martes, 9 de febrero de 2010

LOS OLIGOPOLIOS DE PODER

Son terribles, generan guerras en medio oriente, no le importan las muertes, no les importan las falsas alarmas de gripe porcina, no les importa tirarse abajo aun presidente y poner a otro, comercian con Obama y tambien con Hugo Chavez, el dollar, el euro, el oro, o el petroleo es su medio de cambio, yo no acepto que a ellos les digan los neoliberales, pero si acepto que muchos neoliberales estupidamente les siguen el juego...Ellos no tienen costumbres ni posturas politicas ellos se cambian inmisericordemente, ellos son los hijos de los feudos, de los reyes y del nepotismo europeo...Ellos ya no son familia o aun lo son?
Ellos viven del mercado negro y del legal. Y muchas veces al negro lo hacen legal, las personas normales nos hemos llegado a acostumbrar a ellos, y ahi esta lo malo, pues la medicina revolucionaria, SERIA TERRIBLEMENTE PEOR!!!

Comparto un articulo de Giacosa al respecto
Chau.


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Mar. 09 feb '10La democracia rehén de las corporaciones
Autor: Guillermo Giacosa

Para disgusto de los neoliberales, una y otra vez hemos insistido –desde distintos ángulos– en que la democracia, según la entienden ellos, es un rehén de los grandes poderes económicos. Dudarlo desafía las evidencias y muestra una miopía que suele alterarse ligeramente cuando ocurren crisis como la que, según dicen los 'inocentes’ neoliberales sin demasiadas razones que los apoyen, “ya estamos remontando”. Dos citas, una de Noam Chomsky y otra del New York Times, me parecen imprescindibles para agregar elementos racionales a la discusión que, sensatamente, se cuestiona hacia dónde nos dirigimos. Chomsky dice: “El 21 de enero de 2010 quedará registrado como un día oscuro en la historia de la democracia de Estados Unidos y su declive. Ese día, la Corte Suprema dictaminó que el Gobierno no puede prohibir que las compañías hagan aportes económicos en las elecciones. La decisión afecta profundamente a la política gubernamental, tanto en el plano interno como en el internacional, y anuncia incluso mayores conquistas de las corporaciones sobre el sistema político del país”.

El New York Times, por su parte, refiriéndose al mismo fallo al que alude Chomsky, dice que este “golpea el corazón mismo de la democracia” al haber “facilitado el camino para que las corporaciones empleen sus vastos tesoros para inundar (con dinero) las elecciones e intimidar a los funcionarios elegidos para que obedezcan sus dictados”.

Más claro, imposible. No, por supuesto, para quienes no quieren ver o para quienes defienden intereses personales o grupales ajenos al concepto de democracia en el que prevalece la voluntad popular por sobre el poder económico.

Luego de un siglo de restricciones a las contribuciones de las empresas en las campañas federales, hoy se abre un carnaval en el que, al decir de Chomsky, “ahora los gerentes de las compañías podrán comprar directamente comicios, eludiendo vías indirectas más complejas. Es bien sabido que las contribuciones empresariales, en ocasiones envueltas en paquetes complejos, pueden inclinar la balanza en las elecciones y, así, dirigir la política. La Corte acaba de entregar mucho más poder a ese pequeño sector de la población que domina la economía”.

Ha dado, de hecho, más poder a quienes tenían ya casi todo el poder, al menos en el plano de las decisiones trascendentes. Cabe preguntarse qué es más peligroso para la democracia: un gobernante que pretende prolongar su mandato, léase Chávez o Uribe, o un conjunto de empresas con intereses que no siempre se compadecen del bienestar general, por no mencionar las necesidades medioambientales, y que se apodera, vía su dinero, del aparato político que, de ahora en más –como lo prueba la historia de los últimos años–, obedecerá a los mandatos de quiénes, sin haber recibido ningún mandato, operarán irresponsablemente sobre el conjunto de la realidad, privilegiando sus intereses parciales y coyunturales por sobre el interés general.

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