Y buscando algo de El, me dieron risa varias cosas, 1ero enterarme que era Paraguayo, 2do enterarme que era Gay, y 3ero enterarme que los cachetadones eran Reales!!! Jaaaaa!!!
Comparto dos cosas que encontre de El, que me parecen muy comicas.
Slds
Ramon.
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PERSONAJES Arnaldo André Cómo conseguir CHICAS Por JUAN IGNACIO BOIDO Durante 20 años fue el sex symbol de la Argentina. Hasta que alguien le dijo que ya estaba maduro para hacer de galán, y desapareció. Ahora, Arnaldo André sale del closet, vuelve a la televisión y repasa una larga lista de métodos aprendidos que, a su pesar, le han enseñado cómo conseguir chicas. | |
“Pegándoles”, dice Arnaldo André. “Pegando en serio. Como yo. Y recibiendo, como Luisa Kuliok: ella me pedía que le pegara. Igual que cuando yo quiero que me peguen, grito: Péguenme, péguenme. Aunque debe haber otros métodos, ¿no?”, dice Arnaldo André. Y empieza a enumerar: LAS CACHETADAS “El asunto empezó con Amo y señor. En uno de los primeros capítulos le di un sopapo tremendo a la Kuliok, y el director mandó la escena como parte de la publicidad. Eso tuvo tanta repercusión que el autor empezó a agregar cachetadas todos los días. Al final se transformó en la manera de solucionar las discusiones, y era lo que más atraía a la protagonista, que volvía siempre a por más cachetazos. En 1987 trabajé con Giselle Blonde, una actriz venezolana muy dulce, y yo suponía que las actrices que aceptaban un contrato conmigo sabían que iban a cobrar. En el ensayo amagué la cachetada, pero en la toma la hice mierda. La pobre se largó a llorar, y quedó con la cara marcada. Fue la única que no aguantó. Todos mis cachetazos han sido reales”, dice André, pero enseguida se corrige: el que le dio hace poco a Emilia Mazer en Verdad/Consecuencia, fue de truca. ¿Porque era actor invitado? Lo único que dice André es: “Si hubiese sido por mí, la habría fajado de verdad. Aunque a veces pienso que todas aquellas cachetadas serían imposibles hoy en día. Después de que Monzón mató a su mujer, pensé que no iba a poder pegar más en cámara. Supuse que saldría alguna liga a saltarme a la yugular en defensa de las mujeres. O actrices que empezarían con que si yo les pego, ellas tienen el mismo derecho a pegarme”. LOS BESOS “Trato de hacerlos con la pasión que la gente espera. Tampoco me cuesta demasiado, quizá porque nunca tuve problemas de mal aliento. La situación, a la vista, es siempre la misma: la mujer en posición de entrega y el hombre avanzando. Pero hay distintas técnicas, obviamente: a veces es un roce de lengua, otras veces es más desaforado, otras veces ya es obsceno... y pasa a mayores cuando la cámara se apaga. Pero hay veces en que la actriz manda la lengua para atrás y no la encontrás nunca”. LAS FANS “He tenido siempre. Las normales me piden un autógrafo y me mandan cartas en las que cuentan desde cuándo me ven, que no dejan de ver nada de lo que hago, y que les gusta mi voz. Cuando hacía giras se metían en el hotel, aunque eso no implicaba una entrega sexual desenfrenada. La mayoría ni siquiera sabe qué hacer, se ponen a temblar, a repetir no, no, no, y se van. Otras veces, en medio de una muchedumbre te encajan papelitos con números de teléfono. A la salida de una radio en Paraguay, una chica me metió algo en la mano. Adentro del auto vi que era un billete de un guaraní, y eso era la máxima muestra de cariño de esa chica que, seguramente, no tenía un mango. Después están las otras. No digo miles, pero sí he tenido una buena docena de fans bastante más jodidas. Una me ofreció toda su fortuna para producirme una película. No acepté porque no necesito el dinero de otro para hacer lo que quiero: busco un productor y, si le gusta el proyecto, empezamos a grabar. Además, me parecía un poco fantasioso. Quién sabe cuánto dinero hay detrás de esa propuesta... A lo mejor ni siquiera es una fortuna. Hubo otra señora que sí me hacía regalos muy concretos: me mandaba cadenitas, anillos, y cosas de oro. No la conocía, hasta que un día se me presenta toda vestida de negro y me dice que, cuando me veía en televisión, cerraba los ojos y escuchaba mi voz, que era exactamente igual a la de su hijo muerto. Y mientras me decía que escucharme a mí era como estar con él, me di cuenta que todo lo que me regalaba había sido de su hijo”. LAS MUJERES CASADAS (Y SUS HIJOS) “Hace unos meses, cuando fui a Rosario, me mandaron una carpeta repleta de fotos viejas en las que aparecía yo con una misma chica en distintos lugares del mundo. Y había una carta donde la chica de las fotos me contaba que vivía allá en Rosario con su marido y que me quería ver y que a su hijo le había puesto Arnaldo. Hay muchísimos adolescentes que se llaman Arnaldo, o André. Incluso a muchos les pusieron Ariel, por mi personaje en Pobre Diabla. El tiempo pasa: mis fans vienen a saludarme con su marido, o con sus hijos ya grandes; sigo un tratamiento para no perder el pelo (por eso tengo el tic de acomodármelo todo el tiempo) y, cuando me maquillan, no sé si me quieren tapar las arrugas o me las quieren remarcar. Hasta salgo en cámara con anteojos, algunos días”. UN TAMAÑO CONSIDERABLE “En algún momento tenía un ego enorme. Hasta llegué a decir que prefería encabezar el cartel de una pésima película que secundar una buena. Me daba el lujo de rechazar guiones clase B esperando que me llamara Torre Nilsson. Nadie me hizo caso, porque nunca protagonicé ni siquiera una mala película. Tita Merello me volvía loco diciendo que no entendía cómo con esta cara de indio no me llamaban para hacer cine. Nunca más la volví a ver hasta que me la encontré en un bar hace poco. Pero cuando me acerqué a saludarla, me dijo No sé quién sos. Arnaldo André, le dije. Ella me miró con cara de nada y dijo: Ah, no sé, ahora no te puedo atender, y se fue”. EL VIAGRA“Bienvenido sea para aquellos que lo necesiten. Me acuerdo que mi abuelo, casado y ya un hombre mayor, salía después de almorzar a controlar por última vez el campo, antes de hacer la siesta con mi abuela. Una tarde no volvió. Y tuvieron que salir a buscarlo. Había muerto cogiendo con una china entre plantas de mandioca. De esa familia vengo”. | |
“Después de que Monzón mató a su mujer, pensé que no iba a poder pegar más en cámara. Supuse que saldría alguna liga a saltarme a la yugular en defensa de las mujeres. O actrices que empezarían con que si yo les pego, ellas tienen el mismo derecho a pegarme”. | |
MIAMI En 1992, cuando terminó Amándote 2, Raúl Lecouna (dueño de Sonotex, empresa para la que trabajaba André) le sugirió que ya estaba algo maduro para interpretar a otro galán. Según más trascendidos, y a modo de una retirada elegante, Lecouna le habría propuesto un papel secundario, algo que André consideraba denigrante para una trayectoria como la suya. “Era un personaje en una novela de Andrea del Boca que, cuando muriera el galán, tomaría el protagónico. Pero no me interesó volver atrás. Yo ya me había dado cuenta que la profesión de galán no era para siempre, pero no me veía mal en el espejo. Amándote tuvo, si se quiere, algo de parodia a la telenovela, y la gente no la veía como a una novela convencional. Fue la primera telenovela argentina en la que se hablaba de tú. Con Gino Renni improvisábamos momentos desopilantes para una historia dramática. Y, sobre todo, fuimos de los primeros en ir a grabar afuera. Ahora va cualquiera, y no impresiona a nadie, pero nosotros descubrimos Miami”. CHIQUITITA “En mi época la telenovela era un género bastardeado, mientras que ahora todos aceptan que un actor haga tiras y después Shakespeare. Cuando tenía veinticinco años, Daniel Tinayre me descubrió en una salita perdida de Belgrano en la que actuaba porque el autor me había salido de garante en un departamento, y me llevó a trabajar con Mirtha en la obra Cuarenta quilates. Qué puedo decir. Era una grande, pero eso sí: le tenías que respetar el texto porque, si no, se perdía”. LOS HOMBRES NO LLORAN “La idea de que yo gritara Rojaijú (Te quiero en guaraní) es de Alberto Migré. Se compró un diccionario y terminó hablando mucho mejor que yo. En sus novelas los hombres eran más sensibles que en ninguna y cada tanto lloraban. Pero hay detalles con los que se arma una carrera: mis personajes son duros, jamás lloran. Cuando era chico, en Paraguay, mi mamá prendía la radio todas las tardes para escuchar unradioteatro que se llamaba Los hombres también lloran, y que empezaba con el llanto de un tipo. Cada vez que escuchaba eso, mi viejo aparecía y apagaba la radio”. SER UN HIJO DE PUTA En Piel Naranja, Alberto Migré trazó un triángulo amoroso entre un anciano, su joven esposa y el amante de ésta. En el último capítulo, el esposo liquida a su mujer y al amante y se suicida. Piel Naranja se convirtió en la primera telenovela argentina que acabó deliberadamente mal. Al día siguiente, ese final le valió a Migré un baldazo de agua helada que, al grito de “¡Asesino!”, le lanzó una vecina desde un balcón. Error. Al que había que mojar era a André. “Ese final lo propuse yo, y a Migré no le gustaba. Pero yo quería un final hijo de puta. Cuando hacía las novelas de Migré, yo renegaba de ellas. Decía: Es la última, el año que viene me dedico a algo más serio. Un día me pregunté por qué mierda las novelas tenían que tener un final feliz. Todos luchamos por la felicidad, pero casi nunca nos va bien”. | |
“Una vez me preguntaron directamente si era homosexual. Digamos que soy lo suficientemente macho como para vivir de eso desde hace treinta años. Además, mi negocio es vender heterosexualidad. Así que, querido, no perdamos la elegancia”.. | |
QUE SE VENGAN LOS CHICOS Hay una teoría: que muchos adolescentes gays de entonces se decidieron animadamente gracias a Piel Naranja: Arnaldo André, que encarnaba al novio, debía encarnar a la novia; Marilina Ross que era la novia, debería haber sido el novio; y China Zorrilla, la madre, tendría que haber intercambiado roles con Raúl Rossi que hacía de padre. André se ríe. Pero no contesta. De nuevo. Y se ríe: “Es la primera vez que escucho esa teoría. Si pasase hoy no me llamaría la atención, pero ¿en serio hicimos eso en esa época? Bueno, me alegro que hayamos logrado elegantemente que la gente se quisiera”. COMO SER ELEGANTE Hay un rumor: que Arnaldo André esconde un secreto. Que, sí, debería haber sido la novia en Piel Naranja. Que hubiese sido más real. “Siempre dije lo mismo: quiero mantener cierto misterio alrededor de mi vida privada. Nunca en una revista salió una foto de lo que hay o no hay en mi casa. Prefiero que se lo imaginen. Cuanto menos sepan, más interesados estarán en seguirme. Una vez me preguntaron directamente si era homosexual. Si se lo preguntaran a Migré, él contestaría Ay, querido... Digamos que soy lo suficientemente macho como para vivir de eso desde hace treinta años. Además, mi negocio es vender heterosexualidad. Así que, querido, no perdamos la elegancia”. COMO PERDER LA ELEGANCIA Y hay una quinta, en Del Viso. Todos los fines de semana se llena de gente. André dice que ahí “recibe”. Y agrega: “Suena a algo orgiástico, ¿no? Los vecinos ven llegar autos y deben pensar que vamos a pasar fines de semana salvajes. Pero a lo sumo tomamos champagne, y comemos un asado. Buena carne. Pero no se confundan, siempre fui un perdedor. Siempre me han cerrado la puerta; jamás la cerré yo. Ahora apenas soy un dandy puertas adentro”. |
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TELEVISION › ENTREVISTA AL ACTOR ARNALDO ANDRE
“Dejé de ser el eterno galán y ahora soy el peor villano”
En Valientes, la nueva producción de Pol-ka que se estrena hoy por Canal 13, interpretará a “un tipo tramposo, al que no le importa nada con tal de obtener lo que desea”. André admite que el que más satisfacciones le dio terminó por desgastarlo.
Probablemente cuando dentro de medio siglo se repase la historia de la telenovela, aquí y en el resto de América, su nombre sea uno de los primeros que surjan en la mente de los memoriosos, como uno de los actores más prolíficos del género. Inmediatamente también se reconocerá a Arnaldo André como el actor que más cachetadas repartió en la TV . Es su karma. Su sello. Sin embargo, el hombre de las mil y una bofetadas adelanta que en Valientes, la nueva producción de Pol-ka que se estrena hoy a las 22 por Canal 13 (luego se emitirá de lunes a viernes a las 21.45), ha cambiado los modos en los que su personaje asume su poder. “Tal vez exista alguna cachetada en la historia, pero hasta el momento el uso de la violencia se manifiesta de modo diferente: ahora mando a matar directamente”, se ríe en la entrevista con Página/12. “Son los gajes del oficio: dejé de ser el eterno galán y me convertí en el peor de los villanos. Me tendré que acostumbrar a estos hábitos”, agrega, entusiasmado con la posibilidad de darle un giro a su carrera pese a sus sesenta abriles a cuestas.
Con Valientes, André regresa a la TV luego de cinco años de retiro voluntario. Su último trabajo en la pantalla había sido en Soy gitano, donde interpretó a uno de los tantos gitanos que le devolvió el culebrón –no sin retazos bizarros– a la TV . Ahora, con Valientes, Pol-ka intentará alejarse del registro costumbrista para hacer una novela “de las de antes”. Y nadie mejor para protagonizarla que el actor paraguayo de nacimiento y argentino por adopción. “Me pone contento el regreso, no es un género que he olvidado, pero tampoco lo he extrañado”, señala, dando indicios de la nueva etapa que acaba de comenzar. “Fueron muchos años de hacer al típico galán. Uno puede hacer un galán más duro, más tierno, más vulnerable, más romántico, obsesivo, posesivo, pero el galán nunca deja de ser galán. Y los galanes tienen una línea discursiva muy limitada”, reconoce hoy, luego de toda una vida prisionero de ese rol que supo darle satisfacciones, pero que terminó por desgastarlo. “El actor –detalla– que uno lleva adentro es el que paga el precio por hacer de galán. Si bien el galán me permitió un reconocimiento único en todos lados, el juego que le brinda al actor es muy reducido.”
En Valientes, André interpretará a Laureano, un villano que supo amasar una fortuna a costa de un antiguo amigo suyo, a quien en su juventud dejó en ruinas y le arrebató sus tierras. Esa traición no sólo llevó a la muerte a su ex ladero sino que además dejó a la buena de Dios a sus tres pequeños hijos, que 30 años después vuelven a sus orígenes en plan de . “Mi Laureano es un tipo tramposo, que no le importa nada con tal de obtener lo que desea. Es una de esas personas que defiende sus intereses con todas las armas posibles, pero que puertas adentro protege a su familia de cualquier daño que le puedan hacer”, cuenta. ¿Laureano es uno de esos villanos con humanidad? “Como todos los que tienen dinero y poder, él quiere tener más. Es un tipo frío y calculador, al que no le importa cómo obtiene su riqueza. No sé si el público lo perdonará o no. En mi opinión, por más que defienda y ame a su familia, Laureano no deja de ser un hijo de &#@~. Nada lo puede redimir”, puntualiza.
–¿Este regreso a la TV forma parte de su deseo de renovar su carrera?
–Cuando digo que no extrañé a la TV lo que quiero remarcar es que, después de un haciendo lo mismo, uno quiere hacer otras cosas. Quiero estar arriba de un escenario, estar frente a una cámara de cine... Eso es lo que hice durante los últimos años, donde filmé tres películas e hice una temporada de teatro importante. Y esa no me permitió extrañar a la TV. Ya no necesito a la TV y, evidentemente, la TV tampoco me necesita a mí.
–Pero le habrá costado dar ese paso y correrse del rol que la industria le reservó durante años...
–Necesitaba un cambio. Ultimamente, las propuestas televisivas que me llegaban ni siquiera las analizaba porque sabía que iban siempre por el lado del galán. Me hablaban de una historia o un proyecto que, de entrada, ya no me interesaba. Cuando me propusieron hacer Soy gitano, encontré que era algo diferente. No dudé en embarcarme. Pero cuando toda la propuesta es que mi personaje está enamorado de una y se hace imposible consumar ese amor, la rechazo porque no me resulta atractiva. Yo pagué un precio muy alto cuando en pleno esplendor de mi protagónico en las telenovelas me llamaban para hacer cine y no aceptaba porque sentía que me convocaban para hacer una versión reducida de lo que usualmente hacía en la TV. Y yo quería hacer algo diferente. Recién en los últimos años me llamaron para hacer otros papeles.
–¿Valora poder tomar decisiones que antes, en pleno éxito, no tomaba porque el destino de la industria era el galán?
–Mirá cuánto lo valoro hoy que yo en aquella época me he programado años sabáticos que nunca pude cumplir. Vendía el auto y alquilaba mi departamento para no tener ninguna ligazón ni compromiso y me iba a Europa, y a los dos meses llamaba desesperado a mi representante porque necesitaba trabajar. Sentía que si no estaba en la TV, iba a perder el lugar que ocupaba. Mi sensación era que si yo no lo hacía, lo iba a hacer otra persona. Y tenía que generar un trabajo porque, si no, me moría de la depresión. Era una locura. Pero a mí me parecía normal. En aquella época uno tenía una mirada diferente.
–¿Por qué?
–Por la inseguridad. No creo en el actor que cree controlarlo todo. El actor es un ser inseguro de por sí, con una sensibilidad a flor de piel que hace que cualquier cosa le pueda afectar. Por eso a veces reaccionamos ante cualquier pelotudez como otros no reaccionarían, o nos preocupamos por detalles que otros no. Y cuando uno es joven y el éxito es grande, la inseguridad de perder ese mundo de fantasía se vuelve inevitable. El miedo a que las luces se apaguen. ¿Cuándo uno debe parar? Recién con los años, los éxitos y los fracasos, uno comprende el destino de la carrera del actor. Uno puede nacer actor, pero termina de hacerse actor con los años.
–Hay quienes dicen que el primer trabajo del actor no es actuar sino ser desocupado.
–Totalmente de acuerdo. Nuestro trabajo es de los más inestables. Hoy, por ejemplo, fui al dietista y pensaba que, bien o mal, de enero a enero va a trabajar con cierta regularidad: tendrá 30 o 50 pacientes por semana, pero estará trabajando; nosotros no. Nuestra otra profesión es estar desocupado. Pero a veces hay que parar para tomar distancia y que el público pueda descansar de la imagen de uno.
–Mucho más si, como usted, estuvo durante años todos los días en pantalla.
–A mí me sigue asombrando la manera en que la televisión ha penetrado en la vida de la gente. A mí no paran de pararme mujeres de diferentes generaciones para pedirme un autógrafo o recordarme algunos de los tantos personajes televisivos que hice. Y eso sólo te lo da la TV. El reconocimiento televisivo es incomparable. No te lo da el teatro, ni el cine. No sé si es bueno o malo, pero si antes la TV era un medio para entretener o informar un rato a la familia, hoy se convirtió en un medio omnipresente y muy importante para la vida cotidiana familiar.
Referente de los mayores éxitos televisivos de la década del ‘80 (El infiel, Amándote o Amo y señor, Amor gitano), André señala que no todos sus colegas son conscientes del privilegio de la profesión actoral. “El trabajo hay que disfrutarlo. Formamos parte de una actividad que nos permite jugar, o como dice Alfredo Alcón: de seguir siendo niños”, subraya.
–¿Y eso se perdió?
–Pasa que actores que alcanzan el éxito a muy temprana edad, y que se deslumbran ante las notas y la prensa, se olvidan de la suerte que tienen y no asumen su responsabilidad. Hay buenos profesionales y otros que no lo son. También hoy son tiempos en los que la TV mezcla o pone en la misma categoría a tipos que son públicos, pero no actores. Pobre de nosotros que haya gente que nos considera del mismo gallinero. Hay personajes mediáticos que no tienen ningún talento más que la capacidad de provocar escándalos y que hoy ocupan muchos minutos en la TV y líneas en revistas. Si a nosotros nos cuesta que los personajes y los programas no sean efímeros, apelando al sentimiento de la gente, cómo puede esta gente mantenerse tanto tiempo al aire con nada. Ojalá el público pueda hacer la diferenciación, y sea más selectivo y exigente con los actores como lo es con la producción.
–¿A qué se refiere?
–A que antes el público aceptaba cualquier efecto malogrado inserto en un programa. El público lo aceptaba todo en función de meterse en la historia. Hoy hay que darle credibilidad a todo lo que aparece en escena. El estereotipo del villano ya no lo cree nadie. Una vez que el espectador adivina los códigos que giran alrededor de un personaje, la atracción se disipa irremediablemente, por más interesante que sea la historia. Una historia puede ser mala, pero si los personajes son interesantes, el público se prende. Ahora, si la historia es buena y los personajes no, la escasa verosimilitud de lo que se cuenta aleja inevitablemente al público.
–En ese sentido, ¿cree que la TV actual es mejor que la de antaño?
–La infraestructura tecnológica y humana de la TV de hoy es impresionante. Ojalá en aquella época hubiéramos tenido los actuales medios. No podría decir que aquella TV fue mejor, simplemente era distinta: parafraseando a (Alberto) Migré, hoy noto cierta vergüenza a hablar del amor. Yo fui uno de los primeros en incluir el humor en las telenovelas, como en Amándote o El infiel. Siempre decía que nos teníamos que poner románticos, pero que no nos olvidásemos del humor. La TV actual tiene vergüenza de hablar de amor. Hoy, todas las producciones están signadas por cierto estilo jodón, intentando acoplar al público masculino. Pero en la época de Migré, el público masculino también veía sus novelas.
–¿Y a Valientes en qué lugar la ubica, dentro del género?
–Esta es una telenovela como las de antes, pero aggiornada: escenas más cortas, diálogos más fluidos... Con esta novela, Pol-ka puede ganar un mercado internacional que las producciones más locales le impedían. El nivel de producción de la TV argentina es altísimo. La diferencia es que mientras antes el peso de una historia caía en la pareja protagónica, hoy los elencos son más corales, como para garantizarse desde la producción diferentes líneas de acción. La duración de las telenovelas antes era algo estricta, no más de 130 capítulos, mientras que ahora no depende tanto de la historia sino de las necesidades del canal o la productora.
–¿Siente que ahora le llegó el reconocimiento que durante buena parte de su carrera no obtuvo porque la telenovela estaba bastardeada?
–En la época que empecé a hacer telenovelas, en la TV había dos tipos y categorías de programas de ficción: las telenovelas diarias y las telenovelas semanales. Yo hacía las diarias, que eran consideradas por los que hacían las semanales, como un género menor. Pasaban por el bar del canal y ni siquiera te miraban. Estos directores eran los que tenían la oportunidad de hacer alguna obra de teatro o película, y por ende no nos convocaban a los que hacíamos ficción diaria. La TV de antes se manejaba a través de clanes. Derribar esa división de categorías llevó muchos años. Fue una época muy dura.
fuente;Pagina 12
2 comentarios:
En Venezuela Arnaldo André tuvo sus amantes, jóvenes la mayoría. No es un gran secreto en elPaís y a estas alturas, menos le importa a nadie.
En Venezuela Arnaldo André tuvo sus amantes, jóvenes la mayoría. No es un gran secreto en elPaís y a estas alturas, menos le importa a nadie.
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