Me impresiono el garbo y elegancia de una senora, sobre todo el ver que no solo era cantante, sino tambien investigadora y compositora, que lindura esa angelical voz cantango la estrofa final de Viva el Peru y sereno!
Les comparto ademas una conversacion con Alicia tomada de otro blog, :
http://sonidosdelnorte.blogspot.com/2008/06/entrevista-alicia-maguia.html
lunes 30 de junio de 2008
Entrevista a Alicia Maguiña
"Yo era la rebelde del vals criollo"Entrevista: Alonso Rabí do CarmoEste año Alicia Maguiña celebra cincuenta anos dedicados a la interpretación y el estudio de la música peruana. Acaba de lanzar dos discos con material recopilado y nuevo y, por si fuera poco, prepara un libro de memorias. Tres pretextos para acercarnos a uno de los personajes más emblemáticos de la cultura popular peruanaEn cierta ocasión, siendo aún muy joven, le propusieron a Alicia Maguiña grabar su primer disco. Fue durante una comida, a la que ella acudió con sus padres. Luego de escuchar las razones y los argumentos de quienes impulsaban la grabación, el padre de Alicia -que ya le había repetido varias veces a su hija que "no quería una mujer de tablas"- asintió, poniendo antes una condición: "Que grabe, pero que no cobre".
La historia musical de Alicia Maguiña, sin embargo, empieza mucho antes, en la soleada Ica, cuando su madre y sus tíos animaban la vida hogareña con algunas piezas de flamenco, sin saber que sembraban en la niña el germen de una pasión que a la larga sería su razón de vivir."En esos tiempos -recuerda-vivían al lado de mi casa en Ica unas hermanas de apellido Matienzo, que daban clases de piano. Cuando escuché ese instrumento quedé prendada, así que me metí a aprender con ellas, pero había un problema y era que en mi casa no teníamos piano".Un buen día su padre, que era juez, fue trasladado a Lima y con él, naturalmente, toda la familia "El problema de la falta de piano subsistía, pero pude matricularme en la academia de guitarra que puso Óscar Aviles en el jirón de la Unión, en la calle Boza".
Y allí empezó otra historia.Usted siempre ha recordado las conversaciones que tenía en Ica, cuando era niña, con las empleadas domésticas que venían de Ayacucho a trabajar en la ciudad. En varias ocasiones ha dicho que ese contacto fue importante para usted, porque aprendió cuentos orales y canciones.¿Podemos decir entonces que su primer interés fue por la música andina?Sí, me interesé primero por la música andina. Es que en mi casa no eran exactamente criollos, mi mamá cantaba flamenco y tangos, pero no precisamente valses. Una vez escuché cantar a una empleada en mi casa. Lo hizo en quechua y fue algo muy conmovedor, se me formó un nudo en la garganta. En Ica viví muchas cosas que cambiarían después en Lima En Ica tuve mucha cercanía y familiaridad con lo popular, con la música de los migrantes. En Lima entré al colegio Santa Úrsula y eso fue un choque porque yo no sabía nada de alemán y me sentí como las muchachitos que llegaban a Ica a trabajar a las que muchos tildaban de torpes porque hablaban mal el español. Esa nueva situación en Lima hizo que afloraran mis recuerdos de Ica y me identificara con esas mujeres. Recuerdo que compuse un huaino dedicado a las empleadas de Ica. Pero creo que todos estos sentimientos cobran carne cuando en 1963 compuse Indio y en una revista me llamaron "la rebelde del vals criollo".
Por otro lado, en el primer disco que grabé, con la orquesta de Manolo Avalos y otros temas con el piano de Lucho de la Cuba, canté cuatro huainos; luego en todos mis discos posteriores siempre hay repertorio andino.Y no solamente huainosNo, porque después conocí otros géneros. Cuando me divorcié de mi primer esposo me mudé con mis dos hijos a un departamento, y vivíamos allí con una señora que ayudaba en las tareas de la casa, una señora Huanta, Carmen Cachumani Porras. Un día estaba yo ensayando con mi guitarra y me pidió que le cantara un huaino. Yo comencé a cantar y ella se puso a bailar con unos movimientos muy delicados, muy finos. Le dije: "Eso no es huaino, ¿no?". Y me respondió: "No, es huaylarsh". Luego le pregunté dónde podía ver ese baile y me dijo que fuera a los coliseos, que empezaban a ponerse de moda entre los migrantes en Lima. Fui un domingo, pero lo que vi allí era otra cosa, con movimientos exagerados y pasos que parecían parodiar lo que Carmen había bailado ese día. Lo que hice después fue ir directamente al Valle del Mantaro para ver la música y las danzas que se hacían allí.En esa época, digamos finales de los años cincuentas y comienzos de los sesentas, no se escuchaba mucha música andina en los medios.Efectivamente. La música andina se conocía poco y de vez en cuando en la radio o la televisión se hacían programas especiales. En esa época yo andaba prendida de la radio, por los programas en vivo de música criolla que se hacían, que eran realmente extraordinarios.
PRIMEROS PASOS¿El ambiente familiar le fue propicio para la música?No. Fíjate que cuando yo tenía ya dos años en la academia de Óscar Avilés, mis padres me sacaron, porque empezaron a ver que la música me gustaba mucho y temían que me volviera una bohemia. Entonces dejé la academia, pero empecé a componer. En mi casa fingían no darle importancia a esto, me daban a entender que no era nada extraordinario que compusiera o cantara, para que no me entusiasmara tanto. De esa época, colegial todavía, es mi primer vals, Inocente amor.El segundo fue La apañadora, ¿no es así?Sí, ese fue mi segundo tema, dedicado a las jóvenes campesinas que trabajaban en los campos de algodón en Ica.Finalmente logró dedicarse a la músicaClaro, al divorciarme empecé a trabajar en lo que era mi campo. El primer disco, a Dios gracias, resultó un éxito y eso de alguna manera me facilitó las cosas.¿Qué personas han sido decisivas a lo largo de su carrera?Bueno, varias. Una de ellas fue José Durand Flores, que me enseñó mucho sobre la marinera limeña y me retaba, porque me llamaba por teléfono y me ponía una marinera y yo tenía que responderle. Él fue el primero en hablar de la estructura literaria y formal de la marinera en el Perú, el iniciador de su estudio. Fue un gran maestro que me vinculó con otra gente importante, como Manuel Quintana Olivares, "El Canario Negro", otra persona que me enseñó muchísimo, fue mi profesor de contrapunto, me daba clases dos veces por semana.Conoció también a Bartola Sancho Dávila, la gran bailarina de marinera limeña, todo un personajePor supuesto. Y yo misma la fui a buscar. José Durand, a quien todavía no conocía -yo estaba todavía en el colegio- hizo un espectáculo en el teatro Municipal que se tituló Pancho Fierro y en el que por primera vez aparecían en público Nicomedes Santa Cruz, Porfirio y Vicente Vásquez, Ronaldo Campos y otras más. Esa noche vendieron en el teatro un libro de Aurelio Collantes, "Historia de la canción criolla". Allí había varios datos, entre ellos la dirección de Bartola Sancho Dávila. Así que llegué a un callejón en la cuadra 5 del jirón Cajamarca, en el Rímac, a buscar a esta señora, para invitarla a mi casa. Recuerdo que le puse un disco de marinera y ella tuvo la generosidad de bailar para mí y enseñarme algunos pasos. Años después compondría una marinera, Bartola, en honor suyo.Habrá asistido a muchas jaranasVarias veces. Ahora, es mentira eso de que a las jaranas iba todo Lima o de que todo el mundo bailaba marinera. Las personas que uno encontraba en las jaranas eran en realidad escogidas. Así conocí también a los hermanos Augusto y Elías Ascuez, así como también a Porfirio Vásquez y Luciano Huambachano. Ellos también me enseñaron mucho. Recuerdo que al componer Bartola los reuní para mostrarles el tema y me alegró que lo aprobaran. Una vez estuve en una jarana en la casa de Luciano Huambachano, que me hizo madrina de aros de su hija. Allí escuché a los Ascuez, con el cajón de "Pancho Caliente", don Francisco Flores. El dúo que hacían los hermanos Ascuez era realmente extraordinario, tenían un timbre maravilloso y una gran potencia vocal, además de afinación y color de voz. La gente escuchaba, iba para apreciar a estos sabios. De pronto en un momento se anunciaba una marinera para bailar y entonces se bailaba. Había realmente un ambiente de respeto.
ALICIA Y CHABUCASe ha hablado mucho de una rivalidad entre Chabuca Granda y usted. ¿Qué hay de cierto en eso?Yo conocí a Chabuca Granda porque yo misma fui a buscarla. Cuando ella apareció, su trabajo me pareció muy bello y yo cantaba algunas de sus canciones. Entonces quise saber más de ella y la busqué. Recuerdo que tuvo un gesto muy generoso, porque me grabó una cinta con varias canciones inéditas de ella, como Zaguán, Zeñó Manué, Gracia y otras más. Después la volví a ver cuando empecé a componer. Hay gente que ha estigmatizado nuestra relación.¿Pero hubo enemistad o rivalidad realmente?En principio creo que teníamos dos estilos completamente diferentes. Ella, para empezar, era 18 años mayor que yo y ya era un boom en la música peruana. Fue un torbellino. Un día, unos amigos hicieron un almuerzo al que invitaron a Chabuca porque querían que ella escuchara mis canciones, que todavía no habían sido grabadas. Estaban también Los Chamas. Recuerdo que canté Callecita encendida, porque me moría de vergüenza de cantar Inocente amor. Al final también la canté y cuando terminé Chabuca dijo: "Graciosita la chica". Pensando en eso, sentí que ella establecía la rivalidad, no yo. Lo curioso es que en adelante cada vez que me encontraba con Los Chamas ellos me decían: "Graciosita la chica".Un tiempo después hubo una comida benéfica en el casino de Ancón en el que coincidimos Chabuca y yo, pues las dos íbamos a cantar, dos temas cada una. Ella cantó primero y yo después. Cuando terminé pasé por su mesa, ella de pronto volteó, me tomó del brazo y me dijo: "Es pan, no pam, es gritan, no gritam". Recuerdo que mi respuesta fue: "Gracias señora”. Pero ella no me soltaba el brazo y me volvió a decir: “Y te falta aprender a hacer marinera limeña". Eso sí me sonó mal, porque ella nunca había hecho marinera limeña. Al día siguiente, ya en casa, tenía clase con Quintana y le conté. Él me sugirió que hiciera una marinera de desafío. Así nació Toma, dale. Exactamente. Yo admito que sentía un poco de rabia porque creo que la situación había sido muy injusta. Cuando el tema empieza a cantarse, muchos asociaron la letra con este episodio. Ella nunca me dijo nada sobre esto.¿Después mantuvieron alguna relación?No frecuentábamos los mismos grupos. Muchas veces nos hemos encontrado en almuerzos, hemos conversado, me ha invitado a su casa, en fin. Cuando compuse Recordando a mi padre, por ejemplo, me llamó para felicitarme, me decía que por qué no me iba al extranjero, que me podría ir muy bien. Cuando su mamá estuvo enferma, en el Hospital Militar, fui a visitarla. Y cuando ella estuvo mal, antes de irse a Estados Unidos, la visité dos veces. Fue una buena relación, a pesar de lo que murmura la gente.
MIRANDO AL FUTUROHay una etapa musical en su carrera, al lado de Carlos Hayre.Carlos es un excelente músico. En su época tenía conceptos musicales muy avanzados y fue un innovador. Pero no fue un innovador alocado, al contrario, era muy riguroso.¿Cuántos discos hicieron juntos?Alrededor de siete discos.¿Cómo lo conoció?Lo conocía incluso antes de casarme con Eduardo Bryce, porque él era contrabajista de planta en Sono Radio, es decir, tocaba en todas las grabaciones. Yo no sabía que tocaba guitarra, es más, él mismo no era conocido como guitarrista. Cuando yo trabajaba cobrando, le pregunté a Manuel Acosta Ojeda si conocía a un guitarrista que no tuviera compromisos con otros cantantes y él me recomendó a Carlos Hayre.¿Qué percepción tiene de las nuevas tendencias en música peruana?Yo creo que se puede innovar, pero conociendo y respetando la tradición. Sin eso, difícilmente se puede hacer un camino. Hay que amar la música que uno pretende cambiar, eso es un requisito indispensable. Yo pienso que la música que va a prevalecer, finalmente, es la de la época de oro, que en parte es la que se escucha en las radios.¿Proyectos a futuro?Varios. Estoy trabajando en un disco recopilatorio de marinera limeña, donde rescato grabaciones de los Ascuez, de Huambachano y de otros cantores. También estoy escribiendo un libro en el que resumo mi experiencia musical, una suerte de memoria musical, porque me alegra mucho haber trabajado cincuenta años con perseverancia y pasión para imponer el gusto por la música andina y la marinera limeña.
Les comparto ademas una conversacion con Alicia tomada de otro blog, :
http://sonidosdelnorte.blogspot.com/2008/06/entrevista-alicia-maguia.html
lunes 30 de junio de 2008
Entrevista a Alicia Maguiña
"Yo era la rebelde del vals criollo"Entrevista: Alonso Rabí do CarmoEste año Alicia Maguiña celebra cincuenta anos dedicados a la interpretación y el estudio de la música peruana. Acaba de lanzar dos discos con material recopilado y nuevo y, por si fuera poco, prepara un libro de memorias. Tres pretextos para acercarnos a uno de los personajes más emblemáticos de la cultura popular peruanaEn cierta ocasión, siendo aún muy joven, le propusieron a Alicia Maguiña grabar su primer disco. Fue durante una comida, a la que ella acudió con sus padres. Luego de escuchar las razones y los argumentos de quienes impulsaban la grabación, el padre de Alicia -que ya le había repetido varias veces a su hija que "no quería una mujer de tablas"- asintió, poniendo antes una condición: "Que grabe, pero que no cobre".
La historia musical de Alicia Maguiña, sin embargo, empieza mucho antes, en la soleada Ica, cuando su madre y sus tíos animaban la vida hogareña con algunas piezas de flamenco, sin saber que sembraban en la niña el germen de una pasión que a la larga sería su razón de vivir."En esos tiempos -recuerda-vivían al lado de mi casa en Ica unas hermanas de apellido Matienzo, que daban clases de piano. Cuando escuché ese instrumento quedé prendada, así que me metí a aprender con ellas, pero había un problema y era que en mi casa no teníamos piano".Un buen día su padre, que era juez, fue trasladado a Lima y con él, naturalmente, toda la familia "El problema de la falta de piano subsistía, pero pude matricularme en la academia de guitarra que puso Óscar Aviles en el jirón de la Unión, en la calle Boza".
Y allí empezó otra historia.Usted siempre ha recordado las conversaciones que tenía en Ica, cuando era niña, con las empleadas domésticas que venían de Ayacucho a trabajar en la ciudad. En varias ocasiones ha dicho que ese contacto fue importante para usted, porque aprendió cuentos orales y canciones.¿Podemos decir entonces que su primer interés fue por la música andina?Sí, me interesé primero por la música andina. Es que en mi casa no eran exactamente criollos, mi mamá cantaba flamenco y tangos, pero no precisamente valses. Una vez escuché cantar a una empleada en mi casa. Lo hizo en quechua y fue algo muy conmovedor, se me formó un nudo en la garganta. En Ica viví muchas cosas que cambiarían después en Lima En Ica tuve mucha cercanía y familiaridad con lo popular, con la música de los migrantes. En Lima entré al colegio Santa Úrsula y eso fue un choque porque yo no sabía nada de alemán y me sentí como las muchachitos que llegaban a Ica a trabajar a las que muchos tildaban de torpes porque hablaban mal el español. Esa nueva situación en Lima hizo que afloraran mis recuerdos de Ica y me identificara con esas mujeres. Recuerdo que compuse un huaino dedicado a las empleadas de Ica. Pero creo que todos estos sentimientos cobran carne cuando en 1963 compuse Indio y en una revista me llamaron "la rebelde del vals criollo".
Por otro lado, en el primer disco que grabé, con la orquesta de Manolo Avalos y otros temas con el piano de Lucho de la Cuba, canté cuatro huainos; luego en todos mis discos posteriores siempre hay repertorio andino.Y no solamente huainosNo, porque después conocí otros géneros. Cuando me divorcié de mi primer esposo me mudé con mis dos hijos a un departamento, y vivíamos allí con una señora que ayudaba en las tareas de la casa, una señora Huanta, Carmen Cachumani Porras. Un día estaba yo ensayando con mi guitarra y me pidió que le cantara un huaino. Yo comencé a cantar y ella se puso a bailar con unos movimientos muy delicados, muy finos. Le dije: "Eso no es huaino, ¿no?". Y me respondió: "No, es huaylarsh". Luego le pregunté dónde podía ver ese baile y me dijo que fuera a los coliseos, que empezaban a ponerse de moda entre los migrantes en Lima. Fui un domingo, pero lo que vi allí era otra cosa, con movimientos exagerados y pasos que parecían parodiar lo que Carmen había bailado ese día. Lo que hice después fue ir directamente al Valle del Mantaro para ver la música y las danzas que se hacían allí.En esa época, digamos finales de los años cincuentas y comienzos de los sesentas, no se escuchaba mucha música andina en los medios.Efectivamente. La música andina se conocía poco y de vez en cuando en la radio o la televisión se hacían programas especiales. En esa época yo andaba prendida de la radio, por los programas en vivo de música criolla que se hacían, que eran realmente extraordinarios.
PRIMEROS PASOS¿El ambiente familiar le fue propicio para la música?No. Fíjate que cuando yo tenía ya dos años en la academia de Óscar Avilés, mis padres me sacaron, porque empezaron a ver que la música me gustaba mucho y temían que me volviera una bohemia. Entonces dejé la academia, pero empecé a componer. En mi casa fingían no darle importancia a esto, me daban a entender que no era nada extraordinario que compusiera o cantara, para que no me entusiasmara tanto. De esa época, colegial todavía, es mi primer vals, Inocente amor.El segundo fue La apañadora, ¿no es así?Sí, ese fue mi segundo tema, dedicado a las jóvenes campesinas que trabajaban en los campos de algodón en Ica.Finalmente logró dedicarse a la músicaClaro, al divorciarme empecé a trabajar en lo que era mi campo. El primer disco, a Dios gracias, resultó un éxito y eso de alguna manera me facilitó las cosas.¿Qué personas han sido decisivas a lo largo de su carrera?Bueno, varias. Una de ellas fue José Durand Flores, que me enseñó mucho sobre la marinera limeña y me retaba, porque me llamaba por teléfono y me ponía una marinera y yo tenía que responderle. Él fue el primero en hablar de la estructura literaria y formal de la marinera en el Perú, el iniciador de su estudio. Fue un gran maestro que me vinculó con otra gente importante, como Manuel Quintana Olivares, "El Canario Negro", otra persona que me enseñó muchísimo, fue mi profesor de contrapunto, me daba clases dos veces por semana.Conoció también a Bartola Sancho Dávila, la gran bailarina de marinera limeña, todo un personajePor supuesto. Y yo misma la fui a buscar. José Durand, a quien todavía no conocía -yo estaba todavía en el colegio- hizo un espectáculo en el teatro Municipal que se tituló Pancho Fierro y en el que por primera vez aparecían en público Nicomedes Santa Cruz, Porfirio y Vicente Vásquez, Ronaldo Campos y otras más. Esa noche vendieron en el teatro un libro de Aurelio Collantes, "Historia de la canción criolla". Allí había varios datos, entre ellos la dirección de Bartola Sancho Dávila. Así que llegué a un callejón en la cuadra 5 del jirón Cajamarca, en el Rímac, a buscar a esta señora, para invitarla a mi casa. Recuerdo que le puse un disco de marinera y ella tuvo la generosidad de bailar para mí y enseñarme algunos pasos. Años después compondría una marinera, Bartola, en honor suyo.Habrá asistido a muchas jaranasVarias veces. Ahora, es mentira eso de que a las jaranas iba todo Lima o de que todo el mundo bailaba marinera. Las personas que uno encontraba en las jaranas eran en realidad escogidas. Así conocí también a los hermanos Augusto y Elías Ascuez, así como también a Porfirio Vásquez y Luciano Huambachano. Ellos también me enseñaron mucho. Recuerdo que al componer Bartola los reuní para mostrarles el tema y me alegró que lo aprobaran. Una vez estuve en una jarana en la casa de Luciano Huambachano, que me hizo madrina de aros de su hija. Allí escuché a los Ascuez, con el cajón de "Pancho Caliente", don Francisco Flores. El dúo que hacían los hermanos Ascuez era realmente extraordinario, tenían un timbre maravilloso y una gran potencia vocal, además de afinación y color de voz. La gente escuchaba, iba para apreciar a estos sabios. De pronto en un momento se anunciaba una marinera para bailar y entonces se bailaba. Había realmente un ambiente de respeto.
ALICIA Y CHABUCASe ha hablado mucho de una rivalidad entre Chabuca Granda y usted. ¿Qué hay de cierto en eso?Yo conocí a Chabuca Granda porque yo misma fui a buscarla. Cuando ella apareció, su trabajo me pareció muy bello y yo cantaba algunas de sus canciones. Entonces quise saber más de ella y la busqué. Recuerdo que tuvo un gesto muy generoso, porque me grabó una cinta con varias canciones inéditas de ella, como Zaguán, Zeñó Manué, Gracia y otras más. Después la volví a ver cuando empecé a componer. Hay gente que ha estigmatizado nuestra relación.¿Pero hubo enemistad o rivalidad realmente?En principio creo que teníamos dos estilos completamente diferentes. Ella, para empezar, era 18 años mayor que yo y ya era un boom en la música peruana. Fue un torbellino. Un día, unos amigos hicieron un almuerzo al que invitaron a Chabuca porque querían que ella escuchara mis canciones, que todavía no habían sido grabadas. Estaban también Los Chamas. Recuerdo que canté Callecita encendida, porque me moría de vergüenza de cantar Inocente amor. Al final también la canté y cuando terminé Chabuca dijo: "Graciosita la chica". Pensando en eso, sentí que ella establecía la rivalidad, no yo. Lo curioso es que en adelante cada vez que me encontraba con Los Chamas ellos me decían: "Graciosita la chica".Un tiempo después hubo una comida benéfica en el casino de Ancón en el que coincidimos Chabuca y yo, pues las dos íbamos a cantar, dos temas cada una. Ella cantó primero y yo después. Cuando terminé pasé por su mesa, ella de pronto volteó, me tomó del brazo y me dijo: "Es pan, no pam, es gritan, no gritam". Recuerdo que mi respuesta fue: "Gracias señora”. Pero ella no me soltaba el brazo y me volvió a decir: “Y te falta aprender a hacer marinera limeña". Eso sí me sonó mal, porque ella nunca había hecho marinera limeña. Al día siguiente, ya en casa, tenía clase con Quintana y le conté. Él me sugirió que hiciera una marinera de desafío. Así nació Toma, dale. Exactamente. Yo admito que sentía un poco de rabia porque creo que la situación había sido muy injusta. Cuando el tema empieza a cantarse, muchos asociaron la letra con este episodio. Ella nunca me dijo nada sobre esto.¿Después mantuvieron alguna relación?No frecuentábamos los mismos grupos. Muchas veces nos hemos encontrado en almuerzos, hemos conversado, me ha invitado a su casa, en fin. Cuando compuse Recordando a mi padre, por ejemplo, me llamó para felicitarme, me decía que por qué no me iba al extranjero, que me podría ir muy bien. Cuando su mamá estuvo enferma, en el Hospital Militar, fui a visitarla. Y cuando ella estuvo mal, antes de irse a Estados Unidos, la visité dos veces. Fue una buena relación, a pesar de lo que murmura la gente.
MIRANDO AL FUTUROHay una etapa musical en su carrera, al lado de Carlos Hayre.Carlos es un excelente músico. En su época tenía conceptos musicales muy avanzados y fue un innovador. Pero no fue un innovador alocado, al contrario, era muy riguroso.¿Cuántos discos hicieron juntos?Alrededor de siete discos.¿Cómo lo conoció?Lo conocía incluso antes de casarme con Eduardo Bryce, porque él era contrabajista de planta en Sono Radio, es decir, tocaba en todas las grabaciones. Yo no sabía que tocaba guitarra, es más, él mismo no era conocido como guitarrista. Cuando yo trabajaba cobrando, le pregunté a Manuel Acosta Ojeda si conocía a un guitarrista que no tuviera compromisos con otros cantantes y él me recomendó a Carlos Hayre.¿Qué percepción tiene de las nuevas tendencias en música peruana?Yo creo que se puede innovar, pero conociendo y respetando la tradición. Sin eso, difícilmente se puede hacer un camino. Hay que amar la música que uno pretende cambiar, eso es un requisito indispensable. Yo pienso que la música que va a prevalecer, finalmente, es la de la época de oro, que en parte es la que se escucha en las radios.¿Proyectos a futuro?Varios. Estoy trabajando en un disco recopilatorio de marinera limeña, donde rescato grabaciones de los Ascuez, de Huambachano y de otros cantores. También estoy escribiendo un libro en el que resumo mi experiencia musical, una suerte de memoria musical, porque me alegra mucho haber trabajado cincuenta años con perseverancia y pasión para imponer el gusto por la música andina y la marinera limeña.
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