domingo, 14 de febrero de 2010

Enemigos Intimos, se consiguen el manuscrito de la hembrita de Baylys...

Hmmm no me parecio para nada y sobre todo porque ellos son escritores, y peor aun porque saben que se defienden con argumentos cojudos, ... yo creo que la cosa es mas o menos asi, Beto y Aldo se cuelgan de cualquiera que les asegure algo de rating, lo hicieron Gissela, lo hicieron con Magaly, etc... entonces estamos ante el MAGALY de LAS REVISTAS TELEVISIVAS, presentan casos, etc, pero cuando tienen alguna pepa medio sabrosa, le sacan el jugo, y encima saben que es su programa o el de Rosa Maria...

Lo malo es que probablemente a Jaime le conviene este rollo y quien mas sale ganando es EL CANAL, pues la joda se queda en el 2, y alla quienes sigan metiendo sus narices...

De todos modos, asi como lo de Gissela, esta pepa de la supuesta bronca con Bayly es BAMBA, Gissela no edito nada, y si hicieron mal es joder a Bayly, como tambien sabian que era malo joder a la tigresa pero igual lo hicieron.

La cosa es no hablen de uno, no? como sea, pero que hablen, esa es la consigna. En beto es sabido estas mañas, pero qeu pena que Aldo se preste para esto...al final es la mision del figuretti, con mayor o menor cerebro, Asi Monica se pelea con Johanna, Jaime con Beto, La Chola con Janet, Angobaldo con Melcocha, etc, etc...

La cosa es que el seudoespacio, cada vez menos tiene menor credibilidad...
Chau.

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Lun. 15 feb '10Lo que otros no saben
Autor: Jaime Bayly

No exagero si digo que esta ha sido una de las semanas más intensas de mis casi cuarenta y cinco años de vida.

El domingo pasado se presentó en mi programa “El Francotirador” una amiga íntima, Silvia, que dejó la universidad para atreverse a escribir ficciones y que publicará muy pronto su primera novela, Lo que otros no ven, editada por Mesa Redonda.

El programa fue grabado para que alcanzara a tomar el vuelo a Bogotá esa medianoche. Cuando me encontraba en el taxi camino al aeropuerto de Lima, mi fiel amiga Ximena, la productora del programa, me dijo que debía cortarle dos minutos. Corta lo que quieras, le dije, pero no nos pasemos de tiempo.

Ximena decidió cortar los dos minutos en que habíamos mostrado en el programa una foto melancólica y hermosa de Luisito, mi amigo argentino, mientras yo decía que si bien quería mucho a Silvia, también seguía queriendo y amando a Luisito y que le enviaba besos y abrazos y que le agradecía por entender que las leyes del deseo y del amor a veces se entrecruzan, se entreveran, se yuxtaponen y superponen, y no por querer a una persona uno deja de querer a otra, y se puede querer mucho y muy genuinamente a ambas personas al mismo tiempo.

Esos dos minutos fueron mutilados y al día siguiente Luisito en Buenos Aires vio el programa y se sintió ofendido, dolido, humillado, porque yo había llevado a la televisión a una amiga muy querida y no había siquiera mencionado lo mucho que lo he querido y lo sigo queriendo estos últimos siete años en que él ha enriquecido mi vida con su amistad.

Comprensiblemente furioso y a la vez decepcionado de mí, Luisito renunció a trabajar como uno de los productores periodísticos de mi programa en la cadena de noticias NTN, que presento de lunes a viernes desde Bogotá, y me dijo que le parecía cobarde y oportunista lo que yo había hecho en televisión, pues pensaba que, por razones de puro cálculo político, por mi ambición desmesurada de querer ser presidente del Perú, había querido mostrar a una amiga íntima, ocultando o soslayándolo a él, mi muy querido amigo, y tratando de deslizar de contrabando la idea tramposa de que ya no era más bisexual, como lo he sido desde que conocí las leyes ingobernables del deseo y como sigo siendo y, desde luego, seguiré siéndolo hasta que muera.

Le rogué a Luisito que viniera al programa ayer domingo para que no se sintiera discriminado y para que tuviera la misma oportunidad o la misma tribuna o el mismo espacio que tuvo Silvia para contar nuestra bella historia de amistad y compañerismo y le aseguré que durante el programa con Silvia le había dicho que lo seguía amando y que había mostrado una foto suya muy linda, en la que salía guapo y con aire ensimismado, pero él me dijo que ya tenía planes para este pasado fin de semana: ir al concierto de Beyonce y luego manejar a Mar del Plata a pasar un fin de semana en la playa con sus mejores amigas.

Entretanto, Silvia fue expulsada del departamento de sus padres, que no le perdonaron su precoz ambición de ser una escritora y su coraje para venir a la televisión a contar que nos unía una curiosa e improbable amistad en la que no estaba del todo exenta el deseo, pero sobre todo la complicidad en darle forma a su sueño de publicar su primera novela, Lo que otros no ven. Silvia tuvo que mudarse a un hotel que Ximena le consiguió generosamente.
Desde luego, no fueron días fáciles para ella porque, tan pronto como apareció en mi programa, perdió ese tesoro inestimable que es el discreto anonimato, la libertad de salir a caminar por la calle sin que nadie sepa quién eres, y se convirtió, como era lógico suponer que ocurriría, en un personaje al que la prensa peruana quería conocer y cuyo pasado quería escudriñar y cuyos más recónditos secretos familiares, íntimos y amorosos quería revelar con urgencia. Ella había elegido libremente arrojarse a volar en el cielo en que vuelan los famosos con paracaídas o con parapente o a veces en caída libre, pero le parecía que su paracaídas no se abría, no se abriría nunca, y que acabaría machucada y despanzurrada en brutal colisión contra el cochino piso de Lima.

Silvia pasó unos días atroces, mucho peores que los míos ciertamente, no sólo porque sus padres le dieron la espalda y la echaron a la calle, sino porque muchos de sus amigos y amigas le dijeron que estaba loca y la dejaron aturdida, triste y confundida. Peor aún, como ella había repartido el manuscrito de su novela entre las cuatro o cinco editoriales de Lima, y la menor de esas editoriales, Mesa Redonda, le había comprado la novela y se había comprometido a publicarla, ocurrió que alguno de los editores que poseía el manuscrito (pero no los derechos de difusión sobre esa novela) se lo entregó a un programa de televisión conducido por dos talentosos escritores, quienes leyeron algunos de los fragmentos más escandalosos o morbosos de la novela sin tener derecho de hacer tal cosa y en abierta violación de la propiedad intelectual que el editor y la escritora tenían sobre dicha novela inédita.

Como era previsible, Silvia se sintió violada, manoseada, ultrajada, sintió que no había derecho de que difundieran su novela inédita sin su autorización y la de su editor y se pasó tres días vomitando y pensando que ya nada tenía sentido y que su sueño había terminado en una pesadilla.
Los editores y Silvia nos pidieron consejo a mi abogado y a mí sobre la conveniencia de enjuiciar a los dos escritores talentosos que habían difundido sin permiso, ilegalmente, el contenido inédito de una novela, algo que a ellos ciertamente no les hubiera gustado que hicieran con libros de su autoría. Mi abogado y yo les aconsejamos que no enjuiciaran a los dos escritores que leyeron sin permiso partes de la novela. El juicio, de plantearse, debía llevarse a Indecopi, y podía durar un año o más, y ni siquiera era seguro que el fallo les diese la razón a quienes sentían que sus derechos de propiedad habían sido violados, puesto que, al parecer, al leer los fragmentos de la novela, se habían cuidado de mencionar que podía ser o no ser la novela de Silvia, pues lo habían puesto entre signos de interrogación o usando el condicional. Mi consejo fue y sigue siendo: no los enjuicien: a veces el mejor juicio no es el que se gana sino el que se evita: miren cínicamente todo esto y comprendan que es promoción para la novela y salgan pronto con Lo que otros no ven. Espero que los editores de Mesa Redonda y la escritora de la novela me hagan caso y no pierdan su tiempo en un juicio largo, farragoso y probablemente inútil y concentren sus energías en lanzar la novela del mejor modo posible.

Para terminar, la madre de mis hijas, que estaba en Ginebra, me dio una conmovedora lección de inteligencia, nobleza y amor. No solo no le molestó la entrevista que le hice a Silvia el domingo pasado. Me escribió felicitándome, elogiando la entrevista tan audaz y divertida y diciéndome que me seguía queriendo igual que siempre y que contase con su amistad indeclinable y su complicidad en este viaje en el que estamos juntos hasta el final. Nunca he admirado y amado tanto a Sandra como estos días. El modo noble y sabio en que entendió las curiosas ramificaciones del amor y me renovó su amistad en estos días contrariados me demostró lo que ya sabía desde que la conocí: Sandra Masías es el gran amor de mi vida, la mujer a la que más he amado y a la que amaré siempre, y la primera, primerísima dama de mi vida, gane o pierda las elecciones.

Sigo queriendo a Silvia y animándola y alentándola a persistir en su cruzada quijotesca de ser una escritora. Sigo queriendo y amando a Luisito, mi amigo argentino, y lo llevaré siempre en el corazón y, por supuesto, no por querer a Silvia he dejado de ser bisexual ni de querer al adorable Luisito. Pero, sobre todo, después de una semana tan encrespada en el mar del amor en el que a veces sientes que te ahogas, me conmovió ir ayer al aeropuerto de Lima a buscar a Sandra, que llegaba de Ginebra, y abrazarla y besarla y sentir que estos días me ha dado una inolvidable lección de amor. Gracias, Sandra. Todavía me sorprende descubrir cuán refinada es tu inteligencia y cuánto amor cabe en tu corazón.


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| Dom. 14 feb '10Alégrame el día, Jimmy
Oh, my God. Jimmicito se ha escaldado. Pucha. Ni su acrisolado espíritu liberal, ni su pregonada tolerancia democrática ni su mente esclarecida de estadista del futuro le han servido para soportar que los Enemigos nos consiguiéramos, parte del codiciado manuscrito carmesí de su riquísima chibola, (¡oh, prodigioso cruce de Clorinda Matto de Turner con Hannah Montana!) y les chorreáramos a ustedes apenas algunas de sus más esplendorosas y libidinosamente jocosas prosas. Ah, no. Eso sí que no. Y pucha. Jimmicito se ha picado horrible, alucina. ¿No te parece malazo? Pucha. Picarse es cero glamour, alucina.

Autor: Beto Ortiz

Trabajo en televisión desde hace 21 años y me he acostumbrado a los apocalípticos berrinches de las super divas de la pantalla de plasma como se acostumbra un pelador de pollos del mercado al olor tibio de la sangrecita. En todos los canales en que he trabajado, me he llevado siempre y necesariamente pésimo con todos los grandes figurones y pésimo también con todos los gerentes, a Dios gracias, sin excepción. La razón es tan sencilla como humilde. Jamás la chupo por memorándum. ¿Me explico? O sea, ya que en esta vida hay tanta y tanta guasamandrapa qué chupar, lo único que cabe hacer en salvaguarda de la autoestima y la dignidad es darse el lujo de ponerse selectivos y escoger libremente cuál nos provoca chupar y cuál no. O sea, mínimo, ¿no? ¿Me explico? El mame rítmico e indiscriminado de chulapi no ha sido nunca mi estrategia para conservar chambas. Si alguna vez he durado en alguna no ha sido precisamente porque la chupe bien, lo cual tampoco significa que la chupe tan mal, (ejem, al César lo que es del César), sino única y exclusivamente que, en este rubro, sí que me puedo poner gourmet. Y si hay algo que soberanamente he decidido este verano es que yo al candidato Jaime Bayly no se la voy a chupar de ninguna manera. Primero, porque no me provoca ni un poquito y segundo, porque constato que la entusiasta cola de los mamones voluntarios es tan larga y prematura que más parece la cola del concierto de Metallica, olvídense, de nunca acabar. Pobre. Con razón se escalda el chico como se escalda.

Como quien celebra una sesión de ouija con la bruja Rosita Chung para lograr entrevistar “¡en vivo!” al atormentado espíritu de la asesinada Miriam Fefer. O como quien lanza al éter efímero de la farándula al plúmbeo nerd que hicieron pasar por su hijo falso. O como quien proclamando: “¡me aloca su pirulino!” se pasea en road-show por todos los canales para promocionar una novela firmada por su chibolísimo literato argentino pero –en muchos pasajes- escrita con un estilacho asombrosamente parecido al de él y cuyo único tema, por supuesto, es él y, casi siempre, tolaca. O, sin ir más lejos, como quien sienta en su set a su mismísima vieja o a cualquier ser capaz de hablar ininterrumpidamente de él, de él y de él, Jimmy y su traviesa imaginación nos embarcan ahora en una nueva y delirante travesía para deleitarnos con la última inmolación, la última ovejita inocente ofrecida en sacrificio para alabanza del altar crudelísimo del más insaciable de los dioses: su ego. Es así que, proclamando: “¡Contigo sí se me para!”, nos sirve en bandeja de plata tan pulposo bocadito, la rubicunda ene-ene ideal del apellido compuesto, el bronceadísimo monumento a la pituquita desconocida, la absoluta neighbor’s daughter o hija de vecino de casa de Playa Muralla y nos la presenta en sociedad, trémulo él, azorado, contrito, indómito, recóndito, ensoñado, –¡porfis, porfis, juguemos a las palabras rebuscadas!, ¿ya?–. ¡Nos la presenta, chúpense esa mandarina, como su novia, su flaca, su cuero, su hembrichi, su chibolísima literata e inminente first lady of Perou que –tal como estaba escrito –no en su destino, sino en su librito “Lo que otros no ven” rechazado por el control de calidad de las editoriales Santillana, Planeta, Estruendomudo y Norma desde el año pasado y aceptado, post-entrevista, por el sufridito sello Mesa Redonda, competencia directa de Sarita Cartonera, (previo pago de los costos de impresión) - ha aceptado admitir que es su embrague y, de paso, promocionar una historia firmada por ella pero –en muchos pasajes- escrita con un estilacho sospechosamente parecido al de él y cuyo único tema, por supuesto, es… etcétera. Si me permiten la crítica literaria, puede que en Eisha la caca no huela. De modo que el éxito de ventas está asegurado.

Jimmicito se ha arañado y se me ocurre que son tres los viles motivos que podrían haberlo hecho enfadar tan feo: 1) Le hemos dicho pituca a su amiga y ya se sabe que a los pitucos les jode que les digan pitucos. Detestan tener que salir del (walking) closet. Okey. Nos rectificamos: tu amiga de clase media-alta, ¿sonó mejor? tu amiga de familia acomodada. 2) Nunca le hemos dicho bisexual. Bueno. Que Michael Jackson y Koki Belaúnde hayan procreado no los convierte en bisexuales, me parece. Y cuando he conversado en persona con Jaime no he tenido la impresión de estar frente a un mujeriego empedernido y sí, más bien, lo he escuchado llamar “el molusco” a la vagina acentuando la expresión con un gracioso mohín de asco. Pero, en fin, si navegar con bandera de bisexual lo hace feliz o le genera más lectores (o electores) confundidos pues alas y buen viento, chuchan boy. Que el molusco te sea propicio. 3) Sospecho que la tercera razón tiene que ver con los consejos de su Primer Ministro Enrique Ghersi y su Primera Vicepresidenta Ximena Ruiz Rosas quienes serán los encargados de asegurarse de que Jimmy conquiste su sueño de convertir al Perú en Chile. Y tratándose de unos próceres tan preclaros y de tan alta investidura no puedo menos que reservarles un párrafo aparte.

Fue más o menos así. Alguien tuvo la generosidad de compartir una parte de The Manuscript con nosotros. Y como tacaños no somos, lo compartimos desinteresadamente y con fines de chongo con ustedes. Y ya. Pero esto a nuestro rencorosillo Jimmy le ha ardido tanto que lo ha llevado a pintarse la cara como William Wallace y bramar venganza. Ya se sabe que esa es la gasolina de su vida. Quiere ser presidente para vengarse de que Alan no fue a su programa y somete al papelonazo a su cándida dalina o cíndela o nubecina para vengarse de que su ex mujer tampoco quiso –ni cojuda- sentarse en su set a seguirle la cuerda como un loro loco. Pero no perdamos el hilo. La estrategia legal (¡uy, qué meyo!) del próximo presidente contra los cacasenos y bribones Enemigos Íntimos parece ser la siguiente: van a acusarnos de robo, van a salir a decir que hemos cometido un grave delito penal, que somos unos apandillados que nos hemos birlado ilícitamente una propiedad intelectual, (en el supuesto audaz de que una novela que trata acerca de lolitas del Von Humboldt que gustan de penetrar a cuarentones con penes plásticos en los hoteles más decadentes de Lima posea realmente un carácter “intelectual”). Francamente…¿Y si mejor lo colgamos hoy mismo en internet? Para que lloriquees con motivo, como decía mi viejo después de quitarme todita la cojudez de un solo cachetadón.

Pese a que le pintaban facho bigotito de Hitler en sus carteles electorales del 90, yo creo que Enrique Ghersi es un abogado astuto y culto y tengo clarísimo que si él me enjuiciara y mi defensa fueran los abogados del canal, perdería con roche. Este escenario, sin embargo, es improbable pues si Ghersi me enjuiciara por el presunto delito de mal gusto al haberme pelado esa novelita tan mamarrachenta, los más entusiastas con la idea de que yo me fuera preso serían, precisamente, los abogados de mi canal que carbonearían felices (¡uy, uy, no me dejo!) y le harían barra cual frenéticas waripoleras. (¡Pero que jai, pero que jai, jai, jai!). A Ghersi, además, le guardo especial aprecio pues en el 97 fue el abogado que el otrora dueño del 4, Crousillat, contrató para que me defendiera en el celebérrimo Caso Piraña, una denuncia policial que nunca llegó a tribunales gracias a un legendario argumento que Ghersi esgrimió ante el fiscal y que mejor no les detallo mucho porque este es un diario familiar. Aunque preferiría obviarlo, Xime fue también mi productora en Canal A en el 2000 y en ese mismo año consiguió una chamba mejor pagada y pasó a organizar los multitudinarios mítines y caravanas del Ritmo del Chino, a la cabeza de “Pro”, el búnker de campaña de nuestro común amigo Carlos Raffo, más conocido como “El Mapache”. De modo que Jimmicito, the Presi no podría estar mejor asesorado: ¡Y se baila así! ¡Y se goza así! ¡Jimmy, Jimmy, Jimmy!

Conociéndolo como (no) lo conozco, podría firmar que, a estas alturas del partido, Jimmy debe estar caminando como la chica de El Exorcista por los techos del canal pidiendo, histérico, mi cabeza. Tal es mi cruel destino. María la del barrio soy. A eso me he condenado por invocar su santo nombre en vano. La Cabrejos de Canal Dos. Eso es lo que soy. Y ella, nuestra glamorosa Johanna San Miguel que ya está agitando su campanita de plata, tilín, tilín, porque ya es la hora de correr a servirle su latte maciatto con dos de Splenda, tilín, tilín, tilín . ¡Ya voy, joven Jaime, ya voy! Ay, Jimmy, mi Jimmy, el peruanista. Mi Jimmicito enamorado del Perú. Mi querido Harvey Milk del Delicass de Miguel Dasso. Apachurrable primer-primer mandatario brito del Perú. Imagino tu pataleta, imagino a tus patéticos mamones danzando a tus pies y me recontra cago de la risa. Si ahora con tres por ciento, te nos pones así de disforzada, ¿cómo será cuándo ya estés abrazando mamachas por los arenales de Manchay cual Claudia Llosa en éxtasis, cuanto te toque degustar tu rico mote, tu rico chuño de la olla común en la devastada Oropesa (a ver, ¿dónde queda?) y cargar wawitas, cargar huerfanitos con un garbo que la mismísima Angelina Jollie te envidiaría? ,¿cómo será cuando tengas que empujarte un buen suri y un huevo de taricaya y ponerte sobre el terno la cushma de los boras y, a pesar de todo, mantenerte dignísimae imperturbable como toda una Bolocco en réclame de Saga? ¿Cómo será cuando hayas pasado a la segunda vuelta? Heaven help me. ¿Estás pidiendo mi cabeza? ¿A quién?, ¿a Ivcher o Fritz? ¡A los dos! ¡Nooo! ¡Me estás mintiendo! ¿En serio? Pucha. ¡Me puedo morir! Pucha. My head? Okey, honey, pero, ¿sass qué? Especifica tu pedido, alucina. ¿Cuál de las dos cabezas quieres, you fabulous queen of the fucking universe, cuál de las dos?

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