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RAMON
COMENTARIO INTERNACIONAL
Las exageraciones sobre el poderío chino
Por: Andrés Oppenheimer Periodista
La noticia de que China está saliendo de la crisis global más rápido y más vigorosamente de lo anticipado ha desatado una nueva ola de especulaciones de que el gigante asiático pronto superará a Estados Unidos, como el principal socio comercial de Latinoamérica. Sin embargo, es poco probable que estas conjeturas se materialicen.
Los pronósticos sobre la potencial supremacía económica china en la región se multiplicaron recientemente cuando se anunció que China desplazará a Estados Unidos este año como el principal socio comercial de Brasil. El comercio bilateral de Brasil con China alcanzó US$3.200 millones en abril de este año, superando los US$2.800 billones del comercio bilateral brasileño con Estados Unidos, según cifras de la prensa oficial china.
Y a fines de la semana pasada, cuando la Oficina Nacional de Estadísticas de China anunció una sorprendente recuperación de la economía del país, muchos comentaristas latinoamericanos interpretaron la noticia como una nueva evidencia de la inminente supremacía de China en la región. Según las últimas proyecciones, la economía de China crecerá un 8% este año, mientras que la economía estadounidense caerá un 1,5%.
Además de Brasil, la economía más grande de Latinoamérica, varios otros países latinoamericanos ya tienen a China como uno de sus principales socios comerciales, gracias a las masivas compras de Beijing de materias primas a la región. Y ahora que la economía china está volviendo a crecer es poco probable que las importaciones chinas de materias primas se desplomen en el futuro próximo.
¿Pero significa todo esto que China superará a Estados Unidos como principal socio económico de la región?
La mayoría de los economistas dice que eso no ocurrirá, por lo menos en varias décadas. Aunque China seguirá siendo un socio comercial importante de Sudamérica, las últimas estadísticas están distorsionadas por la abrupta caída de las importaciones estadounidenses, producto de la peor crisis económica de Estados Unidos desde la depresión de 1930, según afirman.
Más importante, en lo relativo a la inversión extranjera, las corporaciones estadounidenses inyectaron US$350.000 millones en Latinoamérica y el Caribe en el 2007, contra apenas US$22.000 millones de las empresas chinas. Aunque la inversión extranjera de China siga aumentando como hasta ahora, pasarán décadas antes de que alcance a la estadounidense.
Y en un contexto global, como señala un artículo de Minxin Pei publicado este mes en la revista “Foreign Policy”, varios libros que acaban de salir con títulos como “Cuando China gobierne el mundo” y “El nuevo hemisferio asiático: el inevitable desplazamiento del poder global hacia Oriente” posiblemente estén exagerando enormemente las posibilidades de China de convertirse en el país más poderoso del planeta.
“Incluso con las altas tasas de crecimiento actuales, a un asiático promedio le llevará 77 años alcanzar el ingreso per cápita de un estadounidense promedio. Los chinos necesitarían 47 años.
Lo que es más, China debe enfrentar enormes retos en los próximos años, incluyendo una posible caída de sus exportaciones provocada por la reducción de la economía mundial, el aumento de su población de ancianos y un incremento de la desigualdad y de la corrupción que podría exacerbar las tensiones sociales, señala el artículo.
Mi opinión: Desde hace años vengo hablando sobre el creciente papel de China en Latinoamérica y no he cambiado de opinión. Y China puede convertirse en un socio económico aun mayor si América Latina logra atraer aunque sea una pequeña fracción de los 100 millones de turistas chinos que, según se calcula, viajarán anualmente al exterior para el 2020.
Sin embargo, hay que poner las cosas en perspectiva. Como me dijo el fundador de Microsoft, Bill Gates, en una entrevista el año pasado, pasarán varias décadas antes de que China desplace a EE.UU. tecnológicamente. Mientras los inventores estadounidenses inscriben unas 92.000 nuevas patentes por año en el registro de propiedad intelectual más grande del mundo, los inventores chinos solo inscriben unas 1.225 patentes anuales (menos que las 3.000 patentes anuales de IBM).
Por el momento, las invenciones más revolucionarias del mundo —como Internet— seguirán saliendo de Estados Unidos. Y Latinoamérica no podrá crecer ni reducir sus niveles de pobreza sin insertarse en la economía global, aumentando sus vínculos tecnológicos, comerciales y de inversión con su vecino del norte, que está debilitado pero lejos de ver peligrar su ventaja tecnológica y su peso económico en el mundo
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28/01/2006 CHINA: En 25 años China duplicará su poder, India será la gran sorpresa de la región y Japón simbolizará al perdedor indiscutible del continente
De Nuestra Redacción
¿Quién puede saber cómo será el futuro? Hacer un pronóstico a 25 años parece una empresa peligrosa. Pero nuestras proyecciones a largo plazo brindan algunas pistas útiles sobre las perspectivas específicamente de Asia.
El encabezado es predecible: el crecimiento sin remordimiento de China como potencia económica continúa. Para 2030 este país representará casi 16% del PIB mundial, 4.5% más que en la actualidad. China concentrará casi 14% de las exportaciones mundiales, exactamente el doble que en la actualidad. Si se agrega la Región Administrativa Especial de Hong Kong (Hong Kong Special Administrative Region), que siempre se considera de manera separada en las proyecciones, estas participaciones aumentan aún mucho más.
India también sigue sumando poder: con un crecimiento estable, tendrá 5% del PIB mundial para 2030, 1.8% más que el que detenta hoy. Su participación en las exportaciones mundiales aumenta más aún que las de China, para alcanzar 5.5% en 2030. Aunque India paga el precio de haber ingresado tarde: su PIB será menos de un tercio del de China hacia 2030. Y los niveles de ingreso también se bifurcan. Se pronostica que el PIB per cápita indio en 2030 será de 6,337 dólares, comparados con los 19,863 dólares del chino.
Pero hay otras estrellas en ascenso, menos obvias que los dos monstruos asiáticos. Corea del Sur comienza a cumplir con su promesa de transformarse en una potencia económica. Si bien para 2030 se proyecta que represente 2.6% del PIB mundial, su participación en las exportaciones mundiales estará próxima a 6%. Los niveles de ingresos de Corea del Sur también serán elevados. Incluso algunos países mucho más pobres como Vietnam e Indonesia, también harán progresos constantes, pero no tan espectaculares.
El sol también se escondeHay un gran perdedor en este escenario: Japón. Su participación en el PIB mundial decrecerá constantemente en los próximos 25 años, un poco ayudado por las caídas en su población y en la mano de obra del país. El crecimiento del PIB per cápita japonés será relativamente modesto, y se verá sobrepasado por el de Australia, Hong Kong, Nueva Zelanda, Singapur y quizá (vergonzosamente) por el de Corea del Sur.
Hay algunos países del sureste de Asia que tendrán también una actuación pobre en las próximas décadas. Si bien Indonesia aumentará su participación en el PIB mundial, las bajas tasas de inversión en Filipinas evitarán que el país se capitalice a pesar de la oportunidad que brinda el crecimiento continuo de su población. Habrá otros rezagados que serán más sorprendentes. Una desaceleración en la tasa de expansión de la población en edad de trabajar en Tailandia va a retrasar su crecimiento, al tiempo que ciertas fallas como las de educación continuarán sin remedio.
Dejando de lado a India, la situación de Asia del Sur seguirá deprimida. Pakistán se deslizará más aún hasta reemplazar a Vietnam como el país más pobre dentro de las mayores economías de Asia en términos de PIB per cápita, y Sri Lanka no logrará expandir su participación en el PIB mundial.
¿El motor? La poblaciónTodas estas cifras imploran por unas preguntas obvias: ¿Son creíbles las proyecciones a 25 años?, ¿Es posible hacer pronósticos con tanta anticipación? En realidad, existe por lo menos un área (las características demográficas) en donde las proyecciones a largo plazo pueden ser menos volátiles que las que se hacen a plazos más cortos. Lleva muchos años revertir las tendencias demográficas. Y recuerde: ya ha nacido la mayor parte de la fuerza laboral de Asia de 2030.
Las características demográficas variarán mucho entre los países. En los próximos años la población japonesa comenzará a disminuir, y se acelerará durante los próximos 25 años. La tasa de contracción de la mano de obra japonesa será más fuerte aún. Hacia fines de 2030, las fuerzas laborales de Singapur, Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán también empezarán a decrecer, aunque de manera más lenta. Estos datos de la población van a acentuar una serie de temas subyacentes y cada uno con su respectivo giro político. Parte de la razón por la cual se pronostica que la mano de obra japonesa disminuya es la profunda renuencia de Japón a permitir la inmigración. Es evidente una renuencia similar por parte de Corea del Sur y en otros sitios de la región. La inmigración podría transformarse en un tema político y económico fundamental hasta para los países de ingreso medio como Tailandia.
Seguirá expandiéndose la mano de obra en los países de ingreso medio y los más pobres, pero en términos generales, a un ritmo mucho más lento que antes. Esto comenzará a ejercer formas variadas de presión económica. Si los países empiezan a invertir más en educación para intentar sacar el mayor provecho de esta fuerza laboral de crecimiento lento, les costará dinero. Sin embargo, las finanzas estatales podrían ya estar bajo presión, ya que los gobiernos se verán forzados a brindar algún tipo de apoyo a sus poblaciones ancianas en aumento.
La gente quiere másLas aspiraciones individuales podrían también dar múltiples dolores de cabeza a los gobiernos. Con justa razón, las poblaciones con mayor poder adquisitivo y mejor informadas van a exigir más a sus gobiernos, en aspectos como la salud, por ejemplo. El costo para que los gobiernos brinden sistemas de salud es demasiado grande como para ni siquiera contemplarlo. En China, por ejemplo, el aumento de la participación del gasto en salud en el PIB en un punto de porcentaje costaría unos 17,000 mdd al año (combinando el gasto público y privado).
Los gobiernos, deseosos de mantener felices a sus poblaciones, podrían también mostrarse renuentes a frenar los incipientes auges de inversión y de consumo, aunque amenacen con convertirse en burbujas que pongan en riesgo la estabilidad del sector financiero.
Es probable que las crisis bancarias sean parte del panorama económico asiático. Las disparidades económicas, dentro de la región y de los países, saldrán a la superficie como asuntos políticos de importancia. Es probable que las disparidades sigan siendo enormes, especialmente porque la topografía de la región no se va a modificar aunque cambien sus economías. Por lo tanto Singapur, con un PIB per cápita proyectado en 144,622 dólares en 2030, continuará teniendo como vecino a Indonesia con un PIB per cápita proyectado de 7,334 dólares.
Esto podría generar tensiones. Y los países también podrían empezar a mirar a China con envidia: se proyecta que para 2030 el PIB per cápita chino será tres veces el de Filipinas y cuatro veces el de Vietnam.
Dentro de los países, las desigualdades en ingresos también podrían ser causa de fricción. Ya se está prestando atención a las disparidades entre las áreas rurales y urbanas de China. Pero también las disparidades entre el próspero sur de India y el norte que lucha por prosperar causarán dolores de cabeza. Es posible que surjan serios problemas políticos: la historia recuerda que el malestar social a menudo aparece en épocas de aceleración del crecimiento económico y no en épocas de estancamiento económico.
Los individuos, no los más azotados por la pobreza, ven la oportunidad de una vida mejor y se molestan cuando no pueden lograrla.
Cuidado con los vecinosLas presiones internas y externas pueden combinarse para hacer que se tambaleen las relaciones regionales de toda Asia. Posiblemente las grandes disputas de la región sigan bajo control: las proyecciones suponen que Corea del Norte seguirá siendo un estado independiente, que Taiwán no se integrará a China y que Kashmira seguirá como hasta ahora. Pero hay muchas pequeñas disputas internas potenciales para mantener la acción, entre ellas los altercados multinacionales por las islas Spratly y Senkaku (llamada Daioyu en China).
El récord nacional en la resolución de estas disputas es pobre, y no hay razones para pensar que las cosas van a ser mejores. Un problema adicional puede provenir de China, que anda a tientas intentando encontrar una nueva estrategia diplomática a medida que evoluciona su poder económico.
No hay un líder regional evidente. Japón sigue inspirando poca confianza debido a su pasado colonial. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Association of South-East Asian Nations, asean) es ineficiente y está profundamente dividida.
¿No hay un nuevo paradigma?Es tentador considerar que Asia será el nuevo paradigma de las relaciones regionales, donde la integración económica continua implicará que las disputas regionales sean innecesarias. Actualmente, la situación parece buena: se multiplican los acuerdos económicos bilaterales y se da más ímpetu a la integración económica por los requerimientos multilaterales impuestos por la OMC.
Pero ya hemos visto esto antes y sabemos de sus consecuencias desastrosas. En los días previos a la Primera Guerra Mundial, también una época de crecimiento mundial y de abundantes inversiones entre países, muchos pensaron que la dependencia económica haría que la guerra fuera imposible. Los problemas aquí descritos (las preocupaciones demográficas, las disputas territoriales y los imperios que se precipitan) eran temas de interés para muchos europeos hace un siglo.
Quizá la pregunta más importante, que ninguna proyección numérica puede contestar, es si un cambio tecnológico y político alterará la naturaleza misma de los desafíos y riesgos que se podrían plantear para Asia dadas las tendencias económicas y demográficas a largo plazo. ¿Cuándo nos preocupamos por el surgimiento de China como el poder económico dominante porque estamos proyectando nuestras experiencias del pasado en un futuro diferente? o ¿el concepto mismo de dominio regional está profundamente fuera de moda, en un mundo donde se intercambia tecnología fácilmente, donde las corporaciones pueden detentar más poder que los gobiernos y donde los procesos democráticos tienen raíces más profundas?
Es atractivo el optimismo con respecto al futuro. Pero el escepticismo es más seguro.
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