domingo, 21 de noviembre de 2010

la previa al Clasico, 8 a cero golea el Barza al Acasiete y el Madrid mete 5

Estan embalados, y no se si concuerdo con el tipo este llamado Relaño, Pasa que Ronaldo se fue en el mejor momento de su carrera al Inter, y no fue una buena eleccion, pues jamas se repitio ese Ronaldo del 96, y luego de las dos roturas de ligamentos no fue ese destructor, igual, era superpeligroso, igual esta entre los mejores de la historia, y respecto a R.Gaucho en el mejor momento de su carrera el año 2006, tambien se largo al pecado de la juerga y la gula, no se eso que no valen quince puntos...
Vuelvo a mi ranking si de Volantes hablamos los mejor de los 90 fueron Laudrup, Baggio y Hagi, de Delanteros, Romario Batistuta y Ronaldo
De esta decada lo mejor RGaucho Zidane y Messi, de delanteros netos CR7, Ronaldo y Rooney. Con 3 menciones Hiperhonrosas Drogba, Etoo y Slatan Ibraimovic.

Ciaooo.
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Madrid y Barça más Cristiano y Messi

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Enviar página por correo a:. Datos de envíoCorreo/s electrónico/s Nombre/s Tu correo Tu nombre Enviar también a tu correo ComentarioTu comentario Normas de usoSólo puedes enviar la página una vez. Si quieres mandarla a varias direcciones separalas con punto y coma ( ; )...Artículos de Alfredo Relaño Alfredo Relaño | 21/11/2010

A ocho días del Clásico, Madrid y Barça siembran el terror. El Barça machacó a un Almería débil, asustadizo y desconcertado, hasta elevar el marcador a un histórico 0-8, con lo que iguala el récord en goleada fuera de casa en la historia de la Liga, que mantenía el propio Barça desde el 59, en Las Palmas. Inmediatamente después, el Madrid, en un partido bravo y disputado, goleó al Athletic que, desde luego, no jugó como para merecer tal daño. Pero el Madrid tiene un portero colosal y una potencia de fuego tremenda, que ayer se enriqueció con un 'tomahawk' de Cristiano de la más perfecta ejecución.

Antes de todo eso, el Villarreal y el Valencia habían empatado, con lo que los dos favoritos caminan hacia el Clásico ya escapados, con el tercero, el Villarreal, a ocho puntos del líder y a siete del segundo. Los dos grandes empezaron la Liga dejándose algunos puntos. El Barça venía del Mundial, el Madrid estaba en construcción. Pero ya están armados y vuelan. Nadie puede hacerse ilusiones. Algunos, como el Almería (y lo digo sin ánimo de polémica) se entregan resignados a la ejecución. Otros, como el Athletic, pelean con brío, pero sólo les sirve para hacer más digna la derrota.

Es de siempre que Madrid y Barça estén entre los mejores, pero a tanto no estábamos acostumbrados. El año pasado llegaron a la frontera de los cien puntos, este año repetirán ese viaje. Son el Madrid y el Barça de siempre, sólo que con Cristiano y Messi, que agrandan el bache hasta lo descomunal. Cada uno de ellos le da quince puntos más a su equipo. Por aquí hemos visto recientemente a lo mejor de lo mejor: Rivaldo, Figo, Ronaldinho, Zidane, Ronaldo... Jugadores grandiosos, pero ninguno de ellos valía quince puntos por sí solo. Estos los valen y son los principales causantes de que hablemos de Liga dual.

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Liga BBVA | Real Madrid 5 - Athletic 1
El Madrid ruge al Athletic
Los de Caparrós plantaron cara hasta el penalti de Susaeta. Llorente, excelente, marcó el gol visitante. Hat-trick de Cristiano y vendaval final del anfitrión.


Juanma Trueba | 21/11/2010

Más que un partido fueron dos, dos Athletic y dos Madrid, dos mundos que dignificaron a cada contendiente aunque la última parte es la que queda y casi siempre queda el Madrid, líder en el Camp Nou y equipo adiestrado en buenos y malos momentos, Cristiano al frente y un ejército detrás. Sigue ganando el Madrid y lo sigue mereciendo.

Lo dicho. El partido traza una línea roja en el minuto 55. Hasta entonces, el Athletic tuteó al anfitrión y le sostuvo la mirada como no lo había hecho nadie en el Bernabéu. Casillas puede dar fe. El mérito del visitante es todavía mayor si pensamos que el líder, en ese tramo, se puso dos goles por delante. Otros equipos interpretan tanta contrariedad como una señal del destino y rinden la bandera. El Athletic, no. Acortó distancias y se sintió cada vez más importante, más león. En los minutos que siguieron el partido estuvo en el aire, totalmente incierto, aislado de la influencia del estadio y más inclinado hacia el empate que a la sentencia.

Al poco del descanso se dibuja la raya roja. En ese instante, Susaeta cometió el error de tantos delanteros que quieren ayudar en tareas defensivas. Un error que es pecado mortal cuando la jugada se desarrolla dentro del área. Hablo de meter la pierna, de suplantar al defensa, de buscar el contacto. Los delanteros no saben medir y Susaeta no midió. Ni el lugar ni la intensidad. Se vio encarado por Di María y se vio seducido por su música de caracoleos y amagos. Estoy absolutamente convencido de que no quiso hacer penalti, pero lo hizo absolutamente.

Aquello desmontó a su equipo. El Athletic no tenía en su guión de mil páginas un penalti de Susaeta. Y eso anduvo rumiando mientras Sergio Ramos, lanzador sorpresa y sospecho que espontáneo, marcaba el tercero del Madrid y aún cuando Llorente sacaba el balón del centro, y rato después.

El escenario se transformó por completo. El estadio, con sus 80.000 personas, recuperó su lugar y su influencia. El líder sintió que lo era y prosiguió el relato cuesta abajo, como tantas noches, tan empujado por su instinto como por el abatimiento del contrario. En este sentido, el cuarto gol resultó implacable. Amorebieta interceptó a Cristiano sin más motivo que la frustración y el portugués se lo hizo pagar al contado. Su lanzamiento de falta voló con los átomos revolucionados y el balón burló a Iraizoz poco antes de llegar a sus guantes, como si dentro de la pelota hubiera un piloto travieso.

Resistencia.
Antes de que Cristiano consiguiera el quinto gol, propiciado por otro penalti (esta vez más vulgar, de un defensa), el Athletic mereció el segundo tanto. Básicamente, por no desfallecer. Y el tiro debió ser uno que Javi Martínez estrelló en el larguero. El problema es que ya no había fe, ni fuerzas, ni ánimos. Ya lo ven. Tanto puede cambiar la vida en sólo 55 minutos.

Cumplido el resumen, toca detenerse en los protagonistas y para ello seguiremos, como en las grandes producciones, el orden de aparición. Primero, Llorente. No se habían completado los dos minutos de juego cuando controló un balón con la tranquilidad de un domador de pulgas, se giró, superó la chicane que formaban Carvalho y Khedira y chutó a puerta; Pepe sacó bajo palos. Para hacerse una idea: fue un movimiento digno de Van Basten, de estrella mundial.

La jugada provocó un revuelo polisémico. Ya saben como son estas cosas: el madridismo entendió que Llorente se quiere venir y los seguidores del Athletic interpretaron que se quiere quedar. El jugador, por su parte, insistió en un argumento o en el contrario. Tocaba cada balón a su alcance, le daba un sentido, abría al espacio, miraba, tramaba y, entretanto, envejecía a Carvalho, al que le cayeron diez años de golpe y un golpe en la ceja.

El Bernabéu es tan sensible a esas exhibiciones en terreno propio que un día fichó a Munitis por una gran noche y durante bastante tiempo añoró a Adriano, o a Litmanen, igual que mucho antes se prendó de Di Stéfano o Kubala, héroes de noches inolvidables. Estoy por asegurar que ayer se retomaron los suspiros de pasados y antepasados.

Pese al protagonismo de Llorente, marcó Higuaín. Así ocurre casi siempre. Mientras evocamos el glamour de los delanteros guapos, él nos recuerda su importancia real y carnal, su barba de cuatro días. Esta vez lo hizo con un gol que combinó inteligencia y corpulencia, características que le definen. Digamos que le ayudó tanto el talento como el culamen, saber como proteger, resistir primero y matar después. Si el fútbol fuera como el cine, Higuaín terminaría por llevarse a la chica y acabaría rodeado de nietos. Lo merece por su tenacidad y, en ciertos casos, por nuestro menosprecio, y en este saco incluyo a Mourinho, que le volvió a sustituir.

Iker.
Llorente siguió vanbasteando y sólo Casillas le dejó a las puertas de la gloria. En su mejor intervención, Iker repelió un remate a media vuelta y en presencia de Pepe, lo que da testimonio de la habilidad del delantero y, sobre todo, de su valor.

El foco cambió de actor cuando Cristiano culminó un contragolpe de manual y puso el segundo gol en el marcador. Fue una jugada lanzada por Higuaín y a la que Özil dio continuación con un toquecito de terciopelo. Cristiano, solícito como un antílope, batió a Iraizoz con un zurdazo por bajo, hermoso de puro sencillo.

Y como tantas veces, el gol calmó al genio. Hasta ese momento, Cristiano, agitado por la exhibición de Messi, parecía algo ansioso. Tampoco le favorecía la rigidez del equipo, que sigue encontrando problemas cuando debe atacar defensas bien colocadas. Pero ni esos reproches rebajan su importancia. Aún cuando anduvo más obtuso, Cristiano estuvo cerca de marcar un gol de chilena que hubiera valido por ocho. Sus desmarques son esenciales en el despliegue de los contraataques, el arma letal del Madrid, y su actuación no necesita aproximarse a la perfección para sumar tres goles.

Otra cosa es el privilegio del que goza para jugarse tiros improbables, para entretenerse en protestas que le descuelgan de la acción o para jugarlo todo. El técnico debería disimular más estos favores o, más fácil, suprimirlos.

Y fin de la monotonía. En la próxima cita resolveremos la duda que nos queda: qué ocurre cuando chocan dos huracanes.

El duro

Amorebieta

No debió acabar el encuentro. Hizo una dura entrada a Cristiano en el 60' y un penalti a Granero en el 91'.



El dandy

Llorente

Hizo un gol, pero mereció más. Iker fue su pesadilla. Muy activo, demostró calidad en todas sus acciones.



¡Vaya día!

Susaeta

Cometió un error de bulto en el penalti. Metió la pierna sin sentido a Di María en una jugada sin peligro.



El crack

Cristiano

Firmó un hat-trick poderoso. Goleador en juego, de falta y de penalti. Lleva 14 goles en Liga y es pichichi.




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Liga BBVA | Almería 0 - Barcelona 8
Brutal ejercicio de intimidación
El Barça impresiona a una semana del Clásico. Messi, con tres goles, lidera la exhibición. El Almería de Lillo, que fue destituido después, fue un guiñapo.

Tras una semana en la que las ruedas de prensa, los dictámenes de los comités de Competición y diversas comisiones varias amenazaban con capitalizar el foco de la atención futbolera llevándola a un debate inane, llegó el Barça a Almería y le recordó a todo el mundo que el fútbol se juega sobre el campo, no en las salas de prensa ni en los despachos. El Barça devolvió las cosas a su sitio. El discurso regresó al verde de una manera brutal. Es ahí donde los de Guardiola se adivinan imbatibles y abusaron cruelmente del Almería en unos 45 primeros minutos prodigiosos en los que liquidaron el partido con un 0-5 demoledor. Los de Lillo eran, hasta que el Barça pisó su estadio, un equipo que presumía de lucir una de las mejores defensas de la Liga. Ayer fueron un guiñapo desde el primer minuto al último. A ocho días del Clásico, los barcelonistas, sin dar la sensación de exprimirse, aplastaron a un rival que dio la sensación de incapacidad inaudita. Propia de otra era.

En la primera parte, el Barça fue como una apisonadora que pasó por encima de los de Lillo. En la segunda, la inercia les llevó a completar la mayor goleada del Barça a domicilio casi sin querer. Y encima, la exhibición se produjo sin que diera la sensación de que ninguna de las estrellas blaugrana se exigiera demasiado. Era una goleada a velocidad de crucero. Sin acelerar y que deja un mensaje muy claro para con el próximo rival, el Madrid. Fue un exhuberante ejercicio de superiodidad.

Comandados por un Messi que parece que juega una Liga particular contra él mismo, contra sus registros y reflejándose en el espejo de un Cristiano que le motiva aún más, el Barça tardó 20 minutos, lo que dura un recreo, en liquidar el encuentro.

Aplastados.
El Almería apenas pudo oponer ninguna oposición ante un Barça que se paseó por el césped. Guardiola decidió, además, prescindir de Busquets y de Piqué, que estaba a una tarjeta de la suspensión, pensando en el partido del lunes 29 ante el Madrid. Al final, esta decisión resultó irrelevante. Podría tranquilamente el Barça haber salido a jugar con ocho jugadores. Cuando estás en racha, todo sale de cara y ayer, el Barça más que jugar un partido de Liga parecía estar midiéndose a un equipo de esos que sólo te encuentras en las giras por Asia. El detalle que marca la diferencia es que se toparon con un Barça caníbal a una semana de recibir al Madrid. Todo un mensaje para navegantes.

El Barça metió ocho goles y Villa destacó más por dar goles a sus compañeros que por su efectividad de cara a la puerta rival. Circunstancia que no supone ningún problema si en tu equipo tienes a un tal Leo Messi que ya ha superado el límite de las comparaciones con Ronaldinho, Rivaldo y Romario para equipararse a Maradona, Di Stéfano y Pelé. Sus números son realmente de otra época. Como fue la gioleada del Barça.

Los de Guardiola impusieron su superioridad de la misma manera que el Barça de Kubala, César y compañía arrasaban a los contrincantes. El Barça de Guardiola le regaló a sus aficionados un partido de otra época, aunque fuera a costa de un Almería que después destituiría a amigo Lillo.

El crack

Messi

Lo suyo es de otra era. Firma númerod de Pelé o Di Stéfano. Es insaciable en su progresión.



¡Vaya día!

D. Alves

Después de recibir ocho goles en su propio estadio, el portero brasileño encarna la debacle de su equipo.



El dandy

Villa

Nunca imaginó que su equipo marcara ocho goles y ninguno fuera suyo, pero sus pases fueron vitales.



El duro

Vargas

El Almería estuvo muy blandito. De los pocos que tratío de hacer alguna falta fue Vargas

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