miércoles, 1 de diciembre de 2010

A proposito del Wunderteam...

El futbol de hoy es diferente, me explico los grandes equipos no fueron hechos desde proyectos economicamente viables, en cambio hoy en dia el gran proyecto futbolistico VA DE LA MANO de la parte economica, sino seria imposible tener a Messi en el Barza, me explico aun mejor, el mejor futbolista de todos los tiempos PELE, nunca estuvo en el Real Madrid, o en algun club europeo, Cruyff abandono al Ayax precisamente por mayor dinero del Barza, Maradona nunca estuvo en la Juve, Milan, Tottenham, o Real, quiza los clubes conmas dinero en los 80as, u otros casos como por ejemplo Ronaldo, sus periplos por Barza o Inter pese a tener los bolsillos llenos no coincidian tampoco en tener grandes equipos. Ronaldo ganaria todo al principio en el Real Madrid cuando fiorentino mete mano, y el eqiupo estaba hiperbalanceado de Estrellas. Si de Grandes eqiupos hablamos por ejemplo pese a sus limitaciones el Benfica de Eusebio de los años 60s fue un team de grandes logros pero sus integrantes no rebosaban de dinero, es por ello que quiero compartir la historia de Sindelar y del Wunderteam, el gran equipo de los años 30, que curiosamente no ganaria nunca un mundial, 1ero porque el 34 se encontro con el arreglo Italiano y claro en semis Italia se lo despacha, y para el 38 no llega debido a su anexion con Alemania.

Ademas, tambien pondre una cronica deliciosa, de los famosos Olimpicos Peruanos del 36. Ahi va.
Ciao.


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: El delantero del Wunderteam
El 10 de Febrero de 1903 nació en la región de Moravia, en la antigua Checoslovaquia, el mejor jugador de fútbol de los años 30. Se le considera como el futbolista más grande de Austria de todo el siglo XX. Fue una víctima, desde el deporte, del ascenso de los regímenes fascistas en Europa. Lo vivió en sus propias carnes. Éste el primero capítulo de la historia de Matthias Sindelar.
Desde bien pequeño daba patadas a un balón. Se crió en Favoriten, una ciudad dentro del territorio austríaco pero que se encuentra muy cerca de las tierras checoslovacas. Su familia, de religión judía, era pobre. A los 15 años, fichó por el Hertha de Berlín. Poco después se incorporó a las filas del Austria de Viena.
En Viena se forjó una estrella. Guió a su equipo a la consecución de tres Copas de Austria en sus tres primeras temporadas en el club. Marcó en el equipo de su vida más de 600 goles. Con estos logros, le pusieron un apodo: El hombre de papel, debido a su plasticidad, elegancia en el juego y habilidad para pasar entre los defensores rivales. Otro alias era el Mozart del fútbol.
1926 supuso un año especial para él. Debutó en la selección nacional de Austria. Además, en su debut, marcó el gol de la victoria en el triunfo por dos a uno frente a Checoslovaquia. Luego, lograría anotar en dos ocasiones en la goleada por siete a uno sobre Suiza. En las 44 internacionales de Sindi, como era conocido entre sus amigos, anotó 27 goles.
En los años 30 se construyó el Wunderteam. O traducido al castellano, el equipo maravilla. Probablemente, fueron la mejor escuadra de la década de los años 30. De los 50 partidos que disputó, sólo perdió en cuatro ocasiones. Una de esas derrotas, se obtuvieron en el Mundial de Mussolini. Es decir, en el Mundial de Italia del año 1934.
Maldita semifinal. Después del gran torneo realizado por los chicos de Hugo Meisl, se tropezaron con Italia...y con su dictador fascista. La FIFA no evitó que Benito Mussolini realizara la cita futbolistíca a su manera. Y eso se vió reflejado. El escándalo llegó en la penúltima ronda. El máximo jefe italiano eligió como árbitro del encuentro a un joven sueco: Ivan Ekman. Ambos, cenaron juntos la noche anterior al partido "para discutir tácticas".
Árbitro comprado y partido amañado. Y así sucedió. Uno de los compañeros de Sindelar, Josef Bicanpeter Beck, afirmó hace unos años con rotundidad que incluso "el árbitro llegó a jugar con ellos". Saltaron al terreno de juego del Milan derrotados y salieron del mismo modo 90 minutos después. Los azurri vencieron por uno a cero con un chicharro en claro fuera de juego.
El mismo colegiado arbitró también la final. Nunca más se repitió la misma situación. Antes de la contienda, el Duce invitó a Ekman a hablar con él. Cuando los checoslovacos se enteraron de lo ocurrido, se vinieron abajo. Habían visto el partido frente a Austria y sabían que el trato iba a ser el mismo. ¿Resultado del partido? Dos a uno para Italia. Se llevaron la Coppa del Duce. No la Copa del Mundo tal y como la conocemos hoy. Un trofeo seis veces más grande que el normal.
Sindelar y sus compatriotas sufrieron el primer golpe de un régimen dictatorial. Pero no fue el único. Mañana, podréis leer la segunda entrega

Sindelar: El homenaje a su patria


La segunda parte de la historia de Matthias Sindelar viene cargada de sentimientos. En especial dos: Lo que él sentía por su país y lo que los vieneses le dieron en su último homenaje.


Año 1938. Hitler se encontraba en plena ebullición. Y con el dictador, su régimen diabólico. Los Juegos Olímpicos de 1936 sirvieron para mostrar al mundo entero la capacidad del pequeño bigotudo de atraer a las masas. Lo que pocos intuyeron fue la masacre que empezó con el Anchluss. Es decir, la anexión de Austria a Alemania.


Sindelar lo vivió en primera persona. Cuando los nazis entraron, expulsaron a todos los funcionarios judíos de su club, el Austria de Viena. Fueron asesinados. Eso le sentó realmente mal. Con la entrada de los alemanes, iban a coger de la selección austríaca a los mejores jugadores para formar una plantilla competitiva. Hasta ocho futbolistas fueron "reclutados". Entonces, él regateo como en sus mejores tardes para no acudir a las convocatorias. La idea de realizar el saludo fascista le robaba el sueño. Odiaba el nazismo.


Y con esa sensación tan agria en su cuerpo, se celebró el partido para conmemorar el Anchluss. Él jugó, pero con la selección que portaba en su corazón. En ese dia se puso el brazalete de capitán. A pesar de ser un partido amañado de antemano y con la finalidad de demostrar la superioridad de la raza aria, dejó en ridículo a su rival.


En la primera parte, Sindelar se dedicó a torear a sus adversarios. Pero cuando alcanzaba la meta, disparaba fuera. Cabizbajo, se alejaba del área, con una cara de resignación total, cuentan las crónicas. En el segundo tiempo, se cansó. Abandonó la pantomima. Deslumbró en el césped y volvió a ser ese gran pelotero. Y en el minuto 70, enmudeció a los allí presentes. Matthias Sindelar recogió un rechace del guardameta y marcó el primer gol del encuentro. Se quitó un peso de encima. En la celebración, se colocó delante del palcó y bailó delante del Fuhrer. Toda una ofensa. Una patada en el trasero bien dada. Poco después, un compatriota suyo logró el segundo tanto y realizó también el mismo numerito.


Así acabo aquél día. Austria resurgió. Y diez meses después, el delantero se marchó del terreno de juego. Y de la vida. La Gestapo (la policia nazi) le investigaba. Según ellos, "era capaz de arrastrar a las masas en contra del nacional socialismo". En enero de 1939, el goleador se encontraba en una situación irrespirable. La tarde del 22 de enero la pasó con amigos jugando a las cartas y bebiendo alguna que otra cerveza. Por la noche, en su apartamento vienés con su novia, la italiana Camilla Castagnola. Ambos se tomaron una botella de vino. Lo último que probó.


En la mañana del 23 de enero, Sindelar y Camilla murieron. Él, mientras dormía. Ella entro de un coma del que no pudo salir. Los informes oficiales apuntan como causas de los fallecimientos a un escape de gas. Según su biográfo, Wolfang Morderthaner, "se suicidió". Nunca se sabrá el por qué. No descartemos el suicidio.


Desde ese momento, su gran amigo Egon Ulbrich quería un gran homenaje para su compadre. Lo consiguió gracias a un inspector hitleriano. El día que se largó, más de 15.000 telegramas llegaron a las oficinas de la entidad de fútbol vienesa. Y en su entierro, unas 40.000 personas se atrevieron a ir al cementerio a homenajear a su estrella, a su ídolo, a su persona.


En el dia 23 de enero de 1939, Sindi ascendió a las estrellas, al cielo donde llegaron años después otros grandes como George Best, Garrincha y la lista de dioses del fútbol. Es el ejemplo de un hombre modesto que le plantó cara a la injusticia. Nunca habrá un chicharro que supuso tanto para Austria. Su recuerdo permanece cerca del Ernst Häppel Stadion, lugar donde España ganó el año pasado la Eurocopa. Su tumba es visitada religiosamente cada año por seguidores y diligentes.


En el 2000, la Federación Internacional de Historia y Estadistica del Fútbol (la IFFHS) le nombró como el jugador austríaco más importante del siglo XX. Por su parte, Viena le dedicó una calle: la Sinderlastrasse, la calle Sindelar. En ese sitio, el poeta Friedrich Torberg escribió un poema que decía así: "Jugaba al fútbol como ninguno / ponía gracia y fantasía / jugaba desenfadado, fácil y alegre / siempre jugaba y nunca luchaba".


70 años despúes de su despedida y del comienzo de la horrible Segunda Guerra Mundial, Sindelar permanece en el recuerdo de toda una nación.


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artículo de la revista "Domingo" del diario La República de Lima sobre la participación del equipo de futbol en las Olimpiadas de Berlín de 1936.

Berlín 36. Un mito derrumbado
Autora: Claudia Chaparro

Nunca hubo despojo ni conspiración nazi. Lo que realmente ocurrió con la selección peruana de fútbol que participó en las Olimpiadas de 1936 quedó oculto por una nebulosa de versiones antojadizas. A lo largo de 72 años, cierta prensa alimentó el mito de un equipo que pudo haber alcanzado la gloria de no haber sido por la intervención del mismísimo Adolfo Hitler. Una investigación del periodista Luis Carlos Arias Schreiber, incluida en el libro ‘Ese gol existe’ (Fondo Editorial de la PUCP), derriba la leyenda más celebrada del deporte nacional.
Por Claudio Chaparro.
17 de setiembre de 1936. Lima recibe en las calles a los héroes de Berlín. Entre ovaciones y aplausos, la ciudad toda ubica en un pedestal a los integrantes de aquel equipo de fútbol que había jugado en las Olimpiadas.
Apenas semanas atrás, la actuación de esa escuadra que tenía en sus filas a los míticos Alejandro ‘Manguera’ Villanueva, Teodoro ‘Lolo’ Fernández, Juan ‘Mago’ Valdivieso y Adelfo ‘Bólido’ Magallanes había sido convertida en una leyenda que el paso de los años resumió así: la imbatible selección peruana fue despojada, por presión directa del propio Adolfo Hitler, de su derecho a disputar la medalla de oro de las Olimpiadas de Berlín. La leyenda –urdida nadie sabe con exactitud por quién– aseguraba que las autoridades olímpicas ordenaron que se jugara otra vez el partido Perú-Austria (que ya habíamos ganado 4-2 y con el árbitro en contra) porque el campo en donde se desarrolló el encuentro no tenía las medidas reglamentarias.
Aquella versión se repitió en el Perú de generación en generación. Y la hemos creído a pie juntillas. Sin embargo, hay otra versión de la historia, nacida en Europa y muy bien documentada.
El periodista Luis Carlos Arias Schreiber buscó en archivos, encontró documentos, rescató testimonios y volcó el resultado en un artículo titulado ‘Berlín, 1936: la verdadera historia de los olímpicos peruanos’, el cual forma parte del libro ‘Ese gol existe’, editado por el sociólogo Aldo Panfichi y publicado por el Fondo Editorial de la PUCP.
Lo que Arias Schreiber ha hecho es dinamitar el mito sobre la hazaña y el despojo del que, se decía, habían sido víctimas los ‘Olímpicos de Berlín’: en ese torneo, sostiene el autor, no le ganamos a ningún equipo realmente poderoso, Adolfo Hitler nada tuvo que ver en la eliminación del Perú y si se ordenó repetir el partido ante los austriacos fue porque hubo un puñado de hinchas peruanos que invadió el campo de juego y agredió a los europeos. La polémica está abierta.
DE FICCIÓN EN FICCIÓN

Política y deporte. La realización de los Juegos Olímpicos en Berlín fue capitalizada políticamente por Hitler. El aparato de propaganda vio aquí la ocasión ideal para presentar la Alemania nazi como una nación ´disciplinada y deportista`.
La prensa peruana ha distorsionado a lo largo de 72 años los sucesos de Berlín con narraciones en las que predomina la fantasía y se soslaya la verdad. Sobre los legendarios olímpicos se cuenta una historia en el Perú y otra, muy distinta, en Europa.
Por ejemplo, en el libro ‘Una historia del fútbol peruano’, escrito en 1975 por el periodista Guillermo Thorndike, se narra con lujo de detalles la manera en que el arquero peruano ‘Mago’ Valdivieso le atajó en Berlín un penal al austriaco Steinmetz.
"… El disparo va hacia la izquierda, a interceptarlo vuela Valdivieso. Manotea. Steinmetz ha fallado el penal por cinco centímetros". Eso dice el relato de Thorndike. Sin embargo, según la documentación hallada por Arias Schreiber, en aquel partido Perú-Austria el árbitro noruego Khristiansen no sancionó penal alguno.
Los hechos cuentan que el jueves 6 de agosto de 1936 Perú venció 7 a 3 a Finlandia en el estadio Hertha Platz. Cinco goles de ‘Lolo’ Fernández, uno de Villanueva y otro de Morales nos dieron la victoria.
El problema surgió el sábado 8 de agosto. Ese día, en el mismo estadio, Perú jugó ante Austria. Aquel equipo austriaco era amateur. Nada tenía que ver con el famoso ‘Wunderteam’ o equipo maravilla austriaco que deslumbró Europa en los años treinta.
Arias Schreiber demuestra, con las alineaciones de uno y otro equipo austriaco, que Perú no le ganó al famoso ‘Wunderteam’ (del fabuloso Mathias Sindelar), sino a un cuadro netamente aficionado y de menor calidad.
El resultado fue 4-2 para Perú. Hasta el minuto 75 Austria vencía por 2-0. Perú empató 2-2, con goles de Jorge Alcalde y ‘Manguera’ Villanueva. Fue en el tiempo extra cuando otra vez Villanueva y luego ‘Lolo’ Fernández pusieron el definitivo 4-2.
DOCUMENTOS OFICIALES

La versión peruana de aquel cotejo dice que el árbitro Khristiansen favoreció siempre a los austriacos. Y que Perú ganó con gran fútbol y una garra indomable. Además, que Hitler se molestó por el resultado (¿cómo iba a quedar eliminada la raza aria?) y que inventaron una tonta excusa para jugar otra vez el partido.
Sin embargo, Arias Schreiber revela que en la ‘Memoria del Comité Nacional de Deportes y Comité Olímpico Peruano (año 1936)", el presidente de esa institución, Eduardo Dibós Dammert, dio a conocer otra versión.
Es la del diario londinense Daily Sketch. Según este medio fueron mil peruanos los que armados de fierros, cuchillos y revólveres invadieron el campo de juego en pleno partido, agredieron a tres jugadores austriacos y dejaron a los europeos con ocho jugadores.
Dibós Dammert también consignó que esa versión se difundió en toda Europa a la semana siguiente del partido. Incluso comentó que en las calles de Berlín, desde altoparlantes colocados en estaciones de radio, se decía: "los cobardes peruanos han huido a Lima ante los valerosos jugadores austriacos".
Hubo también una versión oficial. Fue publicada por el alemán Carl Diem, secretario general del Comité Olímpico Alemán. Allí se hace referencia al partido Perú-Austria. Se afirma que "se produjeron hechos que impidieron el desarrollo normal del partido… Fue imposible impedir que los espectadores entren al terreno de juego, y uno de ellos dio un golpe a uno de los jugadores".
Frente a esta agresión –dice el informe de Diem– el Jurado de Apelación, en donde no había ningún dirigente alemán y era formado por la FIFA, decidió que el partido se jugase otra vez el lunes 10 de agosto y a puertas cerradas. Es decir, no se reprogramó "porque las dimensiones del campo eran irregulares", como se dijo durante más de sesenta años en Perú.

Al no presentarse el equipo peruano, el cotejo se reprogramó otra vez para el martes 11 de agosto. Y Perú tampoco se presentó. Recién ese día Austria fue declarado ganador. La versión oficial, entonces, niega que haya habido alguna injerencia de Hitler.
Según Arias Schreiber, aquella leyenda de que Hitler montó en cólera y ordenó anular el triunfo peruano, apareció en Lima luego, en 1946, es decir, cuando el Fuhrer ya estaba muerto y ya se conocían las atrocidades que cometió cuando estuvo en el poder. Era –sostiene el periodista– un aditivo más para la leyenda. Y con el tiempo nadie, hasta ahora, se había atrevido a ponerla en duda.
Pero hubo una tercera versión, probablemente la más imparcial: la del periodista estadounidense David Wallechinsky, hacedor de un extraordinario recuento de la historia de los Juegos Olímpicos (The complete book of the Summer Olimpics Games). En su texto asegura que durante el tiempo suplementario algunos aficionados peruanos invadieron el campo de juego.
"Lo que sigue –afirma Wallechinsky– depende del continente en que sea contada la historia". De todas formas, asegura que un hincha peruano golpeó a un jugador austriaco. "Los peruanos, entonces, tomaron ventaja del caos (en esa época no se hacían cambios así un futbolista se lesionara) y anotaron los goles del triunfo", agrega. También dice que Austria protestó y los peruanos se negaron a presentarse otra vez.
En Lima, por esos días, se formó un sentimiento antialemán. Ese 17 de setiembre de 1936 la gente se aglomeró en el Callao para recibir a los olímpicos. Eran héroes. Aunque la historia se haya contado de una manera distinta en una y otra parte.
Vuelta de tuerca a la leyenda

Luis Carlos Arias Schreiber, autor de la investigación que rompe el mito.
Luis Carlos Arias Schreiber, autor de la investigación que rompe el mito.El artículo de Luis Carlos Arias Schreiber va a levantar polvo. La polémica no se hará esperar. Quiebra mitos y eso genera animadversión. El periodista argumenta el porqué de sus conclusiones.
–¿Por qué había escaso resguardo policial en el Perú-Austria?
–Era un partido de segunda ronda, sin historial de barras agresivas. No jugaba Alemania. Hubo pocos espectadores y pocos policías.
–Se habla de mil peruanos en las tribunas…
–Las versiones de Perú y de Europa son muy distintas. Hay exageraciones de ambos lados. Son dos historias, con sus deformaciones y medias verdades. Pero hay hechos irrefutables y documentos oficiales.
–¿El informe oficial de Berlín 36 no se presta a suspicacias?
–No toma partido por nadie. Solo revela el dictamen de la FIFA, que organizó el fútbol de los Juegos. Aunque deja constancia que ningún organismo alemán intervino en la decisión.
–¿Hitler nada tuvo que ver?
–El fútbol olímpico lo manejaba la FIFA. Y la FIFA fue la que resolvió. No es creíble que Hitler estuviera interesado en presionar a sus miembros para favorecer a Austria. Ningún dirigente o futbolista culpó a Hitler. A mediados de los años cuarenta, tras conocer la barbarie del nazismo, se le da una brillante vuelta de tuerca a la leyenda de los olímpicos peruanos: Hitler nos despojó. Esa versión, claro, le añadió mayor esplendor a la leyenda.

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10-09-2008
“Ganar un partido es más importante para la gente que capturar una ciudad del Este”. Quien escribió esto fue Joseph Goebbels, ministro de la propaganda nazi. Era conocido por todos que Hitler odiaba el fútbol , sin embargo su poderosa capacidad de atracción de las masas no pasaron desapercibidas para su maquiavélico ministro. En 1938 meses antes del Mundial de Francia la Alemania Nazi había conseguido anexionarse Austria. En aquellos años la selección austriaca era posiblemente el mejor equipo del continente. El Wunderteam ( equipo maravilla) había finalizado en cuarta posición el campeonato de 1934 siendo frenada tan sólo por la estrategia de Pozzo y la influencia de Mussolini. Aquel combinado contaba con leyendas como Platzer, Schall o Vierti, pero por encima de todos Mathias Sindelar. Un delantero centro genial. Cuenta la leyenda que Sindelar fue un precursor de los futbolistas disolutos. Enamorado empedernido de prostitutas, juergas y borracheras, en el campo Sindelaar danzaba con el balón al mismo ritmo que dilapidaba sus ingresos en las ruletas de los casinos. Fino y escurridizo, cimbreándose con maestría ante las defensas rivales. Su juego sutil y letal le valió sobrenombres como “El Mozart del fútbol” o “ El futbolista de papel”. De orígen judío destacó durante su carrera en el Austria de Viena donde marcaría más de 600 goles. Al Mundial de 1938, Austria acudía como la principal favorita. Tanto ella como Alemania se habían clasificado para la fase final en Francia. Sin embargo un Wunderteam campón representando a una Austria independiente no entraba en los planes de Hitler. La quimera del “Anchluss“. exigía a los austriacos un tributo más, esta vez en forma de sus mejores jugadores. Hasta cinco miembros de la selección austraica fueron reclutados por la Alemania nazi, otros huyeron del país. Sin embargo la gran estrella, el indomable Mathias Sindelar permaneció fiel a Austria y se negó a jugar con Alemania. El destino de la Wunderteam estaba sellado bajo el saludo del nazismo. Sin embargo el epílogo debía ser contra la propia Alemania en un partido amistoso amañado de antemano y destinado a demostrar la superioridad germana. Aquel 3 de Abril comandando a una selección austriaca rebautizada como “La marca oriental” acudió un Mathias Sindelar de treintaicinco años, con las facultades físicas mermadas. El futbolista de papel llevaba la firme determinación de que sus delgadas piernas escribiesen un último homenaje al honor y la valentía . Las presiones de los dirigentes de la Gestapo hicieron su efecto durante el primer tiempo. Los cronistas de la época cuentan que la superioridad austriaca fue aplastante, Mathias erró goles a propósito que en otras circunstancias habría anotado con facilidad. Dicen que Sindelar movía la cabeza a modo de desaprobación en cada ocasión desperdiciada. Así llegó el descanso con cero a cero. Tras la renaudación el panorama cambió y Sindelar acabó con aquel esperpento destapando el tarro de las esencias. Caños, sombreros, regates imposibles, burlándose como quiso de la defensa alemana anotó un gol de vaselina y se marcó una danza plena de rabia bajo un palco presidido por los dirigentes del Reich. La selección austriaca no pudo participar en aquel mundial de 1938, algunos de sus jugadores concurrieron con Alemania, la cual realizó un papel desastroso. La persecución de judíos daba comienzo en Austria y afectaba a su fútbol. Fue vetada la entrada de esta raza a los estadios como simples aficionados. Los bienes del club vienés Hakoah fueron incautados, todos los columnistas judíos de los periódicos expulsados. Dirigentes y jugadores se exiliaron, muchos se unieron al Maccabi de Tel Aviv para jugar de manera informal. 65,000 judíos asesinados y 130,000 exiliados en Austria. Entre ellos Mathias Sindelar. El 29 de Enero de 1939 se encontró el cuerpo sin vida sin Sindelar junto al de su amante la cantante italiana Camilla Castagnola. Según los forenses la pareja se suicidó con dióxido de carbono. La realidad es que Sindelar tras aquel fatídico partido fue perseguido y acosado por el partido nazi que convirtió su vida en un infierno. No le perdonaron aquella ofensa, sus antecedentes judíos ni sus continuos alegatos a favor de la independencia de Austria. El informe policial desapareció y todos dieron por bueno la versión del suicidio, aunque todo apunta a un doble asesinato organizado por la Gestapo. Citando otra frase del propio Goebbels tan célebre como la que abría el artículo “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Hoy en el cementerio Central de Viena, no demasiado lejos de las tumbas de Strauss, Beethoven o Schubert, se sitúa el descuidado sector judío devorado por la hierba. Si buscas puedes encontrar una lápida con una lacónica inscripción; “Matthias Sindelar, 1903-1939”. Ahí yace el futbolista de papel, tras una vida destrozando defensas, intentó un último regate a la barbarie fracasando en el intento. O tal vez no.

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