martes, 31 de marzo de 2009

Cómo los gobiernos pueden crear desarrollo

Alfredo Barrenechea
LIMA La crisis ha devuelto protagonismo a los Estados. Desde 1929, el mundo conoció dos modelos básicos. Hasta 1980, un arco de 50 años, el sector público tuvo el papel de referencia. Al margen de la drástica diferencia de modelos políticos, como Wolfgang Schivelbusch mostró en "The Three New Deals", la obra pública de Roosevelt tenía algunos parecidos con las de Hitler y Mussolini. Para Roosevelt, la Autobahn, la autopista alemana (construida antes que apareciera el Volskwagen), fue presumiblemente una inspiración.A partir de los 80, el sector privado tomó el liderazgo en todos los frentes.

Ahora, según parece, sobre todo los bancos, ha mostrado excesiva avaricia, o poco control, o frecuente estupidez o, también, corrupción. ¿Más Estado y menos sector privado? ¿Sólo mejor regulación? ¿Una nueva mezcla, como en el New Deal, de empresa privada y gobierno? Nadie sabe aún cómo, ni bajo qué modelos finales saldremos de la crisis -ni cuándo.

Como en el New Deal, será un resultado de un proceso de ensayo y error. Pocos libros más oportunos que uno que acabo de leer, "Bold Endeavors", o que podría traducirse como "Audaces Iniciativas". Su autor es, curiosamente, un banquero, Felix Rohatyn. Más que "un" banquero, una leyenda de la banca.

Protegido del mítico André Meyer, quien reconstruyó Lazard Freres luego de la Segunda Guerra, Rohatyn ha sido tal vez el "banquero de inversión" por excelencia. No es republicano sino demócrata, y nunca vaciló en volcarse al sector público cuando era necesario. En los 70, cuando Nueva York estaba en bancarrota, aceptó presidir la corporación financiera de la ciudad, y la salvó. En lugar de presidir Lazard, se fue de embajador de Clinton a Francia (de donde su familia escapó durante la ocupación nazi).

El subtítulo del libro es ya un programa: "Cómo el gobierno construyó América, y por qué debe reconstruirla ahora". Rohatyn pasa revista a diez iniciativas que "hicieron" a los Estados Unidos. La primera es la compra de Louisiana. Cuando Jefferson llegó a la Presidencia, Estados Unidos era una franja relativamente pequeña en la costa este. La compra de la Louisiana a Napoleón expandió la nueva nación.


Después vendría la anexión de Texas y California. La segunda es el Erie Canal, 580 kilómetros entre el río Hudson y el Lago Erie, que abrió al mundo la producción del Oeste medio y transformó Nueva York en la primera metrópoli del mundo. Su construcción se pagó en 20 años, al cabo de los cuales el PBI se había duplicado. La tercera es la construcción del Ferrocarril Trascontinental, que unificó al Este con el Oeste. Las compañías recibieron préstamos por milla construida, más tierras agrícolas y concesiones mineras al costado de las líneas. El Préstamo original, de 64 millones, significó para el gobierno una utilidad de más de 103 millones. La cuarta es la concesión de terrenos para colegios públicos. La idea de los "padres fundadores" era que el enemigo de América no era el fracaso sino la falta de oportunidades. Hasta 1870, sólo el 2% de la población tenía educación secundaria. Fue la educación pública, con el soporte de los "Land Grant Colleges" la que transformaría los Estados Unidos (como ocurrió en Francia con Jules Ferry y la Tercera República). La quinta es el "Homestead Act", firmada por Lincoln en 1862. Si sólo los ricos podían tener tierra, las ideas fundadoras de igualdad y oportunidad no se cumplirían. Serían una nación "restrictiva" donde el destino estaba prefigurado por el nacimiento.

Esta extensión de los derechos de propiedad fue la garantía final de la propiedad en abstracto. En los 123 años de la ley (entre 1862 y 1955), 108 millones de hectáreas, más del 10% de los Estados Unidos de hoy, fueron entregados a pioneros y formalizada su propiedad. La sexta es el Canal de Panamá, muy conocido.

La sétima es la Electrificación Rural. Cuando Roosevelt se volvió paralítico, se mudó a una pequeña cabaña en Georgia. Se sorprendió que la cuenta de electricidad era cuatro veces la de su mansión de Nueva York. Desde Edison, la industria eléctrica había crecido 12% por año, pero sólo 10% del sector rural tenía luz. El sector privado insistía que no tenía "justificación" económica la electrificación rural. Esto creaba dos Américas (un caso parecido a nuestro Sur andino), una aislada del desarrollo industrial, sin acceso además a buena salud.

La Administración para la Electrificación Rural dio préstamos a 25 años y a 3% para llevar electricidad a áreas rurales. En 1950 todo el sector rural tenía electricidad. La octava fue la Corporación de Reconstrucción Financiera, un antecedente de los esfuerzos actuales para comprar bienes "tóxicos" del sistema financiero. La novena fue la célebre "GI Bill", la ley que otorgó a los veteranos de guerra financiamiento para su educación, y préstamos a bajo interés para su casa, garantizados por el gobierno. En 1940 sólo 160,000 tenían títulos universitarios, pero en 1947 habían 1,164,000 enrolados en universidades, 49% veteranos de guerra.

El costo total fue 14.5 billones de dólares pero creó la economía propulsada por el conocimiento, y afianzó la igualdad de oportunidades. La décima fue el sistema nacional de autopistas durante Eisenhower, financiado por bonos a 30 años.

De allí nació la Norteamérica de los suburbios que conocemos. ¿Qué hizo desarrollado a los Estados Unidos? Un sistema de derechos, y estas obras de infraestructura lideradas por el sector público. Uno lee este libro, e inmediatamente piensa en los ferrocarriles de Meiggs inconclusos, las irrigaciones inexistentes (o realizadas tardíamente) que ya habían sido sin embargo diseñadas por Charles Sutton a principios del XX, la oscuridad eléctrica del sur andino, el colapso de la educación pública. De aquí al bicentenario de la República, en doce años, la creación de infraestructura será esencial para no perder el siglo XXI.

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