrama urgente:-“Presentarse urgente en Suiza primer avión”.
Herberger comenzaba a cambiar el curso de la historia, su meticuloso estudio de la competición le llevó a la conclusión de que con dos victorias estaban en la siguiente ronda, por lo que considerando que la victoria ante Turquía estaba asegurada, se tomó el partido en primera ronda ante los “Mágicos Magyares” como puro trámite y con la clara intención de mermar la temible calidad de un más que posible futuro rival.
Alemania encaró la cita con los suplentes y la apisonadora húngara les barrió del campo por un contundente 8-3, al que Sepp asistió impasible, encajando sin el más mínimo enfado las duras crítica recibidas. Ahondando un poco más en la meticulosidad de Herberger, mucho se ha escrito sobre la posibilidad de que su zaguero Liebrich, lesionara deliberadamente a Puskas con la intención de mermar a Pancho con vistas a un hipotético segundo envite definitivo.
La baza del “Maestro” Herberger ya estaba en marcha, Hungría les tenía en muy baja consideración, pero sin saberlo el “Viejo zorro” se la había jugado a un conjunto húngaro que por el sistema de competición y al acabar primeros de grupo llegó mucho más tocada a la final, puesto que mientras Alemania llegaba a la final sin sobresaltos, los magyares sufrieron para ganar a Brasil y tuvieron que jugar 120 minutos para deshacerse de Uruguay.
Esta fue la intrahistoria de aquella final, rodeada en todo momento por un halo de sospecha, puesto que la excepcional capacidad física de los alemanes y los problemas médicos -que sufrieron con el paso de los años- varios de sus componentes, dejaron caer la sombra de la duda con relación a una posible administración de suplementos dopantes. En cualquier caso lo que queda fuera de toda duda es que Alemania tenía un gran equipo y dio la campanada ante una selección de otro planeta. Con estos condicionantes el colegiado inglés William Ling daba comienzo a una final, que tuvo otro incómodo invitado para los intereses húngaros: la lluvia. Un elemento que empantanó el mítico Wankdorf y para el que ‘Tio Sepp’ también tenía un arma secreta: un tipo llamado Adolf Dassler (fundador de Adidas), que por entonces era una pequeña empresa y trabajaba con unas nuevas botas de tacos atornillados que sumaron para los alemanes en aquel campo embarrado. En todo caso el manto de agua que les recibió no pudo inicialmente con la inigualable línea ofensiva compuesta por Sandor Kocsis, Zóltan Czibor, Nandor Hidegkuti, József Bozsik y Ferenc Puskas, que no tenía parangón y martilleó a Alemania en los primeros minutos.
A los seis minutos de juego Puskas recoge un rebote de la defensa y cruza el balón al otro palo de Turek, inmediatamente después saca Walter desde el centro pero la presión en banda del conjunto de Sebes propicia una recuperación y un desdoble al ataque, que da como fruto el gol de Czibor, que pone el 2-0 en el marcador. Solo han pasado ocho minutos y se masca la tragedia, hasta tres lanzamientos al palo de la meta de Turek, se contabilizan antes de que los factores controlados por Herberger, comienzan a entrar en acción.
Entonces Fritz Walter -un futbolista de leyenda del que cuentan que Beckenbauer se pone en pie cuando lo recuerda-, se despreocupa del marcaje de Bozsic, -que nunca se distinguió por su labor defensiva- y consigue dirigir a sus anchas a su equipo y el signo del partido. Además la línea de cuatro dispuesta por Herberger comienza a neutralizar de forma efectiva a los húngaros, una línea en la que Liebrich marca a un temeroso y condicionado Puskas -por lo sucedido en el primer partido-, mientras Rudolf Mai se encarga de frenar a Kocsis.
Alemania comienza a inquietar, Schäffer el habilidoso extremo se marcha por su banda izquierda, y manda un balón al área, que Buzansky mide mal, aprovechado porMax Morlock –el mítico nº13-, que lanzándose en plancha acorta distancias a los once de partido. Minuto 18, Fritz Walter ve desmarcado a Rahn, que al borde del área conecta un buen disparo y bate a Grocsis poniendo un empate que en aquellos primeros ocho minutos hubiera parecido una auténtica quimera. Con el resultado 2 a 2 termina el primer tiempo y en la segunda mitad los húngaros buscan con todo la victoria pero no pueden batir a Toni Turek, que aquel día fue elevado por el legendario relator Herbert Zimmermann a “Dios del fútbol”. El campo pesado y embarrado va provocando de forma paulatina el desfondamiento físico de Hungría.
Aún así el marcador se mantiene inalterable y la prórroga parece inminente pero a siete del final Schäffer roba un balón y conecta con Fritz Walter, que ve a Rahn, le da un pase atrás de cabeza, y este clava un fenomenal zurdazo al palo izquierdo de Grosics. Son segundos de infinito silencio, rotos únicamente por la legendaria voz de Zimmermann: “Schäfer centra sobre el área. ¡Remate de cabeza! ¡Despejado! Rahn podría chutar el rebote. Rahn chuta. Toor! Toor! Toor! Toor! Tooooooor!(Cuentan que Zimmermann cayó en silencio durante ocho segundos antes de que su voz volviera retumbar en las precisas radios alemanas) “¡Toooor, Tooooor, Toooor!… –pausa-, A cinco minutos del final Alemania gana… (pausa de nuevo) ¿3-2? ¿estaré loco? ¡pellízquenme que no lo creo!”. “Aus! Aus! Aus! Aus! Aus! Das Spiel ist aus! Deutschland ist Weltmeister” – (“¡Terminó!” y lo repitió cinco veces: “¡El partido terminó! ¡Alemania es campeón mundial!”).
La consumación del “Das Wunder Von Bern”, un triunfó histórico, el comienzo de una nueva era, la reconstrucción “El Milagro alemán”.
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El equipo de Oro: Hungría 1954
La década del 50 fue la mejor en cuanto resultados y juego para la Selección de Hungría. Liderada por Ferenc Puskas, Sándor Kocsis, Nándor Hidegkuti, entre otros, y dirigida por Gusztáv Sebes, el país húngaro (…)
La década del 50 fue la mejor en cuanto resultados y juego para la Selección de Hungría. Liderada por Ferenc Puskas, Sándor Kocsis, Nándor Hidegkuti, entre otros, y dirigida por Gusztáv Sebes, el país húngaro logró la Medalla Dorada en los Juegos Olímpicos de Sydney de Helsinki 1952 y llegó a estar 33 partidos invicto. En 1953 vencieron a Inglaterra por 6 a 3 en Wembley, siendo el primer equipo no británico en ganarle en dicho estadio. En la revancha de dicho encuentro, Hungría le propinó la peor derrota de la historia al equipo ínglés: un lapidario 7 a 1.
El momento en el que Hungría demostró ser una de las mejores selecciones de aquella época fue el Mundial de Suiza 1954. El máximo certamen de selecciones se llevó acabo en el país suizo debido a los 100 años de la FIFA.
Hungría integró el Grupo B del Mundial junto con Alemania Federal, Turquía y Corea del Sur. En el primer partido el equipo húngaro derrotó por 9 a 0 Corea del Sur demostrando toda su magia y su buen juego. En su segunda presentación venció a Alemania Federal por 8 a 3 con cuatro goles de Kocsis, uno de Puskás, otro de Toth y dos de Hidegkuti. Con esta victoria Hungría demostraba ser uno de las mejores Selecciones de dicha época.
Hungría debía enfrentar a Brasil por los Cuartos de Final del Mundial. El partido fue uno de los más recordados de la historia. Conocido como la“Batalla de Berna” debido a la mala conducta de los jugadores y del juego violento demostrado por ambos equipos.
El partido comenzó favorable a los húngaros (a pesar de la ausencia de su máxima estrella, Ferenc Puskas) quienes rápidamente se pusieron 2 a 0arriba en el marcador. Hidegkuti a los 3 minutos y Kocsis a los 7 pusieron el parcial dos a cero. A pesar de que Brasil buscaba descontar la ventaja húngara, continuas faltas de la defensa del equipo europeo le impedían a los cariocas cumplir su objetivo.
Finalmente, después de tantas jugadas bruscas por parte de la defensa de Hungría, Djalma Santos, a los 18 minutos, puso el 1-2 de penal. Brasil quedaba solo a un gol de distancia.
En el segundo tiempo el desarrollo del partido fue mucho más agresivo. A los64’, Lantos de penal ponía el 3 a 1. Un minuto después Julinho decretaba el 2-3. Faltando dos minutos para el final del partido, nuevamente, Kocsis marcó y puso el 4 a 2 definitivo.
En aquel partido 3 jugadores se fueron expulsados por el árbitro Arthur Ellis. Los dos primeros fueron tras un intercambio de golpes entre Bozsik (Hungría) y Santos (Brasil). Luego, otro brasilero, Humberto, se fue expulsado por golpear a Lórant.
La violencia del partido no finalizó al término de los 90 minutos. Prosiguió en el vestuario, ya que la estrella del equipo húngaro, Puskas (quien había estado ausente del partido debido a una lesión), había lanzado una botella contra Pinheiro, lo que derivó en una batalla campal en los vestuarios.
Luego de la “gran batalla” ante Brasil, era el turno de enfrentarse a la Uruguay que venia de ser campeona del Mundo en 1950 en el recordado “Maracanazo”, en el cual el conjunto uruguayo venció a los brasileros por 2 a 1 en el Maracana sorprendiendo a propios y extraños.
El equipo Húngaro dio otra muestra de gran fútbol y venció a los sudamericanos por 4 a 2. Los 90 minutos reglamentarios finalizaron 2 a 2. Czibor (13’) y Hidegkuti (46’) marcaron para los húngaros, mientras que los tantos para los uruguayos los convirtió Hohberg a los 75 y a los 86 minutos.
Cuando parecía que Uruguay iba a poder lograr llegar por segunda vez consecutiva a la final, apareció una de las estrellas de Húngria, Sándor Kocsis, que marcó por duplicado a los 111 y a los 116 minutos. Con el 4 a 2 final Hungría llegaba a la final, en la cual lo esperaba nuevamente la Alemania Federal. Los húngaros ya no eran una sorpresa y eran considerados como los amplios favoritos en la final que se iba a llevar acabo en el Wankdorfstadion, en Berna. Con Puskás recuperado y recordarndo el 8-3 de la primera ronda, parecía que Hungría se iba a quedar con el Campeonato Mundial.
El equipo de Gusztáv Sebes salió a la cancha aquel 4 de julio de 1954 con la siguiente formación:
- 1-Grosicks
- 2-Budazanski
- 5-Lorant
- 3-Lantos
- 4-Bodsik
- 8-Zakarias
- 13-Jozef Toth
- 11-Sándor Kocsis
- 10-Nandor Hidegkuti
- 9-Ferenc Puskás
- 14-Zoltan Czibor.
Ni bien comenzado el partido, a los 6 minutos, Puskás ponía a Hungría al frente del marcador. Dos minutos más tarde Czibor aumentaba la ventaja a dos goles. Pero Alemania no se quedaría atrás e inmediatamente, a los 10’, acortaba la desventaja a un gol gracias al tanto del 10, Max Morlock.
Ocho minutos más tarde, Helmut Rahn, ponía la paridad en el marcador.Después de un gran partido en los primeros 20 minutos, en donde se hicieron cuatro goles, nadie conseguía romper la paridad. Pero cuando parecía que el partido necesitaría de una prórroga, apareció la figura del partido, Helmut Rahn, y a falta de seis minutos para el final del encuentro declaraba que Alemania era el nuevo Campeón Mundial. Pese a no haber conquistado el título, Hungría demostraba que era el Campeón sin corona.
Ocho minutos más tarde, Helmut Rahn, ponía la paridad en el marcador.Después de un gran partido en los primeros 20 minutos, en donde se hicieron cuatro goles, nadie conseguía romper la paridad. Pero cuando parecía que el partido necesitaría de una prórroga, apareció la figura del partido, Helmut Rahn, y a falta de seis minutos para el final del encuentro declaraba que Alemania era el nuevo Campeón Mundial. Pese a no haber conquistado el título, Hungría demostraba que era el Campeón sin corona.
En 1956 se terminaron los años dorados de Hungría debido a la revolución que se desarrollo en dicho país. Desde ese entonces la Selección Húngara nunca volvió a ser lo que alguna vez fue. ¿Alguna vez volverá a vivir años tan gloriosos como los de la década del 50?
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Película: "El milagro de Berna"
Extracto de la película alemana "El milagro de Berna". Os la recomiendo ya que nos muestra como se vivía un Mundial de fútbol desde dentro, y desde la perspectiva de un padre y su hijo.
Helmut Rahn comenzó su carrera como juvenil con Altenessen 1912, con quien jugó desde 1938 hasta 1946. Después de eso se fue al SC Oelde 1919 marcando un total de 52 goles para ese equipo. En la temporada 1950-51 jugó en el Sportfreunde Katernberg.
Como profesional fue más éxitoso cuando jugó en el Rot-Weiss Essen de 1951 a 1959. El equipo ganó la DFB-Pokal final en1953 y ganó el campeonato alemán en 1955. Durante un año, desde 1959 hasta 1960, se había jugado en 1. FC Köln, en 1960se fue a Twente Enschede en Países Bajos.
En la Bundesliga, 1963, empezó a jugar en el MSV Duisburg. Terminó su carrera en 1965 debido a un problema en la rodilla y, junto con Hans Schäfer fue uno de los últimos miembros de la Copa del Mundo de 1954 ganador de un lado a retirarse.
Rahn fue también parte del equipo alemán que llegó a semifinales de la Copa del Mundo de 1958. Con su gol contraYugoslavia, se convirtió en el momento en el tercer máximo anotador en los Mundiales, con 10 goles en total (detrás de Just Fontaine y Sándor Kocsis), y también el primer jugador en anotar al menos cuatro goles en dos diferentes Copas del Mundo.
Era conocido como "El Jefe" por su liderazgo en el campo y en ocasiones también como "El Cañón de Essen".
Después de retirarse del fútbol, Helmut Rahn, comenzó su propio concesionario de coches en Essen-Altenessen, a lo largo de Altenessener Street.
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REPORTAJE:FÚTBOL | UN GOLPE DE AUTOESTIMA PARA UNA NACIÓN QUE ESTABA HUNDIDA
Alemania llora el milagro de Berna
Los germanos se emocionan con una película que evoca el inesperado triunfo de su selección sobre la poderosa Hungría en el Mundial de 1954
El canciller federal alemán, Gerhard Schröder, el legendario delantero centro Uwe Seeler y el seleccionador nacional, Rudi Völler, todos ellos hombres hechos y derechos, lloraron a lágrima viva. Schröder, tres veces. La película El milagro de Berna, del director Sönke Wortmann, hace trabajar las glándulas lacrimales de los alemanes. Evoca el triunfo de la selección alemana de fútbol en la final del Mundial de Suiza, el 4 de julio de 1954 en Berna, a través de la visión de un chico de 12 años de un barrio obrero de Essen, en plena cuenca del Ruhr, expresión palpable del proletariado alemán de las minas y la siderurgia.
Mezcla el director la familia ficticia Lubanski con el histórico partido en el que Alemania consiguió el milagro de derrotar por 3-2 a la Hungría de los Puskas, Koscis y Czibor que llevaba cuatro años imbatida. Alemania había perdido en la primera ronda 8-3 contra Hungría, que había marcado 25 goles en los cuatro partidos de la fase final. Una Alemania hundida y derrotada en la II Guerra Mundial levantó por primera vez la cabeza gracias a los dos goles de su extremo derecho Helmut Rahn, alias Boss. Alemanía no había participado en el Mundial de 1950 en Brasil. El país estaba todavía excluido de la FIFA, sometido a cuarentena por el pasado nazi. Cuatro años después, el fútbol ejerció de bálsamo para las heridas de un pueblo derrotado en la guerra y sumido en la vergüenza de haber parido el nazismo. El llamado milagro de Berna, el futbolístico, supuso el pistoletazo de salida para el granmilagro alemán, el económico, que levantó a un país destruido y en ruinas hasta convertirlo en la primera potencia económica de Europa. Para el director de la película, Wortmann, "hay en la posguerra alemana dos acontecimientos en los que los contemporáneos recuerdan con precisión dónde estaban cuando ocurrieron: la caída del muro de Berlín [el 9 de noviembre de 1989] y el sorprendente triunfo del campeonato mundial el 4 de julio de 1954". Según Wotmann, "la victoria se convirtió en mito y sus actores que participaron son leyenda: Sepp Herberger
[seleccionador nacional], Fritz Walter [capitán y cerebro del equipo], Helmut Rahn
[autor de dos goles en la final] o Toni Turek [portero que salvó el resultado poco antes del final]
". Sostiene Wortmann: "Lo característico del momento no fue sólo la victoria de un equipo de fútbol, sino una especie de euforia colectiva, una contraimagen renovadora frente al pasado del nazismo".
El relato radiofónico de aquella final se vendía en Alemania en discos de microsurco con el alarido del locutor Herbert Zimmermann ante la parada final de Turek: "¡La paró, la paró. Toni, Toni, tú eres un dios del fútbol!". La televisión pública alemana se encuentra ahora, ante la proximidad del 50 aniversario del milagro de Berna, dedicada a la tarea de reconstruir las imágenes de la final, que no quedaron grabadas.
Matthias, el niño protagonista de la película, vive con su madre, su hermana y su hermano comunista en el sórdido ambiente del Ruhr de la posguerra. La familia espera la vuelta del padre, prisionero en la Unión Soviética, mientras la madre saca adelante a la familia con una taberna que se llena de obreros bebedores de cerveza. Matthias cría sus conejos, acompaña a Rahn a los entrenamientos y le lleva la bolsa de deporte.
El Boss Rahn, como la gran mayoría de sus compañeros de hazaña, no llegó a ver la película. Su vida se consumió hace unos meses en un barrio de Essen donde recorría las tabernas para, a cambio de unas cervezas, explicar sobre una mesa cómo había sido aquel zurdazo que le dio el título mundial.
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