Desde hace bastante tiempo una pelicula de ciencia ficcion no me atraia tanto, sobre todo porque es casi una pelicula independiente, no se conoce a nadie, y porque es una satira de paises desarrollados vs tercer mundo., barrio rico vs marginales, Capitalistas a ultranza vs Proletariado, …
Cuando me lei algún comentario positivo y lei ciencia ficción al ver a Wikus en primera instancia todo lorna, temi lo peor, equivocada fue mi sensación. Narrada a modo de documental y película, cuando los marcianos ven sus tecnología sin combustible, quedan a merced del hombre y su inexcrupulosa barbarie en toda su expresión desde los observadores lejanos de barrios medios los cuales muestran indiferencia, las mafias propias de los barrios marginales, la mimetización extraterrestre con una cultura ajena, y su degeneración, y el gobierno y su brazo armado, la empresa que esta detrás de toda la maniobra con fines netamente económicos.
La dos victimas, Wikus y el genial marcianito Christopher Johnson se llevan la película, pues sus personajes evolucionan, el primero pasa de ser un torpe y antipatico funcionario de la empresa que tiene a su cargo el sector 9 a ser el héroe y la victima del sistema, el segundo de ser un impresentable maleante a ser un padre abnegado, pacifista y científico inteligente, con un agregado es el único en la película que cuenta con un inmejorable sentido de moral y lealtad; verlo derrumbarse al ver a sus congéneres muertos por pruebas biológicas, o ver con ojos de terror al ver que su hijo podría morir, verlo negociar inteligentemente con Wikus al principio de la película después de leer la forma, hacen ver al Christopher el marcianito de la chaqueta roja de otra manera, y nos hace a los espectadores alentarlo para que estos dos consigan sus objetivos. Y si al final uno termina justificando a los protagonistas y a los marcianos se genera la pregunta, que cosa es el ser humano, sino un seguidor de la verdad y la justicia.
Da para una segunda parte, pues la pela comienza en el fin, y auguro se convertirá en una película de culto., Mencion honrosa para Neill Blomkamp el director en su opera prima de este proyecto financiado x Peter Jackson el de Lord Of the rings, y también para Sharlto Copley, de quien me he enterado hara del loco Murdock en la prox versión cinematrofica de A-Team (los magnificos).
Es una fabula al mejor estilo de Orwell, y al igual que rebelión de los cerdos se aplica al análisis desde diversos sistemas fuere cual fuere el ojo con que se le mire....y que vengan otras movies, se podrian hacer cosas con mucha sensibilidad llevando a la pantalla grande a los animes Macross y Yamayo...ojala y se pueda!
Chau.
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Dirección: Neill Blomkamp.Países: USA y Nueva Zelanda.Año: 2009.Duración: 114 min.Género: Drama, ciencia-ficción, acción.Interpretación: Sharlto Copley (Wikus van der Merwe), David James (Koobus), Jason Cope (Christopher Johnson), Mandla Gaduka (Fundiswa Mhlanga), Vanessa Haywood (Tania), Kenneth Nkosi (Thomas), William Allen Young (Dirk Michaels).Guión: Neill Blomkamp y Terri Tatchell.Producción: Carolynne Cunningham y Peter Jackson.Música: Clinton Shorter.Fotografía: Trent Opaloch.Montaje: Julian Clarke.Diseño de producción: Philip Ivey.Vestuario: Dianna Cilliers.Estreno en USA: 14 Agosto 2009.Estreno en España: 11 Septiembre 2009.
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District 9 es la mejor película de ciencia ficción desde Matrix. Así, sin medias tintas. Ha habido que esperar una década para que alguien ingeniase un filme fresco, dinámico, lleno de interrogantes y que dibujase una realidad imposible que mantuviese al espectador pegado al asiento tratando de asimilar lo que está viendo.
El hecho de que esté realizada como si por momentos se estuviese viendo un documental es un acierto del director, el novato Neill Blomkamp, quien ha sabido contar una historia de alienígenas con una perspectiva hiperrealista que lleva el típico conflicto entre las diferentes civilizaciones del espacio a un contexto tan terrícola como la xenofobia.
Blomkamp contó con el respaldo del genial Peter Jackson, quien produjo esta película con vocación de clásico del cine.
District 9 sitúa la acción en Johannesburgo (Sudáfrica) 30 años después de que una nave extraterrestre se instalase sobre sus rascacielos, al estilo de series como “V” o filmes como Independence Day. En esta ocasión, sin embargo, ese gigantesco vehículo espacial se quedó inerme, sin respuesta, lo que llevó a los hombres a plantearse abrir una vía de entrada en la estructura. Fue entonces cuando los expedicionarios se toparon con un panorama más propio de un campo de concentración nazi que del que sería de esperar de unos seres capaces de crear semejante tecnología.
A partir de ahí District 9 avanza tomando elementos vistos en otros filmes (que tienen raíces muchas veces en hechos reales) pero que en conjunto conforman un producto único y sólido. Alusiones a producciones sobre genocidios o tráfico de armas en África, historias sobre sustancias infecciosas, metamorfosis como en The Fly, y una traca final de acción suburbana con toques apocalípticos a lo Mad Max que tiene lugar en una ratonera como Black Hawk Down. Todo ello aderezado con armamento futurista entre Robocop y Terminator producido por unos alienígenas bastante repugnantes con forma de gamba gigante e inexplicables pocas luces.
District 9 es toda una experiencia que no defrauda en el guión y, a pesar de las reticencias iniciales, deja momentos memorables para los amantes de efectos especiales.
El peso del relato cae sobre los hombros de un héroe atípico, Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), un hombre feliz e ingenuo que acaba sumido en una pesadilla con pocas expectativas de acabar bien.
La película concluye con muchas preguntas aún en el aire, cuestiones que no desestabilizan el argumento pero que requieren una respuesta clara. Quizá es por eso por lo que el final parece tan abierto, para permitir una segunda parte, aunque hubiese sido de agradecer alguna explicación más sobre la extraña raza de extraterrestres devoradores de comida para gatos, capaces de atravesar el universo e inútiles a la hora de organizar ni tan siquiera un campamento de verano.
El hecho de que esté realizada como si por momentos se estuviese viendo un documental es un acierto del director, el novato Neill Blomkamp, quien ha sabido contar una historia de alienígenas con una perspectiva hiperrealista que lleva el típico conflicto entre las diferentes civilizaciones del espacio a un contexto tan terrícola como la xenofobia.
Blomkamp contó con el respaldo del genial Peter Jackson, quien produjo esta película con vocación de clásico del cine.
District 9 sitúa la acción en Johannesburgo (Sudáfrica) 30 años después de que una nave extraterrestre se instalase sobre sus rascacielos, al estilo de series como “V” o filmes como Independence Day. En esta ocasión, sin embargo, ese gigantesco vehículo espacial se quedó inerme, sin respuesta, lo que llevó a los hombres a plantearse abrir una vía de entrada en la estructura. Fue entonces cuando los expedicionarios se toparon con un panorama más propio de un campo de concentración nazi que del que sería de esperar de unos seres capaces de crear semejante tecnología.
A partir de ahí District 9 avanza tomando elementos vistos en otros filmes (que tienen raíces muchas veces en hechos reales) pero que en conjunto conforman un producto único y sólido. Alusiones a producciones sobre genocidios o tráfico de armas en África, historias sobre sustancias infecciosas, metamorfosis como en The Fly, y una traca final de acción suburbana con toques apocalípticos a lo Mad Max que tiene lugar en una ratonera como Black Hawk Down. Todo ello aderezado con armamento futurista entre Robocop y Terminator producido por unos alienígenas bastante repugnantes con forma de gamba gigante e inexplicables pocas luces.
District 9 es toda una experiencia que no defrauda en el guión y, a pesar de las reticencias iniciales, deja momentos memorables para los amantes de efectos especiales.
El peso del relato cae sobre los hombros de un héroe atípico, Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), un hombre feliz e ingenuo que acaba sumido en una pesadilla con pocas expectativas de acabar bien.
La película concluye con muchas preguntas aún en el aire, cuestiones que no desestabilizan el argumento pero que requieren una respuesta clara. Quizá es por eso por lo que el final parece tan abierto, para permitir una segunda parte, aunque hubiese sido de agradecer alguna explicación más sobre la extraña raza de extraterrestres devoradores de comida para gatos, capaces de atravesar el universo e inútiles a la hora de organizar ni tan siquiera un campamento de verano.
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Hace casi treinta años, los alienígenas contactaron por primera vez con el planeta Tierra. La raza humana esperó un ataque hostil o un gran avance en la tecnología. No ocurrió ninguna de las dos cosas. Los alienígenas eran refugiados, los últimos sobrevivientes de su planeta de origen. Al tiempo que las naciones del mundo intentaban ponerse de acuerdo en lo que tenían que hacer con ellos, las criaturas fueron instaladas de forma temporal en el Distrito 9 de Sudáfrica. Ahora, la paciencia en cuanto a la situación de los alienígenas se ha agotado. El control sobre los extraterrestres ha sido delegado en la Multi-National United (MNU), una compañía privada que lo que le interesa no es el bienestar de los alienígenas sino las formidables ganancias que les podría reportar su impresionante armamento, en el caso de que pudieran hacerlo funcionar. Hasta el momento no lo han logrado; la activación de las armas requiere ADN alienígena. La tensión entre los extraterrestres y los humanos llega a un punto crítico cuando un operario de campo, Wikus (Sharlto Copley), contrae un misterioso virus.
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